por MARCELO MÓDOLO & HENRIQUE SANTOS BRAGA*
La riqueza de la lengua regional y los diferentes registros lingüísticos
Un buen lingüista tiene siempre un oído atento al habla cotidiana, un lugar donde el lenguaje se realiza sin muchos frenos, con “el aporte millonario de todos los errores”, como decía Oswald de Andrade. Fue con el habla cotidiana que Doña Araci, residente de la ciudad del interior de Cerquilho (SP), llamó nuestra atención, recordando un verbo muy común allí: “pererecar”, en frases como “¿Por qué estás pererecando para lavar esta locura? ".
¿Existe "perecer"?
Los legos sobre el funcionamiento de las lenguas vinculan el registro en los diccionarios a la existencia misma de las palabras, como si la lengua surgiera solo después de ser avalada por los eruditos, contradiciendo incluso la visión mítica según la cual “en el principio era el verbo”.
En el caso de “pererecar”, los principales diccionarios de lengua portuguesa registran el término, pero parecen ignorar este significado utilizado por los habitantes de diferentes regiones del interior del país.
Para Cândido de Figueiredo (1913), “pererecar” es brasilismo, verbo intransitivo, en el sentido de moverse vertiginosamente de un lado a otro; estar desconcertado Caldas Aulete (1945) también registra el verbo como brasilismo, intransitivo, en el sentido de moverse vertiginosamente de un lado a otro; (fig.) desconcertarse. También con el significado de saltar, saltar (usado para referirse al movimiento de un trompo).
Los diccionarios más recientes (como es el caso del Houaiss) parecen reproducir a sus predecesores, ampliando un poco su campo semántico: deambulando, desconcertados, atónitos; saltar (la cima); saltar repetidamente (el jugador), e inesperadamente, para escapar de las disputas de pelota; saltar, rebotar (la pelota) inesperadamente, fuera del control de los jugadores.
Como muestran estos ejemplos, el significado con el que se usa el verbo en el interior de São Paulo —el de “tener dificultades con algo”, “sufrir para realizar una tarea”— todavía no está contemplado en importantes obras de referencia.
¿De dónde viene el término?
Este verbo amistoso parece ser resultado de su etimología tupí. perereg (también origen del término “rana”), que significaba moverse vertiginosamente de un lado a otro para conseguir algo, como librarse de un peligro, o agarrar un animal.
En el uso de Cerquilhe, quienquiera que sea "rana" es, en sentido figurado, "que se mueve vertiginosamente", dada la dificultad de realizar una acción. Ejemplos de Amadeu Amaral, en su el dialecto paleto (1920), sustentan esta hipótesis: “Este trompo es demasiado perecedero”, “Estaba desesperado por agarrar al diablo del caballo, cuando se asusta”, “Soy perecedero para conseguir un poco de cobre, pero es difícil. ”.
lengua y pertenencia
El material lingüístico estudiado por Amaral se refiere predominantemente a los municipios de Capivari, Piracicaba, Tietê, Itu, Sorocaba y São Carlos, pero es interesante saber del autor que el dialecto caipira fue ampliamente utilizado en toda la Provincia de São Paulo, no sólo por la mayoría de la población, pero también por una minoría culta – lo que dio a los paulistas la reputación de “corromper lo vernáculo”, con sus “vicios lingüísticos”. Todavía vivo en algunos lugares del interior, el llamado “dialecto caipira” es uno de los remanentes del semicriollo de los tupis y caboclos del Brasil colonial (es decir, una especie de fusión de estas diferentes lenguas), regado por muchos estructuras arcaicas de la lengua portuguesa.
Las características llamativas e influyentes del dialecto de la región, junto con su rica producción cultural, parecen ser lo que mantiene su supervivencia: es como si los hablantes, conscientes de su habla, la conservaran como una cuestión de identidad y se convirtieran, en una perspectiva de análisis del discurso, narradores-productores.
En tiempos de conmemoración de los 100 años de la Semana de Arte Moderno de 1922, vale recordar también a algunos precursores -en el campo lingüístico- que valoraron nuestra lengua regional. Pero reiteramos que la propia doña Araci trabajó, en este caso, como “Madeleine proustiana” de esta relación.
*Marcelo Modolo es profesor de filología en la Universidad de São Paulo (USP).
*Henrique Santos Braga Doctor en Filología y Lengua Portuguesa por la USP.
Publicado originalmente en Revista de la USP .