Bolivia: guerra híbrida y neogolpe

Imagen: Kazimir Malévich
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por ISAÍAS ALBERTIN DE MORAES*

El aumento de las inversiones públicas en infraestructura, las políticas de transferencia de ingresos, todo esto fortaleció el mercado interno: surgió por primera vez una clase media aymará en Bolivia

El 26 de junio de 2024, Bolivia fue escenario de un intento de golpe militar. El general Juan José Zúñiga, comandante del Ejército de Bolivia hasta el 25 de junio de 2024, movilizó tropas, tanques y vehículos blindados, marchando por las calles de La Paz. El grupo rápidamente rodeó la Plaza Murillo e invadió el Palacio Quemado, sede del gobierno boliviano. Por suerte, el presidente de Bolivia, Luis Arce, no se encontraba allí, sino en la Casa Grande del Pueblo, un palacio vecino.

Mientras actuaban las unidades golpistas, Luis Arce y sus ministros se reunieron y denunciaron el intento golpista en las redes sociales. Hubo movilización popular en apoyo a la democracia y al gobierno del Movimiento Al Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), el partido de Arce. Los estafadores intentaron invadir el Casa Grande del Pueblo, pero fueron enfrentados por el propio presidente Arce, quien ordenó la retirada del general Juan José Zúñiga.

Horas más tarde, Juan José Zúñiga fue detenido por la policía acusado de terrorismo y alzamiento armado contra la seguridad y soberanía del Estado. Esta no fue la primera vez que Juan José Zúñiga se enfrentó a la justicia; en 2013 fue acusado de malversación y robo de 2,7 millones de pesos bolivianos destinados a programas sociales, lo que le costó siete días de prisión.

La retórica para explicar el intento de golpe en Bolivia es confusa y conflictiva. Algunos expertos afirman que fue un acto aislado de Juan José Zúñiga, sin apoyo de fuerzas sociales, políticas o económicas bolivianas o internacionales. Sostienen que Juan José Zúñiga actuó en respuesta a su destitución del mando del ejército por parte de Arce, interpretándolo como un gesto de desprecio. La destitución de Juan José Zúñiga se debió a sus fuertes declaraciones sobre la posibilidad de que el expresidente Evo Morales se postule nuevamente en las elecciones presidenciales previstas para 2025. Fue categórico al afirmar que Evo Morales “ya no puede ser presidente de este país”. ”, “que lo arrestarían” y que estaría dispuesto a ofrecer su vida “por la defensa y la unidad del país”.

Hay políticos, como el expresidente boliviano Jorge Quiroga, que declara que fue una “opereta” y el expresidente Carlos Mesa, que afirma que el golpe militar “parece una farsa”. A su juicio, lo ocurrido fue un autogolpe de Luis Arce para incrementar su popularidad, que se encuentra en un punto bajo. Otros correlacionan el intento de golpe con el imperialismo estadounidense, que siempre ha intervenido y financiado golpes de Estado para asegurar sus intereses económicos, militares y políticos en la región.

Inicialmente, Juan José Zúñiga afirmó que su acción era liberar a “presos políticos” –como la golpista de 2019, la autoproclamada expresidenta Jeanine Áñez, y el exgobernador de Santa Cruz, también golpista de 2019, Luis Camacho–. para “restaurar la democracia” y luchar contra una “élite que se apoderó del país, vándalos”. Posteriormente, Juan José Zúñiga declaró que actuó a instancias del propio Luis Arce en un movimiento de “autogolpe”. Cambió su discurso.

Lo que se sabe en realidad, hasta el momento, es que Juan José Zúñiga no actuó solo, contó con el apoyo del ex comandante de la Armada de Bolivia Juan Arnez Salvador y del ex jefe de la brigada mecanizada del Ejército, Alexandro Irahola. Según la investigación, habían estado planificando la acción desde mayo, incluido el entrenamiento sobre cómo pilotar tanques en zonas urbanas. De hecho, lograron movilizar doce tanques, vehículos blindados y soldados encapuchados. Una decena de militares ya han sido detenidos bajo sospecha de participación en el intento de golpe, incluidos sus líderes.

Desde 2019, Bolivia sufre con mayor intensidad la guerra híbrida y el neogolpe financiado por Estados Unidos y parte de sus corporaciones. De hecho, toda América Latina ha estado sufriendo estas tácticas. En términos generales, la guerra híbrida es el uso de poder inteligente (poder inteligente, que emplea poder duro e Poder suave) manipular el espacio informativo, infraestructuras críticas con uso masivo de desinformación, mentiras, financiación de movimientos políticos descentralizados y grupos radicalizados tanto de derecha como de izquierda, movilizaciones de milicias armadas, cibermilicias, actuación en el ámbito del militarismo, patrioterismo, religiosos. fundamentalismo, el movimiento anarquista y agendas identitarias para desestabilizar la economía, la política y la sociedad del estado objetivo.

Todo ello actuando en medios de comunicación, redes sociales, blogs, sitios web, universidades, partidos, movimientos sociales y religiosos, sindicatos, etc. La guerra híbrida es el modelo de intervención predominante, hasta ahora, en el siglo XXI.

Es de la guerra híbrida de donde surge el neogolpe. Con la desestabilización económica, política y social del Estado objetivo, surge una sensación de inseguridad que lleva a una combinación de estrategias de grupos económicos, políticos y sociales para utilizar las instituciones, incluidas las fuerzas armadas si es necesario, con la movilización de sectores de la sociedad civil, desinformada y confundida por las armas propagadas por el nuevo medios de comunicación, para derrocar al gobierno democráticamente elegido. El neogolpe utiliza la poder inteligente generar un golpe de estado que parezca legal y representativo de las propias luchas internas del estado objetivo y no algo que provenga de intereses externos.

En 2019, una movilización de extrema derecha obligó a renunciar al entonces presidente Evo Morales, quien viajó a México y se refugió en Argentina durante casi un año, con el visto bueno del entonces presidente Alberto Fernández (2019-2023). El proceso electoral y sus resultados fueron cuestionados por la oposición, generando una ola de desinformación, conflictos e inseguridad. Hubo movilización popular tanto de la derecha, que fue derrotada en las elecciones, como de la izquierda, que ganó. Grupos religiosos fundamentalistas también entraron en el conflicto, acusando a los partidarios de la izquierda, especialmente a los pueblos indígenas, de practicar “brujería”, intensificando el conflicto.

Las acciones de la extrema derecha de entonces dejaron 35 muertos en el país y hubo numerosas formas de violencia. Una de las imágenes más llamativas fue la de Patrícia Arce, alcaldesa de la ciudad de Vinto y partidaria del MAS-IPSP. Fue secuestrada y luego golpeada durante cuatro horas por milicias de extrema derecha. Después de eso, la sacaron a las calles, obligándola a caminar atada durante tres kilómetros, le cortaron el cabello, le arrojaron pintura roja por todo el cuerpo y recibió constantes amenazas de apedrearla si no renunciaba a su mandato de frente. de las cámaras.

Las imágenes fueron difundidas en televisión y redes sociales. Otra imagen que marcó el golpe de 2019 fue la de Luis Camacho, orando de rodillas en medio del salón presidencial con dos policías, uno a cada lado, y una Biblia abierta encima de la bandera de Bolivia mientras fragmentos de una estatua de La Pachamama (máxima deidad de los pueblos originarios bolivianos), que probablemente había sido destruida en esa época, se encontraba esparcida por el suelo.

Tras el golpe, la exsenadora de derecha, Jeanine Añez, se proclamó Presidenta de la República en una sesión legislativa sin quórum. En su momento, el gobierno de Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, y Donald Trump, presidente de Estados Unidos, reconocieron a Jeanine Añez como presidenta de Bolivia. La mayoría de los demás países de América no lo reconocieron. El gobierno golpista permaneció en el poder desde el 12 de noviembre de 2019 hasta el 08 de noviembre de 2020. El gobierno golpista convocó a nuevas elecciones, ya que no contaba con apoyo popular, especialmente en la región andina. En noviembre de 2020, Luis Arce, exministro de Economía y Finanzas de Evo Morales, ganó las elecciones con el 52% de los votos frente al 31% de su principal oponente, el expresidente Carlos Mesa.

Al ganar las elecciones, con el apoyo de Evo Morales, Luis Arce mantuvo el modelo económico que hizo que Bolivia cuadriplicara su Producto Interno Bruto (PIB) y redujera la pobreza extrema del 38,2% al 15,2% entre 2006 y 2019. El modelo consiste generalmente en la Nacionalización de los hidrocarburos –petróleo y gas– aplicando un impuesto adicional del 32% a la exploración de hidrocarburos en Bolivia, permitiendo al erario general de la nación disponer de un mayor nivel de recursos para la inversión.

Aumento de las inversiones públicas en infraestructura física y social. Políticas de transferencia de ingresos como Bono Juancito Pinto, centrándose en los estudiantes, el Renta Dignidad, dirigido a personas mayores y Bono Juana Azurduy, pagado a mujeres embarazadas o con niños pequeños. Esto resultó en un fortalecimiento del mercado interno, contribuyendo a impulsar y dinamizar la economía del país. Hubo, por tanto, un avance del sector privado, en una “economía plural”, con la participación tanto de sectores tradicionales como de aquellos antes marginados, como las pequeñas y medianas empresas y los grupos de pueblos indígenas. Surgió una clase media Aymara por primera vez en Bolivia.

Además, Bolivia afirma poseer el 70% de las reservas mundiales de litio, principalmente en el Salar de Uyuni. Es cierto que el país alberga al menos el 25% de las reservas mundiales. Los depósitos son de fácil acceso y razonablemente poco profundos. El mineral, conocido como “petróleo nuevo” u “oro blanco”, se utiliza en la fabricación de baterías de iones de litio, en teléfonos inteligentes, vehículos eléctricos, dispositivos portátiles, etc. Su demanda ha aumentado dramáticamente en los últimos años. El precio de la tonelada de carbonato, que en 5 era de 2010 dólares, alcanzó los 92 dólares en 2022 y actualmente es de 40 dólares.

Esto significó que el gobierno de Luis Arce mantuvo la soberanía nacional en la producción de litio con la plena participación de la empresa estatal. Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) en todas las etapas de producción. La nacionalización de la producción de recursos minerales en 2008 y, en 2017, la creación del YLB permitieron concentrar las inversiones y exportaciones en la zona hacia la estructura pública del país.

Es en este último punto, el litio, donde pasa a primer plano la cuestión de la guerra híbrida y el neogolpe en Bolivia. Durante el golpe de 2019, Elon Musk, en julio de 2020, en una publicación en su red social X (antes Twitter), al responder a un usuario que afirmaba que el dueño de Tesla (una de las empresas automotrices y de almacenamiento de energía más grandes del mundo ) EE.UU.) apoyó el golpe en Bolivia, escribió: “¡Golpearemos a quien queramos! Tratar con él". Tras el golpe, las acciones de Tesla subieron absurdamente, pasando de 14,00 dólares en noviembre de 2019 a 122,00 dólares en agosto de 2020, precio que, hasta la fecha, no ha vuelto a alcanzar.

En marzo de 2023, durante una conferencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, dijo que el triángulo del litio, formado por Argentina, Chile y Bolivia, se trata como una cuestión de “seguridad nacional sobre el nuestro patio trasero”. Este discurso, junto al de Elon Musk, deja claro que EE.UU. está vigilando y actuando en la zona con su poder inteligente, algo que debe haber aumentado a medida que Bolivia se acerca cada vez más a China y Rusia.

El modelo de desarrollo económico del MAS-IPSP no pretende que Bolivia sea sólo un exportador de litio. El proyecto se centra en utilizar el litio para promover sectores de la industria manufacturera que se benefician de rendimientos crecientes a escala, generando aumentos en la cantidad producida en mayor proporción que el crecimiento de los insumos utilizados. Esto hace posible mover recursos, especialmente trabajadores, de sectores arcaicos y de baja productividad a sectores avanzados y de alta productividad. De esta forma se mantiene un mayor nivel salarial, impulsando, diversificando y dinamizando el mercado interior.

En este sentido, el presidente Luis Arce buscó alianzas internacionales que impulsen su plan de industrialización de la cadena productiva del litio. En 2023, el gobierno boliviano firmó un acuerdo con el consorcio chino CBC -integrado por las empresas chinas Contemporary Amperex Technology Limited (CATL), Brunp Recycling y China Molybdenum Company-. El acuerdo prevé la instalación de dos plantas de producción de carbonato de litio, en un proyecto conjunto con la empresa estatal boliviana YLB, en la región de Coipasa y Uyuni.

Ese mismo año, YLB cerró dos acuerdos más, proyecto conjunto, uno con los chinos Grupo Citic Guoan -que estudia la posibilidad de invertir en la producción de baterías de litio y vehículos eléctricos en Bolivia- y otro con la empresa rusa Grupo de uranio uno, que forma parte de la Corporación Estatal Rusa de Energía Atómica (Rosatom), para dos plantas más de producción de carbonato de litio.

Bolivia ya desarrolló un modelo de miniauto eléctrico, con espacio para hasta tres personas y una velocidad máxima de 56 km/h. El coche es producido por inicio La boliviana Quantum Motors, que fue fundada en 2019, y ya vendió 370 unidades. Por ahora sólo el 40% de los componentes son nacionales, la intención es integrar más proveedores bolivianos al proyecto. La producción se detuvo por un tiempo debido al golpe de estado de 2019 y la pandemia de Covid-19, pero nuevos contratos internacionales podrían hacer que la inicio prosperar.

Otra medida del presidente Luis Arce fue permitir a los importadores y exportadores bolivianos comerciar en moneda china, yuan, desde febrero y en rublos rusos desde marzo de 2023. Las transacciones son intermediadas por el banco estatal de Bolivia, Banco Unión. El objetivo es reducir la dependencia del dólar estadounidense para el comercio exterior.

En relación a este punto, es importante recordar que, en abril de este año, el expresidente estadounidense Donald Trump, actual candidato a regresar a la Casa Blanca, afirmó que su equipo económico está evaluando formas, penalizaciones y sanciones para impedir activamente que los países utilizar monedas distintas al dólar en sus transacciones globales. Algo que Bolivia está haciendo y que puede servir de modelo para otras economías latinoamericanas. Otro punto para que Estados Unidos mantenga sus instrumentos de poder inteligente en la región.

¡Entonces si! Es posible creer que Estados Unidos ha vuelto a conspirar contra un gobierno elegido democráticamente para su beneficio económico. Están actuando para desestabilizar, desinformar y fragmentar la sociedad boliviana, generando conflictos éticos, religiosos y regionales, además de reorganizar fuerzas intraclases o coaliciones extraclases. Exploran los conflictos territoriales entre Meia-Lua vs Altiplano, etnias entre los pueblos originarios vs criollos y mestizos, cristianos (católicos y evangélicos) vs devotos de lo sagrado-espiritual andino, aquellos de clase social entre la clase media tradicional vs nueva clase media de los pueblos indígenas, especialmente aymará, disputas políticas entre partidos y corrientes intrapartidistas, etc.

El propio partido del presidente Arce, MAS-IPSP, es víctima de esto. Hoy, el partido está dividido entre sus seguidores y los del expresidente Evo Morales, lo que refleja un escenario complejo de disputas internas exacerbadas por la interferencia externa. América Latina, especialmente sus gobiernos que buscan autonomía económica y desarrollo independiente como el boliviano, no pueden dejar de comprender la dinámica de la guerra híbrida y el neogolpe en la región. No puedes involucrarte y caer en su juego.

*Isaías Albertín de Moraes, economista, doctor en Ciencias Sociales y profesor visitante del Centro de Ingeniería, Modelización y Ciencias Sociales Aplicadas (CECS) de la UFABC.

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