por WALNICE NOGUEIRA GALVÃO*
El paso de la familia Bolsonaro por Alvorada dejó un escenario de tierra arrasada
Los emús en bandadas habitan el jardín del Palácio da Alvorada desde su inauguración en 1960. Se alimentan de serpientes y mantienen el césped a salvo de animales dañinos como escorpiones, tarántulas o salamandras. Cualquier cosa que se arrastre y pique, inoculando veneno.
Acostumbrados a que los traten bien, nunca imaginaron que una persona desprevenida reemplazaría sus raciones especiales con restos de comida. Si se desperdiciaban, servirían de algo al saturar a los pájaros. El gesto fue aclamado por el agradecimiento general de los patriotas. Y dio lo que dio. Así alimentados, los ñandúes fueron atacados por la obesidad, y dos de ellos ya han muerto..
Dicen las malas lenguas que fue venganza por el picotazo que le propinó uno de ellos al ver exhibida una caja de hidrocloroquina en manos hostiles. Si rechazaran la infame inutilidad que se cobró tantas vidas, ¿permitirían que se suprimiera su “ración especial” sin patadas?
En el mismo y desafortunado jardín de Alvorada, un espejo de agua albergaba peces donados por Hiroito, Emperador de Japón, hace muchos años. Las carpas, campeonas de los seres acuáticos ornamentales, teñidas de oro y carmesí, destacan por el aleteo de sus aletas. Allí, su casa fue blanco de monedas de escaso valor, arrojadas por los turistas.
A la hora de la xepa, cuando se apagan las luces, en los saqueos y saqueos desenfrenados que configuran un escenario de tierra arrasada, surge otra historia increíble, en una saga de historias increíbles.
Al parecer, según los protagonistas del caso, la primera dama decidió, el último día, donar las monedas del estanque de las carpas al pastor evangélico que era una especie de “Mayordomo de Palacio”, administrador de Alvorada. El destino sería una obra de caridad de su iglesia. Las monedas se recogieron y se entregaron al pastor, y todo el banco fue diezmado en el proceso. La cantidad de dinero así recaudado se estimó en unos míseros 2 reales. Si lo supiera a tiempo, con gusto pagaría el rescate por las pobres cosas. La primera dama declaró oficialmente que no es ella la responsable, sino la empresa que retiró las monedas.
Ahora llegamos a las aves. En la casa del Ministro de Justicia del gobierno anterior y Secretario de Seguridad del DF de este, donde se encontró el detallado e instructivo borrador de la declaratoria de golpe de Estado, la policía también encontró unas 60 aves, que van desde desde la hermosa corbata-sangre hasta el cardenal. Todas ellas aves con pedigrí, ya sea por canto, por plumaje, o por ambos.
De sorpresa en sorpresa, ahora sabemos que la residencia de la autoridad es la sede de una empresa de comercio de aves silvestres, registrada oficialmente a nombre de su madre. Ni siquiera respetan a las madres, se dice el lector.
Finalmente, al menos por el momento, quién sabe lo que está por venir, una noticia sobre los hipopótamos. También es una historia de terror, pero esta, afortunadamente, en tierra ajena.
En el apogeo de su gloria y poder, Pablo Escobar, en uno de sus habituales ataques de megalomanía, decidió instalar un zoológico repleto de animales ilegales, incluidas dos parejas de hipopótamos. Después de que mataron a su dueño, los hipopótamos se volvieron locos.
Animales extremadamente peligrosos, debido a su tamaño y velocidad asombrosa, son bolas de fuego elegantes y brillantes que nada puede resistir. Herbívoros y acuáticos, pasan sus días en el agua, pastando las hierbas que prosperan en el fondo. Los que transitan por ríos o lagos solo ven la parte superior de los solideos, como si fueran piedras para atravesar las aguas. Pero no les gusta la gente y atacan a los humanos con furia, despedazándolos con sus poderosos colmillos.
Se reprodujeron: de 4 a 120 y se convirtieron en una amenaza. Pisotean cultivos, derriban cercas y destruyen más que Atila. Pero nadie se atreve a lastimarlos, sobre todo porque está prohibido por ley. Y está la manada de hipopótamos, la más grande del mundo fuera de África, que ahora ofrece Colombia como regalo a quien la quiera. Algunos países ya son voluntarios, pero solo aceptan unos pocos. Hará falta mucho país para, con esfuerzos combinados, llegar a 120.
¿Y quién se acuerda de que Papa Donald Trump modificó una ley para permitir que sus dos jóvenes, reincidentes cazadores, trajeran de África las cabezas de leones y elefantes con las que presumían en videos en las redes?
*Walnice Nogueira Galvão es profesor emérito de la FFLCH de la USP. Autor, entre otros libros, de Leer y releer (Sesc\Ouro sobre azul).
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