La audacia sin precedentes de Oswald de Andrade

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por LEDA TENÓRIO DA MOTTA*

extracto del libro Cien años de la Semana del Arte Moderno

En un gesto inesperado en el ámbito de nuestras cordiales prácticas académicas, el profesor de la UFRGS, Luis Augusto Fischer, erudito hablando desde fuera del prestigioso circuito estadounidense, se hizo público, hace unos años, a través de Folha de São Paulo, encontrando extraño el papel central que llegó a ocupar el movimiento 22 en la cultura brasileña. Luego atribuyó la magnificación de su importancia a la fuerza imponente del gabinete de São Paulo. Y noté, en la misma ocasión, al formularlo alto y claro, quizás por primera vez tan francamente, en un escenario abierto, después de las tradicionales intervenciones institucionales también fuera de los muros del grupo de concretistas, que la impresionante fuerza de la Semana sobre nosotros no se separa de la fuerza pedagógica de la corriente crítica surgida de las primeras filas alfabetizadas de nuestra primera universidad. Esa formación que, reteniendo al fallecido Mário de Andrade que repudia la orgía intelectual del pasado y propone una nueva carta de principios políticos, celosa de un arte comprometido, la avala y difunde.

Junto a ello, también se atrevió a señalar la existencia de un cierto “punto ciego” en la obra princeps por Antonio Cándido, el Formación de la literatura brasileña. A saber: una cierta dirección en el examen del proceso de nuestra maduración literaria a través de saltos de calidad o “momentos decisivos” allí explicados que harán que termine antes que Machado de Assis, es decir, por así decirlo, antes del fin. Hay que añadir el examen que nos lleva a los artistas considerados por los fundadores y que Oswald llamaría somnolientos.

El profesor se atrevió así a relativizar el tamaño de esa máxima referencia a las corrientes críticas dominantes que le hacían referencia, desde los años 1960, y que data de los primeros trabajos de Roberto Schwarz, que un pensador de la misma universidad paulista, Paulo Arantes, podría decir de ella, en los años noventa, en El significado de entrenar., que es “el momento más alto de la teoría literaria en el país”. Una valoración que continúa las notas de Schwarz sobre el grado de elaboración del análisis de Cándido, cuando establece el vínculo entre literatura y realidad social, que es su mayor seña de identidad.

De hecho, Fischer no sólo señala que es el modelo interpretativo de Formación lo que nos hace reconocer, de norte a sur, lo que es una literatura nacional digna de ese nombre. O que sea de acuerdo con el tipo de comprensión de un Brasil finalmente genuino literario, o de una literatura finalmente genuinamente brasileña, propuesta allí, que comencemos a enseñar, en todos los niveles de pregrado y posgrado, lo que es o no posible. expresión artística de un país como el nuestro. Pero sorprende que el libro ignore al mayor escritor brasileño, resumiendo depositar, como deposita, en los pintores arcadianos y románticos del color local la virtud de hacernos subir al tranvía de la historia de Occidente, que hemos Ya pillado caminando, de la mano de Antonio Gonzaga y Gonçalves Dias.

Si es cierto que nunca hemos estado en desacuerdo, en ningún foro nacional, sobre la importancia absolutamente central del autor de Dom Casmurro, aunque, para estos críticos, su gran valor reside en la forma en que se enfrenta al país contradictorio, con su comedia ideológica, mientras que, para otros, toda su grandeza reside en cosas más técnicas, como el uso que hace de la ironía de Swift. o el discurso indirecto de Flaubert, que es lo que le habría valido, de hecho, para una de las líneas, la cacareada volubilidad narrativa que le atribuye la otra, en cambio, es un hecho que el sistema de Cándido no deja de desencadenar un desacuerdo instigador sobre el estatus de nuestras producciones coloniales. Con menor o mayor repercusión en los departamentos de literatura, en los circuitos editoriales y en los cafés filosóficos, tiende a verlos ya sea como algo extranjero, portugués y aislado, o como algo tan universal como lo es, por ejemplo, a pesar de sus raíces shakesperianas y del romanticismo francés.

La divergencia abarca, aquí, ese sentido de nación y nacionalidad que, según la supuesta mejor tesis, acabará dotando a las obras creativas de cualidades preponderantes como el sentimiento de lugar y los temas locales, allá, una percepción de la función poética o formal. paradigma que cuestiona el contenido y la brasilización de las musas. Por lo tanto, puedes encontrar Formación, que la manifestación de temas nativistas da origen a nuestra “verdadera literatura” y que ésta es “una mentalidad históricamente muy beneficiosa” para la “encarnación literaria del espíritu nacional”. Mientras que en otros dispositivos teórico-críticos como el Tteoría de la poesía concreta, ya hemos comprobado que estas son las palabras que tienen “personalidad e historia”.

Cien años después de la Semana de Arte Moderno, tal vez sea hora de considerar la presencia previa de Oswald de Andrade, con su cuchara torcida, en la discusión. O reabrir cierta parte menos conocida del archivo antropofágico, que continúa temas oswaldianos que antes sólo se resumían brillantemente en los axiomas de los manifiestos, como la crisis de la filosofía mesiánica y la marcha de las utopías. Verlo, ya en la tesis presentada en 1945 a la cátedra de Literatura Brasileña de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la USP, titulada “A Arcádia e a Inconfidência”, documento que hoy se encuentra entre los ensayos poético-doctrinales del volumen VI de las Obras Completas, publicadas en 1972, organizadas por Benedito Nunes, emprende ya el camino que sería el de la crítica a la crítica de Cándido.

Puesto que ya sostiene allí, fiel a su manera más antropológica que sociológica de investigar lo que precede a comienzos fechados, o historias lineales, que efectivamente hubo vida literaria en la colonia analfabeta, y muy honorable. Que incluso hubiera sido más sutil que el que tuvo lugar en el Brasil del siglo XVIII, con esos versos “de mal gusto”, con nombres de pastores griegos, que son los arcadios, y esos letristas “aburridos” que son los Poetas románticos, a los que Cándido le cede todo el espacio. Desde la perspectiva de Oswald, no aportan nada realmente nuevo, son los hijos más obedientes de letras antiguas bien establecidas en el clasicismo portugués, pasando por Francia. En el lenguaje feroz del autor, en general, no son más que manifestaciones de un grupo de “nuevos pobres amorosos” de Minas Gerais. Siempre soñando con su “novia”, que ahora ha tomado la apariencia de la joven vilarricense Marília de Dirceu, que, eso sí, aparece en el escaparate de nuestra ciudad… pero “con aires de ninfa antigua”.

De hecho, existe en esta parte final de la obra de Oswald, y todavía tiene que ser apreciado adecuadamente, ya sea por lectores que no fueron más allá de los manifiestos de la fase heroica, o por observadores que no están preparados para su impactante retórica, de la cual el mismo primer Cándido de Brigada ligera dijo, en los años 1940, que se trata de “gogorismo verbal” y resultado de una “fácil estilización” _, toda una revisión de esta primera cosecha literaria brasileña con la que la sociología estética del Formación mucho juego. Y este es uno cuerpo mucho más interesante para el investigador de los acontecimientos del 22, destinados a ser cubiertos por el éxito de la estima de Mario de Andrade, ya que se produce básicamente en los mismos términos que la buena pelea que se comprará en el futuro, dentro del mismo espíritu revisionista. , de Haroldo de Andrade. Campos, en este volumen crítico de los años 1980, prácticamente ignorado en los ámbitos departamentales bienpensantes, que es O Secuestro del Barroco – El caso Gregório de Matos.

Ya que este último Oswald del que hablamos toca exactamente la misma fibra sensible que Haroldo, que devuelve a Gregório de Matos al canon. Sea lo que sea: son los pendientes del gongorismo luso-bahiano del poeta secuestrado los que son gran literatura, en el contexto general de nuestras producciones escritas iniciales, porque implican una “migración interior” y tienen “magia verbal”. Mientras que las “tertulias” del Arcadianismo son “sin espíritu” y la atmósfera de amor del Romanticismo es “sin sentido”.

Valioso pensador de su tiempo, familiarizado con Marx y Freud y que, además, en la década de 1950 leía a Sartre y Lévi-Strauss, como se desprende de sus citas, Oswald comienza con la frase quizás más incisiva y mordaz. y, sobre todo, ensayo que forma parte de la colección, el llamado “Arcádia e Inconfidência”, que describe la posición de Minas Gerais en el marco de la economía portuguesa, a lo largo del siglo XVIII. En este paso se dedica a señalar cómo toda la grandeza de la metrópoli, en aquella época en plena fiebre del oro, dependía de la opresión fiscal sobre la colonia, y cómo, a partir de mediados de siglo, con la El agotamiento de la minería, mal equipada y mal administrada, y la reducción en la recaudación de los aportes que cobran desde Brasil, emerge en Ultramar el “sueño Derrama”. Circunstancia agravada por el hecho de que Portugal, habiendo ganado sus luchas autonomistas contra España, cayó bajo la esfera de influencia de la Inglaterra imperialista, dejándola con su “vocación de muelle”.

Es en esta situación de decadencia, cuando Portugal intensifica su cerco sobre Brasil, tratando de recuperarse económicamente a través de sus gobernadores alguaciles - escribe Oswald, pasando del contexto al texto, y no al revés - que se insinúa la palabra camuflada de los poetas. pastores. Que están imbuidos de tal miedo a dañar el orden establecido que se esconden detrás de esos “preciosos e idílicos seudónimos” y esos “inofensivos versos”.

Allí el escrutinio de Oswald es cada vez más cruel. Es en medio de todos estos “bostezos” de este círculo de poetas menores _sigue el ensayo_, que aparecen los primeros “espasmos románticos de los futuros Inconfidentes”. En la Universidad de Coimbra habían adquirido un buen gusto galo, un virtuosismo medido y, junto con ello, habían llegado a despreciar a Gôngora. Más preocupados por la liberación de Brasil que por los problemas de expresión, y apegados al protocolo del “cernícalo”, no romperán significativamente con la insipidez de la poesía pastoril, sino que la continuarán, en el nivel de lo que importa, la forma, cayendo en el “reverencia fastidiosa por Arcadia”, haciendo girar “la vieja rueda estética”. Más allá de la diferencia entre su “dulzura amorosa” y el cortejo de sus seres queridos, los versos siguen siendo viejos.

Desde la perspectiva de Oswald, ni siquiera porque el contexto sea independiente hay revuelta trasladada al plano expresivo. La época política no coincide necesariamente con la literaria, como en Cándido, al hacer coincidir la cronología de ideas y fechas. La Escuela Mineira es la de la Revolución, sí, pero los románticos nativistas son menos revolucionarios por su arte y más por la causa que defienden, al menos hasta el exilio, cuando los veremos cambiar de fe y de amores. El ensayo termina con frases inquietantes, que también piden ser vistas como precursoras de la crítica de los filósofos de Frankfurt al mundo administrado de la Ilustración, como ésta: “Los Inconfidentes indicaron a las generaciones futuras en Brasil el papel del intelectual en las luchas por los derechos humanos”. progreso". Y este otro, que es el corrosivo cierre dorado del capítulo: “Los Inconfidentes son poetas al servicio del progreso humano y del futuro”. Ya sabemos qué piensa la Antropofagia sobre el progreso humano y el futuro.

De hecho, había un esbozo, con más o menos medio siglo de antelación, de las principales reparaciones del Secuestro del barroco a un romanticismo brasileño que, si para Cándido y sus lectores es el punto de partida de un paulatino proceso histórico de reconocimiento del país a través de la literatura, para un oswaldista como Haroldo existe mucho más en una perspectiva histórica que artística. Admitir que reconocer una literatura no es del todo explicar su manera de ser en el mundo real, en este caso la periferia del capitalismo, sino resaltar su manera de atajar los lenguajes a partir de los cuales se hacen las artes de las palabras. La presencia histórica no es garantía de embarazo poético. No existe necesariamente una contradicción entre presencia poética y ausencia histórica.

Lo interesante de todo esto es que Oswald y compañía se atreven a sospechar la calidad de una poesía que, pese a ser fatal para Cándido y sus aprendices, sólo parece digna de mención cuando está atada al aire del tiempo. Razón suficiente para no entrar por la fuerza, como pretende el Formación, entre los que resisten el paso del tiempo. Los que llamamos clásicos, en el sentido de eternos. .

Según Oswald, la literatura es siempre oracular, surge de las profundidades del tiempo, reviviendo su arco. A juzgar por las nuevas y vertiginosas historias de los resurgimientos, que ahora, más que nunca, toman el pasado como contemporáneo para extraer lecciones transversales de él, lo que podría seguir siendo intrigante de la Semana, cien años después, si se revisitara con Oswald y Es precisamente la actualidad de la visión transtemporal de la Antropofagia lo que el marxismo vulgar cambia por la noción de progreso.

como el Manifiesto Antropófago: “Contra las historias del hombre que comienzan en el cabo Finisterre. El mundo sin fecha”.

*Leda Tenório da Motta Es docente del Programa de Postgrado en Comunicación y Semiótica de la PUC-SP. Autor, entre otros libros, de Cien años de la Semana de Arte Moderno: El gabinete de São Paulo y el conjuro de las vanguardias (Perspectiva). Elhttps://amzn.to/48ZzRJ8]

referencia

Leda Tenório da Motta. Cien años de la Semana de Arte Moderno: la oficina de São Paulo y la conjuración de las vanguardias. Perspectiva, 136 páginas. [https://amzn.to/48ZzRJ8]

Bibliografía

FISCHER, Luis Augusto. “Schwarz enseñó a Machado de Assis a leer el país, pero la tesis tiene límites”. Folha de S.Paulo, São Paulo, 11 de noviembre. 2017.

FISCHER, Luis Augusto. “Abajo el modernismo paulista”. Entrevista. Folha de S.Paulo. São Paulo, 23 de agosto. 2008.

ARANTES, Paulo. “Providencias de un crítico literario en la periferia del capitalismo”. En: ARANTES, Paulo; ARANTES, Otilia. Significado de la formación: tres estudios sobre Antonio Candido, Gilda de Mello e Souza y Lúcio Costa. São Paulo: Paz e Terra, 1997.

CÁNDIDO, Antonio. Formación de la literatura brasileña: momentos decisivos, v. 1: 1750-1836. Belo Horizonte/Río de Janeiro: Itatiaia, 2000.

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ANDRADE, Oswaldo. De Pau-Brasil a la antropofagia y las utopías: manifiestos, tesis de concurso y ensayos. Introducción de Benedito Nunes. Río de Janeiro: Civilización brasileña, 1972. (Obras Completas, v. 6.)

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CAMPOS, Haroldo de. El secuestro del barroco en la formación de la literatura brasileña: El Caso Gregório de Matos. Salvador: Fundación Casa de Jorge Amado, 1989.


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