por JOSÉ GERALDO COUTO*
Comentario sobre la película de Martin Scorsese, en cartelera.
Para quienes gustan del cine y están interesados en la historia de las sociedades, Asesinos de la luna de las flores, de Martin Scorsese, es posiblemente la película más importante del año. Ambientada en la década de 1920, en la tierra de la nación indígena Osage, trae tal carga de información, acción electrizante y drama humano que sus tres horas y media pasan en un instante.
Para resumir una historia compleja: a principios del siglo XX, los osage encuentran petróleo en el territorio árido donde habían sido empujados por los colonizadores europeos, en el estado de Oklahoma. La situación entonces se invierte. Son los blancos quienes comienzan a codiciar las riquezas obtenidas por los indígenas, intentando alcanzarlas de una doble manera: casándose con mujeres Osage y matando a quien esté en la línea sucesoria en posesión de las riquezas. Mientras tanto, se someten a trabajar para indígenas adinerados como conductores, camareros, carpinteros, etc.
Es en este contexto que llega a la región el tonto bosquimano Ernest Burkhart (Leonardo DiCaprio), que regresa de la Primera Guerra Mundial y que se encuentra bajo la tutela de su tío, el poderoso terrateniente Willam Hale (Robert De Niro). Resulta que el astuto Hale tiene la intención de utilizar a su sobrino para aumentar la riqueza de la familia y, para ello, lo anima a casarse con Osage Mollie (Lily Gladstone). Luego comenzaron a ocurrir varios asesinatos de familiares de Mollie, lo que provocó que agentes del naciente FBI fueran enviados a la región.
Épica sin gloria
Del libro de no ficción de David Grann. Asesinos de la luna flor, donde se cuenta esta historia, Martin Scorsese ha elaborado una epopeya poco glorificada que mezcla el western, el cine de gánsteres, el cine de detectives y el drama judicial. A sus 80 años, hace gala de un vigor envidiable y un dominio pleno de los recursos narrativos y expresivos que le convirtieron en el último gran cineasta clásico de Estados Unidos, sin la irregularidad de un Coppola y el sentimentalismo a menudo tonto de un Spielberg.
En última instancia, Asesinos de la luna de las flores Puede verse como una parábola sobre la idea de que, en el capitalismo, el dinero no tiene color, raza o ideología. Este mito se pone a prueba hasta sus límites en la película: los osage tienen los dólares del petróleo, pero siguen siendo indígenas, es decir, un pueblo discriminado, asediado y, en la “solución final”, exterminado. No bajo disparos de caballería y cornetas, como en tantas western, pero por caminos más insidiosos y traicioneros, como en las películas de mafia.
Martin Scorsese se mueve libre y soberanamente a través de los códigos de todos los géneros, aparentemente a gusto en este entorno que mezcla lo rural y lo urbano. Una carrera de coches por las calles de tierra del pequeño pueblo de Osage atestigua la euforia casi juvenil con la que este veterano nos muestra imágenes insólitas.
todo es entretenimiento
Merece especial atención la mirada poética y respetuosa que este artista blanco, católico, de ascendencia italiana, criado en las peligrosas calles de Nueva York, dedica al pueblo Osage y su cultura. La muerte de la madre de Mollie, Lizzie (Tantoo Cardinal), por ejemplo, se presenta en una doble visión, la de la ascensión de su espíritu según la mitología indígena y la visión cruda y prosaica de un velorio rutinario. En otro pasaje, el tonto Ernest le dice a Mollie, pensando que está coqueteando: “El color de tu piel es hermoso. ¿Cómo se llama este color? Ella responde: “Mi color”.
Finalmente, sin entrar aquí en spoilers, la aparición del propio Martin Scorsese, en el papel de productor de un programa de radio, refuerza y actualiza una idea recurrente en la obra del director (ver el rey de la comedia e incluso el final de Taxista): que en la cultura industrial norteamericana todo se convierte en entretenimiento comercial y catarsis de masas. Su propia película no escapa a esto, por supuesto, pero al menos tiene el mérito no pequeño de llamar la atención sobre la trampa. Nos mece y nos pellizca al mismo tiempo.
*José Geraldo Couto. es crítico de cine. Autor, entre otros libros, de Andrés Bretón (Brasileño).
Publicado originalmente en el sitio web de Instituto Moreira Salles
referencia
Asesinos de la luna de las flores (Asesinos de la flor de la luna)
Estados Unidos, 2023, 3h 26 min.
Dirigida por: Martín Scorsese
Guión: Eric Roth, Martin Scorsese
Cast: Leonardo DiCaprio, Lirio Gladstone, Robert De Niro
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