por MANUEL DOMINGO NETO, ADRIANA MARQUÉS, PIERO LEIRNER, SUZELEY KALIL MATHIAS, ANA PÉNIDO*
Es imprescindible la implicación de la sociedad en la Política de Defensa Nacional, que debe marcar pautas para la reforma militar
Señor comandante, las tensiones bélicas están empeorando y el Estado brasileño no está preparado para apoyar sus intereses. El pueblo está desunido y nuestro entorno estratégico está desarticulado. Las filas están debilitadas debido a sus estructuras obsoletas, la dependencia de extranjeros para armas y equipos y la participación corporativa en actividades políticas.
Mientras tanto, la revisión de los documentos rectores de la Política de Defensa Nacional fue entregada al Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, como si esta tarea no fuera política.
Las investigaciones policiales sobre la participación de miembros de corporaciones militares en actividades ilícitas no pueden oscurecer los problemas de la Defensa, especialmente porque las desviaciones en el papel de los militares resultan en gran medida de la prevalencia del castrismo en las definiciones de esta política pública.
La formulación de la Defensa de Brasil debe ser responsabilidad del poder político, de lo contrario podría reducirse al reflejo de intereses corporativos que no convergen con los de la sociedad. Corresponde a los militares subordinarse a los civiles representados por el poder político.
Permítanos sugerir que los lineamientos de la Defensa Nacional observen las siguientes prioridades:
(i) La cohesión de la sociedad que, desunida, no podrá defenderse. Reducir las desigualdades es la base de la cohesión social. Esta cohesión se basa en la creencia de que la política resuelve las diferencias, no la guerra.
(ii) La supresión del concepto de “enemigo interno” en las formulaciones doctrinales de la Defensa Nacional. En política hay adversarios, no enemigos.
(iii) La búsqueda de la integración de los pueblos sudamericanos, como exige nuestra Constitución, con miras a formar una barrera protectora estratégica. La política exterior debe adaptarse a estos objetivos. La Carta determina que debemos ser pacíficos como prioridad. En estos términos, el llamado “poder militar” debe operarse como un instrumento secundario.
(iv) La búsqueda de una autonomía efectiva en la producción de armas, equipos y productos esenciales para la sociedad. Esta búsqueda debe tener como objetivo la disuasión, nunca acciones de provocación.
(v) La reforma de los instrumentos de fuerza del Estado para que los militares se vuelvan exclusivamente contra posibles agresores extranjeros. Estos instrumentos deben articular sus percepciones del mundo, sus conocimientos y capacidades técnicas.
(vi) La formación del personal civil del Ministerio de Defensa bajo la responsabilidad de profesionales civiles, actuando de forma subordinada los miembros de las Fuerzas Armadas.
En vista de una necesaria reforma militar, presentamos las siguientes propuestas:
a) Reducción efectiva de los gastos de personal mediante el redimensionamiento del personal y la reducción del personal de oficiales generales de conformidad con los lineamientos de una nueva política estratégica; (b) Desactivación de unidades militares sin relevancia para la Defensa Nacional, cuyos ejemplos más notorios son los “Tiros de Guerra”.
c) Ampliación sólida de las inversiones en ciencia, tecnología e innovación, movilizando la capacidad nacional para este fin, con énfasis en la comunidad científica y la industria especializada; d) Priorización de la capacidad aérea naval autónoma sobre la capacidad terrestre; e) Eliminación de corporaciones militares de tareas relacionadas con la Seguridad Pública y reforma o creación de organismos especializados en esta materia.
f) Capacitación en defensa civil para que las corporaciones militares puedan concentrarse en su misión principal; g) Supresión de puestos de mando que puedan ser ocupados por jefes de estado mayor; h) Formación de estados mayores conjuntos en beneficio de la interoperabilidad de las Fuerzas Armadas.
Señor comandante, es fundamental la implicación de la sociedad en la Política de Defensa Nacional, que debe establecer directrices para la reforma militar. Consideramos fundamental convocar una Conferencia de Defensa Nacional.
*Manuel Domingos Neto Es profesor jubilado de la UFC y expresidente de la Asociación Brasileña de Estudios de Defensa (ABED). Autor, entre otros libros. Qué hacer con los militares – Apuntes para una nueva Defensa Nacional (Gabinete de lectura). Elhttps://amzn.to/3URM7ai]
*Adriana Marqués es profesor de la licenciatura en Defensa y Gestión Estratégica Internacional de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ).
*Piero Leirner Es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la UFSCar.
*Suzeley Kalil Mathías es profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Estadual Paulista (Unesp).
* Ana Penido es investigadora posdoctoral del Programa San Tiago Dantas (UNESP – Unicamp – PUC-SP).
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