por MARCO IANONI*
¿Qué hacen Morena, AMLO y Claudia ¿Scheinbaum tiene algo que nosotros no podemos tener también?
1.
Empecé a escribir este artículo el pasado mes de julio, pero lo dejé archivado. Ahora, con el (re)surgimiento de la discusión sobre la comunicación política del gobierno Lula, que enfrenta una creciente presión de los agentes del mercado financiero contra la política fiscal, decidí retomarlo.
A mediados de 2024, José Dirceu publicó en el sitio web Congreso en foco un artículo que sostenía que el gobierno de Lula necesitaba centrarse y dialogar con la sociedad civil organizada. En cuanto al enfoque, definió tres ejes para un programa de desarrollo (Nova Industrial Brasil, PAC y Plan de Transformación Ecológica). En el ámbito fiscal, destacó la necesidad de completar la reforma actualmente en curso en el Congreso (recientemente finalizada), pero también el cambio de los tipos del impuesto sobre la renta y la reanudación de la tributación sobre beneficios y dividendos.
Además de las políticas públicas, José Dirceu abordó la política de alianzas, tema obviamente relacionado con el mencionado diálogo con la sociedad. En este sentido, destacó la reanudación de la coalición con los partidos que apoyaron a Lula en las elecciones de 2022. En la primera vuelta fueron nueve: Psol, Rede, PSB, PCdoB, PV, Agir, Avante, Pros y Solidariedade. además de PT. A través de la coalición con los partidos, prevé organizar y movilizar a los siguientes sectores sociales: trabajadores, empresarios, intelectuales y clases medias. Creo que hay que incluir en esta relación a los pequeños productores rurales, con y sin tierra, al subproletariado, a los trabajadores de las apps, a los excluidos de los mercados, en definitiva.
2.
Desde una perspectiva estratégica, un complemento importante es la comunicación política, estructura de acción que opera en la articulación entre el enfoque (programa) y el diálogo (alianza, coalición). Destaco aquí la experiencia reciente de México, que vale la pena conocer en el esfuerzo por construir un proyecto de transformación de Brasil.
El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), un líder tan carismático como Lula, llevó a cabo una impactante comunicación con la nación mexicana, con los electores, especialmente los trabajadores y los marginados, promoviendo, sobre todo, las inéditas ruedas de prensa matutinas, la mañaneras, que revolucionó la política en ese país. AMLO llamó a su proyecto la Cuarta Transformación, en referencia a tres reformas reconocidas: la Independencia del Imperio español, la Guerra de Reforma, que implicó cambios seculares y constitucionales, y la Revolución Mexicana, que puso fin a la dictadura del porfiriato.
Su partido, Morena, surgió en 2011, como movimiento social. En 2012 se convirtió en partido político, año en el que AMLO postuló a la presidencia por este nuevo partido y quedó en segundo lugar. Pero ganó las elecciones de 2018 y garantizó, en las de 2024 (allí el mandato es de seis años), la continuidad del proyecto, con la victoria de Claudia Scheinbaum, quien, una vez en el cargo, mantuvo la práctica de mañaneras. Obtuvo el 60% de los votos, frente a una coalición de los tres principales partidos de oposición (PAN, PRI y PRD). Morena tiene mayoría calificada en la Cámara y el Senado (en este caso, ajustada). Además, la mayoría de los gobernadores pertenecen al partido. Este desempeño político es muy significativo.
La Cuarta Transformación tiene como modelo de gobierno el “Humanismo mexicano”, que reúne principios económicos, políticos, sociales y morales. La prioridad son los pobres, aunque se busca el bien de todos. En otras palabras, el modelo de gobierno es redistributivo y apunta a estimular el progreso, pero equiparándolo con la justicia social.
Como ocurrió en varias experiencias de la primera ola rosa latinoamericana y vuelve a ocurrir en la región en el contexto actual de un nuevo giro hacia la centroizquierda o izquierda (Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Uruguay), las elecciones de AMLO (ya de mandato) y Claudia Scheinbaum, juramentada en octubre, están estrechamente relacionados con la crisis del capitalismo neoliberal, un modelo de acumulación que, aquí y allá, produce y reproduce contradicciones y desacuerdos con la igualdad, la democracia, crecimiento y el medio ambiente.
Desde finales de los años 1990, pero especialmente desde la Gran Recesión (2007-2009), las crisis de este capitalismo financiarizado no han dejado de producirse, presentando un contenido cada vez más nocivo para el bienestar, el régimen de soberanía popular y el medio ambiente. En México, las reformas neoliberales han producido un aumento de la desigualdad y la violencia, dos graves problemas nacionales.
Una diferencia con relación al Brasil de Lula es que AMLO no duda en entrar en la disputa ideológica. Por supuesto, Lula también plantea esta disputa, pero, frente a un entorno político en el que los conservadores tienen mucha fuerza en el Congreso y en el que la extrema derecha, los agentes del mercado financiero y los grandes medios de comunicación están atrincherados en un liberalismo económico polarizador, el Presidente de Brasil parece tener una mayor propensión a la moderación, a la reconciliación nacional.
Por otro lado, AMLO, líder de Morena, apostó a construir la legitimidad de la oposición al pensamiento económico único. Con cierta exageración retórica, se posiciona como antineoliberal y posneoliberal, a pesar de que su gobierno aprobó, en 2019, la Ley Federal Republicana de Austeridad y mantener la autonomía de banco de mexico. Durante la pandemia, por ejemplo, el aumento del gasto público fue uno de los más pequeños de América Latina, alrededor del 0.7%.
En cualquier caso, la austeridad se persigue enfrentando a las oligarquías beneficiadas por las reformas neoliberales, combatiendo sus privilegios, empezando por el ámbito fiscal. Revocó por decreto la condonación de impuestos a los deudores y llevó a cabo una intensa lucha contra la corrupción, los altos salarios y los cargos públicos excesivos. Uno de los resultados ha sido el aumento significativo de los ingresos fiscales de los superricos.
3.
Lo que me viene a la mente son las dificultades que tienen Lula y Fernando Haddad para aumentar los ingresos luchando contra políticas controvertidas, como muchas exenciones fiscales, o también la dificultad del gobierno para cambiar efectivamente los privilegios que, al final, como resultado de la fortaleza empresarial lobby, siguen refugiados en el CARF (Consejo Administrativo de Apelaciones Fiscales), que juzga a los contribuyentes (empresas) con deudas multimillonarias con la Hacienda Federal.
En Brasil, el medidor de sueño no es un tema de la agenda pública, sólo el taxómetro, del mismo modo que el gasto en intereses de la deuda pública (la segunda mayor, sólo precedida por la Seguridad Social) está ausente del debate. Se centra únicamente en el gasto primario en salud pública y educación, BPC, etc. La cantidad de recursos cuestionables al servicio del sector privado socava el carácter público del presupuesto nacional.
Más recientemente, hemos sido testigos de la reacción de las finanzas contra el compromiso de Lula, presentado en el paquete fiscal de Fernando Haddad, de eximir del Impuesto sobre la Renta a los ciudadanos que ganan hasta cinco salarios mínimos y de gravar a los que ganan más de R$ 50 mil, como por ejemplo Por ejemplo, quienes obtienen ingresos de una jabuticaba tan dulce para unos pocos como fiscal y socialmente injusta para muchos, es decir, los dividendos exentos de impuestos, implementados en 1995 por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso.
La austeridad republicana de AMLO tenía como objetivo recortar el gasto y las exenciones fiscales para los ricos, para impulsar la redistribución hacia los pobres. En este sentido, amplió enormemente, incluso universalizó, un conjunto de políticas de transferencia directa de ingresos (mayores, discapacitados, estudiantes, jóvenes que ingresan al mercado laboral), entre otras medidas, como el fomento del microcrédito.
Es heredero del nacionalismo y del intervencionismo. El crecimiento y la lucha contra la desigualdad se buscan a través de roles más activos del Estado. AMLO lanzó grandes proyectos industriales y de infraestructura, realizados con la participación activa de militares, destacando el Tren Maya, con 1554 kilómetros, construido en 3 años y medio e inaugurado en 2023, en una de las regiones más pobres del país, en además de la Refinería Dos Bocas, de Pemex (Petróleos Mexicanos), que retomó su cartera de inversiones tras décadas de desguace, y el Aeropuerto Internacional General Felipe Ángeles.
Desde 2019, el gobierno ha instituido una política sin precedentes de aumento del salario mínimo, que ya ha resultado en aumentos reales del 110% y ha sacado a casi 6 millones de personas del umbral de pobreza. Creó el Banco del Bienestar, orientado a atender y brindar servicios bancarios a los sectores sociales más vulnerables, etc.
4.
Hay importantes diferencias y similitudes en la comparación entre Brasil y México, en ese orden, las dos economías más grandes de América Latina, países con profundas desigualdades sociales y regionales, sistemas presidencialistas, federaciones y multipartidismo y, sobre todo, por lo que aquí nos interesa. , ambos están gobernados por presidentes de centro izquierda. No se trata de endiosar a AMLO, político que inició su labor en el PRI, ni a Claudia Sheinbaum, sino de enfatizar que el lopezobradorismo y Morena tienen un proyecto, tienen aliados en las clases populares y tienen una estrategia para mantener y ampliar apoyos, resaltándolos. si además de las políticas públicas gubernamentales, la estructura de comunicación política sirve al proyecto de transformación nacional.
Por otro lado, el contexto de 2022, en el que Lula fue elegido, es muy diferente al de su primera elección, 20 años antes, en 2002. La crisis del capitalismo neoliberal se ha profundizado e inducido respuestas de extrema derecha (incluidas las de neofascistas) hasta conflictos distributivos entre clases sociales en todo el mundo, liderados por líderes y organizaciones como Trump, Bolsonaro, Netanyahu, Meloni, Le Pen, Orbán, Alternativa para Alemania (AfD), etcétera.
Otra diferencia clave es la reacción ultraliberal en términos de política fiscal que siguió al estímulo a la economía dado por los gobiernos centrales durante la crisis de 2008: la austeridad. Brasil todavía se mantiene muy cerca de esta visión. Un tercer punto crítico es la dificultad para capacitar a organizaciones de izquierda, dentro y fuera de los gobiernos, para establecerse políticamente como agentes de transformación alternativa al caos del capitalismo neoliberal. En este sentido, el caso mexicano parece ser una excepción, aunque no sea una panacea, ya que MORENA busca resquicios en medio de la estructura económica antipopular hegemonizada por las finanzas.
Para derrotar a Jair Bolsonaro, se formó una coalición política y social que recibió el nombre de Frente Amplio, en referencia a la coalición del mismo nombre intentada contra el régimen de dictadura militar, durante el gobierno de Castelo Branco, que reúne, sobre todo, a trabajadores, psedistas. y los udenistas, en definitiva, João Goulart, Juscelino Kubitschek y Carlos Lacerda. Esta alianza fue importante para ganar las elecciones.
Pero ha sido costoso, especialmente para la implementación de un entorno de políticas macroeconómicas (áreas monetaria, fiscal y cambiaria) pro-desarrollo con justicia social. Corresponde a la izquierda institucional y social combinar producción, distribución del ingreso y sostenibilidad, en definitiva, combinar una gramática o un programa de desarrollo social. Sin embargo, esto requiere construir otra alianza, una tarea tan difícil como necesaria.
5.
No puedo estirarme. En estos dos años se han producido varios avances, como lo demuestran numerosos indicadores económicos y sociales (bajo desempleo, crecimiento, reanudación de Minha Casa Minha Vida y de licitaciones públicas, etc.). Sin embargo, la izquierda perdió las elecciones municipales frente a las fuerzas de derecha, empezando por el extremista PL. En los grandes medios de comunicación se bombardean nuestras propuestas de política económica, etc.
Lula es un líder carismático y experto en comunicación política. Un punto distintivo en relación con AMLO es que, cuando es necesario, se involucra en un tipo de disputa más feroz, propensa al conflicto, que es uno de los componentes de la política democrática. La democracia institucionaliza el conflicto, además de permitir la construcción de consenso. En el Congreso Nacional, por ejemplo, vemos claramente estas dos dimensiones de la política actual.
La gran disputa que vive Brasil desde 2003, con excepción del cuatrienio 2019-2022, es entre neoliberalismo y socialdesarrollismo. El primero tiene más poder estructural, hasta el punto de inhibir las posibilidades de expresión del segundo. La extrema derecha brasileña es una feroz respuesta política contra las cuatro victorias electorales de los presidentes del PT. Al parecer, si no fuera por el arresto de Lula, Jair Bolsonaro no habría sido elegido en 2018. El hecho es que la izquierda necesitaría construir una alternativa programática y una base de apoyo distinta al frente amplio, para ampliar su capacidad de enfrentar el poder estructural del neoliberalismo.
Como dijo, José Dirceu propuso una coalición que abarcara, además de los partidos antes mencionados, a trabajadores, empresarios, intelectuales y clases medias. La transformación de la estructura económica es necesaria para incrementar el ingreso nacional y de los trabajadores, lo que se traduce en la necesidad de la presencia en la coalición del empresariado de los sectores productivos, que, como se sabe, ha tenido históricamente un carácter liberal-desarrollista. tendencia en Brasil, que es poco nacional-desarrollista y menos aún social-desarrollista.
En ciertos contextos, esta comunidad empresarial no nacionalista, recelosa de la intervención estatal en la economía, puede admitir un programa de reformas muy moderado, como la reducción de las tasas de interés básicas, ciertas políticas industriales, créditos subsidiados y a largo plazo, dinero enfocado políticas de transferencias, ingresos, etc. En este programa moderado, que supuestamente sería compartido con sectores no financieros del , el campo progresista invertiría en maximizar las posibilidades de un programa productivista y redistributivo que no sería vetado por su aliado.
Dado el límite político del gran empresariado, creo que, en la alianza propuesta por José Dirceu, vale la pena detallar y resaltar, apuntando a un horizonte estratégico dentro del capitalismo, la importancia de los sectores populares, los trabajadores, el subproletariado de las ciudades y el campo, el precariado en general, los emprendedores, los trabajadores de aplicaciones, los propietarios de micro y pequeñas empresas. La posibilidad de impulsar más reformas estructurales depende de ampliar el carácter nacional y popular de la coalición.
Comparado con el México de MORENA, AMLO y Claudia Scheinbaum, el PT, sus aliados y el gobierno de Lula están en desventaja. los compañeros allí tienen más de lo que aquí tenemos menos: un proyecto ético-político, la Cuarta Transformación, que se desdobla en un programa de políticas públicas; también cuentan con una gran base popular y electoral aliada, que se genera, nutre y amplía mediante decisiones gubernamentales; y tienen una estructura de comunicación política, es decir, tienen una estrategia completa. Un componente clave es la capacidad técnico-política de las acciones gubernamentales. Las políticas públicas deben ser efectivas e impactantes.
Vale destacar que PT, PcdoB, PSOL, Rede, PV, etc. y los movimientos sociales son herramientas esenciales para la estrategia. Las propuestas de José Dirceu esbozan un enfoque. Lo fundamental sería no sólo definir ese enfoque, sino dejarlo claro a la nación, a los votantes, a las bases de apoyo. Aquí es donde entra en juego la comunicación política. Jair Bolsonaro, por ejemplo, puso en práctica una estructura de comunicación política en las redes sociales, en conversaciones en el parque publicadas en ellas, etc.
¿Dónde estamos y hacia dónde queremos llegar, cuáles son los desafíos, las dificultades, los aliados, los adversarios, los objetivos y las metas? Todo esto debe aclararse a los votantes a diario. La transformación nacional requiere la construcción de una alternativa de legitimidad social y de desarrollo al financiamiento que aprisiona las alas y la huida del país. Gilberto Carvalho ha evocado la necesidad de diálogo con las bases, con las periferias, con los evangélicos y de más y mejor participación popular. El cambio en la correlación de fuerzas en el Congreso Nacional y en la sociedad civil debe construirse ladrillo a ladrillo. ¿Qué tiene Morena? ¿No podemos tenerlo nosotros también? ¡Feliz 2025!
*Marco Ianoni Es profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidade Federal Fluminense (UFF). Autor, entre otros libros, de Estado y coaliciones en Brasil (2003-2016): socialdesarrollismo y neoliberalismo (Contrapunto).[https://amzn.to/3xXtXe0
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