Asociación de Artes BRICS

Imagen: Jul LG
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por SERGIO COHN*

En tiempos de hegemonías cuestionadas, el arte del Sur Global no pide permiso: escribe su propio guion. La Asociación de Artes BRICS es más que una plataforma: es un manifiesto de reinvención, donde la amistad se convierte en la base y la cultura, en un acto político de libertad.

Vivimos un momento histórico singular. El debilitamiento de la hegemonía cultural del eje Estados Unidos-Europa y el auge del Sur Global, especialmente el bloque BRICS, ofrecen una oportunidad excepcional para repensar las estructuras de la política cultural internacional. En lugar de simplemente adaptarnos a una lógica heredada, tenemos la oportunidad —y el desafío— de proponer nuevas formas de relación, circulación y creación cultural entre países, especialmente en el Sur Global.

Durante décadas, la política cultural internacional se ha visto condicionada por una dinámica de eventos, ferias y festivales efímeros, cuya gestión se concentraba principalmente en unas pocas capitales del Norte global. Esta lógica de mercado —que trata a los países del Sur como «reservas de mercado», mucho más receptores que productores de cultura— aún persiste, incluso con los avances tecnológicos que permiten la difusión directa y descentralizada del conocimiento.

Si existe una contradicción flagrante en nuestra época, es esta: cuanto más ágiles y eficientes se vuelven los medios de comunicación y difusión con las nuevas tecnologías, más concentradas se mantienen las estructuras de legitimación. El resultado es una homogeneización del repertorio. No es raro encontrar, en ciudades tan dispares como São Paulo, Ciudad de México o Luanda, a los mismos artistas, casi siempre validados por grandes compañías europeas o norteamericanas. En la segunda década del siglo XXI, con toda la revolución de la tecnología digital, el Sur Global continúa consumiendo una cultura elegida por la mirada del exterior.

Una experiencia reveladora

En 2008, cuando el Itamaraty me invitó a viajar a la Ciudad de México para lanzar una antología de poesía brasileña, tuve una experiencia inquietante. Al entrar en una librería callejera, sentí, por un instante, que estaba de vuelta en Brasil. Este breve lapsus mental me llevó a preguntarme qué habría pasado.

Entonces me di cuenta: los títulos y las portadas en los estantes me resultaban demasiado familiares, los mismos que veía en mi país. Era una época en la que los grandes grupos editoriales españoles consolidaban su presencia en Brasil, y la similitud visual y editorial entre los catálogos de ambos países era solo el síntoma más visible de un fenómeno más profundo: la concentración de referencias culturales.

La pregunta que surge es simple pero contundente: ¿son los autores chinos, indios o mozambiqueños que aparecen en catálogos, festivales y exposiciones internacionales, de hecho, los que mejor conectan con nuestras realidades culturales? ¿Por qué nos limitamos a consumir solo escritores validados por comisarios extranjeros, cuando existe una amplia gama de otras voces que podrían resonar con mucha más fuerza entre nosotros?

El tiempo de la amistad

No siempre fue así. Entre las décadas de 1950 y 1980, floreció una escena cultural profundamente diferente. Se multiplicaron los proyectos culturales Sur-Sur, anclados en algo que hoy parece casi ingenuo, pero que fue profundamente revolucionario: la amistad. No como un sentimiento privado, sino como una práctica política.

Las relaciones de coexistencia, colaboración y creación colectiva entre artistas, intelectuales y gestores de diferentes países del Sur Global impulsaron proyectos que trascendieron las fronteras nacionales. El panafricanismo y el panamericanismo literario y artístico son fenómenos directos de este impulso. Las políticas culturales nacieron de estos vínculos, y no al revés, y se formaron orgánicamente, basándose en una relación continua y consecuente.

En ese mismo viaje a México, tuve acceso a un ejemplo notable –y casi olvidado– de este espíritu: la revista El cuerno emplumado, creada en México en 1962 por el poeta Sergio Mondragón. No la habría descubierto sino por casualidad: en una reunión en casa de una artista mexicana, me sentí fascinado por su biblioteca. La experiencia... voyeur De todo buen lector ante una estantería llena de libros. De repente, me quedé fascinado por un lomo amarillo descolorido, con las palabras:La poesía cubana hoy“Era una copia de la revista.

Al ver mi interés, el artista me regaló generosamente el ejemplar. Me maravilló el objeto que tenía en mis manos. Aunque se publicó en 1968, un momento cultural completamente diferente, con muchos más desafíos para la comunicación entre países, la revista aún contaba con una impresionante red internacional de editores y colaboradores locales, repartidos por todo el continente americano: Haroldo de Campos en Brasil, Nicanor Parra en Chile, Lawrence Ferlinghetti en Estados Unidos, entre otros nombres del mismo nivel. Cada país contaba con una persona responsable de la curaduría, distribución y articulación local de la revista, creando una verdadera red cultural horizontal, orgánica y vibrante.

El cuerno emplumado No era un fenómeno único en aquella época: existían varias iniciativas internacionalistas, con escritores y críticos que alternaban entre distintas publicaciones. Otro ejemplo de ello es el notable proyecto de la Casa de las Américas en Cuba. Una vitalidad cultural que hemos perdido, sobre todo desde el impacto de las políticas neoliberales de los años ochenta y noventa, y que necesitamos reconstruir. Contamos con los instrumentos para hacerlo, pero parece que aún persiste cierta timidez o incluso falta de voluntad.

Asociación de Artes BRICS: una propuesta en construcción

Pero, como dije, nos encontramos en un momento único que permite el resurgimiento de otras posibilidades de relación entre culturas. Sobre todo, necesitamos intentar comprender y superar el vacío actual de iniciativas culturales. Crear el deseo colectivo de tender estos puentes con nuestros semejantes.

Y esto va más allá de la creación de proyectos bilaterales, iniciativas específicas, fondos financieros y otras formas de incentivo a la producción artística. Es necesario establecer formas de coexistencia, de intercambio continuo y de relaciones consecuentes.

Es en este contexto que la Asociación de Artes BRICSMás que un espacio institucional, es una plataforma que busca revivir este espíritu de amistad cultural como práctica política. El objetivo no es solo crear anuncios públicos o promover eventos, sino establecer un ecosistema (o incluso un sistema de locus, formado por múltiples lugares y múltiples voces interconectadas) de circulación cultural continua y horizontal entre los países BRICS y el Sur Global en general.

Así pues, no se trata de replicar las estructuras heredadas, sino de imaginar otras nuevas. De pensar en redes y puentes. De revivir iniciativas valiosas que se han desintegrado con el tiempo, de crear una memoria común, de invertir en la curaduría local y el intercambio entre pares. De devolver a la política cultural su dimensión relacional y afectiva, a un ritmo más mesurado y continuo, que trascienda la lógica del productivismo.

Con instituciones asociadas de nueve países BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Egipto, Bolivia, Emiratos Árabes Unidos y Cuba), la Asociación busca crear espacios de intercambio entre los países, como residencias artísticas y Centros Culturales BRICS, así como exposiciones, festivales, premios y publicaciones de libros y revistas. De esta manera, busca promover un diálogo continuo entre estos países, valorando lo singular y lo común de sus culturas.

La amistad, en este contexto, deja de ser un lujo o un adorno para convertirse en la base de una nueva geopolítica cultural. Un gesto radical de reencuentro y reinvención, donde la cultura se considera no solo un instrumento de relaciones entre las personas, sino también de transformación social, en nombre de la constitución de un mundo más justo, libre y bello.

*Sergio Cohn es director ejecutivo de la Asociación de Artes BRICS y editor del colectivo A Ponte Invisível (www.brview.com).


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