por FRANCISCO FERNANDES LADEIRA*
debemos entender Barbie como producto cultural del que es, hoy, el mayor enemigo de los pueblos oprimidos del planeta: el imperialismo yanqui
La película Barbie, uno de los principales temas de la agenda pública de los últimos días, pasará sin duda a la historia como una de esas producciones cinematográficas de las que más se habla que se mira. Siguiendo esta línea, pretendo centrarme aquí en la repercusión de la obra y no en su contenido.
No se trata de hacer juicios de valor sobre quién fue a ver la película vestido de rosa, sobre quién no recomendó Barbie o si es (o no es) una producción dirigida a niños. En mi opinión, estas son preguntas irrelevantes para un debate mínimamente productivo. Después de todo, ir o no ir al cine es un derecho individual.
En primer lugar, debemos entender Barbie (o cualquier otro similar) como producto cultural del que actualmente es el mayor enemigo de los pueblos oprimidos del planeta: el imperialismo norteamericano. Cualquier análisis que no tenga esto en cuenta corre el riesgo de ser mero prejuicio o laceración. Por cierto, estas dos visiones, ambas maniqueas, guiaron casi todas las críticas sobre la película. Barbie.
Históricamente, el dominio planetario de EE. UU. no se construyó solo por medios militares o económicos; también presentó lo que el politólogo Joseph Nye define como “Poder suave”, es decir, la capacidad discursiva de modelar los deseos del otro, generando tal atracción que opta por seguir su ejemplo.
De ese modo, Barbie tiene como principal función ideológica difundir la identidad, ideología creada en los Estados Unidos, cuyo principal objetivo es dividir y confundir a los sectores oprimidos, reemplazando la lucha de clases (el motor de la historia, según Marx) por movimientos de determinadas identidades ( mujeres, negros, gays, lesbianas, transgénero, indígenas, veganos, obesos, etc.).
En caso de Barbie, su narrativa, centrada en la abstracta “lucha contra el patriarcado” (que oculta las luchas reales de los pueblos oprimidos: contra la burguesía, a escala nacional, y contra el imperialismo, a escala global), transmite una imagen pseudoprogresista, de supuestamente "Liberación de la Mujer". Eso es suficiente para atraer a gente políticamente ingenua.
Este carácter supuestamente progresista de Barbie (irónicamente, un muñeco símbolo del conservadurismo yanqui de los años 1950) llevó a muchos vinculados a la extrema derecha a calificar la película de “antihombre”, “marxismo cultural”, “afrenta a los valores cristianos”, “apología de la homosexualidad” y “contra la familia.”, entre otros delirios propios de este público.
Hasta aquí nada nuevo, ya que “vergüenza ajena” y “ultraderecha” pertenecen al mismo campo léxico. Sin embargo, tan vergonzosos como los delirios de la extrema derecha fueron las posiciones de (una buena parte) de la izquierda sobre la película. Barbie.
En lugar de denunciar a la industria cinematográfica como un brazo cultural del imperialismo estadounidense, muchos izquierdistas (o supuestos izquierdistas) prefirieron elogiar la obra, con “opiniones listas”, provenientes directamente de Harvard y sus mantras lacrantes como: “símbolo del empoderamiento femenino”, “contra la masculinidad tóxica”, “mujeres en el poder” y (lo anterior) “lucha contra el patriarcado”.
Como nada es tan malo que no puede empeorar, también hicimos los análisis exclusivamente en base a las críticas de la extrema derecha a Barbie, y no el contenido de la película en sí. Algo así como "si molestó/molestó a los conservadores, automáticamente es positivo para la izquierda".
Y así la ultraderecha se convierte en el espantapájaros ideal de la otredad negativa de la izquierda. El “principal enemigo” ya no es el “burgués explotador”, sino el “macho escroto”.
En definitiva, si en los aspectos militar y económico Estados Unidos es una potencia decadente (considerando, por ejemplo, la incapacidad para hacer frente a la creciente influencia global de Rusia y China), en la “guerra semiótica”, es decir, en Simbólicamente, los estadounidenses son más fuertes que nunca. Barbie, la película, no solo es un éxito de taquilla, también es una exitosa película de acción. Poder suave.
*Francisco Fernández Ladeira es estudiante de doctorado en geografía en la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp). Autor, entre otros libros, de La ideología de las noticias internacionales (CRV).
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