por ATILIO A. BORO*
Las elecciones bolivianas demostraron que el MAS es la única fuerza social existente en toda Bolivia
La contundente victoria del MAS en las elecciones presidenciales de Bolivia ratificó la densidad social de la organización política de los pueblos bolivianos. Los números tomaron por sorpresa hasta a los analistas más rigurosos: sondeos realizados por cuatro de las cinco consultoras más reconocidas de Bolivia anticipaban para la dupla del MAS una votación que oscilaba en torno al 45% de los votos y cerca del 34% para su más cercano contrincante, Charles Mesa. . Es decir, los votantes del evismo ocultaron sus intenciones de voto mientras sobreestimaban la base de apoyo real de la Comunidad Ciudadana.
La victoria fue mucho más amplia de lo esperado, como lo atestiguan las dos encuestas certificadas por el gobierno para realizar la “encuesta de salida”: CIESMORI y Fundação Jubileo. Ambos atribuyen a la fórmula Arce-Choquehuanca una proporción que oscila en torno al 52% de los votos ya Mesa-Pedraza sólo el 31%. Algunos observadores se aventuran a decir que la cifra final rondará el 55%. En horas de la madrugada, un tuit de la dictadora Jeannine Añez decía que “según los datos que tenemos, el Sr. Arco y el Sr. Choquehuanca ganó las elecciones. Felicito a los ganadores y les pido que gobiernen pensando en Bolivia y en la democracia”. (Es decir, gobierna como ella no). Al mediodía, Carlos Mesa reconoció el triunfo del MAS.
Los resultados oficiales de las 35.000 mesas electorales aún no han sido publicados y sería ingenuo pensar que el enemigo imperialista y sus aliados de la derecha racista se inclinarán respetuosamente ante el veredicto de las urnas. Es difícil (pero no imposible) que haya sorpresas y maniobras de última hora para frustrar la voluntad del pueblo boliviano. Si la diferencia hubiera sido menor, digamos 12 o 13 puntos, seguramente los bandidos de Luis Almagro habrían repetido la hazaña de hace apenas un año y robado la elección; pero, con una diferencia de veinte puntos o más, la maniobra se derrumbaría por su intolerable obscenidad. En cualquier caso, los números oficiales no se darán a conocer hasta el miércoles y entonces sabremos cuál es el próximo paso de la derecha.
Las elecciones demostraron que el MAS es la única fuerza social existente en toda Bolivia. Carlos Mesa demostró que es un sello electoral, una contuberancia de grupos que sólo tenían en común su odio a Evo ya lo que representa. Y Luis Fernando Camacho es el líder de una importante fuerza social cuyo baluarte es Santa Cruz de la Sierra. Pero fuera de ese departamento -que equivale a un tercio del territorio nacional- su gravitación es muy baja. Construir una derecha con bases sólidas a nivel nacional es una ardua tarea, que en Bolivia, más aún con la violencia terrorista de su dictadura, la complicidad de jueces y fiscales y el apoyo de la cloaca mediática al servicio del imperio, resultó ser una misión destinada al fracaso. La profunda crisis política por la que atraviesa Estados Unidos en vísperas de unas complicadas elecciones presidenciales ha reducido el papel de la “embajada” y limitado su margen de actuación. Y la derecha local -tanto en Bolivia como en Argentina y en toda América Latina- sin la orientación, el dinero y los medios y los drivers legales que maneja Washington, es poco lo que puede hacer.
Las fábricas estratégicas de la derecha tienen un proyecto de alcance global (compárense, por ejemplo, las manifestaciones y consignas de los “anticuarenta” y “antiinfección” en los más diversos países) y trabajan para impedir la estabilización de gobiernos progresistas. o el surgimiento de algo con ese signo político. Eso sí, la historia es caprichosa y amiga de las sorpresas. ¿Quién se atrevería a descartar la idea de que en este corazón de Sudamérica que es Bolivia acaba de salir el sol cuyos rayos iluminarán las próximas elecciones en Chile, Brasil, Paraguay, Venezuela y las elecciones presidenciales en Ecuador, en febrero de 2021? Quizás, sin darnos cuenta, estemos asistiendo a un giro histórico impensable hasta hace unas semanas.
*Atilio A. Boro Es profesor de ciencia política en la Universidad de Buenos Aires. Autor, entre otros libros, de Búho de Minerva (Voces).
Traducción: Fernando Lima das Neves
Publicado originalmente en el diario Página 12.