por REMY J. FONTANA*
Comentario al libro de ficción de la historiadora Mary Del Priore
Con este título sensualmente provocador, la historiadora Mary Del Priore hace una exitosa incursión en la ficción, pero basada en hechos, documentos y personajes reales del Brasil Imperial durante el Segundo Reinado, período en el que la aristocracia tupiniquim asociada a los barones del café vivió sus últimas décadas. , pisoteada por el movimiento abolicionista y la agitación republicana. Uno cuestionaba la economía basada en la esclavitud, el otro apuntaba al fin del régimen monárquico, poniendo en el orden del día, respectivamente, la cuestión de la introducción del “trabajo libre”, del salario capitalista –que tendría a la inmigración europea como uno de los respuestas, y en un mismo movimiento el abandono de los antiguos esclavos a su propia suerte-, y el surgimiento de la república, que se daría mediante las artimañas poco prometedoras de un golpe militar.
En una ingeniosa construcción que alterna relatos de personajes, diarios, cartas y crónicas periodísticas, el autor recrea una época, perfila un tipo de sociedad, nos proyecta en los procesos vividos allí, haciéndonos, por así decirlo, contemporáneos de aquellos. seres que habitaron esos tiempos, pretéritos, ese suelo social, ese clima cultural. Es un transporte de imaginación regresiva, una inmersión en la memoria personal de unos personajes, de una colectividad, de una sociabilidad.
Es en este contexto que encontraremos a Nicota Breves, una baronesa del café, Maurice Haritoff, un conde ruso que se convertirá en su esposo, Regina Angelorum, ex esclava, amante del conde y luego su esposa y muchos otros extras, cuyo viaje seguiremos en los detalles de sus vivencias, sus circunstancias, sus condiciones, sus momentos de elevación, placeres y ostentación, y de su contrario, los descalabros afectivos, las quiebras económicas y el hundimiento moral. Se mueven entre diferentes sociedades y culturas, brasileña, francesa, rusa, con sus particularidades, sus códigos, sus determinaciones que se imponen a los personajes, marcando su comportamiento, demarcando sus expectativas, y sus destinos.
El camino existencial de Nicota puede estar delimitado por tres sentimientos, resignación, melancolía y muerte. Los tiempos y formas alternados y combinados que experimenta tales afectos quedan como resumidos en su lúgubre reflexión sobre la inminencia de su muerte: “Me muero de dolor, cubierta de manchas azules que marcan mis brazos. Son las manchas de la melancolía. Bebo el resto de mi vida sin sed”. (…) “Debo aceptar mi destino”.
A bordo del barco que lo lleva a Brasil desde París, donde en la bodega se encuentran unos pobres inmigrantes alemanes a los que se les ha prometido un mundo de riquezas, Maurice anticipa lo que le espera en esta tierra tropical con promesas de verano eterno. También con la expectativa de que haya una fortuna por hacer, no por el arduo esfuerzo al que son consignados los inmigrantes pobres, sino por la amplia y elegante avenida de matrimonios con herederas cafetaleras, quienes en este intercambio de ventajas mutuas serían galardonado con títulos honoríficos de la nobleza europea (en ese momento, decadente).
De este oportunismo aristocrático que llega al nuevo mundo para obtener riquezas fáciles que ya no están disponibles en su tierra natal, Maurice tardará mucho en despojarse de la arrogancia que marcó su carácter y estilo de vida en San Petersburgo o París. Su arraigada arrogancia, propia de los altos cargos de la época, sólo empezaría a ceder cuando las dificultades económicas y las penurias personales empezaron a imponerle una realidad que iba más allá de los “frofros”, las frívolas reverencias y cortesías de su entorno y sus relaciones
Es cuando se da cuenta de que hay una justicia para los poderosos y ricos, y otra para los pobres y desheredados, que en vez de juzgar los errores, fechorías o crímenes según su importancia, lo hace según la clase social que los comete; cuando se da cuenta con amargura de que la sociedad a la que había pertenecido hasta entonces lo adulaba y colmaba de atenciones mientras era rico, y que cuando se encuentra pobre, lo trata con la delicadeza de una patada en el culo. Es cuando, ya enviudado por Nicota, en el momento en que pretende rescatar a la “pobre niña”, ex esclava, su amante de su condición degradante haciéndola su esposa, que Maurice encuentra el camino de su desalienación, en busca de de una dignidad redentora.
En un triste ajuste de cuentas con los amigos, la familia y consigo mismo, cuando no tiene nada más que hacer o decir ante el vaciamiento de su mundo, encuentra un momento de lucidez a modo de consuelo: “La inteligencia tiene el instinto de la Verdad; conciencia, el instinto de Justicia, el corazón, en fin, el instinto de Amor”.
Lo que sabemos en este relato de las peculiaridades de la sociedad señorial brasileña proviene principalmente del carácter de sus estratos superiores, de su posición de clase, de las prerrogativas de su estatus privilegiado, de una ideología que delimitaba sus intereses como los del país. Por eso, el fin de la esclavitud, que les garantizaba riqueza, forma y estilo de vida, aparecía como un espectro intolerable, como una amenaza a exorcizar, como un negador de “su buena sociedad”, como la ruina económica nacional, el fin de los tiempos. , presagio del caos.
Esta perspectiva de la clase dominante se entiende indisolublemente por la de la clase opuesta, compuesta en su mayoría por esclavos; vemos cómo se configuraba su condición de trabajo, especialmente en el cafetal, pero también de manera subsidiaria en la variedad de ocupaciones serviles, dentro de la casa señorial o en ocupaciones urbanas. También se describen otras esferas de la sociabilidad de los esclavos, como la religiosidad, el entretenimiento, el conocimiento, que configuran un panel de su forma de vida y su posición en ese tipo de sociedad.
Con el fin de la esclavitud, el régimen político monárquico también se va por el desagüe; un mundo envejecido se prepara para salir de escena, sus personajes han agotado sus fuerzas, sus modales y estilos de vida han caducado, es el fin de una clase, de un estamento, de un sistema. Otra clase y otro sistema se preparan para ocupar su lugar: los industriales y la república; ¿Serían éstos heraldos de progreso y de un futuro brillante, o traerían ya consigo los gérmenes corruptores, fuentes y orígenes de otras inversiones de valores, otras ostentaciones plutocráticas, otras exclusiones y discriminaciones?
El libro de Del Priore se suma a la estirpe de quienes ayudan a hacer inteligible el pasado, a partir de cuyos restos se teje la trama de la historia posterior. Cuanto más aprendamos de este proceso, mayor será la posibilidad de desentrañar algunos nudos y callejones sin salida del presente, así como develar algunas virtualidades y promesas contenidas en él.
*Remy J. Fontana es profesor jubilado del Departamento de Sociología y Ciencias Políticas de la UFSC.
referencia
María del Priore. Bésame donde no llega el sol. São Paulo, Planeta, 2015 (https://amzn.to/3KLD6tu)