por LUIZ MARQUÉS*
Comentario sobre el libro recién editado de Nancy Fraser.
El “capitalismo” fomenta la precariedad de las formas de vida social, el desmoronamiento de las infraestructuras, la erosión de los servicios, la violencia racializada y los fenómenos climáticos extremos. Ninguna novedad. Nancy Fraser trasciende. El adjetivo “caníbal” resalta el ritual de los humanos comiendo la carne de otro. “Esto se asemeja a la relación entre la economía capitalista y los espacios no económicos: familias y comunidades, hábitats y los ecosistemas, las capacidades estatales y los poderes públicos que tienen la sustancia consumida para inflar el propio sistema. Esta es una crisis generalizada. Múltiples calamidades convergen, se exacerban unas a otras y amenazan con tragarnos por completo”. Nosotros somos el plato principal.
La referencia también involucra a una sociedad que autoriza a la economía a alimentarse de nuestras capacidades creativas y de la tierra que nos sustenta, sin reponer lo que consume. Las contradicciones sistémicas provocan no sólo crisis económicas, sino también crisis de cuidados, ecología y política. Todo surgió por cortesía del período de glotonería conocido como neoliberalismo. Los ideales extraeconómicos tienen una gama de posibilidades políticas críticas. Sería un fallo cognitivo monumental subestimar su relevancia.
Estas “luchas fronterizas” incitan a movilizaciones que no se limitan a las luchas de clases vinculadas a la producción. La variedad de temas y temas señala la posibilidad de un gran rechazo. En muchos momentos tienden a rebelarse contra las prácticas asociadas a la acumulación. La investigadora feminista estadounidense de Nueva escuela de investigación social, de Nueva York, en Capitalismo caníbal, con rigor y empatía, presenta una teoría capaz de articular la dispersión de esfuerzos y qué hacer para impedir la marcha de los devoradores de la democracia hoy.
Sólo con pensamientos grandiosos y totales tendremos la oportunidad de derrotar el ímpetu voraz que tiene el canibalismo del capital para devorarnos por completo. Los ejes de desigualdad, incluidos la nacionalidad, la etnia, la religión, la sexualidad y la clase, hacen saltar la alarma. Es imposible seguir repitiendo los modelos que persisten en priorizar las luchas laborales en la etapa productiva. Necesitamos análisis en sintonía con nuestro deseo: fuerza para resistir y cambiar la situación. statu quo.
Hay “terrenos ocultos” por descubrir: lea aquí un contexto de no materias primas. La reflexión marxista se suma a la necesidad de un cambio epistémico de la producción a la reproducción social. Es decir, velar por la crianza de los hijos y la educación de las nuevas generaciones en el ciclo de vínculos emocionales que sustentan el trabajo asalariado, la plusvalía y el mecanismo: la marca de género.
La huella ambiental radica en la conversión de la naturaleza en fuente de insumos y salida. La huella del Estado, en la estructuración jurídica que permita la expansión. La marca de la “acumulación primitiva” en los trabajadores informales que venden productos industrializados sin protección laboral, pero sí asistencia asistencial. La expropiación subyace a la explotación. “El capitalismo es el orden social institucionalizado, con superposiciones estructurales en la cuestión de género, degradación ecológica, opresión racial-imperial y dominación política, todo junto en su dinámica estructural y no accidental”. Podría.
Las tierras ocultas
Nancy Fraser dedica un capítulo a cada evolución, además de la percibida por Marx en las fisuras del valor de cambio. Saca a la luz el “marxismo negro”, que estudia las relaciones entre capitalismo y racismo desde la esclavitud de las mujeres. plantaciones, entre los siglos XVII y XIX, diseccionando la expropiación para la acumulación por otros medios. Si las finanzas desdibujan la línea entre los dos “ex” (explotación y expropiación) es para promover la síntesis que reduce el círculo económico a la superexplotación. La ideología hegemónica separa historia y política para ocultar los vínculos orgánicos entre esclavitud y capital, bajo el supuesto de que la intersección entre galaxias fue una coincidencia insospechada.
La reproducción social, por otra parte, desempeña un papel central a la hora de hacer girar la rueda de la subordinación. No se puede retirar del examen. Afectos del ámbito reproductivo se desvían hacia fines externos, que secuestran el apoyo de niños y adolescentes. Una vez creado el Ouroboros, el capitalismo se come su propia cola. La elección no es entre la protección social derivada de la dominación masculina o la mercantilización, en lugar del cuidado. La opción correcta es la emancipación, que combina la protección social con la división de las tareas domésticas por parte de los padres. El globalismo neoliberal fomenta el desprecio estatal y empresarial por el bienestar; evalúa la libertad en términos de mercado para incorporarla al juego del mercado.
Las presiones ambientales dan lugar a debates sobre el decrecimiento, la producción y el consumo predatorios. Por sus territorios y contra el extractivismo, las comunidades indígenas ganan aliados. Las feministas comparan la ginofobia (aversión a las mujeres) con el desprecio capitalista por el planeta. Los antirracistas quieren acabar con la eugenesia étnica en los ayuntamientos. La socialdemocracia sube a la ola, desmoralizada en la estacada a la derecha. La transición a la energía renovable con empleos sindicalizados y bien remunerados es atractiva, dada la promesa del movimiento ambientalista.
La ecopolítica es omnipresente. Pero no presupone un consenso para superar los impasses. De ello no se sigue que el calentamiento global prevalezca sobre los derechos laborales. La crisis que ahora abarca la ecología, la economía, la sociedad y la política –en metástasis– sacude la confianza en la visión del mundo de las clases dominantes. Proteger el planeta requiere construir una contrahegemonía, que exige una profunda transformación estructural en la relación entre la economía y sus “otros”. Las sociedades capitalistas llevan una contradicción ecológica en su ADN: se benefician de la contaminación y venden el cielo.
La matriz de deformación reside en una red. Las variables no son independientes. Para comprenderlos es necesaria una “dialéctica de la totalidad concreta”. “En la pseudoconcreticidad, la fenomenalidad de la cosa, en la que la cosa se manifiesta y se esconde, es tomada por la esencia, y la diferencia entre el fenómeno y la esencia desaparece”, en palabras de Karel Kosik. Lo que distingue un fenómeno de la esencia equivale a la diferencia entre lo real y lo irreal. La realidad es la unidad del fenómeno y la esencia, una condensación de múltiples determinaciones. La siembra de ilusiones riega tristes derrotas en la historia.
Se entiende que la democracia en el capitalismo es de intensidad débil o pura hipocresía, y seguirá siéndolo mientras lo económico se considere apolítico y lo político no económico. El marco legal para la iniciativa privada y el intercambio de mercados se opera dentro de las instituciones. Son los engranajes legislativos y legales de los Estados los que establecen espacios despolitizados, en los que los actores sociales persiguen sus intereses “económicos”, libres de interferencias “políticas”. Asimismo, los Estados otorgan derechos subjetivos a individuos privilegiados y no a otros infravalorados.
Construir utopía
El capitalismo financiarizado rehace el vínculo entre economía y política. Los bancos centrales y las instituciones financieras globales reemplazan a los Estados como árbitros en la formulación de las reglas que gobiernan el capital y el trabajo, los deudores y los acreedores, sin las cuales el rentismo no se desarrollaría. A través de la deuda, el capital canibaliza el trabajo, disciplina el Estado y los derechos de ciudadanía, transfiere valor de la periferia al centro de dominación, chupa la sociedad y el medio ambiente. El “déficit democrático” resulta de la financiarización descontrolada que despolitiza la actividad política y confisca su poder de toma de decisiones sobre cuestiones importantes como el calentamiento del hogar de la humanidad, Gaia.
Una curiosa gobernanza sin gobierno es la que instalan la Unión Europea, la Organización Mundial del Comercio, el TLCAN y los ADPIC que envían una bendición o una maldición a las poblaciones. La autoridad pasa del nivel nacional al transnacional. El crecimiento de la extrema derecha expone un esfuerzo desesperado por salvaguardar todo el desorden financiero. En la dirección opuesta, los impulsos pro-planificación para una sociedad inclusiva se están extendiendo por los hemisferios Norte y Sur. El ascenso del liderazgo ejercido por el Presidente Lula a escala global, con la propuesta de gravar a las grandes fortunas, remitida al G-20 y al G-XNUMX. el Papa Francisco, indica una feroz confrontación de perspectivas. El compromiso de los BRICS con el proyecto de un mundo multipolar crea alternativas sin precedentes para la gente.
El muro entre economía y política se derriba dada la resiliencia para contener el cambio climático, las desigualdades de clase y las injusticias raciales y de género, combatir el hambre y la pobreza, con el objetivo de rehabilitar el poder público. El hecho de que haya publicidad sobre las controversias demuestra que la lógica neoliberal se tambalea y cae rápidamente. El pensamiento único desmantelar. Nancy Fraser cita a Gramsci al pintar el cuadro: “lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer”.
La separación de la economía no sólo de la naturaleza, sino del Estado, el cuidado y la expropiación impone a la sociedad una maraña de contradicciones en continua interacción. Nuestro desafío es investigar el conjunto, bajo un marco único. La urgente reinvención del Foro Social Mundial (FSM), ahora en un Porto Alegre inundado por el negacionismo, ayudaría a metabolizar una situación tan polarizada. El anticapitalismo marca la línea inevitable para cada bloque histórico, entre “nosotros” y “ellos”.
El concepto de socialismo fue preservado por partidos de izquierda que no se dejaron tragar por el Consenso de Washington. Deconstruye las tres heridas del capitalismo: injusticia, irracionalidad y falta de libertad. Aborda la disyunción entre producción y reproducción, explotación y expropiación, sociedad humana y naturaleza no humana, argumentando que las necesidades básicas (vivienda, vestido, alimentación, salud, educación, transporte, comunicación, energía, ocio, agua limpia y aire respirable) no son bienes. Nancy Fraser inscribe una instigadora inflexión teórico-metodológica en el cuerpo del materialismo histórico. Abre puertas sin dogmatismos y proporciona respuestas sumamente relevantes.
Hay obras intelectuales y/o artísticas que provocan la sensación de que nos volvemos mejores y más perspicaces después de leerlas, verlas, escucharlas o mirarlas. Capitalismo caníbal evoca este sentimiento en el alma y la conciencia del contexto pororoca, donde nos ubicamos. En un país que ha dudado desde el acusación del presidente honesto, sin delito de responsabilidad, la traducción del libro al portugués casi simultáneamente con la publicación del original, en inglés, pone al mismo ritmo las ideas y las luchas contra Ouroboros. El autor agradece lo que hay detrás de la acción intelectual: el apoyo institucional, afectivo y bibliográfico. Estamos bien servidos como lectores de los nuevos tiempos.
* Luis Marqués es profesor de ciencia política en la UFRGS. Fue secretario de Estado de Cultura de Rio Grande do Sul durante el gobierno de Olívio Dutra.
referencia

nancy fraser Capitalismo caníbal: cómo nuestro sistema está devorando nuestra democracia, nuestros cuidados y el planeta y qué podemos hacer al respecto. Traducción: Aline Scátola. São Paulo, Editora Autonomia Literária, 2024, 260 páginas. [https://amzn.to/3Lna4QZ]
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