Auto compasivo

Marco de O Auto da Compadecida 2/ Divulgación
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por BRUNO FABRICIO ALCEBINO DA SILVA*

Consideraciones sobre la obra de Ariano Suassuna y las películas basadas en esta obra

“Mandó llamar al vicario: / – ¡Listo! – llegó el vicario. / – ¡A sus órdenes, Excelencia! / El obispo le preguntó: / – Entonces, ¿qué perro fue / el que enterró el reverendo? / – Era un perro importante, un animal de inteligencia: / antes de morir, / dejó a Vuestra Excelencia / Dos contos de réis en oro. / Si me equivoqué, ten paciencia / – No, vicario mío, / eres un buen pastor. / ¡Perdón por molestarte, / es culpa del portador! / Un perro así, / ¡ya ves que es digno! (Leandro Gomes de Barros, “El entierro del perro”, fragmento de El dinero).

"No lo sé, sólo sé que fue así". Así crecí, así me gradué, así viví. Nací en el interior de Cariri, en Ceará, pero crecí en São Paulo, escuchando a mi abuela y a mi padre contar las historias tradicionales y casi siempre cómicas que escucharon o vivieron allí. La inmensidad seca y austera de esta región, sus contornos duros y su gente resiliente siempre han moldeado mi percepción del mundo.

al leer Auto compasivo (1955), de Ariano Suassuna, fui inevitablemente transportado a un espacio muy cercano al mío, aunque ficticio: Taperoá, en Paraíba. Allí, los escenarios y los personajes parecían hablar directamente con mis recuerdos, con las experiencias de quienes conocen los matices del sertón nororiental, sus dilemas y sus bellezas.

El término “auto”, que da título a la obra, hace referencia a una tradición literaria medieval que encontró su expresión más llamativa en Portugal, con autores como Gil Vicente. Los actos, de carácter religioso o moralizante, eran representaciones teatrales que buscaban entretener e instruir, combinando elementos cómicos y dramáticos. En Suassuna, esta tradición se revitaliza y adapta a la realidad nororiental, componiendo un texto a la vez local y universal, popular y erudito, cómico y trágico.

Desde el principio, Auto compasivo Se presenta como una obra que trasciende la fácil categorización. La narrativa, centrada en las figuras de João Grilo y Chicó, es un caleidoscopio de referencias culturales, históricas y religiosas. João Grilo, el antihéroe arquetípico, es la personificación de la astucia campesina, mientras que Chicó, su compañero de aventuras, encarna la imaginería fabulosa y la oralidad tan típicas de los nordestinos. Ambos, a través de sus travesuras y desventuras, cuestionan las instituciones y las jerarquías sociales, exponiendo las contradicciones de una sociedad profundamente marcada por la desigualdad y la hipocresía.

El libro fue escrito a partir de novelas y cuentos populares del Nordeste, como lo ejemplifica el epígrafe de este texto, que refleja la rica tradición literaria y cultural de la región, principalmente la literatura cordelera, expresión auténtica y profundamente arraigada en la cultura nororiental. Cordel, con sus rimas y narrativas atractivas, siempre ha sido una forma de resistencia y preservación de la historia y las creencias populares del pueblo nordestino. Surge de voces anónimas, experiencias cotidianas y mitologías locales, abordando muchas veces temas como el folklore, las leyendas, los desafíos de la vida en el interior del país y figuras heroicas que pasan a formar parte del imaginario colectivo.

La trama, ambientada en Taperoá, entrelaza la vida cotidiana del interior del país con temas universales, como la justicia, la fe y la moral. En el centro de la narración está el juicio final, donde figuras como el Diablo, Manuel (Jesucristo) y Nossa Senhora da Compadecida desempeñan papeles cruciales. Este juicio es una brillante síntesis del sincretismo religioso brasileño, mezclando elementos del catolicismo tradicional con la religiosidad popular. Nuestra Señora, por ejemplo, es retratada como la intercesora suprema, dotada de una profunda empatía por el sufrimiento humano, mientras que el Diablo encarna no sólo el mal metafísico, sino también las injusticias concretas del mundo terrenal.

Uno de los aspectos más destacables de la obra es su magistral uso del lenguaje. Suassuna logra recrear la oralidad nororiental con una precisión y un lirismo que hacen que el texto sea profundamente auténtico. Se exploran expresiones idiomáticas, dichos populares y el humor peculiar del sertón para dotar a la obra de una musicalidad propia, a la vez cómica y poética. Este uso del lenguaje es también un acto de resistencia cultural, una afirmación de la riqueza y singularidad de la tradición nororiental en un contexto histórico marcado por la marginación de esta región en el imaginario nacional.

Otro elemento esencial es el humor, que impregna toda la narrativa y sirve como medio de subversión y crítica. La risa en Ariano Suassuna no es sólo un fin en sí misma; es una herramienta poderosa para descubrir estructuras de poder y cuestionar las normas sociales. Las escenas en las que aparecen personajes como el panadero, la mujer adúltera y el sacerdote codicioso son claros ejemplos de cómo se puede utilizar el humor para exponer la hipocresía y la corrupción, sin perder de vista la complejidad y humanidad de los personajes.

Sin embargo, Auto compasivo Es mucho más que una sátira social. También es una obra profundamente espiritual, que aborda cuestiones existenciales de una manera accesible y conmovedora. La yuxtaposición entre lo cómico y lo trágico refleja la propia experiencia humana, especialmente en el contexto del interior del país, donde la lucha por la supervivencia va acompañada de una rica vida espiritual y cultural. Esta dualidad se ejemplifica en la figura de João Grilo, quien, a pesar de todos sus defectos y trucos, revela una profunda comprensión de la condición humana y un genuino deseo de justicia y redención.

Finalmente, no se puede hablar de Auto compasivo sin resaltar su impacto cultural. Desde su estreno en 1955, la obra ha sido adaptada y reinterpretada en diversos formatos, incluido el cine y la televisión, siempre con gran éxito. Esta capacidad de resonar con audiencias tan diversas es un testimonio de su fuerza artística y relevancia atemporal.

Así, al revisar el libro, no sólo reconocí las huellas del interior de Taperoá, sino que también vi, reflejadas en la obra de Suassuna, los dilemas, esperanzas y grandezas de un pueblo que, como João Grilo, encuentra en la astucia y la fe las herramientas para afrontar las adversidades de la vida. Es una obra que, más que nunca, habla al alma de Brasil.

Entre lo sagrado y lo profano: Auto compasivo sin cine

Cuando Coche O compadecida se estrenó en 2000, no sólo adaptó la obra maestra teatral de Ariano Suassuna; La película redefinió los límites del cine brasileño al mezclar la comedia popular con un profundo subtexto cultural y espiritual. Bajo la dirección de Guel Arraes, la narrativa entrelazó el rico universo de la literatura cordel con un raro vigor cinematográfico, valorando la oralidad nororiental, la astucia de los personajes y el sincretismo religioso que define gran parte del Brasil profundo.

Ahora, casi un cuarto de siglo después, la llegada de O Auto da Compadecida 2 presenta nuevos desafíos y celebra viejos logros, reflejando no sólo cambios en los personajes, sino también en el propio cine nacional.

La adaptación de 2000 transformó material originalmente teatral y radiofónico en uno de los éxitos audiovisuales brasileños más notables. Lo crucial en este proceso no fue sólo la fidelidad al lenguaje y al humor de Suassuna, sino también la capacidad de transportar su esencia a un formato más dinámico y rico visualmente. La cámara de Guel Arraes exploró el interior del país no como un espacio meramente árido y desolado, sino como un escenario vibrante para las emociones humanas y los conflictos universales. La plasticidad de los decorados y la ligereza del montaje ampliaron el alcance de la obra, permitiendo a João Grilo y Chicó trascender sus orígenes regionales para convertirse en arquetipos de engaño, coraje y supervivencia en un mundo de desigualdades.

La primera película equilibró lo sagrado y lo profano con una elegancia inusual. La presencia de Fernanda Montenegro como Compadecida no sólo ancló la película en el imaginario católico, sino que dio gravedad y belleza al juicio final, en contraste con las divertidísimas aventuras de João Grilo (Matheus Nachtergaele) y Chicó (Selton Mello). El resultado fue una obra que logró ser a la vez crítica y devocional, regional y universal, cómica y conmovedora.

Por otro lado, las La Compadecida Auto 2 llega en un momento en que el cine brasileño enfrenta desafíos presupuestarios y presión por la innovación narrativa. La secuela, nuevamente dirigida por Guel Arraes y coescrita por Flávia Lacerda, conserva la esencia humorística y el carisma de los protagonistas, pero se revela menos atrevida en sus ambiciones. Si la primera película fue una celebración de la creatividad y el virtuosismo narrativo, la película de 2024 prefiere revisitar fórmulas establecidas, a veces sin la frescura necesaria para reinventarlas.

La elección de explorar los mismos arquetipos en una nueva disputa –ahora electoral– funciona como una alegoría contemporánea, pero carece de la profundidad que hizo que la original fuera atemporal. Al situar a João Grilo en el centro de una disputa entre poderosos lugareños, la película aborda cuestiones relevantes sobre manipulación política y ambición, pero muchas de estas reflexiones terminan diluidas en una trama que prioriza el humor fácil sobre la crítica social más incisiva.

Aun así, hay méritos que no se pueden ignorar. El uso de animaciones para ilustrar las “historias” de Chicó es una innovación que respeta el espíritu narrativo original al tiempo que explora nuevos lenguajes visuales. Además, la introducción de nuevos personajes, como Antônio do Amor (Luiz Miranda) y el nuevo Compadecida (Taís Araújo), aporta vitalidad al elenco y demuestra que hay espacio para la reinvención dentro de este universo.

La sustitución de Fernanda Montenegro por Taís Araújo en el papel de Compadecida resume el mayor desafío de la secuencia: ¿cómo apropiarse de un legado icónico sin distorsionarlo? Araújo ofrece una interpretación que equilibra la suavidad y el carisma, pero que inevitablemente lleva el peso de suceder a una de las más grandes actrices de la historia del cine. Su actuación, sin embargo, señala un intento de modernizar la película, acercando a Compadecida a una figura más accesible y menos hierática.

Nachtergaele y Selton Mello siguen siendo el centro de la historia. La química del dúo es tan sorprendente que eclipsa cualquier problema narrativo. João Grilo sigue siendo el embaucador irresistible, mientras que Chicó sigue siendo el narrador lleno de miedos y contradicciones. Sin embargo, llama la atención que el guión de 2024, en su intento de reproducir los éxitos de 2000, acabe restringiendo la evolución de los personajes. La sensación de repetición es inevitable, sobre todo para aquellos que tienen viva en la memoria la primera película.

Quizás el mayor mérito de la nueva adaptación resida en su capacidad para reconectar al público con el universo de Suassuna, aunque lo haga de una forma menos inspirada de la que podría haberlo hecho. La película es una invitación a la nostalgia, pero no corre suficientes riesgos como para ampliar los límites narrativos del original. En un momento en que el cine nacional lucha por un espacio entre las producciones extranjeras de alto presupuesto, la falta de audacia de la secuela es comprensible, pero no deja de ser frustrante.

Por otro lado, la obra reafirma el poder duradero de los personajes de Suassuna y el impacto cultural de sus historias. Incluso cuando no es completamente inventivo, La Compadecida Auto 2 demuestra que Brasil todavía sabe reírse de sí mismo y, a veces, esta capacidad es todo lo que necesitamos para seguir adelante.

*Bruno Fabricio Alcebino da Silva Es Licenciado en Relaciones Internacionales y Ciencias Económicas en la Universidad Federal del ABC (UFABC)..

Referencias


Ariano Suassuna. Auto da Compadecida. Río de Janeiro, Nova Fronteira, 2018, 208 páginas. [https://amzn.to/4hmxLqs]


El Auto de Compadecida 2.
Brasil, 2024, 114 minutos.
Dirigida por: Guel Arraes, Flavia Lacerda.
Guión: Guel Arraes, Adriana Falcão.
Reparto: Matheus Nachtergaele, Selton Mello, Virgínia Cavendish, Eduardo Sterblitch, Enrique Diaz, Luiz Miranda, Taís Araújo.


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