Caos destructivo y caos generativo

Imagen: Jakub Novaček
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por LEONARDO BOFF

En el contexto de la evolución, que parece no lineal, pero que salta hacia adelante y hacia arriba, el concepto de caos ha ganado centralidad.

Es innegable que estamos viviendo una conjunción de crisis de todo tipo. Son tantos que ni siquiera hace falta mencionarlos. En definitiva, vivimos una situación de gran caos.

Hace muchos años, los científicos de las ciencias de la vida y del universo comenzaron a trabajar con la categoría de caos. Esto se presenta como destructivo de un orden dado y como generador de un nuevo orden escondido dentro del destructivo que lucha por nacer.

Sigamos este camino: inicialmente se pensaba que el universo era estático y regulado por leyes deterministas. Incluso el propio Albert Einstein compartió inicialmente esta opinión.

Pero todo empezó a cambiar cuando un cosmólogo aficionado Hubble demostró en 1924 que el universo no era estático, sino que se estaba expandiendo y en una vía de escape, en una dirección que nos resulta indescifrable. Posteriormente, los científicos notaron una ola de muy baja intensidad y permanente, proveniente de todas partes. Sería el último eco de gran prohibicióng ocurrió hace unos 13,7 mil millones de años. Aquí estaría el origen del universo.

En este contexto de evolución que parece no lineal, pero que salta hacia adelante y hacia arriba, el concepto de caos ha ganado centralidad. oh big Bang representaría un caos inconmensurable. La evolución habría parecido poner orden en este caos original, creando nuevos órdenes: la miríada de cuerpos celestes, galaxias, estrellas y planetas.

El fenómeno del caos surgió de la observación de fenómenos aleatorios como la formación de nubes y, en particular, lo que se dio en llamar el “efecto mariposa”. En otras palabras: pequeños cambios iniciales como el susurro de las alas de una mariposa en Brasil pueden provocar al final un efecto totalmente diferente, como una tormenta sobre Nueva York.

Esto se debe a que todos los elementos están interconectados, todo está relacionado con todo y puede volverse complejo de maneras sorprendentes. Se comprendió la creciente complejidad de todos los factores que están en la raíz del surgimiento de la vida y en órdenes de vida cada vez más elevados (cf. James Gleick Caos: creación de una nueva ciencia, 1989).

El significado es este: dentro del caos se esconden virtualidades de otro tipo de orden. Y viceversa, detrás del orden hay dimensiones de caos. Ilya Progrine (1917-1993), premio Nobel de Química en 1977, estudió especialmente las condiciones que permiten que la vida surja del caos.

Según este gran científico, siempre que hay un sistema abierto, siempre que hay una situación de caos (por tanto, de desequilibrio) y se observa conectividad entre las partes, se genera un nuevo orden (cf. Orden fuera del caos, 1984). En este caso, el nuevo orden emergente sería la vida o una nueva forma de organizar la sociedad.

También según Ilya Prigogine, dentro de la vida existen estructuras disipativas en un doble sentido: exigen mucha energía y por tanto la disipan en forma de desperdicio; por otro lado, estas estructuras disipan la entropía y convierten los residuos en la base de otras formas de vida. No se pierde nada. Todo vuelve a juntarse y genera la posibilidad de nuevas formas de vida y eventualmente sociedades. Esto de forma indefinida, como un proceso de evolución.

Intentemos aplicar este entendimiento al caos destructivo actual. Nadie puede decir qué orden podría surgir escondido dentro de este caos. Simplemente sabemos que puede surgir un orden diferente, dadas ciertas condiciones sociohistóricas. ¿Quién lo desentrañará y así superará el caos destructivo?

Lo que podemos decir con seguridad es que el actual orden caótico que prevalece en el mundo no ofrece ningún apoyo para superar el caos. Al contrario, llevarlo adelante puede llevarnos a un camino sin retorno. El resultado final sería el abismo. Bien lo señaló Albert Einstein: “la idea que creó la crisis (diríamos caos) no será la misma que nos sacará de ella; tenemos que cambiar”.

Cuando la humanidad se enfrenta a situaciones caóticas fundamentales que pueden amenazar su existencia –creo que estamos en ellas– no hay otro camino que cambiar. Creo que la mejor manera es consultar nuestra propia naturaleza humana. Aunque contradictorio (sapiente y demente) se caracteriza por ser un proyecto infinito, lleno de potencial. Dentro de estas potencialidades se pueden identificar elementos de diferente y mejor orden.

Esto necesariamente estará basado en una nueva relación con la naturaleza, afectuosa y respetuosa, sintiéndose parte de ella; en el amor que pertenece a nuestro ADN; en la solidaridad que permitió el salto de la animalidad a la humanidad; en la fraternidad universal, basada en un mismo código genético, presente en todos los seres vivos; en el cultivo del mundo del espíritu que también pertenece a la esencia del ser humano. Esto nos hace cooperativos y compasivos, nos revela que somos un nudo de relaciones que miran en todas direcciones, incluso hacia el Ser que hace todos los seres. De esta manera pasaríamos del caos destructivo al caos generativo.

Estos serían algunos elementos –entre muchos otros no mencionados aquí– que podrían fundar un nuevo orden y forma de habitar el planeta Tierra, considerado una Casa Común, naturaleza incluida. Y así nos salvaríamos al haber superado el caos destructivo hacia un caos generativo con otro horizonte de vida y de futuro civilizacional.

*Leonardo Boff es ecologista, filósofo y escritor. Autor, entre otros libros, de Cuidar nuestra Casa Común: pistas para retrasar el fin del mundo (Vozes).


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