por MARCOS DEL ROÍO*
La analogía entre nazismo y sionismo no es una mera manifestación de indignación por la masacre que los sionistas desataron contra el pueblo palestino.
En noviembre de 1940, la guerra ya hacía estragos en Europa, Alemania cosechaba victoria tras victoria, pero aún no había atacado a la URSS ni la guerra había llegado a los Estados Unidos en la región del Pacífico. El horror de una posible y abrumadora victoria nazi en el Viejo Continente mantuvo el sueño de todos los que valoraban la vida civilizada.
En esta circunstancia, Astrojildo Pereira, fundador del Partido Comunista Brasileño, reconocido crítico literario, decidió realizar algunos estudios sobre la Biblia, más específicamente, sobre la guerra en Antiguo testamento. Al principio utilizó un libro que acababa de aparecer, La guerra y la Biblia, por Madeleine Chelsea.
Siguiendo al autor, Astrojildo Pereira se sorprende al saber que Moisés, dos años después de iniciada la migración hacia Canaán, tenía bajo su mando un ejército de 600 mil hombres, todos varones adultos del pueblo elegido por Dios. Moisés fue el último de los profetas en hablar directamente con Dios. Antes de morir, a orillas del río Jordán, Moisés pasó el mando del pueblo/ejército a Josué, quien luego sería el encargado de conquistar la tierra prometida, que, obviamente, estaba habitada por otros pueblos que debían ser eliminados de la faz de la tierra. .
La conquista comenzó con la toma de la ciudad de Jericó (una de las más antiguas del mundo). Después de unos días de asedio la ciudad fue tomada, cuando “de repente cayeron los muros, y cada uno [de los atacantes] subió al lugar frente a él; y tomaron la ciudad y mataron a todos los que encontraron en ella, desde los hombres hasta mujer; y desde niños hasta ancianos. También pasaban por el alambre bueyes, ovejas y asnos” (Biblia, Josué, VI, 20-21).
Aún más: “Y prendieron fuego a la ciudad y a todo lo que en ella se encontraba, excepto el oro y la plata, y los vasos de bronce y de hierro, que consagraban para el tesoro de Jehová” (Biblia, Josué, Vi, 24). La narración bíblica continúa mostrando cómo Josué pudo derrotar a las 31 tribus que habitaban la tierra prometida.
Mientras leía el libro de Madeleine Chesles, a Astrojildo Pereira se le ocurrió una idea que lo hizo ir directamente al libro sagrado. La hipótesis que se le ocurrió fue que el nazismo tiene un origen mosaico, que Hitler de alguna manera pretendía ser el Moisés del pueblo alemán. Aquí ya podríamos decir que nazismo y sionismo tienen el mismo origen. En 1940 el sionismo ya existía como movimiento y como ideología, pero la conquista de la “tierra prometida” aún estaba en sus inicios, por lo que Astrojildo Pereira no llegó a ese punto.
Consciente de lo impactante que puede ser esta hipótesis, se siente desafiado a demostrar la evidencia, aunque no es el primero en notar esta analogía entre Hitler y Moisés. El enfoque más obvio es la idea de un “pueblo elegido”, que no debe mezclarse con otras personas. Astrojildo Pereira sugiere que esta determinación fue tan dura que contaminar la sangre de Israel conllevaría un castigo inimaginable, como se afirma en Números, XXV, 9, que “fueron muertos 24 mil hombres”.
Otro acercamiento entre hitlerismo y mosaicismo sería la idea de “espacio vital” para uno y “tierra prometida” para el otro. En ambos casos, lograr el objetivo debe lograrse con hierro y fuego. Tanto es así que de aquí surge una tercera analogía, que es la de la guerra total, donde no hay distinción entre combatientes y no combatientes. Astrojildo Pereira recuerda entonces, una vez más, que Josué nunca perdonó a los pueblos derrotados, el genocidio era la regla.
Entre otros pasajes bíblicos que hablan de masacres perpetradas por el “pueblo elegido”, Astrojildo Pereira transcribe éste sobre la captura de Asor: “y pasó a espada a todo el pueblo que allí habitaba: no dejó nada vivo en ella; pero lo destruyó todo hasta el final y redujo a cenizas la ciudad misma. Y tomó, derribó y devastó todas las ciudades de alrededor, y a sus reyes, como Moisés, siervo del Señor, le había ordenado” (Biblia, Josué, XI, 11-12).
Astrojildo encuentra el resumen de su conjetura en el siguiente pasaje: “Cuando Jehová vuestro Dios os haya introducido en la tierra que va a poseer, y haya exterminado delante de vosotros muchas naciones, (…), que son siete pueblos, mucho más numerosos que eso sois, y mucho más fuertes que vosotros, y el Señor vuestro Dios os ha entregado, los cortaréis con un cuchillo sin que quede ni uno solo. No celebrarás ningún pacto con ellos, ni los tratarás con compasión. Tampoco te casarás con ellos. No darás tu hija a tu hijo, ni tomarás a tu hija para tu hijo” (Biblia, Deuteronomio, VII, 1-3).
Es evidente que Astrojildo Pereira, en 1940, no podría haber anticipado lo que haría el movimiento sionista en todas las décadas siguientes. No tiene gran importancia si la conquista de Canaán se produjo gradualmente y no con la tormenta genocida perpetrada por Josué; si la mitología histórica contada en Antiguo testamento El nazismo inspirado es una posibilidad real y también es una inmensa y chocante realidad que la inspiración genocida del “pueblo elegido” contra el pueblo, o pueblos, que antes habitaban el territorio de la “tierra prometida” es un hecho presente.
Por tanto, la analogía entre nazismo y sionismo no es una mera manifestación de indignación por la masacre que los sionistas desataron contra el pueblo palestino. Las analogías son muy fuertes y ambas ideologías nacieron en los albores de la era imperialista, son aspectos del nacionalismo chovinista y del racismo, son enemigos de la humanidad.
*Marcos del Río es profesor de ciencia política en la Unesp-Marília. Autor, entre otros libros, de prismas de Gramsci (boitempo). Elhttps://amzn.to/3NSHvfB]
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