Brasil, año cero: Estado, género, violencia

Imagen: Kazimir Malévich
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por BERENICE BENTO*

Extracto, seleccionado por el autor, del libro recientemente publicado

¿Por quién lloramos? Esta pregunta ha sido reiterada para que pensemos en las vidas que importan, que están sujetas al duelo y al llanto. Sin embargo, me gustaría tergiversar esta pregunta: ¿qué nos hace reír? ¿De quién nos estamos riendo? En tiempos de perplejidad social, los memes proliferan a la misma velocidad que los virus y gusanos. Los episodios “Bolsonaro y no Mandetta”, “Bolsonaro & cloroquina” se convirtieron en materia prima para la producción de memes.

En otro texto señalé que vivimos un momento alto de lo abyecto en la política institucional. No hay consenso sobre cómo nombrar a Bolsonaro: de loco a perverso, de basura a gusano, hay una gradación considerable de conceptos provenientes de la teoría política, el psicoanálisis, adjetivos y expresiones de pura indignación. No hay consenso. ¿Será?

Repaso algunos de los memes que he recibido en los últimos días. En la primera, Bolsonaro es representado como un adolescente, una paquita. el esta usando un short muy ajustado, una camiseta corta y una chaqueta.

La camiseta anuncia cloroquina. El chico del cartel de la hidroxicloroquina se transforma en un adolescente tonto, con una mirada ingenua y, al mismo tiempo, sensual.

Segundo meme: Bolsonaro encarna a una anciana que está sentada y tiene una expresión facial gruñona, vestida con un atuendo lujoso y con una corona real en la cabeza. Aquí, Bolsonaro se convierte en la Reina de Inglaterra. El contexto se refiere a la poca autoridad que tenía el presidente sobre la gestión del exministro de Salud, Henrique Mandetta, en relación a las decisiones que involucran políticas de combate y prevención de la pandemia de la COVID-19. Nada es más desafortunado que usar la figura de la poderosa Reina de Inglaterra para significar la ausencia de poder. Están equivocados. Simbólica, política y económicamente, la familia real inglesa no es una condecoración.

Tercer meme: Bolsonaro, con la mirada fija, lleva una peluca a lo María Antonieta, el pintalabios estilizado en forma de corazón. La frase: “Reina Loca. Carlota Cloroquina”. La referencia es a Carlota Joaquina, pero el diseño también nos abre espacio para identificar a la Reina de Corazones de “Alicia en el País de las Maravillas”, un personaje que prefirió ser temido antes que amado en el manejo y mantenimiento de su poder. Cortar perversamente las cabezas de los súbditos infieles era un castigo rutinario en su reino.

Cuarto meme: dos chicas vestidas de azul se dan la mano. Uno tiene la cara de Trump. El otro, el de Bolsonaro. Las dos serían hermanas gemelas. Se reconoce la afinidad política de los dos presidentes, pero ¿por qué identificarlos como dos niñas?

Con cada absurdo de Bolsonaro, un ejército de memes invade las redes. Una parte considerable de ellos interpretará los hechos vinculándolos a la locura, infantilismo, inestabilidad y escasa capacidad de decisión. Es decir, Bolsonaro reúne todos los atributos negativos identificados con lo femenino. Pero Bolsonaro no es mujer, entonces lo convierten en travesti. Una travesti adolescente idiota, una travesti loca, una travesti gritona que por ser travesti solo actúa, pero su poder es nulo.

No sé quién hizo estos memes, pero sí sé que son muy difundidos por gente de "izquierda" -aquí las comillas son para suspender esa identidad política- que dicen estar ligados a una ideología.

de los derechos humanos y la justicia social. En el afán de utilizar mecanismos “más ligeros”, de comunicar rápidamente una idea para denunciar las atrocidades de Bolsonaro, se vuelven reproductoras de la violencia contra la mujer, ese lugar ocupado por cuerpos y subjetividades inestables, descontroladas e infantiles, dictan los memes.

El recurso de devaluar al oponente o al enemigo político identificándolo con atributos femeninos no se limita a las “camaradas” de izquierda. En medio de una crisis entre gobernadores y Bolsonaro, me encuentro con memes de sus partidarios que descalifican al gobernador de São Paulo, João Doria, por su falta de masculinidad, vestimenta extravagante –léase femenina– y sus actuaciones excesivamente delicadas. Durante las elecciones de 2018, fueron sectores de izquierda los que utilizaron los mismos recursos (“João Doria es un maricón”) para negarle credibilidad.

Ahora bien, cabe preguntar a quienes dicen oponerse a las luchas feministas y de lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transexuales, transgénero, intersexuales (LGBTTTI) y que insisten en lidiar con el determinismo de clase social: si el género y la sexualidad no son importante interpretar el sistema de opresión, ¿por qué insiste en devaluar a Bolsonaro vinculándolo a lo femenino? ¿Qué escapa a tu inconsciente a través de la risa?

Cuando nos movemos en el campo de las moralidades, existe una considerable intersección entre lo que llamamos la “derecha” y la “izquierda”. El humor puede y ha sido un instrumento en la lucha contra las tiranías, para el ejercicio de la libertad, como analizó Mikhail Bakhtin refiriéndose al carnaval.

No hace mucho tiempo, los cuerpos negros fueron expuestos repetidamente en un esfuerzo por provocar el mismo efecto que la gente intenta lograr al vincular a Bolsonaro con imágenes de mujeres. Como no recordar el episodio de Le Monde Diplomatique que se vio obligado a disculparse por mostrar caricaturas racistas de profesionales de “izquierda” en su primera portada?

Si, frente a Bolsonaro, nos enfrentamos a lo abyecto, parece que estos memes vuelven a poner las cosas en su lugar y nos permiten ver la estructura social de géneros y sexualidades con una claridad única, es decir, en ausencia de una nombre, me apropio de lo socialmente reconocido como desvalorizado, en una singular operación de mimesis,

decir: mira lo loco, infantil, inestable que es. Él es, de hecho, una mujer (o un travesti). Y en la supuesta postura de denuncia y compromiso, a través de la risa, termino reforzando el orden de las estructuras sociales que siguen justificando las muertes de mujeres, travestis, transexuales y mujeres gays. Es una operación similar a las que se realizan en los centros penitenciarios: el violador se convierte en una “mujercita” para los demás presos. Se vuelve susceptible, por lo tanto, de ser violada por todos los hombres. En la aparente “justicia” aquí anunciada –vengar a la mujer violada– nos encontramos ante una forma hiperbólica de violencia contra lo femenino.

¿De quién te ríes? Estos memes son los síntomas de una sociedad en la que lo femenino sigue ocupando el lugar de lo abyecto, e incorporarlo a Bolsonaro es garantía de muchos likes y compartidos en las redes sociales.

*Berenice Bento es docente del Departamento de Sociología de la UnB.

referencia


Berenice Benedicto. Brasil, año cero: Estado, género, violencia. Salvador, Editora da UFBA, 2021, 258 páginas.

 

 

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