por SANDRA BITENCORT*
La primera función del periodismo en el cumplimiento de la tarea de esclarecimiento es nombrar adecuadamente los hechos.
El brillante periodista Rodrigo Menegat, graduado de la Universidad Estatal de Ponta Grossa (UEPG), con especialización en periodismo de datos en la Universidad de Columbia, hizo un gran experimento. Pidió a ChatGPT una nota de gestión de crisis para la asociación comercial que representa a las empresas en la ciudad de Bento Gonçalves. Inteligencia Artificial informada sobre la situación de crisis: tres importantes bodegas de la ciudad se vieron envueltas en un escándalo de trabajo esclavo con terceros contratistas. La nota debe estar dirigida al público en general, mostrando que la entidad no aprueba tales prácticas.
El resultado del texto es completamente diferente de la nota realmente producida por la asociación. En el comunicado emitido por ChatGPT, hay una vehemente condena a las prácticas denunciadas y un pedido a las autoridades de tomar las medidas necesarias para garantizar justicia y reparación a los trabajadores involucrados, además de reafirmar el compromiso ético y la responsabilidad social con un negocio justo. ambiental y sustentable en la ciudad. En otras palabras, una nota llena de sensatez y capaz de mitigar el daño a la reputación de toda una región. La nota real fue un desastre. Pero es conmovedor en su sinceridad, evidenciando la forma de pensar y la cultura política de una élite que se considera superior por la consecución de cierta prosperidad económica. Aquí es donde entra el papel del periodismo. La Inteligencia Artificial no es, al parecer, capaz de captar las subjetividades, la cultura, el pensamiento que se refleja en las más diversas prácticas, con un tono racista y xenófobo. Eso es lo que el periodismo puede averiguar. ¿Cuál es el espíritu de los líderes de estas comunidades, cómo sus prácticas reflejan el tipo de pensamiento que defienden? Pero, ¿es esto lo que está produciendo el periodismo?
En mi lectura, los marcos de los artículos y las opiniones vertidas se dividen entre divulgar las declaraciones de cada lado (liderazgos, productores, autoridades, gobierno) y advertir que no se puede generalizar a toda una región por las fechorías de unos pocos, y mucho menos predicar. un boicot a un segmento expresivo de la economía en el Estado, en lo que tienen razón. Sin embargo, ¿es suficiente? ¿Reporta y expresa el tipo de mentalidad que preside este evento y con ello contribuyó a superarlo y evitar que vuelva a ocurrir?
No me parece. Enumeré una serie de preguntas que me gustaría mucho que el periodismo investigara y respondiera sobre el caso de Bento. Para ello, no basta comparar notas o comparar declaraciones. Hay que ir allí para investigar y averiguar, dejando de lado los intereses comerciales, los humores publicitarios y los desechos fascistas. Pensé en 10 preguntas que hacen referencia al interés público al que debe inclinarse el periodismo:
- ¿Es posible en una comunidad de este tamaño, entrelazada en relaciones directas y amplias, afirmar que nadie sabía sobre la esclavitud?
- ¿Las declaraciones inapropiadas de los líderes (concejales, presidentes de asociaciones, alcalde) son por estupidez o porque realmente dialogan con la mayoría de los que lideran y representan?
- ¿Cuál es la opinión de la comunidad sobre este episodio?
- ¿Qué opinan sobre el valor del trabajo y las violaciones cometidas?
- ¿Qué ideas de negocio y qué recuerdo de tus antepasados inmigrantes se cultivan?
- ¿Existe el racismo? ¿Son xenófobos?
- ¿Cuánto tiempo ha estado sucediendo esto y en qué medida?
- ¿Quién condena y tiene diferentes prácticas que pueden servir de contrapunto?
- ¿Cómo son tratados los trabajadores de la región y otros inmigrantes?
- ¿Cómo se invierte la riqueza generada para promover qué tipo de negocios y qué forma de sociedad?
El tema de la esclavitud moderna es una plaga en el mundo. Por ello, su cobertura es repetida por varios países. En 2020, el diario español El País estampado en la portada: Los mil esclavos de la naranja, llamando la atención sobre el descubrimiento del trabajo esclavo, con trabajadores inmigrantes de Rumania a la región de Castellón, cerca de Madrid, que se prolongó durante cinco años en la cosecha de naranjas. El primer titular de Cero horas sobre el descubrimiento de las condiciones infrahumanas de los trabajadores en Bento estampado en la portada: libre de trabajo irregular. La primera función del periodismo en el cumplimiento de la tarea de esclarecimiento es nombrar adecuadamente los hechos. El caso de Bento no se trataba de trabajo irregular, aunque las irregularidades son abundantes y posibles debido al advenimiento de la tercerización sin medidas (otro tema a investigar). Pero, en el hecho denunciado, se trataba de trabajos forzados, esclavitud moderna y una reacción absolutamente cínica de los responsables, achacando la falta de calificación de la mano de obra y las políticas de bienestar. Aliviar la delincuencia y no comprender el fenómeno no es aceptable para un periodismo que pretende ejercer sus funciones sociales. Un titular nunca es una distracción, siempre es una elección bien pensada.
Las estimaciones mundiales de la esclavitud moderna, publicadas a fines del año pasado en Ginebra, son aterradoras: 49,6 millones de personas vivían en condiciones de esclavitud moderna en 2021, de las cuales 27,6 millones en trabajos forzados y 22 millones en matrimonios forzados. De los 27,6 millones de personas en trabajo forzoso, 17,3 millones son explotados en el sector privado; 6,3 millones están en explotación sexual comercial forzada y 3,9 millones están en trabajo forzado impuesto por el estado.
El doce por ciento de las personas en trabajo forzoso son niños. Más de la mitad de estos niños son víctimas de explotación sexual comercial.
Abordar los déficits de trabajo decente en la economía informal, como parte de esfuerzos más amplios de formalización económica, es una prioridad para avanzar en la lucha contra el trabajo forzoso. Investigar, denunciar, responsabilizar e informar en todas las cartas también debe serlo.
*Sandra Bitencourt es periodista, doctora en comunicación e información por la UFRGS, directora de comunicación del Instituto Novos Paradigmas (INP).
El sitio web de A Terra é Redonda existe gracias a nuestros lectores y simpatizantes.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
Haga clic aquí para ver cómo