por PAULO NOGUEIRA BATISTA JR.*
Los principales activos de Jair Bolsonaro en la economía y lo que Lula puede hacer para frenarlos
Lo que algunos venían pronosticando desde hace tiempo se confirmó: Jair Bolsonaro llega competitivo a las elecciones. A pesar de todo lo que hizo y dejó de hacer, tiene condiciones para ganar, aunque no sea el favorito, dadas sus altas tasas de rechazo.
En todo caso, ¿no te extraña, lector, que un presidente con la Historial ¿todavía logra tener algo así como el 30% de las intenciones de voto? Es cierto que la competitividad del presidente, gobernador o alcalde que se postula para la reelección en el cargo suele estar asegurada. Tiene en la mano una máquina de escribir y un bolígrafo, además de la exposición permanente que le otorga su cargo. Y, si tiene mayoría en el Parlamento, puede aprobar muchas medidas electorales, sobre todo si los parlamentarios están todos por dinero, como está pasando ahora en el Congreso Nacional. La competitividad puede verse socavada por un desempeño por debajo del crítico, como es el caso del actual presidente, pero se necesita mucho esfuerzo para salir de la carrera. Sucede, pero es raro. Y Jair Bolsonaro, nos guste o no, tiene sus activos.
Abordaré dos preguntas interconectadas: (i) ¿Cuáles son los principales activos de Jair Bolsonaro, especialmente en la economía? (ii) ¿Y qué puede hacer Lula para contrarrestar el arresto?
Activos económicos de Bolsonaro
Las fortalezas del presidente son políticas y personales, de diversa índole, entre las que destaca su carismática y joven esposa, una especie de Evita Perón degenerada. Pero sólo me ocuparé de las bazas económicas, quizás decisivas en la emergencia social que atraviesa el pueblo. El bolsillo, como decía Delfim Netto, es la parte más sensible del cuerpo humano, sobre todo cuando falta comida, vivienda, transporte público, educación, salud y todo lo demás.
El gobierno actuó en dos frentes para enfrentar la emergencia social, haciendo todo lo posible e imposible, permitido e ilegal, para: (a) bajar los precios de los combustibles; y (b) lanzar una expansión de las transferencias sociales, aumentando el Auxílio Brasil a R$ 600 y otros beneficios. La reducción de los precios de los combustibles trajo deflación en el mes de julio. Y el paquete social tiene una doble vertiente electoral. Primero: pone dinero rápidamente en manos de aquellos que están luchando. Segundo: estos beneficiarios son aquellos que inmediatamente gastan todo lo que reciben, generando un mayor efecto dinamizador o multiplicador sobre la demanda y la economía.
Sucede, lector, que el nivel de actividad económica ya se ha ido recuperando, aunque lentamente, a lo largo de 2022. Es el caso del sector servicios, en particular, que representa una parte preponderante del PIB. El empleo estaba aumentando, aunque lentamente y con trabajos precarios y mal pagados. La tasa de desempleo sigue siendo alta, pero ha ido cayendo constantemente. Con el impulso que brinda el paquete social, esta tendencia transitoria de reactivación deberá acentuarse.
¿Cuál debería ser la respuesta de Lula?
Lula y su equipo tienen una vasta experiencia política y electoral desde la década de 1980. Lula es el candidato con más experiencia en Brasil y, quizás, en el mundo. Corro el riesgo de enseñarle al cura lo nuestro al vicario. En cualquier caso, procedo.
La naturaleza del desafío es obvia. Jair Bolsonaro sí. Lula promete hacer. Jair Bolsonaro desembolsa. Lula promete desembolsar. Para quien está necesitado de todo, el dinero pesa más que las palabras.
No hay forma de resolver este desafío satisfactoriamente, obviamente. Pero quizás Lula necesite ser, enseguida, un poco más específico en el área social, diciendo con todas las letras, con números y palabras claras, lo que se hará o propondrá en esa área, a partir de enero de 2023.
Teresa Campello, exministra de Desarrollo Social, y otros especialistas en la materia, tienen capacidad de sobra para presentar los puntos centrales de un nuevo Bolsa Família a partir de enero. Una nueva Bolsa Família que tome como punto de partida la antigua y que incluya, digamos, entre otros aspectos: (a) la propuesta de aumentar el valor del beneficio a algo así como R$ 800 reales por mes; (b) convertir el monto mensual más alto en uno permanente, que no sea de emergencia; (c) elevar el umbral de ingresos mínimos a partir del cual se realizan los pagos para que se incluyan más brasileños; (d) reducción y posterior eliminación de colas en el programa, que creció en el período de Bolsonaro; (e) mejora del registro único de beneficiarios para permitir una ejecución eficiente; (f) reanudación y fortalecimiento de importantes condicionalidades en educación y salud, combinadas con asistencia social a los beneficiarios. Ciertamente, Lula y su equipo ya están trabajando en esa dirección. Medidas como estas están justificadas desde un punto de vista social y tendrían un impacto electoral.
Quizá lo importante sea sacar a la calle propuestas razonablemente detalladas, por cierto. Lula tiene mucho conocimiento y experiencia. Es el político ideal para presentar, con credibilidad, propuestas para combatir el hambre y la pobreza. Cuando habla de temas sociales, habla desde sus vivencias y su familia. Y, además, con la autoridad de quien desarrolló programas sociales innovadores cuando era presidente, a lo largo de dos mandatos, y no como un expediente electoral de última hora.
*Paulo Nogueira Batista Jr. ocupa la Cátedra Celso Furtado de la Facultad de Altos Estudios de la UFRJ. Fue vicepresidente del New Development Bank, establecido por los BRICS en Shanghai. Autor, entre otros libros, de Brasil no cabe en el patio trasero de nadie (Le Ya).
Versión extendida del artículo publicado en la revista letra mayúscula el 19 de agosto de 2022.
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