celso furtado

Imagen: Felipe Futada
Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram

por RICARDO BIELSCHOWSKY*

La relevancia de la obra del economista en el centenario de su nacimiento

Vida y obra

Celso Furtado encarnó, quizás mejor que nadie, el anhelo de desarrollo económico y social de América Latina. Con audacia y creatividad, durante más de medio siglo ha simbolizado el esfuerzo de varias generaciones por pensar el desarrollo de manera autónoma, desde la perspectiva del “Sur”, es decir, de los países en desarrollo, de América Latina y, en particular, de el brasil La biografía de Celso Furtado describe la vida de un hombre de acción y pensamiento al servicio del desarrollo, en todas las dimensiones de la palabra. Con treinta libros publicados y más de 60 traducciones en una docena de idiomas, ejerció, en Brasil y en el exterior, una gran influencia en la teoría y práctica del desarrollo.

Celso Furtado nació el 26 de julio de 1920 en Pombal, en el corazón del interior semiárido de Paraíba y el nordeste. Esta región de sequía y extrema pobreza generó un tipo de cultura popular y de ser humano que Furtado expresa claramente en su autodefinición: “Soy como un cactus”. La expresión encierra los elementos que caracterizan la vida y la obra de Furtado: austeridad y estoicismo, carácter y valentía, síntesis condensada y densa, profundidad sin falsa brillantez. A estas características originales de su tierra natal se sumaba la influencia de su vida en el extranjero.

A principios de 1945, poco después de licenciarse en derecho, se embarcó rumbo a Italia para luchar en la Segunda Guerra Mundial. En 1947 se instaló en París, donde en 1948 se doctoró en economía en la Sorbona con una tesis sobre la economía colonial brasileña.

En 1949 se incorporó al equipo de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), recién creada. El Secretario Ejecutivo, Raúl Prebisch, lo nombra Director de la División de Desarrollo.

En ese cargo contribuyó decisivamente a la formulación del enfoque estructuralista de la realidad socioeconómica de América Latina, que analiza la especificidad de sus estructuras productivas, sociales e institucionales y los problemas que presentan para el proceso de desarrollo.

El enfoque estructuralista recibió varias contribuciones de Furtado, entre las que se destacan: la perspectiva histórica, consagrada en sus libros sobre la formación económica brasileña y latinoamericana; análisis de las tendencias del subempleo; de manera muy asociada, el análisis de las relaciones entre crecimiento y distribución del ingreso en el contexto latinoamericano; y, finalmente, la incorporación de factores socioculturales y ambientales al análisis económico.

En 1954, coordinó un estudio sobre la economía brasileña, que apoyó las técnicas de planificación y que ayudaría en la elaboración del Plan de Metas del presidente Juscelino Kubitschek, referencia en la historia de la industrialización brasileña.

Invitado por Nicholas Kaldor, pasó 1957 y 1958 en Cambridge, Inglaterra, donde escribió Formación económica de Brasil (Furtado, 1959a), un clásico de la historia económica traducido a nueve idiomas. Esta obra capital del enfoque histórico-estructural ejerció una influencia invaluable en la formación de una conciencia nacional sobre la identidad histórica brasileña y, en consecuencia, sobre la necesidad de movilizarse a favor de transformaciones profundas en los planos económico, político y social.

Durante estos años también escribió los ensayos que luego serían recogidos en sus dos obras teórico-históricas más importantes, a saber: Desenvolvimento e subdesarrollo y Teoría y política del desarrollo económico (Furtado, 1961 y 1967). En ellos expresa conceptos fundamentales, entre ellos que el subdesarrollo es un “proceso histórico autónomo”, y que no puede ser considerado simplemente como una etapa del desarrollo económico por la que atraviesan todos los países. Y que, en el contexto de la periferia latinoamericana, el crecimiento tiende a preservar el subempleo y la heterogeneidad tecnológica, la concentración del ingreso y un grado creciente de injusticia social.

El mensaje fue profético: sin una profunda movilización social y política, se corre el riesgo de perpetuar el subdesarrollo.

A fines de la década de 1950, cuando Furtado regresaba a Brasil después de casi diez años en la CEPAL, el noreste sufría una de las sequías más dramáticas de su historia. El presidente Kubitschek le pide que prepare un plan para enfrentar la tragedia del noreste (Furtado, 1959b). Este plan dará origen a la Superintendencia de Desarrollo del Nordeste (Sudene), una agencia federal creada para promover el desarrollo en la región más pobre de Brasil. Los seis años que Furtado dirigió la Sudene fueron considerados el período de mayor esfuerzo institucional de todos los tiempos a favor del desarrollo del Nordeste, buscando revertir el secular atraso en que vivía la región.

Gracias a esa actuación, se convierte en el primer titular del Ministerio de Planificación y, a pedido del presidente João Goulart, en 1962 elabora el Plan Trienal de Desarrollo.

La intensa actividad política y ejecutiva al frente de la Sudene y del Ministerio de Planificación no disminuyó su vitalidad intelectual: de este período son los libros A pre-Revolução Brasileira y Dialéctica del Desarrollo (Furtado, 1962 y 1964).

El resto de la década de 1960 es de exilio y fecundidad intelectual. El gobierno surgido del golpe militar de 1964 anula los derechos políticos de Celso Furtado. La vida en el exilio comienza en la Universidad de Yale, y poco después Furtado se instala en Francia, donde será profesor de Desarrollo Económico en la Universidad de París I-Sorbonne durante veinte años. También fue profesor en otras universidades, incluidas Columbia y Cambridge, donde fue el primer titular de la Cátedra Simón Bolívar. Fue miembro del Consejo Académico de la Universidad de las Naciones Unidas y miembro del Comité de Planificación del Desarrollo de ECOSOC/ONU.

La secuencia de ocho libros publicados, todos de amplia circulación, refleja la impresionante fecundidad intelectual de Furtado durante este período. Uno de los elementos analíticos comunes a varios de estos trabajos es el concepto de que la industrialización en América Latina no logró eliminar la heterogeneidad estructural y la dependencia. Corresponde también a este período su pionero análisis de los vínculos entre el proceso de crecimiento y la distribución del ingreso, en el que Furtado sostiene que las características de la oferta y la demanda en los países latinoamericanos conducen a procesos que tienden a concentrar el ingreso y a confirmar la heterogeneidad social.

El conjunto de obras de la época inspiró toda una tradición de análisis y reflexiones en América Latina y Brasil sobre la necesidad de transformar los estilos o modelos de desarrollo económico, de gran importancia intelectual y política en toda la región.

En la década de 1980, Celso Furtado regresó a Brasil. La crisis de la “década perdida” de aquellos años en América Latina lo llevó a oponerse firmemente al tipo de ajuste exigido por los acreedores internacionales, postura que articuló en tres libros (Furtado, 1981, 1982 y 1983). En ellos insiste en que la forma correcta de realizar los ajustes es a través del desarrollo de las fuerzas productivas, el progreso técnico, la inversión y el crecimiento.

En uno de estos libros, de 1982, el autor plantea interrogantes que lamentablemente siguen vigentes tanto en América Latina en general como en Brasil en particular.

¿Debemos aceptar la creciente internacionalización de los circuitos monetarios y financieros, con la consiguiente pérdida de autonomía de decisión, en un momento en que se reafirma el proteccionismo de los países centrales? ¿Deberíamos renunciar a una política de desarrollo? ¿Qué consecuencias sociales debemos esperar de una reducción prolongada de la creación de empleo?

(Furtado, 1982, p. 64)

A lo largo de esa década, Furtado también se dedicó a escribir su biografía, una deliciosa trilogía en la que, partiendo del poder de fijación y evocación de los títulos, se une siempre su lado poético de los recuerdos con la elegante concisión de la escritura y la densidad de pensamiento riguroso; La fantasía organizada, La fantasía deshecha y Los aires del mundo (Furtado, 2014). Estos recuerdos son paralelos a sus estudios sobre la dimensión cultural del subdesarrollo, que dieron origen a los libros Creatividad y dependencia y Cultura y desarrollo en tiempos de crisis (Furtado, 1978 y 1984).

Reinsertándose en la vida política del país, que entonces regresaba a la democracia, Furtado fue embajador de Brasil ante la Comunidad Económica Europea y, en 1986, ministro de Cultura en el gobierno de Sarney.

En las décadas de 1990 y 2000, las contribuciones de Furtado en el extranjero fueron ampliamente reconocidas. Fue miembro de la Comisión Sur y miembro de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo de la UNESCO. En 1996, la Academia de Ciencias del Tercer Mundo crea el Premio Internacional Celso Furtado, al mejor trabajo académico en el campo de la economía política en los países subdesarrollados.

Con motivo de su 80 cumpleaños, en 2000, la Academia Brasileira de Letras, de la que era miembro, organizó la exposición Celso Furtado — Vocação Brasil, que también se exhibió en la sede de la CEPAL en Santiago.

El texto transcrito arriba conmovió a todos los que estuvieron presentes en la ceremonia de la UNCTAD en 2004. Celso Furtado falleció ese mismo año. Un magnífico trabajo de difusión de su obra lo ha realizado su viuda, la periodista Rosa Freyre d'Aguiar. Emplea su refinada escritura, su erudición y fidelidad a las ideas del maestro en la organización y difusión de sus obras. Recientemente organizó y publicó un preciado libro de diarios de Celso Furtado (2019) y acaba de organizar otro sobre su correspondencia, que está en imprenta, y que también promete ser un libro precioso. Esta “asociación intelectual” entre Rosa Freyre d'Aguiar y Celso Furtado es hermosa.

Aportes al estructuralismo y su relevancia

El liderazgo intelectual ejercido por el pensamiento económico de Furtado en el campo del desarrollismo progresista y nacionalista en Brasil se debe a la riqueza y alcance de la teorización estructuralista que formuló para comprender la realidad brasileña.

Se describió a sí mismo como un militante intelectual al servicio de la transformación política: “Yo no era más que un intelectual en vida, pero siempre consciente de que los mayores problemas de la sociedad requieren un compromiso de acción (...)” (testimonio en Gaudêncio y Formiga, 1995, p.39).

De hecho, con el estructuralismo, transmitió como nadie una comprensión de la naturaleza del subdesarrollo brasileño y del inmenso desafío contenido en la realidad brasileña para un proyecto de acción para transformar la sociedad.

En esta sección se describirán las contribuciones de Furtado a la teoría estructuralista. Antes de hacerlo, es necesario hacer un breve registro de los elementos centrales del argumento estructuralista de la CEPAL.

Como se describió anteriormente, Furtado llegó a la CEPAL en 1949, luego de haber defendido una tesis en la Sorbona sobre la historia colonial brasileña. Durante esos años inaugurales de la agencia de la ONU, trabajó con Raúl Prebisch, el gran economista argentino que fundó el pensamiento estructuralista latinoamericano. De este encuentro surgió el método histórico estructural, que Furtado utilizó a lo largo de su vida. Es un método que hace la interacción entre el enfoque “histórico-inductivo” y el marco teórico estructuralista (“deductivo”): el análisis de las estructuras subdesarrolladas aparece como referencia teórica genérica para el examen de las tendencias históricas, dando lugar a un análisis que tiene en cuenta el comportamiento de los agentes sociales y la trayectoria de las instituciones

¿Qué es la teoría estructuralista difundida y enriquecida por Furtado, por qué fue tan influyente y por qué es tan actual? ¿Por qué el estructuralismo y, en consecuencia, toda la obra de Furtado son tan actuales?

La pregunta que debe hacerse antes de adentrarse en los aportes del maestro es: ¿Cuál es la teoría estructuralista difundida y enriquecida por Furtado, por qué fue tan influyente y por qué es tan actual? ¿Por qué el estructuralismo y, en consecuencia, toda la obra de Furtado son tan actuales? La respuesta es simple y triste: porque a pesar de algunos avances socioeconómicos, el subdesarrollo en América Latina y Brasil aún no ha desaparecido.

La teoría estructuralista clásica analizó el subdesarrollo latinoamericano “periférico”, en contraste con las economías “centrales”, en tres aspectos básicos del subdesarrollo de nuestra región, que se mantienen vigentes.

Primero, el estructuralismo decía en los orígenes que aquí en la periferia existe una baja diversidad de la estructura productiva y exportadora, determinando una presión de demanda, simultáneamente en varios sectores, difícil de manejar, al hacer muy exigente el proceso de crecimiento e industrialización en términos de inversión y divisas. Hoy el “neoestructuralismo” de la CEPAL ya no dice que hay diversidad baja, sino diversidad decreciente e inadecuada (decreciente, por la desindustrialización, e inadecuada porque nos falta la punta tecnológica).

En segundo lugar, el estructuralismo inaugural argumentaba que existía una fuerte heterogeneidad estructural en nuestros países, es decir, que algunos sectores trabajaban con alta productividad pero la gran mayoría de los ocupados trabajaban con productividad reducida. Lamentablemente, esto no ha cambiado hasta el día de hoy. El neoestructuralismo actual reafirma que existe un enorme contingente de personas ocupadas con bajos niveles de productividad, en relaciones laborales informales y precarias. Esta fue una parte tan central de nuestro subdesarrollo en la década de 1950 como lo sigue siendo hoy. Los reflejos son la enorme pobreza y la mala distribución del ingreso, apuntando a una demanda social insatisfecha por programas de protección social, por una reforma tributaria redistributiva del ingreso, por un aumento continuo del salario mínimo, por el fortalecimiento de los sindicatos para aumentar el poder de negociación de trabajadores, etc

En tercer lugar, los estructuralistas, al principio, también decían, en general, que había un atraso institucional y consecuentemente un despilfarro de parte del excedente económico, por inversiones improductivas y consumo superfluo, con empresarios y estados nacionales con poca vocación de inversión y progreso tecnico Con algunas adaptaciones, la teorización de la década de 1950 sigue vigente en relación con el atraso institucional o la inadecuación institucional para las tareas de desarrollo:

♦ la institucionalidad deja mucho que desear en materia de protección social;

♦ el sistema educativo tiene muchas deficiencias; y el sistema CyT ha mejorado en cuanto a la producción académica, pero tienen muchas fallas en cuanto a la innovación por parte de las empresas productivas —por ejemplo, no hay empresas nacionales en la industria que sean grandes, por lo tanto, capaces de aumentar el valor agregado, porque carecen poder de mercado a escala internacional y capacidad de innovación;

♦ a pesar de que nuestras economías están profundamente financiarizadas, nuestras instituciones financieras son precarias en cuanto a la profundidad del sistema financiero para acomodar las necesidades a largo plazo, incluso en el ámbito de la vivienda;

♦ no tenemos un buen sistema de protección ambiental, principalmente carecemos de supervisión y sanción por las transgresiones, etc.

Es interesante observar que fue a partir de este contraste entre países desarrollados y países latinoamericanos que surgieron todas las tesis más conocidas de la CEPAL: análisis de las relaciones "centro-periferia" (de inserción internacional desfavorable), deterioro de los términos de intercambio, desequilibrio estructural en la balanza de pagos, la tesis estructuralista de la inflación, la tesis de la resiliencia del subempleo, etc.

Dicho esto, pasemos a los principales aportes de Celso Furtado al estructuralismo. Hay tres más notables:

1 – Furtado incorporó una dimensión histórica de largo plazo al enfoque estructuralista, en Formación económica de Brasil (feb) y Formación económica de América Latina (Furtado, 1959 y 1969);

2- Realizó un análisis de la tendencia al subempleo continuado, en Desarrollo y subdesarrollo (Furtado, 1961); Es

3- Hizo la integración analítica entre estructuras productivas y distributivas, en Subdesarrollo y Estancamiento en la Teoría y Política del Desarrollo Económico (Furtado, 1966 y 1967).

El aporte más importante fue la inclusión de la dimensión histórica de largo plazo, principalmente con el libro FEB. En él, el autor recorre la historia económica brasileña para otorgar autonomía teórica y legitimidad empírica al estructuralismo. De hecho, feb es más que una contribución sobre la historia. Representa una contribución analítica de peso. En mi libro sobre el pensamiento económico brasileño llamo a la FEB “la obra maestra del estructuralismo brasileño” (Bielschowsky, 1995).

Una de las claves empleadas en feb para comprender la formación económica brasileña es la comparación entre Brasil, entendido como colonia de explotación comercial para la exportación, y las colonias de América del Norte. Es un “keynesianismo” en negativo: Furtado contrasta repetidamente las dos modalidades, argumentando que el norteamericano fue diversificando paulatinamente su aparato productivo, concomitantemente con una propiedad y una renta más desconcentrada que aquí en la colonia brasileña de explotación —es decir, con mayor homogeneidad productiva y social. Aquí, el efecto multiplicador de ingresos y empleo se filtró al exterior, vía importaciones, impidiendo la diversificación productiva, y manteniendo a gran parte de la población en actividades de subsistencia, con ingresos correspondientes a baja productividad.

En la construcción del argumento de la formación del subdesarrollo como fenómeno histórico, Furtado muestra cómo en el “ciclo del azúcar” no se crea un mercado interno capaz de generar una economía diversificada y autopropulsada; y, con ganado en el “hinterland”, se creó una vasta economía de subsistencia, que se perpetuó a lo largo de los siglos de historia nordestina, junto con el estancamiento secular de la propia agricultura cañera.

El subdesarrollo se arraiga en la estructura productiva del Nordeste y posteriormente ocurrirá lo mismo en el Centro-Sur. Es el Brasil de baja diversidad productiva y exportadora y de profunda heterogeneidad estructural. Reflejando este proceso, se instala una profunda desigualdad social, en cuyas condiciones se estaría dando la industrialización.

Lo que comienza en el noreste se refuerza con el “ciclo minero”: a pesar de un mayor flujo de ingresos monetarios, e incluso estimulando toda una ocupación territorial basada en la ganadería, la involución del ciclo del oro dará paso a la extensión y perpetuación del subdesarrollo. es decir, baja diversidad productiva y heterogeneidad estructural, con una población trabajadora del campo subordinada a latifundistas con relaciones laborales y salarios precarios.

Esto no desaparece en el “ciclo del café”: el problema de la mano de obra y la transición al trabajo asalariado ocupan varios capítulos del libro (justificando la solución de la inmigración europea): el ciclo del café representa la yuxtaposición de la modernidad del café sobre el subdesarrollo anterior. La mano de obra empleada en el café no será ni el esclavo liberto ni el vasto campesinado pobre repartido por todo Brasil, que subsistía en minúsculas propiedades y en subordinación a los grandes latifundios.

La formación de una masa monetaria con trabajo asalariado que constituya el mercado interno, si bien se convertiría en la base del posterior “desplazamiento del centro dinámico hacia la industria”, no lograría deshacer la economía de subsistencia. Más aún, el ciclo del café se dio con un flujo de inmigrantes europeos pobres, lo que aumentaría la disponibilidad de mano de obra cuyos ingresos laborales eran bajos, no acompañando el aumento de la productividad del polo moderno, cuando finalmente se produjo este aumento. En otras palabras, el flujo migratorio amplió la reserva de mano de obra, lo que permitió que la economía cafetera se expandiera durante mucho tiempo sin que aumentaran los salarios reales.

Todo este análisis estaba fechado: FEB se publicó en un momento en que era necesario confirmar la conducta deliberada del problemático proceso de industrialización en curso. Se venía gestando sobre una estructura productiva y social atrasada, profundamente subdesarrollada, y requería de la acción coordinada de la sociedad y el Estado para dar velocidad y eficiencia al crecimiento con transformación estructural.

El libro realmente tenía que ser un hito en la historiografía económica. Es un libro metodológicamente poderoso, que muestra, a lo largo de los siglos, los procesos históricos de formación de la estructura económica y social subdesarrollada en Brasil. En FEB, el autor todavía es relativamente optimista o moderadamente escéptico. Dos años después, en Desenvolvimento e underdesenvolvimento (Furtado, 1961), la gran novedad es el análisis de la tendencia a la continuación del subempleo, ya en un lenguaje más pesimista. Fue su segunda contribución al estructuralismo. Al parecer, fue el primer intelectual en señalar la tendencia a la resiliencia del subempleo en América Latina.

Muy brevemente, algunos de los principales elementos analíticos del trabajo son los siguientes:

1 – el subdesarrollo es una de las líneas históricas de proyección del capitalismo industrial central a nivel global: el que se realiza a través de modernas multinacionales capitalistas sobre estructuras arcaicas, formando “economías híbridas” (y profundamente “heterogéneas”) — una teorización de 1961 , que puede considerarse el fundamento de las teorías de la dependencia que se formularon posteriormente;

2 – el subdesarrollo es un proceso en “sí mismo”, que tiende a perpetuarse, y no una simple “etapa de desarrollo” por la que pasan todos los países; Es

3- la estructura ocupacional con oferta ilimitada de mano de obra cambia lentamente en las economías subdesarrolladas, porque el progreso técnico intensivo en capital es inadecuado para absorber trabajadores vinculados a la vasta economía de subsistencia. El sistema tiende a la concentración del ingreso ya un grado creciente de injusticia social.

La tercera contribución básica de Furtado (1966) al estructuralismo es un desarrollo lógico de las dos anteriores. En el libro Subdesarrollo y estancamiento en América Latina, nuestro autor proponía un nuevo proyecto para Brasil, de crecimiento con redistribución del ingreso. En este esfuerzo, hizo la integración entre estructuras distributivas (y perfiles de demanda) y estructuras productivas (es decir, patrones de oferta, que se realizan a través de la acumulación de capital y el progreso técnico).

Los principales elementos de la construcción analítica son los siguientes:

1 – la composición de la demanda, que refleja las estructuras de propiedad y renta concentrada, predetermina la evolución de la composición de la oferta, o sea, el patrón de industrialización;

2 – la inversión, así determinada, reproduce el padrón tecnológico de los países centrales, intensivo en capital y en economías de escala; esto mantiene ilimitada la oferta de mano de obra, es decir, no deshace el enorme contingente de trabajadores disponibles a bajos ingresos, lo que a su vez impide que el aumento de la productividad se traduzca en un aumento de los salarios; Es

3 – El modelo es, por tanto, de cambio estructural dirigido a una élite de consumidores.

La interacción entre las “estructuras” de demanda y oferta determina un determinado “modelo” o “estilo” de crecimiento. Esto fue analíticamente innovador en ese momento.

Furtado concluyó que el sistema tiende a estancarse debido a rendimientos de escala decrecientes, una caída en la rentabilidad y, por lo tanto, un desincentivo a la inversión. De no haber una redistribución urgente de la renta, todos saldrían perdiendo, trabajadores y empresarios, porque la economía estaría abocada a un crecimiento lento o nulo.

La conclusión de que la economía tendería a estancarse fue criticada por razones teóricas y, principalmente, porque resultó ser empíricamente errónea. La publicación, de 1967, sale en vísperas del crecimiento más rápido que jamás haya experimentado el país, el período llamado el “milagro perverso”, debido al rápido crecimiento combinado con una fuerte concentración del ingreso.

El “estancamiento” no puede, sin embargo, eclipsar la brillantez del análisis, contenido en la inédita integración entre estructuras productivas y estructuras distributivas para comprender la dinámica económica. La construcción analítica tuvo, además, en la evolución de las ideas brasileñas, el mérito de iniciar una historia intelectual y un proyecto político para Brasil que aún hoy está vivo.

De hecho, la obra abre toda una temporada de debates y reflexiones sobre el crecimiento y la redistribución del ingreso, en una trayectoria que desembocaría, muchos años después, en la estrategia de desarrollo propuesta en varios documentos importantes del Partido de los Trabajadores (1994 y 2002), es decir, la del crecimiento con redistribución del ingreso por el mercado interno de consumo masivo.

Vale la pena recordar brevemente esta trayectoria. Pocos años después de la publicación de la obra, en 1969, y ya con amplia evidencia de dinamismo en la economía brasileña, Maria da Conceição Tavares y José Serra escribieron Além da stagnação (Tavares y Serra, 1973), argumentando que, lamentablemente, la país, eso sí, teniendo una economía muy dinámica incluso concentrando el ingreso, y esa concentración estaba siendo perversamente funcional al modelo de acumulación de capital vigente, a fines de la década de 1960 y principios de la de 1970. En Análisis del modelo brasileño, Furtado (1972), argumenta que el La forma de sortear la falta de demanda resultante de la mala distribución del ingreso habría sido la creación del sistema de crédito al consumo y los incentivos gubernamentales para aumentar los ingresos de la clase media. Este tipo de recurso estaría reemplazando espuriamente la relación virtuosa entre inversión, productividad y salarios (“anillo de retroalimentación”) que permitiría un rápido crecimiento económico con una mejor distribución del ingreso.

A partir de entonces, en el imaginario colectivo de las fuerzas progresistas del país en la década de 1970, se fue gestando la idea de que la restauración de la democracia, además del valor superior de la libertad, tendría la función de permitir que la población presionara a los gobiernos para que cambiar el modelo de desarrollo, para incluirlo como beneficiario del crecimiento económico.

Es decir, se pueden aumentar los salarios y redistribuir el ingreso sin tener que alterar sustancialmente la estructura productiva existente, bastando algunas adaptaciones en la producción de bienes a los perfiles de ingreso de las familias de las clases menos favorecidas.

Años más tarde, a partir de encuestas a muestras de hogares sobre consumo realizadas por varios investigadores, Antônio Barros de Castro, otro gran intelectual brasileño de línea estructuralista —como Conceição Tavares y Carlos Lessa— daría un nuevo salto cualitativo en esta evolución. analítica. Según Castro (1990), la evidencia empírica mostró que, cada vez que aumenta el ingreso de la población pobre del país, lo que se verifica es una expansión en la demanda de bienes y servicios producidos por los segmentos "modernos" (alimentos procesados, vestuario, televisores , frigoríficos, transporte, electricidad, etc.), y la correspondiente ampliación de la oferta. Es decir, se pueden aumentar los salarios y redistribuir el ingreso sin tener que alterar sustancialmente la estructura productiva existente, bastando algunas adaptaciones en la producción de bienes a los perfiles de ingreso de las familias de las clases menos favorecidas. La estructura productiva brasileña estaría entonces, según Castro, preparada para aceptar un modelo de crecimiento con redistribución del ingreso por el mercado interno de consumo masivo.

Esta visión aparecería, por ejemplo, en documentos de campaña del Partido de los Trabajadores (1994 y 2002), y en planes plurianuales de los gobiernos de Lula y Dilma (Ministerio de Planificación, 2003 y 2007).

Furtado hizo otras contribuciones analíticas importantes, además de las tres mencionadas anteriormente. Sin entrar en detalles, sólo vale la pena mencionar algunos:

1- ejerció gran influencia en la elaboración de la teoría estructuralista de la inflación por parte de Noyola Vásquez (1957) y Osvaldo Sunkel (1958);

2 – en la década de 1970, bajo la influencia del Club de Roma, Furtado (1974) argumentó que la disponibilidad de recursos naturales y la sustentabilidad del medio ambiente ponían límites a la incorporación de todos los países a la lista de naciones desarrolladas —el planeta podía no resistir—, por lo que el desarrollo universal no es más que un mito, desde el punto de vista de la sustentabilidad ambiental;

3- como se mencionó, en diferentes momentos nuestro autor también hace todo un aporte a la cuestión de la dependencia de la cultura, argumentando que América Latina tuvo una cultura persistentemente obstaculizada por la dependencia de los patrones de producción y consumo de los países desarrollados (Furtado, 1978 y 1984) .

A modo de conclusión: breves especulaciones sobre la realidad brasileña de 2020, a la luz del pensamiento de Furtado

En el apartado anterior ya señalamos la relevancia del pensamiento estructuralista de Furtado respecto al subdesarrollo de América Latina y Brasil. Me arriesgo, a modo de mera especulación final, a imaginar cómo pensaría Furtado sobre Brasil hoy. Las consideraciones se pueden dividir en tres partes: el año anómalo y terrible de la pandemia (corto plazo); tendencias en los últimos años y probables tendencias en los próximos años (mediano plazo); y proposiciones sobre un proyecto de futuro (largo plazo).

Furtado obviamente estaría triste y preocupado por las perspectivas de Brasil para 2020 y los próximos años. En la perspectiva de largo plazo, como tendía a creer en el futuro de Brasil pero desconfiaba de las élites, posiblemente mantendría cierto optimismo cauteloso, señalando que todo depende de la evolución política.

Sobre el año en curso, 2020, obviamente nadie imaginaba una crisis como esta. Ciertamente, Furtado estaría angustiado con lo que está pasando en el mundo en general y, en particular, en Brasil. Me quedaría perplejo y conmocionado por la forma en que se maneja aquí la crisis sanitaria, y entre triste e indignado por el hecho de que el país se haya visto sobresaltado por un clima político cargado de antidemocracia.

Y me preocuparía la forma en que el gobierno está manejando la crisis económica, generando incertidumbre y retrasos en el otorgamiento de apoyos a personas, empresas y estados y municipios, y con una tremenda omisión en cuanto al crédito a los pequeños y medianos empresarios. Imagino que estarían temiendo que, cuando la pandemia esté finalmente controlada, gracias a una vacuna eficaz, la salida de la crisis contenga, entre sus muchos problemas, el hecho de que las personas y las empresas estarán mucho más endeudadas que en el pasado: empresas entre sí, empresas y particulares frente a los bancos (porque los intereses parcialmente suspendidos seguían aumentando la deuda) y el fisco (que postergaba los pagos)—lo que resultó en quiebras y concentración de mercados en el manos de las empresas más grandes. Y tendría serias dudas sobre la velocidad con que se superará la crisis, en el mundo y en Brasil. Probablemente diría que la principal forma de salir de la crisis y la recesión es a través del gasto público, además de ayudar a las pequeñas y medianas empresas y a las personas en general a pagar sus deudas.

Posiblemente, también diría que antes de la pandemia, la economía brasileña estaba patinando y que las perspectivas han sido desfavorables durante algún tiempo. El PIB brasileño pre-Covid, en 2019, todavía era más bajo que en 2013, y en base a esta evidencia, creo que diría que la fórmula adoptada desde 2015 de recortar el gasto para reducir el déficit fiscal acentúa la recesión, y que una mayor recesión implica una menor recaudación y, por tanto, un mayor déficit fiscal, en un círculo vicioso. Y se opondría al tope de gasto y la llamada regla de oro en el frente fiscal, tanto por los efectos negativos en la economía como por los perversos recortes en sanidad, educación, etc.

En el campo de las cuestiones de largo plazo, que fue el campo por excelencia del pensamiento de Furtado, seguramente estaría instigando proposiciones sobre un nuevo proyecto de desarrollo, integral, que articule los planos macroeconómico, productivo, social, ambiental, democrático y de soberanía nacional. . En esto, su pensamiento clásico es comprensivo y metodológicamente sólido e iluminador.

Dado el método que usó, al pensar en el largo plazo, seguramente comenzaría por contextualizar a Brasil en el mundo, y pensaría en la economía brasileña frente al gigantesco problema de nuestra inserción desfavorable en las nuevas relaciones centro-periferia. — o, como se dice hoy, en la actual fase de globalización productiva y financiera. Probablemente comenzaría su reflexión considerando esto y el inmenso desafío que nos plantea la revolución tecnológica global y el cambio climático, y se estaría preguntando cómo aprovechar la nueva geopolítica bipolar entre Estados Unidos y China.

Probablemente también enfatizaría inicialmente el hecho de que el neoliberalismo, junto con la creciente financiarización que lo acompañó en las últimas décadas, ha determinado un crecimiento mediocre, desindustrialización, desempleo, baja inversión, reducción de la protección social, empeoramiento de la propiedad y la distribución del ingreso, persistencia de la pobreza y destrucción de la naturaleza.

Y atacaría el proyecto socioeconómico de los gobiernos de Temer y Bolsonaro, por agravar el subdesarrollo en Brasil. Se estaría oponiendo con vehemencia a la propuesta de dejar que las fuerzas espontáneas del mercado operen libremente para resolver los graves problemas económicos y sociales que persisten en el país. Y se estaría oponiendo a la eliminación de una serie de derechos laborales en la reforma llevada a cabo durante el gobierno de Temer, y a la exposición de los trabajadores más pobres y vulnerables a una jubilación a los 65 años, realizada en la reciente reforma en el gobierno actual

En el plano económico, su perspectiva desarrollista y estructuralista probablemente estaría señalando la importancia de llevar a cabo un proyecto de gobierno para la fuerte expansión de la infraestructura económica y social —criticando, por ejemplo, el proyecto de privatización del saneamiento básico, por su irresponsabilidad social—. y, muy especialmente, un programa radical de recuperación, modernización y diversificación de la industria brasileña. Creo que daría tres razones para el énfasis en el sector industrial: la necesidad de enfrentar el creciente problema del desempleo; el hecho de que es el sector de mayor productividad y mayor creador y difusor de innovaciones; y, no menos relevante, el hecho de que sin industria (sin sustitución de importaciones y promoción de exportaciones industriales) nos faltarán los dólares para pagar las facturas externas, lo que nos hará cada vez más dependientes de las entradas de capital de corto plazo para cerrar nuestra balanza de pagos. , y verse impulsado a aumentar las tasas de interés internas y, por lo tanto, frenar el crecimiento.

Furtado posiblemente estaría sugiriendo la elaboración de un nuevo proyecto de largo plazo para Brasil, y de acuerdo con la idea de una relación virtuosa entre el Estado, las empresas y los trabajadores en torno a cuatro áreas de acción del Estado:

1 – protección social universal(amplio acceso a bienes y servicios públicos, financiado con impuestos progresivos, cobertura universal, seguridad social pública y solidaria, derecho a la asistencia social), y aumento continuo del salario mínimo;

2 – macroeconomía de pleno empleo(con armonía entre políticas de crecimiento y políticas antiinflacionarias, es decir, pleno empleo con estabilidad macroeconómica, salarios que acompañen ganancias de productividad, trabajo formalizado, sindicatos fuertes), acompañado del debido cuidado con la vulnerabilidad externa.

3 – programas y políticas industriales, tecnológicas y de infraestructura con perspectivas de inversión de mediano y largo plazo, con el fin de aumentar la diversidad productiva, aumentar la productividad y competitividad de la economía brasileña, y dar espacio al país para crecer sin problemas de balanza de pagos. Y, muy especialmente, todo un estímulo a las inversiones en los frentes de expansión inscritos en la lógica de funcionamiento de la economía brasileña, como son los casos de inversiones destinadas al mercado interno de consumo masivo, a la infraestructura económica y social, y a la buen uso de nuestros recursos inmensos recursos naturales;

4 – armonía entre el crecimiento y la preservación de la naturaleza, fiscalización estricta contra la destrucción de los bosques brasileños y de la biodiversidad en general y contra otros factores de emisión de gases de efecto invernadero, etc., y la exigencia de una buena gobernanza de nuestros recursos naturales, en lo que respecta a los impactos sociales y ambientales y el control nacional sobre los recursos.

Probablemente estaría soñando con un Brasil sólidamente republicano, democrático, soberano, absolutamente solidario con los derechos básicos de ciudadanía en todas sus dimensiones. Y probablemente estaría recomendando continuar y perfeccionar la incipiente acción de crecimiento con mejoras distributivas ensayada en la década de 2000 y principios de 2010, superando sus fallas e involucrando permanentemente a la nación en las próximas décadas, en un estilo de desarrollo con beneficios socioeconómicos transformadores de la población en su conjunto.

*Ricardo Bielschowsky es profesor de economía en la UFRJ. Autor, entre otros libros, de Pensamiento económico brasileño (1930-1964) (Editorial Contrapunto).

Publicado originalmente en revista rosa.

 

Referencias


Bielschowsky, R. Pensamento Econômico Brasileiro (1930-1964) — El ciclo ideológico del desarrollismo, Río de Janeiro, Contraponto, 1995.

_________ “Vigencia de los aportes de Celso Furtado al estructuralismo”, en: Revista Cepal, Santiago de Chile, n.88, p.7-15, abr. 2006.

Brasil, Plan Plurianual 2004-2007, Brasilia: Ministerio de Planificación, 2003.

_________, Plan Plurianual 2008-2011, Brasilia: Ministerio de Planificación, 2007.

Castro, AB “Brasil en camino al mercado de consumo masivo”. En: Reis Velloso, JP (coord.). Las perspectivas de Brasil y el Nuevo Gobierno, São Paulo, Nobel, 1990.

Furtado, C., Formación Económica de Brasil, Río de Janeiro, Fondo de Cultura, 1959a.

_________, Una política de desarrollo económico para el Nordeste, Río de Janeiro, Prensa Nacional, 1959b.

_________, Desarrollo y subdesarrollo, Río de Janeiro, Fundo de Cultura, 1961.

_________, La prerrevolución brasileña, Río de Janeiro, Fundo de Cultura, 1962.

_________, Dialéctica del desarrollo, Río de Janeiro, Fundo de Cultura, 1964.

_________, Subdesarrollo y estancamiento en América Latina, Río de Janeiro, Civilização Brasileira, 1966.

_________, Teoría y política del desarrollo económico, São Paulo, Editora Nacional, 1967.

_________, Formación Económica de América Latina, Río de Janeiro, Lia Editora, 1969.

_________, Análisis del “modelo” brasileño, Río de Janeiro, Civilização Brasileira, 1972.

_________, El mito del desarrollo económico, Río de Janeiro, Paz e Terra, 1974.

_________, Creatividad y dependencia en la civilización industrial, Rio de Janeiro, Paz e Terra, 1978.

_________, Brasil post-“milagro”, Río de Janeiro, Paz y Tierra, 1981.

_________, La nueva dependencia, deuda externa y monetarismo, Río de Janeiro, Paz e Terra, 1982.

_________ No a la recesión y al desempleo, Río de Janeiro, Paz e Terra, 1983.

_________, Cultura y desarrollo en tiempos de crisis, Río de Janeiro, Paz e Terra, 1984.

_________, Obra autobiográfica, 3 vol.. São Paulo, Paz e Terra, 1997. Nueva edición: São Paulo, Companhia das Letras. 2014.

_________, Diarios intermitentes: 1937-2002, São Paulo, Companhia das Letras, 2019.

Gaudêncio, FS and Formiga, M., Era de esperanza, teoría y política en el pensamiento de Celso Furtado, Rio de Janeiro, Paz e terra, 1995.

Noyola-Vásquez, J., “Inflación y desarrollo económico en México y Chile”, en Panorama Económico, nº 170, Santiago de Chile, julio de 1957.

Partido de los Trabajadores, Una Revolución Democrática en Brasil, 1994.

_________, Un Brasil para Todos, 2002.

Sunkel, O., “La inflación chilena, un enfoque heterodoxo”, en El Trimestre Econômico, octubre-diciembre de 1958.

Tavares, MC y Serra, J. “Más allá del estancamiento”, en De la sustitución de importaciones al capitalismo financiero, Río de Janeiro, Zahar, 1973.

 

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES

Suscríbete a nuestro boletín de noticias!
Recibe un resumen de artículos

directo a tu correo electrónico!