por CECILIA AZEVEDO*
Artículo elaborado como actividad del Sector de Formación del Movimiento de Trabajadores de la Calle.
¿Sabías que durante la revolución los trabajadores ocupan las fábricas, el Estado, las calles, el transporte, pero también ocupan los escenarios?
Hoy les voy a hablar un poco de un artista, un poeta, un dramaturgo llamado Bertolt Brecht. Una persona que estuvo tanto en el teatro como en la lucha y que piadosamente se empeñaba en ocupar el escenario para cambiar la realidad.
Brecht nació a finales del siglo XIX en 1898 en Alemania, país que sólo unos años más tarde, en 1914, sería uno de los grandes protagonistas de la Primera Guerra Mundial y tras la Segunda Guerra Mundial, con el auge del nazismo. Además, tampoco podemos olvidar que en aquella época, finales del siglo XIX y principios del XX, Alemania vivía un intenso desarrollo industrial y capitalista. Con todo esto ya hemos conseguido hacernos una idea de cómo fue el escenario de la infancia, la adolescencia y la vida adulta de Brecht, que influiría mucho en su forma de ver y actuar en el mundo.
Bertolt Brecht era un artista muy interesado. Era muy aficionado al clown, la pantomima, el cabaret, amaba a Charlie Chaplin. Pero una de sus mayores contribuciones al teatro mundial fue su trabajo sobre el teatro épico y la formación de lo que conocemos como teatro épico brechtiano. Y para tener una idea del impacto de esta obra de Brecht, solo hay que pensar que es de un hombre de Alemania que llegó a influir incluso en el teatro brasileño. Este fue un teatro que de alguna manera abrazó las aspiraciones políticas de Brecht y su descontento con un sistema que se alimenta de la explotación de los trabajadores y promueve la guerra.
Brecht construyó este teatro épico para que causara un efecto, como de extrañeza, que despertara al público. Que al ver una obra, la gente también viera el mundo, y saliera del teatro no como entró, sino con esa famosa pulga detrás de la oreja. Es a través de este formato que evidenció y resaltó en muchas de sus obras los absurdos del sistema capitalista y la lucha del pueblo trabajador, como es el caso de la obra La excepción y la regla que retrata una situación de explotación por parte de un comerciante sobre un coolie, un porteador.
También podemos hablar de varias otras piezas, como Un rozhodão que cuenta la historia de un grupo revolucionario en misión, o de Terror y Miseria en el Tercer Reich que retrata el régimen nazi, o la obra Madre Coraje. Con solo escuchar el título “Mãe Coragem”, ya podemos visualizar a muchas de nuestras compañeras del MTST, madres, trabajadoras, mujeres de lucha. valor de la madre se trata de ellos. La historia de una mujer que tuvo que enfrentarse a ser trabajadora y madre en un escenario de guerra.
Brecht siempre creyó mucho en la lucha revolucionaria. Muy diferente a esa gente que dice que los que salen a la calle y los que ocupan las calles son flojos o violentos, Brecht defendía la lucha como una reacción necesaria a un sistema que explota y oprime. Por eso decía: "Se dice violento el río que todo lo arrastra, pero nadie dice violento las riberas que lo comprimen".
Bertolt Brecht falleció hace exactamente 64 años, el 14 de agosto de 1956. Ha pasado un tiempo, pero aún permanece en la memoria de muchos por ser una persona que, a pesar de presentar varias veces una dura realidad, transmite esperanza y la desborda artísticamente. Una persona que incluso fue testigo del fascismo, el nazismo, todavía tenía fe en la lucha. Brecht escribió Madre Coraje mientras huía de los nazis, y seguía escribiendo, luchando por un mundo mejor. “No aceptes lo acostumbrado como algo natural, porque en tiempos de desorden sangriento, confusión organizada, arbitrariedad consciente y humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural, nada debe parecer imposible de cambiar”. Bertolt Brecht.
*Cecilia Azevedo es estudiante de Artes Escénicas y Administración Pública y forma parte del Movimiento de Trabajadores de la Calle (MTST).