Blas Roca

Blas Roca. Arte: Marcelo Guimarães Lima
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por LUCILO BATALLA REYES*

Entrada del “Diccionario de marxismo en América”

Vida y praxis política

Francisco Wilfredo Calderío López (1908-1987), conocido como Blas Roca Calderío, nació en el seno de una familia de trabajadores pobres con tradición en la lucha por la independencia de Cuba, siendo el mayor de nueve hijos. Tomó el apellido de su madre debido a las normas de la época. En la escuela primaria, apenas llegó al cuarto grado; de niño, tuvo que trabajar en una amplia variedad de actividades para ayudar a mantener a su hogar. Sufrió una fuerte opresión por parte de la sociedad burguesa-terrateniente y dependiente de su tiempo, por ser pobre y mestizo, lo que contribuyó a forjar su espíritu de rebeldía contra la injusticia y la opresión.

Con la ayuda de su maestro Ernesto Ramis, cuando aún era muy joven, Wilfredo Calderío tomó un curso de magisterio, capacitándose para enseñar en jardín de infantes; aunque le gustaba la profesión -que ejerció durante dos años (1924-1926)- se vio obligado a abandonarla, pues no se sometía a maniobras políticas. Así, siguiendo la tradición familiar, se hizo zapatero, y fue a partir de allí que quedó ligado para siempre a las luchas de la clase obrera, incorporándose al movimiento sindical y tomando contacto con la literatura marxista.

En 1929 se afilió al pionero Partido Comunista de Cuba (PCC), pasando a encabezar el Sindicato de Zapateros de su ciudad; al año siguiente asumió el cargo de secretario general de la Federacion Obrera de Manzanillo (FOM) y, al mismo tiempo, secretario local del partido. En esta época sufrió su primer arresto político, en castillo del principe, en La Habana, durante tres meses. En 1931 fue elegido miembro del Comité Central del PCCh y en 1932 fue arrestado por segunda vez. Al salir de prisión, al año siguiente, preparó el paro general en Manzanillo – contribuyendo a la movilización que acabó con la dictadura de Gerardo Machado.

En 1933 participó en el Quinto Pleno del Comité Central del PCCh; en este acto utilizó el seudónimo de Julio Martínez, pero pronto, a instancias de Rubén Martínez Villena, adoptó el seudónimo de Blas Roca –que, en 1939, cuando se convocaron las elecciones a la Asamblea Constituyente, oficializó como su real nombre. Al regresar a Manzanillo, fundó el soviet de Mabay, el primero en Cuba. Poco después, el partido lo trasladó a La Habana, incorporándolo como miembro del Ejecutivo Político (Biro) del Comité Central. A finales de 1933 fue nombrado secretario general provisionalmente, cargo ratificado en 1934 (en el II Congreso del Partido), donde permaneció hasta 1961, cuando el Partido Socialista Popular (nombre que había adoptado el PCC en 1944) decidió disolverse mismo para formar, junto con el movimiento 26 de julio y el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, una singular organización de revolucionarios cubanos: la Organizaciones Revolucionarias Integradas (bajo el liderazgo de Fidel Castro).

En agosto de 1934, Blas Roca realiza su primer viaje a la Unión Soviética para participar en la reunión preparatoria del VII Congreso de la Internacional Comunista; un año después, encabezó la delegación del PCC en Moscú, siendo elegido miembro de su Comité Ejecutivo para América Latina. Como tal, brindó una valiosa colaboración a los partidos obreros y comunistas latinoamericanos: el caso de su visita a Brasil, durante la cual pudo conocer a Luiz Carlos Prestes en prisión, conversar con él y ayudarlo a romper el aislamiento en el que se encontraba. conservó; y también, la atención que le dio al Partido Comunista Mexicano, cuando atravesaba una crisis de liderazgo. En 1940, presidió la delegación de Partido Unión Comunista Revolucionaria (PURC), en la Asamblea Constituyente. Desde entonces hasta el golpe de Estado de Fulgência Batista en 1952, fue miembro de la Cámara de Diputados.

Blas Roca forjó su sólida cultura de forma autodidacta; lee todo En su niñez entró en contacto con diversas obras, desde la historia de Cuba hasta la literatura universal –como Los Miserables, Dom Quijote, entre otros disponibles en la biblioteca familiar. Esto alimentó su pensamiento con ideales democráticos y de justicia social, cuyo núcleo fue el pensamiento de José Martí. Posteriormente, cuando comenzó a participar en las luchas proletarias, entró en contacto con la literatura marxista. lee entonces El ABC del comunismo de Bujarin, El Estado y la Revolución de Lenin y A Crítica de la economía política de Marx, a quienes siguieron los Manifiesto del Partido Comunista y por La capital, entre otras obras clásicas del marxismo (tal como llegaron a Cuba). Fue, finalmente, una síntesis de la intelectualidad orgánica revolucionaria cubana del siglo XX, que articuló la cubanidad martiana, la ética, el latinoamericanismo y el antiimperialismo, con la universalidad del marxismo-leninismo.

La llegada de Blas Roca a la máxima dirección del primer partido de los comunistas cubanos marca una etapa cualitativamente superior en el proceso de maduración marxista-leninista de esta asociación, como instrumento político de vanguardia de la revolución cubana. La experiencia organizativa del marxista – nacida de su militancia de base, estudios teóricos permanentes y su labor unificadora del partido –, junto con su esfuerzo y dedicación, lo convencieron de la necesidad de repensar la estrategia y la táctica del partido: como ciencia de la dirección de la lucha de clases de los trabajadores, en las condiciones específicas de los países coloniales y dependientes. Se iniciaría así un cambio táctico-estratégico radical en la acción del partido, centrado en la lucha por la legalidad, la alianza con sectores progresistas sin perder los principios de clase, la propaganda revolucionaria y la búsqueda de la hegemonía.

Tras la victoria revolucionaria de enero de 1959, en el primer pleno del PSP (febrero de 1959), Roca encaminó el trabajo de su partido a “defender la Revolución y hacerla avanzar”. Posteriormente, presidió la comisión encargada de redactar el proyecto de Constitución de la República -aprobado por referéndum popular en 1976.

Fue miembro del Comité Central del nuevo PCC desde su fundación (1965) hasta su muerte (1987), siendo enterrado con los honores de un general muerto en la guerra. “Ha dejado de existir un hombre excepcional, de singulares virtudes y extraordinario talento” –afirmó entonces Fidel Castro– “un revolucionario ejemplar que dedicó toda su vida a la causa de los humildes”.

Coaportes al marxismo

Blas Roca fue uno de los primeros líderes comunistas de los países coloniales y neocoloniales en reemplazar, en una perspectiva más amplia, el enfoque leninista de la lucha por la liberación nacional, y en someter a una crítica rigurosa lo que consideraba “sectarismo” o “izquierdismo”. puerilidad” de épocas anteriores – de años anteriores – cuando los comunistas marchaban “solos contra todo y contra todos”. Luchó contra posiciones que entendía como sectarias, afirmándolas como torpes, excluyentes, divisorias; un mal que debía ser expulsado de las filas del partido, pues se oponía al proceso fecundo y fundamental de la unidad: la base de la victoria.

Entendió la revolución socialista en el espíritu de los fundadores del marxismo, como un proceso histórico concreto, necesario, objetivo, sujeto a la ley que parte de las contradicciones internas del régimen capitalista (que conducen a su propia destrucción, abriendo flancos a la instauración del socialismo), y que se desarrolla ininterrumpidamente, en correspondencia con las tareas históricas que le plantea el desarrollo social, y en estrecha interrelación con el factor subjetivo, la cultura y la disposición de lucha de clases de las masas populares.

Así, rechazó la concepción mecanicista de la revolución como un “hecho inevitable” (idea que permeaba el movimiento revolucionario de la época); consideraba que ni la liberación nacional ni el socialismo vendrían espontánea o mecánicamente, como resultado natural y fácil del desarrollo de las necesidades económicas y sociales, sino que sería necesario que las masas, culturalmente organizadas, comprendieran la necesidad de las transformaciones y se listo para llevarlos a cabo. Entiende, por tanto, la revolución como un “hecho cultural”, en el sentido marciano y marxista; la lucha de clases es el motor de la sociedad, el motor que impulsa el proceso de transformación que conduce al progreso social ya la verdadera liberación del hombre: el socialismo.

Blas Roca conocía bien su realidad nacional, y con ella la vigencia del ideal de emancipación nacional, iniciado por los libertadores de 1868 y 1895, que reivindicaba una nueva etapa de luchas, por la independencia definitiva. Actuó de acuerdo con este ideal, de manera original, con miras a comprender los objetivos y tareas del movimiento revolucionario que corresponden al sistema de contradicciones históricas concretas -como enseña el marxismo-, de acuerdo con las necesidades y especificidades de cada nación. . Sostuvo que Cuba era un país que nunca había sido libre; que, tras dejar de ser colonia de España, fue sometida a las redes de dominación neocolonial del imperialismo yanqui.

Percibía a los Estados Unidos como los nuevos colonizadores, cuya derrota era el principal objetivo estratégico de la revolución. Abordó el tema de la liberación nacional sobre la base de la distinción hecha por Lenin -al discutir la Tesis Coloniales, en el II Congreso de la Internacional Comunista (IC) – sobre el carácter nacional de la lucha de los países oprimidos contra el país opresor. Rechazó las tesis de la “revolución pura” y de la “clase contra clase”, surgidas del VI Congreso de la Internacional Comunista, y que tanto habían dañado el proceso revolucionario cubano de la década de 1930. Resolvió el problema nacional desde la perspectiva de la lucha de clases y papel fundamental de la clase obrera en ella.

Mostró que, en las condiciones de los países coloniales y dependientes, existía la contradicción fundamental del capitalismo –entre la burguesía y el proletariado–, reforzada por la contradicción entre campesinos y terratenientes, pero que por encima de ellos había todavía una más amplia y clara contradicción, de carácter nacional. : la que existe entre la nación oprimida y el país opresor, que “opone el país en su conjunto” a los imperialistas extranjeros. Señaló que esa contradicción fue lo que le dio al proceso revolucionario cubano un carácter propio: como un paso previo a la revolución social.

Así, Blas Roca estableció un plan de acción para llegar al más amplio frente único, con la participación de todos los partidos y organizaciones que estuvieran dispuestas a luchar por un programa de defensa nacional, antiimperialista y democrático, que aglutinara a las clases oprimidas por el imperialismo. En este proceso unificador, concede una importancia central a la unidad de la clase obrera; entiende que la causa nacional no es una causa ajena al proletariado, sino su deber supremo. A partir de la forma particular en que cada clase se vio afectada por la dependencia económica del imperialismo, el autor elaboró ​​un modelo teórico de la estructura socioclasista de la sociedad cubana y su comportamiento político frente a la liberación nacional y el socialismo.

Este problema, hasta ahora poco abordado por el movimiento comunista internacional, fue un aporte metodológico significativo de Blas Roca al pensamiento latinoamericano y a los países coloniales en general. Mostró qué clases están interesadas en completar la liberación nacional, y destacó a la clase obrera como la que actúa más decisivamente en este sentido: como la clase más revolucionaria en el movimiento de liberación nacional hacia el socialismo.

Concibió la liberación nacional y el socialismo como un solo proceso, en el espíritu leninista de revolución ininterrumpida. Para él, estas etapas están estrechamente interrelacionadas: en cada etapa se plantean y resuelven las tareas de la etapa anterior; una etapa se convierte en otra en el desarrollo ininterrumpido de la revolución, entiende que, en las condiciones cubanas, la lucha por la liberación nacional tenía que ser antiimperialista y, siendo antiimperialista, tenía que ser una lucha por el socialismo, como garantía de soberanía nacional, independencia económica y política.

Así, rechazó las interpretaciones de los ideólogos de las oligarquías dominantes en América Latina, quienes defendían las inversiones del capital monopolista extranjero como factor de desarrollo; mostró que esto acentúa la dependencia del país del capital extranjero. Algunos economistas lo consideran el primer pensador latinoamericano en utilizar la categoría de capitalismo dependiente (según la cual la dependencia se ve más allá del fenómeno imperialista), concepción que luego sería utilizada por otros teóricos para explicar la situación económica de los países neocoloniales y dependientes. . Para Blas Roca, la dependencia es un fenómeno implícito en la teoría leninista del imperialismo; al analizarlo, lo sitúa en el centro de las relaciones de producción, en la base misma del proceso del capitalismo y del desarrollo del imperialismo. Además, el marxista cubano combatió el “fatalismo geográfico”, al que consideraba una doctrina neocolonialista.

Blas Roca fue un destacado educador clasista de las masas trabajadoras. En su sermón, consideró que, para liberarse definitivamente -junto con las demás clases explotadas de la sociedad-, los trabajadores necesitaban luchar en el terreno político, a través de su propio partido (estableciendo su poder), y, aún, saber la teoría revolucionaria del marxismo (en la que se expresan las condiciones de su liberación). Y para los que no participan en política “porque no les gusta”, enseñó que esa abstención los vuelve aún más esclavos, pues facilita el triunfo de sus enemigos. En cuanto a los que hacen política en un partido de ricos, mostró que, al hacerlo, se dejan arrastrar a una posición de caudillo, contraria a los intereses de su clase, perpetuando así su miseria. Luchó contra el reformismo y el economicismo dentro de la clase obrera, considerándolos una expresión de la ideología burguesa.

Además, rechazó el mito de la supuesta “incompatibilidad ideológica del marxismo” con las tradiciones culturales cubanas; se dedicó a demostrar el carácter universal del marxismo y la legitimidad del partido obrero en nuestras condiciones particulares. Entiende que el movimiento marxista o comunista había surgido en Cuba como resultado del régimen capitalista, por lo que no podía considerarse más o menos exótico o extraño que el sistema social capitalista del país; y también, que el partido de la clase obrera había sido creado como resultado de la opresión capitalista, hecho que despierta la conciencia de clase del trabajador, obligándolo a organizarse para defenderse.

Blas Roca también mostró la conexión del Partido Comunista con la tradición mambisa (guerrillas independentistas)- porque sus raíces están en la semilla sembrada por aquellos luchadores que en el siglo XIX colaboraron con José Martí en la fundación del Partido Revolucionario Cubano etapa histórica; llamó a la batalla contra las falsificaciones de la historia, a fin de rescatar para las masas los valores revolucionarios contenidos en la tradición nacional (vinculándolos con su lucha actual).

En el camino, consideró fundamental la difusión del ideario y ejemplo de José Martí. Desde sus primeras obras proclamó a Martí como “bandera de la revolución”, declarando que la clase obrera cubana y su partido eran sus legítimos herederos y continuadores. En sus polémicas rechazó enérgicamente a quienes pretendían oponer las ideas marcianas a las marxistas; advirtió que se trataba de una posición de contrarrevolucionarios. Explicó que Martí, en el siglo XIX, no habría podido plantear los problemas que enfrentaba Cuba en ese momento -con el particular desarrollo de las formas capitalistas bajo el régimen semicolonial-, pero que esos problemas debían ser resueltos por los actuales comunistas: arraigándolos en las ideas de Martí y siguiendo los principios del marxismo-leninismo.

Para él –como para Mariátegui, Julio Mella o Martínez Villena– el marxismo no podía ser una copia ni una copia, sino una creación nacida de la realidad misma de nuestros pueblos, porque el pensamiento marxista no es una receta, sino un método de estudio, una guía, y el programa del partido es un esfuerzo por aplicarlo creativamente a la práctica de la revolución. Esto es lo que propugnaban Marx y Lenin: no reproducir clichés ni fórmulas, sino estudiar la vida real, para encontrar caminos específicos en los que, en cada situación y en cada país, se pueda marchar hacia la gran meta común del socialismo.

La obra de Blas Roca pretende alimentar la conciencia de las masas con el fecundo sentimiento antiimperialista de raíces marcianas; sustenta el carácter del imperialismo yanqui como enemigo histórico de nuestros pueblos latinoamericanos. Pero reconoce, como Martí, que “el entendimiento con Estados Unidos no es imposible”; explica que el pueblo de Cuba no se opone a EE.UU., a pesar de su deseo de liberarse; Los cubanos se oponen al control y monopolio que ejercen los capitalistas extranjeros sobre su economía.

Blas Roca defendió con fuerza el internacionalismo; para él “la patria es la humanidad”. Expresó una clara conciencia de la necesidad de la solidaridad con todas las luchas liberadoras, democráticas y progresistas -de todos los pueblos- como un deber, e incluso como parte de la propia lucha de liberación cubana. Sostuvo que quienes rechazan el internacionalismo, la ayuda mutua entre todos los pueblos, sirven así al imperialismo, que busca dividir para dominar y oprimir.

Bajo su liderazgo, su partido nunca dejó de apoyar solidariamente a la nación de Lenin; prestó ayuda política, moral y material, incluido el envío de combatientes a las Brigadas Internacionales en apoyo de la República Española. En ese espíritu, compartió la tesis martiana sobre el papel internacional de la independencia de Cuba: como “logro latinoamericano”; como medio para impedir el dominio norteamericano de nuestra América y como lucha de toda América Latina.

Teórico, organizador y propagandista, Blas Roca construyó uno de los partidos comunistas más grandes y sólidos de América Latina, sin lugar a tendencias divisorias. Sin embargo, siendo líder, maestro y discípulo, nunca se consideró a sí mismo como el partido mismo. Su forma de liderar era firme pero tranquila, sin alzar la voz. Era consciente de que la fuerza y ​​la grandeza del partido dependían de los esfuerzos combinados de todos los camaradas, la dirección y la base, y de su conexión con las masas.

Su concepción de la disciplina de partido se basaba en el respeto a los principios leninistas de dirección colectiva y centralismo democrático, lejos del autoritarismo y el voluntarismo (que entonces afectaron a muchos partidos del movimiento comunista internacional). Se opuso al practicismo en la actividad de los combatientes comunistas: defendió con fuerza la necesidad del estudio, de la apropiación de las teorías, condición para el perfeccionamiento constante del trabajo del partido (porque de esta manera es posible comprender mejor la esencia del régimen capitalista). Su partido fue una escuela de cultura política. En ese sentido, se esforzó en que sus cuadros y militantes tuvieran acceso y estudiaran las obras clásicas del marxismo, así como obras de la cultura nacional y universal, como la historia de Cuba, las artes, las ciencias.

Las editoriales que construyó el partido fueron las encargadas de poner estas obras a disposición del público en general. Por estos y otros medios, logró forjar una intelectualidad de prestigio, al mismo tiempo que establecía lazos de colaboración con diversos escritores, artistas, científicos y otros creadores (revolucionarios y progresistas) que no militan en sus filas. Roca siempre estuvo atento a la necesidad de forjar la mayor unidad posible entre trabajadores manuales e intelectuales, para alimentar las luchas políticas populares con amplios aportes de la cultura.

La defensa de la identidad nacional, de la cultura nacional, fue la brújula con la que condujo a su partido a tal empeño cultural. Impulsó la resistencia a la invasión cultural imperialista, desnacionalizadora y embrutecedora, que hace todo lo posible por deformar y aplastar lo nacional y progresista de cada cultura, tratando siempre de imponer sus formas y conceptos, su cultivo de la banalidad y el pesimismo, para defender su dominación neocolonial.

Su contribución a la unidad entre marxistas y creyentes en la lucha por la emancipación nacional y social sigue siendo significativa. Difundió la concepción marxista de la religión, el mito y el dogma, como creencias resultantes de la ignorancia, que, en sociedades antagónicas, tienen raíces sociales, siendo promovidas por la miseria, la opresión y la precariedad de la enseñanza de las masas. Entendió que no fue Dios quien creó al humano, sino el humano quien creó a Dios; y que la forma de vencer a la religión no sería a través de la lucha contra ella per se, sino a través de la lucha de clases contra la opresión y la explotación (causas del reflejo religioso). Por lo tanto, como Lenin, abogó por atraer al pueblo, a pesar de los prejuicios religiosos, a la lucha activa y militante contra la pobreza y la opresión. Dejó en claro que los marxistas están totalmente en contra de toda violencia y persecución antirreligiosa. Sostuvo que en la revolución caben tanto los que invocan deus, así como aquellos que no creen en su existencia.

Fue un enérgico luchador contra todos los prejuicios que dividen y humillan al ser humano, que también dividen a las fuerzas de la revolución. Acusó de degradante la discriminación racista, que segrega a los hombres por el color de su piel, y promovió el sentimiento de solidaridad nacional; consideró que el origen de su pueblo era uno, ya que desde su nacimiento como nación los cubanos constituyeron un país mestizo, en el que blancos y negros, juntos, contribuyeron a la construcción nacional. Enseñó que son las clases explotadoras y el imperialismo las que cultivan el prejuicio racial, para dividir a los trabajadores.

Ante la victoria revolucionaria (1959), Blas Roca demostró su capacidad de análisis marxista. Despojado de fórmulas dogmáticas, defendió la Revolución Cubana triunfante, señalando que, si bien no se ajustaba a ningún esquema clásico previamente reconocido, confirmaba las tesis cardinales del marxismo-leninismo. Llevó a sus correligionarios a la convicción de que, dadas las características de la Revolución, se estaba forjando una nueva vanguardia revolucionaria, cuyo centro aglutinador era Fidel Castro -el nuevo líder de la clase obrera- y que, por lo tanto, se lograría la unidad necesaria. no se lograría con la adhesión de este nuevo líder al partido, pero sí que era fundamental que el partido aceptara el liderazgo de Fidel Castro.

Con esta astuta visión política, los comunistas cubanos, en junio de 1961, disolvieron su partido y pusieron sus banderas en manos de Fidel Castro, hecho sin precedentes en la historia del movimiento comunista. En una entrevista que aborda este proceso histórico, Blas Roca afirmó: “Cuando me tocó entregar la dirección del Partido a Fidel Castro, él ya era el líder indiscutido de la Revolución… Yo era un simple portador de lo que la historia había ya le ha dado”. Desde entonces, Blas Roca ha defendido el liderazgo de Fidel Castro contra todos los que intentaron impedirlo; a su lado, trabajó con lucidez, dedicación y espíritu creativo.

La preparación teórica previa de Blas Roca, así como su integridad revolucionaria, política y ética, lo hicieron capaz de ser tanto objeto como sujeto (protagonista) de la transformación social cubana, una lección de creatividad revolucionaria marxista que conserva su valor para las fuerzas socialistas en América Latina. y en todo el mundo Esta es la razón fundamental por la que se le considera miembro de pleno derecho de la dirección histórica de la Revolución Cubana.

Comentar la obra

Blas Roca dejó una prolífica obra, en la que se destacan reflexiones sobre los problemas fundamentales de la Revolución cubana.

Entre sus escritos -muchos de los cuales se conservan en el Archivo del Instituto de Historia de Cuba (AIHC), en La Habana-, se destacan: “Informe al VI Pleno del CC del PCC” (AIHC, afuera. 1935), en el que ofrece un análisis de la reorientación estratégico-táctica del partido, que puso fin al “infantilismo de izquierda” de los primeros años; “Las clases frente a la catástrofe” (Revista Fundamentos, Nov. 1939), en el que analiza la estructura socioclasista de la sociedad cubana y su posición ante la revolución libertadora y el socialismo; “Por la igualdad de todos los cubanos” (AIHC, 1939/ folleto), que expone las raíces de clase de la discriminación racial y, en general, social, propia de la sociedad burguesa, abordando las formas de superarla y el papel del partido marxista en este proceso de emancipación; “¿Qué es Unión Revolucionaria Comunista?” (AIHC, 1940/ folleto).

Un trabajo de educación política sobre la importancia de la lucha política de las masas trabajadoras y la necesidad de que éstas cuenten con un partido propio (que distingue la lucha sindical de la lucha política), y que aborde también los objetivos emancipadores del Partido Comunista como un auténtico partido del pueblo (a diferencia de los partidos burgueses); “El XNUMX aniversario de nuestro partido: una carta y un artículo” (revista el comunista, 1940), texto sobre el proceso de maduración marxista del partido, su superación del sectarismo y el dogmatismo; “Educación revolucionaria” (Ediciones sociales, La Habana, 1940), en el que fundamenta la necesidad de una preparación teórica y cultural general de los revolucionarios y expone la tesis marxista de que sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario; “Charla” (AIHC, Feb. 1942/ folleto), conferencia en la que explica cómo las clases explotadoras utilizan los medios de propaganda para confundir y engañar a las masas, analizando el camino dialéctico de la revolución liberadora y socialista en las condiciones de nuestros pueblos según la concepción leninista de revolución ininterrumpida .

“Conferencia en honor a Carlos Marx” (AIHC, Puede. 1942/ folleto), en el que defiende las tesis fundamentales del marxismo y su necesidad como teoría revolucionaria para la emancipación popular; “José Martí, radical revolucionario de su tiempo” (1948), artículo central de su obra de divulgación de la vida y obra de Martí, publicado en la colección Siete aproximaciones marxistas a José Martí (La Habana: Editora Política, 1978), en el que revela la significación del apóstol de la independencia cubana como “bandera de la revolución”; “Informe para la discusión de la Tesis del PSP sobre la situación actual: Primer Pleno del PSP tras el triunfo de enero de 1959” (Rdo. Fundamentos, Feb. 1959), informe de valor político y teórico que revela peculiaridades de la revolución triunfante y presenta la tesis de que es necesario “defender la revolución y hacerla avanzar”.

Entre sus principales libros destacan los siguientes: Los cimientos del socialismo en Cuba (La Habana: Editorial Páginas, 1943). En este clásico suyo, el marxista analiza la teoría y la práctica emancipadoras presentes en la historia de las ideas políticas cubanas, arraigadas en la tradición autóctona, pero con proyección universal; ofrece profundos aportes al tesoro común del marxismo, a partir de su aplicación creativa a las peculiares condiciones de la Cuba neocolonial. La obra no fue escrita con fines académicos, sino concebida como un arma de combate, de forma didáctica y educativa, con el objetivo de esclarecer conciencias y unir voluntades, de acuerdo con las exigencias del movimiento emancipador en esa complicada coyuntura nacional e internacional. .

Fue considerado por el Che Guevara como “el gran librito de Blas Roca, destinado a dar a las masas el conocimiento de la necesidad histórica que las puede llevar a feliz término”, satisfaciendo “los anhelos que fluctúan en la mayoría de la población”. : “Para mí fue de gran ayuda para entender y sistematizar todo el proceso cubano”.

En su extensa obra escrita, Blas Roca también dejó una gran cantidad de literatura dirigida a niños y jóvenes: cuentos e historietas, entre otros géneros, publicados en periódicos y revistas, todos ellos con una sensible finalidad educativa. Entre ellos están: Lecturas (La Habana: Ministerio de Educación, 1972), y charlando con laura (La Habana: Edit. Gente Nueva, 1983).

De su trabajo, también mencionamos: “Cuidamos la unidad” (AIHC, 1938/ folleto); “El reformismo en el movimiento sindical” (AIHC, 1945/ folleto); “Nuestro triunfo es seguro, nuestra victoria es inevitable” (Revista Fundamentos, sep. 1950); "Nuestro camino" (Hoy, Jul. 1959); “Hoy más que nunca 'defender y hacer avanzar la revolución': intervención en el Pleno del Comité Nacional del PSP” (Rdo. Fundamentos, Abr. 1960); “La verdad sobre las calumnias de los enemigos de la revolución cubana” (Rdo. Fundamentos, Nov. 1960); “El gran discurso de Fidel debe ser estudiado y asimilado por todos” (Revista Cuba Socialista, Abr. 1962); “Es absurdo creer en un soberano y gobernador del universo” (Hoy, Abr. 1962); “El patriotismo y el internacionalismo se integran en la ideología proletaria” (Hoy, Puede. 1962); “El Gobierno Revolucionario y el Partido promueven, organizan y orientan el desarrollo de la cultura” (Hoy, sep. 1963); “El camino del pueblo” (Rdo. Cuba socialista, Ene. 1964); “Conversando con Blas Roca”, entrevista a Alina Martínez Triay (El militante comunista, Ago. 1985).

Para firmar sus textos, el marxista utilizaba varios seudónimos, como: Marcos Díaz, Francisco, Tío Francisco.

Con su obra y ejemplo, Blas Roca se arraiga en la memoria histórica y cultural del pueblo cubano, como uno de los pensadores que más contribuyó a la difusión de las ideas progresistas sociales, políticas y culturales de su tiempo –ya la superación humana. Es uno de los hombres esenciales en las luchas fundacionales del pueblo cubano.

*Lucilo Batalla Reyes, historiador y filósofo, es profesor de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique Varona (La Habana). Autor, entre otros libros, de Blas Roca, continuador de la obra de Baliño y Mella (Editorial Ciencias Sociales).

Traducción: Yuri Martins-Fontes y Felipe Deveza.

Publicado originalmente en el Núcleo de Praxis-USP.

Referencias


BATALLA DE REYES, Lucilo. Blas Roca: virtud y ejemplo – la imagen de un hombre excepcional. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2008.

CASTRO Ruz, Fidel. “Palabras en la despedida del duelo de Blas Roca”. Granma, La Habana, 27 abr. 1987.

CASTRO Ruz, Raúl. “Palabras en el acto de homenaje de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) al compañero Blas Roca en su setenta cumpleaños”. Rdo. verde oliva, norte. 32, 13 de agosto 1978.

GUEVARA, Ernesto Che. “Palabras sobre la entrega de premios por la emulación de círculos de estudio del Ministerio de Industrias”. En: Escritos y discursos – Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1977, t. 6.

RODRÍGUEZ, CR “Blas Roca, sencillo y genial a la vez” [entrevista]. Tribuna de La Habana, 25 de julio 1993.

SERA, Aída; REYES, Amado. “Blas Roca y las luchas obreras en Manzanillo (1925-1933)”. izquierda, Universidad de Santiago de Chile, n. 28 de julio 2016. Disp.: https://dialnet.unirioja.es.


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