por ANSELMO PESSOA NETO*
Comentario al libro de Italo Calvino
En su breve presentación de Trato cerrado, Italo Calvino señala que fue la ambición juvenil lo que le llevó a redactar el proyecto de construir una nueva literatura que sirviera también para la construcción de una nueva sociedad. Y agrega que los textos allí reunidos revelarán las transformaciones que ha sufrido este proyecto a lo largo del tiempo.
Esta es una buena proposición inicial, para suscitar una lectura atenta de estos 42 textos de variada temática, de distinta extensión, y que comprende un período de 24 años, de 1955 a 1978, ya que, al mismo tiempo que la lectura de estos “discursos sobre literatura y sociedad” desde la perspectiva de la transformación de un proyecto, está implícita otra sugerencia: acompañar esta transformación en otros ámbitos. Por ejemplo, en la historia individual de Italo Calvino dentro de la historia más general de Italia y del mundo.
La imagen de la caída del Muro de Berlín en 1989 –el mayor símbolo de todas las transformaciones políticas que han tenido lugar desde la Revolución de Octubre de 1917– se entromete sin querer en nuestro campo de argumentación. Pero aquí, hablando de Calvino, la caída del muro es un hecho anacrónico. Como murió en 1985, su muro era diferente. Debido a numerosos desacuerdos, abandonó el Partido Comunista Italiano (PCI) en 1957. El vértice de estas diferencias fue el apoyo, por parte de la dirección del PCI, a la invasión de Hungría por la Unión Soviética (1956), que, en la crónica política italiana, pasó a ser conocida como la "gordo de Ungheria”. Incluso antes de la existencia del muro (1961), estos hechos ya habían emitido su estruendo.
Sólo el primer texto de Trato cerrado, "El núcleo del león", 1955, anterior a la salida de Calvino del PCI. El segundo, “Naturaleza e historia en la novela”, es ya de 1958. Si escribe, en 1980 –fecha de publicación de Trato cerrado en Italia-, sobre el proyecto de construcción de una nueva literatura y una nueva sociedad, es porque este sentimiento todavía anima al ex militante comunista. Incluso si el mundo es cualquier cosa menos lo que habían diseñado las buenas intenciones de su juventud.
Italo Calvino ya era un escritor plenamente reconocido en 1980. Su afirmación comenzó en 1952, con la publicación de El vizconde partido por la mitad. Por lo tanto, debido a esta larga trayectoria, lo que Trato cerrado Lo que tenemos reservado es el placer de acompañar fases y facetas de un escritor que organiza formas de intervenciones que, al mismo tiempo, favorecen la elevación del debate público y ejemplifican su labor como hombre de cultura.
Em el extremismoo (1973), por ejemplo, Calvino, con la agudeza de Giacomo Leopardi y la serenidad de Jorge Luis Borges, pretende evitar el término “extremismo” por considerarlo impreciso, además de que, por su formación inicial en el PCI, que considera el extremismo una desviación, el término tenía también para él el sentido negativo que casi todo el mundo le daba. A continuación, opina que la no violencia es más extremista que la violencia. Así que Gandhi y Tolstoy son extremistas, al igual que aquellos que eligen hacer cualquier servicio civil en lugar de servir en el ejército. "Los vegetarianos son los extremistas más extremos".
Em Os beatniks y el sistema (1962), Calvino ataca las ilusiones y la ingenuidad, reafirmando los valores de la razón y la civilización: “… estamos viviendo la época de las invasiones bárbaras. No sirve de nada mirar a su alrededor, tratando de identificar a los bárbaros en algunas categorías de personas. Los bárbaros, esta vez, no son personas: son cosas. Son los objetos que creemos poseer y que nos poseen; es el desarrollo productivo, que debe estar a nuestro servicio pero del que nos estamos volviendo esclavos; son los medios de difusión de nuestro pensamiento, que pretenden impedir que sigamos pensando”.
Valdría la pena plantear algunos puntos de la lectura ejemplar de Calvino de Los novios (1840-1842), de Alessandro Manzoni. Sin embargo, aquí quizás sería más pertinente reclamar para el público lector brasileño una traducción y edición dignas de este libro que Otto Maria Carpeaux, después de Benedeto Croce, definió como una obra maestra de la literatura universal.
No quiere decir que todo son flores, sino que de todas las flores se aprende, en La literatura como proyección del deseo (1969) es interesante seguir a Calvino tratando de captar algún elemento de Anatomía de la crítica para establecer su comentario. Lo intenta desde un ángulo, otro y otro más. Vale decir que esta es la experiencia normal del ensayista, y que, en el caso de Calvino, que es un gran ensayista, esta operación suele verse coronada por un completo éxito. Pero aquí, quizás por una repulsión recíproca, el libro de clérigo Northrop Frye termina escapándose de él.
Finalmente, queda por notar que el lector de Trato cerrado Deberías leer este y todos los demás libros de Calvino, sospechando siempre del “aligeramiento” que la industria cultural ha hecho y sigue haciendo del autor ligur. Al mismo tiempo, sabiendo que Italo Calvino era plenamente consciente de las posibilidades de este uso, habiendo sido él mismo el director de la entonces más prestigiosa editorial italiana, Einaudi. Y que aceptó el juego, mezcló el trigo con la paja como estrategia para ganar lectores. Juego arriesgado, sin duda, pero, entre los que no se oyeron, de una coherencia extremista, y él, leyó el autor, la ganancia es nuestra.
*Anselmo Pessoa Neto es profesor de literatura italiana en la UFG. Autor, entre otros libros, de Italo Calvino: los pasajes imprescindibles (UFG).
Publicado originalmente en Revista de reseñas no. 5 de agosto de 2009.
referencia
Ítalo Calvino. Trato cerrado. Traducción: Roberta Barni. São Paulo, Companhia das Letras, 384 páginas.