Bergman, un poco de todo

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por AFRANIO CATANÍ*

Comentario al libro “Lanterna Mágica”, autobiografía de Ingmar Bergman.

Linterna Mágica: una autobiografía, se centra en la infancia y juventud de Ingmar Bergman (1918-2007), las difíciles relaciones con su padre y sus hermanos, sus siete matrimonios, los seis años de exilio voluntario tras las acusaciones de evasión de impuestos y su larga dedicación a la cine y teatro, evocando a sus maestros e influencias –Ibsen, Chéjov, Strindberg, Sjöberg y Molander–, el rodaje de fresas silvestres (1957) y trabajo con el fotógrafo Sven Nykvist y relaciones con Ingrid Thulin, Bibi Andersson, Liv Ullman, Max Von Sidow, Harriet Andersson, Ingrid Bergman, Laurence Olivier y Lena Olin, por citar a las más conocidas.

Sin observar ningún orden cronológico, Bergman relata el intento fallido, cuando apenas tenía 4 años, de matar a su hermana menor en su cuna; relata varios episodios de una infancia infeliz, bajo las órdenes de su padre, un pastor protestante que le aplicó severos castigos corporales a él ya Dag, su hermano – el odio hacia el padre sólo se suavizaría en la madurez; confiesa que la frialdad y la indiferencia que le mostró su madre lo desesperaron y, en un hermoso pasaje, relata que, cuando eran pequeños, una tía rica le regaló a su hermano un pequeño cinematógrafo por Navidad. Ingmar, muerto de envidia, empezó a gritar, pero fue en vano, su hermano se apoderó de él. Sin embargo, en medio de la noche, el aspirante a cineasta terminó quedándose con el cinematógrafo, a cambio de soldaditos de plomo.

En esta autobiografía confiesa que fracasó como marido y como padre, haciendo de su vida y la de sus mujeres un auténtico infierno. Además, no oculta su desprecio por la mayoría de sus hijos (que son ocho), y es cierto lo recíproco. El propio Bergman dijo una vez que "todo matrimonio, tarde o temprano, se hunde". En ese sentido, su matrimonio con Ingrid Von Rosen, quien se desempeñó como secretaria y administradora del cineasta en todos los proyectos y realizaciones, que tuvo lugar en la década de 1970, duró cerca de dos décadas y media.

Linterna Mágica dedica varias páginas a la lucha de Bergman contra la acusación del gobierno sueco de ser un evasor de impuestos, que luego resultó ser infundada. Fue detenido por dos policías y llevado para interrogarlo, obligándolo a interrumpir los ensayos de la obra. danza macabra, de Strindberg, que tuvo lugar en Estocolmo (enero de 1976). Humillado e injustamente acusado, Bergman sufrió una crisis nerviosa y pasó varias semanas en una clínica. Insatisfecho, publicó el 22 de abril de 1976, en la prensa sueca y mundial, una carta dirigida a las autoridades fiscales del país y abandonó Suecia, pasando un largo período en el exilio, principalmente en Alemania Occidental. Recién regresó en 1983, aceptando las disculpas formales del gobierno.

Escribió de manera humorística que “todo hombre de teatro es supersticioso (…) En los últimos años he tenido la sensación de que August Strindberg está en mi contra. Estaba ensayando 'The Stand' y vino la policía a arrestarme. Estábamos montando 'Miss Julia' y la protagonista se volvió loca. Yo pensaba montar la misma obra en Estocolmo y la señorita Julia se quedó embarazada… Tanta adversidad en cadena y no puede ser obra de la casualidad…”. Y llevando el humor a un alto nivel, aclara que solo después de haber concertado un encuentro imaginario con el célebre escritor y dramaturgo sueco, al que tantas veces revivió sobre el escenario, las cosas se aclararon.

Bergman también detalla su trayectoria profesional en teatro y cine, habiendo debutado como director en el Teatro Municipal de Helsingborg (1944). En ese momento, llevaba allí algunos años, trabajando como revisor de guiones para Svensk Filmindustri, dirigiendo su primera película (Crisis), en 1945. Posteriormente, dirigió los Teatros Municipales de Gotebörg y Malmö y el Teatro Nacional de Estocolmo. Igualmente interesante es seguir la decisión de Bergman de dejar el cine y dedicarse exclusivamente al teatro. La decisión se tomó mientras el rodaje de fanny y alexander, debido, fundamentalmente, a la edad: a los 70 años, “el esfuerzo físico exigido a quien hace cine se ha vuelto, para mí, cada vez más incompatible con mi fuerza”, es decir, no tener las condiciones físicas para desempeñar un trabajo con la perfección que siempre se ha impuesto, prefiere retirarse discretamente. “Tomaré mi sombrero y me iré mientras aún pueda alcanzar la percha donde la dejé, y caminaré por mis propios pies. El poder creativo de la vejez no está garantizado de ninguna manera. Es algo periódico, condicionado por muchos factores, más o menos como la sexualidad que poco a poco nos va abandonando”.

Y concluye, con un toque magistral, el motivo por el cual, en ese momento de su vida, el teatro le hacía señas de una manera más cálida: “Cuando estudio en detalle mis películas y montajes más recientes, encuentro, aquí y allá, una sed de perfección que implica Les quita mucha vida. En el teatro este peligro no es tan grande porque allí puedo observar mis debilidades y, en el peor de los casos, los actores pueden corregirme. Con una película todo es irreversible. Cada día se hacen tres minutos de película, y estas breves secuencias tienen que vivir, respirar, ser ya parte del todo que van a formar”.

Y en octubre de 1988 escribí, terminando la reseña, que Bergman, por todo lo que ya había hecho en y para el cine, tenía todo el derecho de dedicarse sólo al teatro, para nuestra mala suerte. Así, Linterna Mágica constituye un importante documento para comprender el cine del cineasta sueco y, principalmente, en el sentido de percibir, a través de su trayectoria, cómo se vinculan orgánicamente vida y obra –en general con muchas angustias, desencuentros existenciales y afectivos y en constante buscar la felicidad.

*Afranio Catani es profesor jubilado de la USP y profesor invitado de la UFF. Autor, entre otros libros, de Cuatro ensayos sobre el cine brasileño (Panorama, 2004).

referencia


Ingmar Bergmann. Linterna Mágica: una autobiografía. São Paulo, Cosac & Naify, 2013.

Este artículo reproduce, con alteraciones, una reseña publicada en el extinto “Caderno de Sabado” de la Periódico en 08.10.1988.

 

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