por MIGUEL ÁNGELO LAZZARETTI & ANDRÉ LUIZ DE SOUZA*
El presidente miente, engaña, promete, rompe, dice que ama al pueblo, pero se burla del sufrimiento de los demás
Brasil atraviesa su peor crisis histórica y política. Estamos nadando hacia un abismo de retrocesos, la posibilidad de un golpe militar, además de estar sumergidos en una crisis de hambre y miseria. Todo esto mezclado con el terrorismo de no saber cómo será el mañana.
Cuando hablamos de tortura, en el título de este texto, nos referimos a la tortura, que en el caso de Brasil hoy, se configura de manera invisible. Jean Paul Sartre decía en su obra clásica, “Náuseas”, que somos personas sin importancia para los demás; somos solo un individuo y aquí estamos sin razón para existir.
Sartre dice: “somos una caña pensante” sin dignidad. En el Brasil de hoy, gobernado por un presidente con la lengua llena de pelos, que siempre vomita en tono de amenaza, de ofensa, de golpe, que no respeta el sufrimiento de los demás y de los demás poderes de la Unión, que vomita todo el tiempo su odio, un misántropo que empieza por odiar a los brasileños para luego poder decir que los ama – una actitud que nos deja, en cierto modo, sin ninguna razón de existir.
Nuestro presidente encaja perfectamente con el argumento de Harry G. Frankfurt, autor de los más vendidos sobre hablar mierda ("En Bullshit”), uno de los libros más vendidos del mundo, según New York Times: "nunca digas una mentira si puedes conseguir cosas hablando mierda".
En ese sentido, vamos a explicitar encima de esta obra la esencia de nuestro presidente, un hombre que salió de la nada, vino a la nada y llegó a ser presidente. Harry G. Frankfurt (2005) dice que no hay una diferencia importante entre mentir y decir mierda, pero que es preferible lo primero. Al fin y al cabo, comenta el autor, una mentira elaborada con inteligencia puede hacer su trabajo con absoluto éxito.
“Un hombre honesto habla, dice solo lo que cree que es verdad, mientras que para el mentiroso, es imperativo que considere falsas sus declaraciones”. Sin embargo, en el caso del charlatán, estas cosas no cuentan: no está ni del lado de la verdad ni del lado de la mentira. Su enfoque no está en los hechos, como los hombres honestos y el mentiroso, a menos que sirva a su interés salirse con la suya con lo que dice. No le importa si las cosas que dice describen correctamente la realidad. Simplemente elige o inventa palabras para satisfacer su propósito. Ahora bien, el presidente Jair Messias Bolsonaro es el estereotipo del hablador de mierda: las cosas que dice las dice solo para conseguir sus propósitos, es decir, la inutilidad de la gobernabilidad.
Pero si Bolsonaro es un hablador de mierda, ¿cómo llegó a ser presidente de Brasil? Frankfurt nos ayuda a entender este fenómeno afirmando que una mentira bien elaborada con un toque de estupidez puede convertirse en un éxito absoluto. El autor señala que hablar mierda como lo hace Bolsonaro esencialmente tergiversa la realidad de los hechos. Es que la mentira disfrazada de mierda nos engaña, y esa intención hace una gran diferencia, pues nos aleja de una correcta aprehensión de la realidad. Nos hacen creer algo que él, Bolsonaro, sabe que es falso. A diferencia del mentiroso, el que habla tonterías no tiene en cuenta la autoridad de la verdad. Para él, poco importa si sus declaraciones son factuales o no.
Harry G. Frankfurt señala que el hablador de mierda esconde una verdad absoluta sobre sí mismo. Se cree la mierda de la que habla. Entonces, ¿por qué Bolsonaro habla tanta mierda? Es que las circunstancias de su gestión, la actual destrucción del país por la crisis de la pandemia, lo obligan a hablar mierda. No tiene idea de los actos y líneas. Basta ver que nunca usa máscaras contra el Covid-19, ataca a los demás poderes, conduce los principales asuntos del país a base de la fuerza bruta del militarismo, de Asunto con los norteamericanos (trumpismo), destruye la Amazonía, genera violencia en el campo, juzga a favor de los acaparadores de tierras y aborrece otro tipo de pensamientos que no sean los suyos. Por lo tanto, a diferencia de lo que es el resultado de una conducta complaciente, desatendida y de mera indisciplina, hablar mierda requiere cierto esfuerzo interior y objetividad.
El presidente salió de la nada, se va a la nada y nos hunde con eso. Es el caos, el abismo y el sin fondo, como decía el pensador Cornelius Castoriadis. De esta forma, nos queda poco por hacer, salvo vacunarnos para no morir del virus y enfrentarnos a esta pandilla de milicianos que amenazan constantemente con hacer retroceder la democracia, desmantelar el estado de derecho, criminalizar los movimientos sociales, propagar bandidaje a través de milicias armadas y proclamando en voz alta la posibilidad de un golpe militar.
Harry G. Frankfurt llama la atención sobre otro hecho relevante: normalmente no se condena al mentiroso con la misma severidad con la que se desmoraliza al mentiroso habitual, lo que hace que el charlatán sea aún más audaz. En el caso de Bolsonaro, esto es muy claro. Este hombre habla mierda, duro. Nada elabora, miente, engaña, promete, rompe, dice que ama a las personas, pero se burla del sufrimiento de los demás. La mentira se realiza sumariamente para falsear la realidad de los hechos, lo que nos lleva a la idea de Harry G. Frankfurt, de que el mentiroso es necesariamente plenamente consciente de lo que es fáctico.
Creo que el presidente Bolsonaro no se da cuenta de que la gente sufre hambre, suicidio, alcoholismo, depresión, ansiedad, pánico, insomnio. Eso sin mencionar el desempleo masivo. La inflación es cada día más alta; mientras tanto, los ingresos de quienes aún tienen trabajo, cada vez más bajos; frijoles, arroz y carne, alimentos básicos en la vida cotidiana de los brasileños, son muy caros. Mientras tanto, el presidente hace un discurso de que la inflación es global, presumiendo del agronegocio en detrimento de los pequeños agricultores, que son los que verdaderamente producen lo que nos mantiene vivos, alimentos, no soja.
Es como nos enseña Manolo Pérez (2001:29): “cualquier intento de salir del subdesarrollo de los países latinoamericanos debe articularse con una democratización política, económica y social, que tenga como centro la reforma agraria”. Esto está lejos del pensamiento del presidente.
Finalmente, para concluir, quisiéramos citar un extracto de una carta enviada por Ernesto Guevara Sierna, Che Guevara, líder de la revolución cubana, a su madre: “la traición sigue siendo patrimonio del ejército, y una vez más el aforismo que señala la liquidación del ejército como el verdadero problema de la democracia (si no existe el aforismo, lo estoy creando)” (CHE GUEVARA citado PÉREZ, 2001: 30).
*Miguel Ángel Lazzaretti Profesor de la Universidad Estadual del Oeste de Paraná (UNIOESTE).
* André Luiz de Souza es candidato a doctorado en sociología en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS).
Referencias
FRANCFORT, Harry G. Sobre hablar mierda. Río de Janeiro: Editora Intrínseca, 2005.
PÉREZ, Manolo Monereo. Che Guevara: aporte al pensamiento revolucionario. Sao Paulo: Expresión Popular, 2001.