Caio Prado Júnior y el fascismo

Imagen: Clara Figueiredo, cabra ciega, fotomontaje digital, 2020
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por YURI MARTINS-FONTES*

El pensador brasileño analizó varios aspectos relacionados con el ascenso fascista, buscando entendre as peculiaridades aspectos históricos, geopolíticos y filosóficos de este fenómeno antihumano

“La implantación del fascismo, si por un lado representa la garantía de la estabilidad social, al menos para el futuro inmediato, por otro trae considerables inconvenientes para las clases interesadas en la conservación social. Aceptando la dictadura fascista, abdican de buena parte de sus derechos y de su libertad de acción” (Caio Prado, “1937”, Diarios Políticos [ 1 ]).

Vivimos una época de desvalorización del conocimiento y rescate de las políticas fascistas, tratadas por los medios corporativos y otras instituciones sólidas (que también deberían ser serias) como si fueran una auténtica “teoría conservadora”, digna de espacio, y no una mera Tonterías irracionales e inhumanas. . En todas partes, en todos los aspectos de la sociedad, lo que se ve es el surgimiento de creencias anticientíficas, absurdas y peligrosas.

Tiempos similares a los actuales -de una grave crisis económica, seguida de la devaluación de la razón en nombre de la preservación del orden capitalista y de las altas tasas de ganancia- se vivieron en el siglo pasado en varias ocasiones, especialmente en el período de entreguerras (a partir del s. 1920 a 1940). Sin embargo, como muestra la historia, las bestias fascistas, siempre invocadas y apoyadas por el capital en crisis, no pueden o no quieren ser domadas, ni siquiera cuando su falta de “racionalidad” afecta sus propios asuntos y los de sus aliados.

Para entender mejor la desgracia de capitalismo fascista, que se repite eternamente (mientras dure), veamos algunas reflexiones del marxista Caio Prado Júnior sobre el fascismo**fenómeno que vivió en la piel, cuando joven.

El ascenso del fascismo según Caio Prado

Pensador erudito, sobre todo historiador y filósofo, pero estudioso de varias áreas del saber, Caio Prado nos dejó hace tres décadas. Su obra interdisciplinaria y comprensiva, aún a mediados del siglo XX, lo convertiría en uno de los exponentes de la historia del marxismo brasileño y latinoamericano.

El marxismo caiopradiano se caracteriza por ser un análisis crítico y radical de la sociedad: una interpretación atenta a la realidad nacional concreta, y contraria a las “teorías” eurocéntricas, muchas veces copiadas artificialmente de contextos distintos al nuestro (que eran “cuadernillos”).

Por este “pecado dialéctico”, Caio entraría en varios enfrentamientos y controversias, chocando con la corriente entonces prevaleciente en la Internacional Comunista y en su partido, el PCB, según la cual la Revolución brasileña debería seguir pasos similares a los de las naciones europeas. .

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Desde el período de entreguerras hasta principios de la segunda mitad del siglo XX, el pensador brasileño analizó diversos aspectos relacionados con el ascenso fascista, buscando comprender las particularidades históricas, geopolíticas y filosóficas de este fenómeno antihumano que fue – y es – un problema internacional.

Estos ensayos pueden leerse en manuscritos pertenecientes a la Archivo del Instituto de Estudios Brasileños de la USP; se componen de cuadernos de estudio y diarios políticos (que incluyen reseñas, artículos, análisis, apuntes y recortes de periódicos con apuntes personales), además de correspondencia diversa. Son textos en gran parte inéditos en portugués, aunque algunos han sido publicados en una reciente edición argentina dedicada al marxista brasileño, titulada Caio Prado: historia y filosofía (Rosário: Editorial Último Recurso/ Núcleo Práxis-USP, 2020), que trae una traducción al castellano inédita de una selección de los principales escritos del autor a lo largo de décadas.

Caio Prado, en estos estudios, se dedica a interpretar varios hechos de la historia del país: desde la formación de un movimiento extremista reaccionario (integralismo, una versión del fascismo en Brasil), hasta la tendencia "fascistizante" que desde mediados de la década de 1930 en adelante XNUMX asume el gobierno de Getúlio Vargas (que lleva a la dictadura del Estado Novo, que perseguía a los comunistas).

Posteriormente, en las décadas de 1960 y 1970 (y por tanto desde una distancia histórica ya razonable), el pensador comunista se ocupará de las consecuencias socioeconómicas y políticas que la Segunda Guerra Mundial legó al “sentido” de nuestra historia, es decir, a la dirección , los rumbos tomados por nuestra nación en su proceso histórico. Véase sobre el tema el último capítulo “La crisis en movimiento” (de 1962, actualizado en 1970) y el epílogo “Post scriptum” (de 1976), incluidos en ediciones más recientes de su libro Historia económica de Brasil.

Contexto de crisis: el anuncio del fascismo en el período de entreguerras

A mediados de la década de 1930, en el período de crisis social y económica denominado “entreguerras” –que culminaría con la Segunda Guerra Mundial– Caio Prado escribe en sus crónicas de viajes políticos “URSS: un mundo nuevo” que Europa occidental no avanzaba hacia una forma social superior, sino que su sociedad retrocedía. Para él, el “proyecto socialdemócrata” –que había predominado en las naciones más industrializadas (Inglaterra, Alemania)– no había traído progreso social, sino por el contrario, había retrasado los planes para construir una sociedad “socialista” menos desigual.

En estos tiempos, dice Caio, sólo los “bolcheviques” -en referencia al partido que lideró la revolución en Rusia y fundó la Unión Soviética- mantuvieron en guardia la lucha por la “igualdad entre los hombres”, lema sobre el cual se sustentan las “democracias burguesas”. ” decían mucho, pero que en realidad nunca fue más que un discurso vacío “pomposo”.

A partir de tales reflexiones, el marxista brasileño concluye que es necesario rechazar la teoría del “evolucionismo social” o “etapismo”: un dogma que creía que la evolución histórica sería un proceso rígido con etapas fijas, pasando necesariamente del feudalismo al capitalismo, antes de poder alcanzar el socialismo. Como se mencionó, esta teoría buscaba trasplantar a la fuerza a los países periféricos, como Brasil, los modelos revolucionarios europeos (países con realidades tan diferentes a las nuestras).

Por tanto, al rechazar la idea de la etapa, Caio Prado rechaza también la idea de alianza, según la cual el revolución brasileña debe basarse en una estrategia política de alianza entre clases sociales supuestamente “nacionalistas” (trabajadores y una facción de patrones/burgueses). Tal tesis política creía que habría, entre las élites brasileñas, una porción que sería progresista: la supuesta “burguesía nacional”.

Sin embargo, dada la correlación de fuerzas –demasiado adversa a las clases bajas–, la tesis aliancista colocó a los trabajadores, aunque temporalmente, como aliados sumisos de la “burguesía nacional” (a la que debían someterse los proletarios, mientras que la idealizada “revolución burguesa” ).

El fenómeno de las “burguesías nacionales” (burguesías que se aliaron con su pueblo frente a la amenaza exterior) sí había existido en ciertas naciones europeas y asiáticas. Sin embargo, en nuestra realidad brasileña esto fue – y sigue siendo – un señuelo –, como acertadamente observa Caio Prado: la burguesía brasileña se cree blanca, adora los valores de los extranjeros y no se identifica con su pueblo, no tiene proyecto para la país, es un socio menor del imperialismo.

Según Caio, es crucial que cada nación construya su propia -y cuidadosa- lectura del marxismo, de acuerdo con las peculiaridades de su historia. Y en ese camino, comenzó a dedicarse a comprender el fascismo, un fenómeno que percibe como generado en la larga crisis europea que va desde la Primera a la Segunda Guerra Mundial, incluido el crack bursátil de 1929.

En la concepción caiopradiana, el fascismo es un nuevo disfraz de la extrema derecha, una desviación no liberal del capitalismo, resultado de la situación socialmente inestable del período de entreguerras.

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En este punto, es interesante mencionar la similitud de sus ideas con las de un importante historiador marxista europeo, un poco más joven que Caio, cuyas conclusiones sobre el fenómeno fascista son similares. Para Eric Hobsbawm (que escribe décadas después, ya con un panorama histórico más amplio), la extrema derecha fascista deriva del “derrumbe” de las “viejas clases dominantes”: donde las antiguas élites permanecían organizadas, no había “necesidad de fascismo”. , él dice. Además, para el marxista inglés –como para el brasileño–, el régimen fascista se basa en los intereses económicos de las clases dominantes, caracterizado por una gestión “capitalista no liberal” de la economía, y además, teniendo la particularidad de ser un movimiento de masas, un populismo de derecha que utiliza la alienación social para movilizar a la población a través de espectáculos populistas.

Este aspecto del fascismo como una “elección” de las élites es algo que siempre debe ser reiterado y detallado históricamente, ya que ha sido cuestionado subrepticiamente por voces pseudo-imparciales, como ciertos académicos que utilizan su posición para comercializar ideas “bajo medida”. , que sirven para ratificar la opinión conservadora de la prensa corporativa.

"Diarios Políticos” – notas sobre el fascismo en la evolución histórica de Brasil

Como se mencionó, en tiempos de crisis económica generalizada y consecuente turbulencia social –como en el período de entreguerras (décadas de 1920 y 1930) y en la época actual–, tienden a fortalecerse los discursos irracionales, entre los que destaca el fascismo: ese régimen que es el vértice de la ignorancia y la terror moderno. Para Caio Prado Júnior, el fascismo, en sus diversas formas e intensidades de estupidez, es una vía alternativa utilizada por los capitalistas en tiempos de crisis, cuando la hegemonía del poder de las clases dominantes (señores del capital y sus secuaces, los llamados “ derecha”) se ve amenazada por el descontento popular. Es una forma aún menos democrática y más violenta en la que los capitalistas (neoliberales, liberales conservadores, etc.) enfrentan situaciones adversas, en las que ya no pueden controlar a la nación y al pueblo a través de las manipulaciones mediáticas y electorales comunes, que llamar “democracia liberal”.

Este es un tema que, lamentablemente, como vemos día a día en los periódicos del siglo XXI, mantiene su insólita actualidad.

Para situarnos mejor en el punto de vista de Caio Prado sobre el fascismo (experiencia que sufrió en carne propia, viviendo en la cárcel y en el exilio), y para comprender la historicidad de su crítica y de sus enfrentamientos en el campo intelectual, señalemos primero lo que destaca la historiador Boris Fausto (en Historia de Brasil, 1995): a fines de la década de 1920, la crisis económica mundial (que estalló en 1929) reforzó el “descrédito” de la democracia liberal, es decir, de este régimen que se identifica, en términos económicos, con el capitalismo.

En este contexto, que abre flancos al autoritarismo, sucede que, poco después del intento de golpe de estado de São Paulo de 1932 –todavía llamado hoy con el pomposo nombre oligárquico (paulistocéntrico) de “revolución constitucionalista de 1932”–, aparece la Acción Integralista Brasileña. en São Paulo, movimiento de inspiración fascista.

El integralismo fue una doctrina conservadora ultranacionalista, dirigida principalmente a enfrentar las movilizaciones comunistas y obreras. En 1935, luego de violentos enfrentamientos entre estos extremistas de derecha y militantes de izquierda (socialistas), el gobierno de Vargas promulgó su Ley de Seguridad Nacional, endureciendo la legislación sobre acciones contra la estabilidad del Estado (o “su gobierno”), y afectando garantías civiles, como la huelga y el derecho a la manifestación política (tachado de “incitación” al “odio de clases”).

A finales de ese año fue derrotado el levantamiento comunista (1935), lo que recrudecería la represión del gobierno de Vargas contra los intereses de los trabajadores – por ejemplo, se creó la Comisión Nacional para la Represión del Comunismo.

A partir de entonces, el giro a la derecha de Vargas se profundizaría. En 1937, un falso boletín escrito por integralistas para incriminar a los comunistas -en el que se afirmaba la inminencia de una revuelta popular- fue el pretexto del gobierno para interrumpir el proceso electoral y dar su golpe de Estado. Se puede ver que las tácticas de fake news (“noticias falsas”) sobre el “peligro comunista” ni siquiera son creativas.

En el nuevo escenario político, los integralistas –a quienes Getúlio había apoyado al principio– se solidarizan con el golpe, con la esperanza de obtener una silla ministerial; sin embargo, luego se desilusionaron, pues Vargas centralizaría poderes, prohibiendo la existencia de cualquier partido (aunque, en la práctica, toleró que los integralistas siguieran organizándose discretamente, como forma de hostigar a la militancia socialista).

El giro "fascistizante" de Vargas: el fascismo como capitalismo heterodoxo

Vargas, a partir de entonces, giró definitivamente a la derecha, en un movimiento que Caio Prado Jr. clasifica como la “fascistización” del gobierno brasileño. Pese a ello, cabe mencionar que el pensador marxista considera que anteriormente, en la llamada Revolución de 1930, Vargas había tomado una posición progresista, al enfrentarse a las oligarquías regionales.

Respecto a este momento histórico, es interesante observar el análisis que sobre el tema haría Boris Fausto, décadas después, y que converge con el de Caio Prado: el Estado Novo representó una alianza entre la burocracia civil y militar, y la burguesía industrial. .

Caio Prado, a principios de la década de 1930, en sus primeros estudios sobre el fascismo (manuscrito sobre artículo de C. Hayder, “O Estado corporativo italiano”, 1931, del Archivo IEB-USP), señala que el “sindicalismo fascista” lo distingue del otras corrientes, especialmente: por la “aceptación de la clase capitalista como socialmente productiva”; por la “ilegalidad de la lucha social”; por el “principio de la colaboración de clases”.

Tal sistema se caracteriza, resume, por una “completa artificialidad”, apoyándose “totalmente en la dictadura”, y apuntando a mantener “muy bajos salarios” y la “pasividad de las masas”.

Respecto al contexto europeo de ascenso fascista, el autor señala que la situación italiana es “deplorable”: “una gran manada de parados y medio ocupados”.

En su reseña del ensayo “Comunismo y fascismo: carácter económico distintivo” (de Keneth Burke, revista New Masses, 1934), Caio pondera, respecto a la política mundial, que “el capitalismo ortodoxo entró en crisis”, ya que su “fuerza básica (que es su capacidad de “expansión”) ya “no puede desarrollarse más”, dada la saturación del mercado. Luego, evalúa la necesidad capitalista de integrar “política” y “producción”, que consiste en una especie de “economía dirigida”, basada en “negocios” –a diferencia del comunismo, dice, que busca tal “integración” a través de la “eliminación de negocios”. ”.

El “ideal de la empresa”, con su esperanza en el retorno de las inversiones, necesita del expansionismo, que parte del “imperialismo económico”, una especie de “invasión comercial”, y va “tendiendo a la invasión militar”. De esto se deduce que no hay "lógica" en el intento fascista de "construir una economía estable sobre las contradicciones de las empresas comerciales".

Finalmente, resume Caio: la diferencia entre fascismo y comunismo es que el primero a través del “negocio” y el segundo a través de la “política”: el primero “subyuga” y el segundo “prioriza” al trabajador.

Un año después, en un análisis de un artículo de G. Haschek (de 1935), publicado en la revista Anales, Caio Prado señala que el fascismo es un “movimiento de masas”, que pretende superar los “profundos antagonismos” de la sociedad moderna a través del “entusiasmo nacionalista”, apuntando a conformar “una nueva élite”, un “nuevo cuadro de dirigentes”.

Sobre el Estado Novo de Getúlio Vargas

Es a partir de tales parámetros conceptuales que Caio Prado elabora su interpretación política del Estado Novo, de Vargas – en lo que termina divergiendo de la línea del líder comunista Luís Carlos Prestes, quien apoyaría a Getúlio a favor del “estado libertador nacional”. “Estrategia pecebista, en oposición a la “amenaza fascista”, que suponía externo Sin embargo, según Caio Prado, esta amenaza provino del propio Vargas.

Durante este período, a mediados de la década de 1940, se agudizaron las desavenencias de Caio con Prestes, y también con la dirección del PCB en su conjunto, caminos que él veía como dogmáticos y centrados en el modelo europeo (según sus diarios politicos).

*Yuri Martins-Fontes Doctor en Historia por la FFLCH-USP/ Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS). autor de Marx en América: la praxis de Caio Prado y Mariátegui (Avenida).

Este artículo es una versión de la primera parte de “En el sentido del fascismo: geopolítica y Segunda Guerra en la evolución histórica brasileña según Caio Prado”, capítulo del libro Brasil y América Latina en la Segunda Guerra Mundial (Ed.CRV).

Nota


[1] Se llama diarios politicos al conjunto de cuadernos manuscritos, en gran parte inéditos (perteneciente al Archivo IEB-USP), en los que Caio Prado escribió sistemáticamente, durante años, sus reflexiones sociopolíticas.

 

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