por CLAUDIO KATZ*
Milei aplica la doctrina neoliberal del shock con una virulencia nunca antes vista
En las primeras semanas de gobierno, Javier Milei demostró el extraordinario caos que pretende instaurar. Ninguna denominación exagera esta ofensiva. Se trata de un “plan de guerra contra la clase trabajadora”, una “motosierra contra los desposeídos” y una “contrarreforma integral de la sociedad argentina”. Aplica la doctrina del shock neoliberal con una virulencia sin precedentes. Martínez de Hoz, Rodrigazo, Menem o Macri son tímidos antecedentes de la brutalidad actual.
Javier Milei espera completar dentro de un año la cirugía del gasto público que el FMI se propuso realizar en cinco años. Proclama la conveniencia de sufrir y predice un colapso aún mayor de los ingresos populares antes de lograr la recuperación económica prometida. Omite que estos sufrimientos no se extenderán al puñado de poderosos que su administración enriquece. Oculta también el carácter innecesario y premeditado del daño que está causando a toda la población.
El libertario presenta su mazo como la única solución posible para contener una inminente catástrofe económica. Pero justifica este diagnóstico con cifras absurdas. Inventa una hiperinflación del 15.000%, déficits gemelos del 17% del PBI y alerta del aumento del precio del litro de leche de 400 a 60 mil pesos. Exagera locamente los desequilibrios de la herencia recibida para disfrazar la atrocidad de sus medidas.
"La prioridad de Javier Milei es precarizar el trabajo aprovechando el derribo de costes laborales que impone la inflación
A los pocos días desmintió todos los mensajes de la campaña electoral. Sus decretos penalizan al grueso de la población y no a un puñado de políticos. Ya ha reemplazado las menciones a la “casta” en todo el Estado como receptor de los recortes. Ahora, confiesa que sus tijeras se extenderán al sector privado, pero omite que los grandes grupos capitalistas están exentos de este ajuste.
Empobrecimiento generalizado
Con un historial de evitar hiperinflación futura, Javier Milei genera superinflación inmediata. Comenzó con una megadevaluación del 100% que aumentó el costo de vida al 25-30% mensual. Remediar el peligro de esta lacra con más inflación es el primer absurdo de su programa.
Los precios de los alimentos volvieron a subir por encima del promedio, amenazando la supervivencia de los sectores más pobres. Javier Milei intensifica esta degradación, anulando todos los obstáculos legales al salvajismo del mercado (leyes de oferta y estantería). Eliminó las restricciones a la exportación de carne, con el fin de fijar el precio de este alimento en su impagable cuota internacional.
Ya se prevé un aumento espectacular de la pobreza que, en el primer trimestre de 2024, afectaría al 55-60% de la población. Una compensación irrelevante por los recortes en los planes sociales resultará en desnutrición.
Los jubilados son, una vez más, el segmento más afectado. Javier Milei evitó otorgar bonos, que periódicamente brindan un alivio a quienes reciben el salario mínimo. Además, prepara otro cambio en la fórmula de movilidad para castigar al sector más vulnerable de la sociedad. El objetivo de este ensañamiento es recrear el fallido régimen de las AFJP (jubilaciones privadas), alegando insuficiencia de fondos en el Seguro Social. Omite que bastaría con reemplazar las contribuciones patronales (eliminadas por el menemismo y no reemplazadas por sus sucesores) para equilibrar este sistema.
La prioridad de Javier Milei es precarizar el trabajo, aprovechando el derribo de costes laborales que impone la inflación. Con ese objetivo, impulsa una reforma laboral que disperse las retribuciones, elimine la ultraactividad de los convenios y amplíe los plazos de evaluación.
La clase media se verá afectada por aumentos de tarifas que duplicarán el precio del transporte en el AMBA. Sin apartarse del principio de nivelación a la baja, Javier Milei sostiene que, en el resto del país, estos gastos son mayores. También refuerza la campaña de las empresas de medicina prepaga para captar lo mejor del mercado. Su decreto les permitirá captar a los socios de obras sociales con mayores ingresos, para expulsar a los más pobres al infierno de los hospitales públicos sin recursos. Estas empresas preparan sus nuevos negocios con subidas arancelarias del 40 o 50%.
“Los bancos celebran la liberalización de las tarjetas de crédito y la eliminación del límite máximo de intereses de demora que pagan sus clientes.
La guadaña para los servidores públicos es congelar los salarios en medio de una inundación inflacionaria. Está en marcha el despido de trabajadores subcontratados y la consiguiente purga de numerosas organizaciones. También avanza la destrucción de la estructura científica, lo que lleva al CONICET a sobrevivir con seis meses de presupuesto.
El libertario promueve este derramamiento de sangre manchando el trabajo estatal y fomentando la confrontación con los empleados del sector privado formal. Con ese objetivo, autorizará, para este segmento, la validez de negociaciones paritarias de corto plazo con cláusulas gatillo, lo cual está prohibido en el sector público.
Aventuras y apropiaciones
Javier Milei pretende consolidar el derribo del nivel de vida popular, con una recesión que genere altas tasas de desempleo. Espera disuadir la resistencia social con esta masa de desempleados. Menem utilizó esta receta y su emulador la recreó, paralizando las obras públicas y reduciendo las transferencias a las provincias. Esta tormenta provocaría también el colapso masivo de las pequeñas empresas en favor de grupos nacionales concentrados, que el libertario favorece anulando la ley de góndolas. Las empresas extranjeras son recompensadas con la eliminación de Ley de compra argentina.
El ocupante de la Casa Rosada supone que, con esta topadora, la economía llegará a un punto de inflexión cuando la depresión pulverice el consumo interno. Predice que, en este momento, la estabilidad monetaria inducirá un ciclo de reactivación, gestionado por los poderosos que sobrevivan al colapso del resto. Pero no considera la posibilidad de una estanflación duradera debido a los desequilibrios introducidos por su ajuste.
Si, por ejemplo, los ingresos disminuyen junto con la caída del nivel de actividad más que los recortes del gasto público, la economía quedará atrapada en un círculo vicioso de regresiones sucesivas. La inflación también puede erosionar la devaluación y forzar otro ajuste del tipo de cambio en poco tiempo, con el consiguiente nuevo aumento de los precios.
Estas eventualidades son conocidas, pero omitidas por la mayoría de las clases dominantes. Todas sus fracciones apoyan la feroz embestida del nuevo presidente. Celebran la fenomenal transferencia regresiva de ingresos impuesta por la rebaja de precios.
Javier Milei no oculta su llamamiento a reforzar la primacía económica de un grupo de empresas. El eje de su mega decreto son los cambios al Código Civil y Comercial, que les dan a estas empresas la última palabra en cualquier controversia jurídica. Para estabilizar un modelo neoliberal similar al que prevalece en Chile, Colombia o Perú, se favorece el predominio abrumador del gran capital.
El libertario ya ha preestablecido los ganadores de su partido. Diseñar privatizaciones a la medida de estas empresas, convirtiendo empresas públicas en sociedades anónimas. Cada capítulo de su mega decreto favorece a un grupo predeterminado.
La anulación de la ley de anaqueles es para Supermercados Coto, los cambios en los clubes de fútbol son para Mauricio Macri, la remodelación del azúcar para Blaquier, la desregulación financiera para Galperín, la desintegración de YPF para Rocca y el descontrol de alimentos para Arcor, Danone y Molinos.
También pone fin a las normas sobre alquileres, a petición de la Cámara Inmobiliaria, Airbnb y Booking, y avanza con el derribo de obras sociales a favor de Osde, Swiss Medical, Galeno y Omint. La derogación de la Ley del Suelo es un regalo para Joe Lewis y Luciano Benetton, y las modificaciones al régimen farmacéutico conforman a Farmacity. La desregulación de los satélites se hizo explícitamente a medida de Starlink.
En el gran asunto pendiente del extractivismo minero, el libertario presionará a favor de sus candidatos retirando fondos de las provincias. También hay una larga lista de empresas sin compradores que serán disueltas o cerradas (ferrocarriles, Aerolíneas, YCF, medios públicos). Conflictos entre los poseedores de las empresas más codiciadas (fondos buitre y no Techint por YPF).
La primacía de los financieros
El capital financiero tiene preeminencia total en un gabinete bendecido por el FMI. Los bancos celebran la liberalización de las tarjetas de crédito y la eliminación del límite máximo de intereses de demora que pagan sus clientes.
Este papel financiero quedó claro con la emisión de un nuevo bono para pagar la deuda del Estado a los importadores. Este título (Bopreal) pretende reembolsar a las empresas que adquirieron bienes en el exterior, sin contar la moneda que Massa se negó a entregarles por la forzosa ausencia de reservas. Para remediar este impago, los defensores de la austeridad fiscal volvieron a endeudar al Estado con un bono de 30 mil millones de dólares, negociado en moneda extranjera y con un alto rendimiento.
Pero los pasivos que supuestamente justifican esta nueva deuda pública no están documentados y su tamaño es un enigma. Los importadores proclaman sumas diferentes para compensar transacciones muy dudosas. Está claro que el importe está inflado e incluye todo tipo de fraudes (autopréstamos de las empresas matrices, sobrefacturación de precios de transferencia). Ante el simple pedido de los capitalistas, el Estado vuelve a asumir un compromiso que será pagado por toda la población. Aunque la nacionalización de estas deudas privadas aún no es explícita, se están creando las condiciones para esta transferencia.
Caputo no sólo busca ayudar a sus amigos. También intenta iniciar la sustitución paulatina de la deuda pública denominada en pesos por otra denominada en dólares. Gran parte de los pasivos reclamados por los importadores se reciclan en el sistema bancario y están vinculados a la montaña de bonos públicos acumulados por las entidades (Leliqs). El ministro pretende reconvertir estos papeles en bonos en dólares para dar prioridad a las transacciones en moneda extranjera. Reemplazaría los dólares frescos que no pudiera conseguir en el extranjero con bonos públicos denominados en esa moneda.
Hasta el momento, la bonificación otorgada a los importadores no tiene garantías significativas y no puede ser objeto de litigio en tribunales internacionales. Su emisión es una aventura más del embaucador que hundió al país durante el gobierno de Mauricio Macri.
Con esta asignación pretende iniciar un lanzamiento general de bonos en moneda extranjera con el fin de contraer la masa total de pesos en circulación y dejar abierto un rumbo de eventual dolarización. Este resultado se concibe como el logro supremo del proyecto neoliberal o como una medida de emergencia en caso de corridas monetarias o colapsos bancarios. Señales de esta intención dolarizadora también se pueden ver en el desincentivo de los depósitos en pesos (tasas de interés decrecientes) y en las nuevas reglas para los contratos en dólares (alquileres) o sus equivalentes virtuales (bitcoins).
Pero Caputo está jugando con fuego al coquetear con una dolarización sin respaldo. Hasta ahora, no ha podido obtener ayuda externa de los fondos de inversión o del FMI para mitigar el agujero de 10 millones de reservas. Sólo espera inflar una burbuja con sus cómplices en Ciudad, hasta que llegue el dinero de la cosecha en abril.
Lo más inusual es la base de su iniciativa de sanear las finanzas públicas. Un gobierno que destruye la economía en nombre de reducir el déficit fiscal está creando un agujero gigantesco en el erario público. Sus portavoces omiten que la mitad de los 5,5 puntos del PIB que pretenden recortar corresponden a intereses de la deuda. Este pasivo volverá a aumentar incontrolablemente con las nuevas aventuras de un deudor serial, que promete hacerse cargo de los gastos públicos mientras desperdicia el dinero de todos los argentinos.
Asentimientos de la agroindustria y la industria
Javier Milei inauguró su mandato con la megadevaluación que exigen los agroexportadores. Ya tenían el dólar soja que les dio Sergio Massa y ahora obtuvieron el precio que quieren por sus ventas. Este beneficio se paga con el empobrecimiento de la población, que sufrió el traslado inmediato a los precios internos de la duplicación del tipo de cambio del dólar. Nunca el país había soportado un aumento tan descontrolado de los precios de los alimentos para engordar a los terratenientes, contratistas y comerciantes de cereales.
Con este golpe comenzó el alineamiento estratégico de los precios internos de alimentos y combustibles con los promedios internacionales. Un territorio inmensamente rico en nutrientes y energía estará habitado por personas desnutridas que no podrán enfriar ni calentar sus hogares.
Lo más impactante de este ajuste es su implementación en un año de cosecha récord, con un superávit energético sin precedentes. Estas ganancias se las embolsarán unos pocos privilegiados, que Javier Milei defiende con elogios a la oligarquía que exterminó a los pueblos originarios. De esta devastación nacieron latifundios que impidieron el desarrollo de Argentina.
Javier Milei apoya al agronegocio al derogar la ley de incendios que limita el extractivismo. Como no cree en el cambio climático, alienta la ampliación de la frontera sojera en detrimento de los bosques. Patrocina esta primarización, promoviendo también el pernicioso acuerdo de libre comercio del Mercosur con la Unión Europea.
Este favoritismo en relación con la agricultura no está exento de conflictos, ya que Javier Milei es un servidor del capital financiero. Por eso sugirió un aumento de las retenciones en origen, lo que los agroexportadores evitaron con maniobras de evasión (registraron ventas antes de que se sancionaran los nuevos impuestos). Paradójicamente, los entusiastas agrarios del ajuste ajeno se sienten incómodos con el recorte en las obras públicas que sostienen sus negocios.
Javier Milei enfrenta mayores tensiones con el sector industrial. Su megadevaluación encareció las importaciones de insumos, sin favorecer las exportaciones manufactureras. Además, introdujo un impresionante aumento de los impuestos sobre estas ventas.
La mayoría de las normas anuladas con el mega decreto presidencial afectan los regímenes de promoción industrial de las provincias. El anunciado aumento de los precios de la energía erosionará la rentabilidad de las fábricas y la abrupta apertura del comercio podría provocar una invasión de productos baratos. Javier Milei crea las condiciones para esta afluencia mortal de importaciones asiáticas, mientras se levanta contra China.
Pero los jefes de las Cámaras Industriales apoyan abierta o silenciosamente al gobierno por su promoción de la reforma laboral en contra de los trabajadores y por su apoyo a los ajustes de precios. Al igual que otras fracciones de la clase capitalista, los industriales favorecen el abuso de los asalariados por encima de la conducción misma de sus negocios.
Tres pilares frágiles
Javier Milei intenta reconfigurar la Argentina por decreto. Sin explicar la necesidad y urgencia de modificar 300 leyes, anunció un paquete que usurpa las competencias del Congreso, subyuga la división de poderes y concentra la suma del poder público. Fue el primer intento de presidencialismo autoritario que avanzó el libertario, asumiendo la presidencia a espaldas del Parlamento. Este desprecio simbólico de los legisladores anticipó el uso expreso de la pluma presidencial.
En su debut mezcla leyes con decretos como si fueran normas equivalentes. Apuesta por la docilidad de la justicia, la confusión de la oposición y el apoyo de los gobernadores, lo que facilitó su captura de las comisiones del Senado. Espera llegar a un acuerdo con la derecha peronista para crear un segundo menemato.
Javier Milei utiliza todas las artimañas de la casta política para retrasar la tramitación de su mega decreto. Por eso manipula el envío de este proyecto al Parlamento y socava la formación de la comisión bicameral que se ocupará del asunto. Busca demorar el tema hasta marzo para hacer cumplir el decreto, recordando que el Congreso nunca ha rechazado un DNU [Decreto de Necesidad y Urgencia] relevante. Si esta maniobra fracasa, ya ha anunciado que subirá la apuesta y convocará un plebiscito.
El libertario pretende repetir el camino que siguió Boris Yeltsin para destruir la Unión Soviética. Pretende imponer una remodelación total de la sociedad, aprovechando el estupor, la pasividad y el repudio del sistema político.
Pero en sus primeras semanas en el cargo enfrenta múltiples adversidades. Los bloques de oposición debaten estrategias para rechazar un decreto que, según las primeras encuestas, es ampliamente cuestionado por la población.
Javier Milei espera contrarrestar esta hostilidad con intimidación represiva. Éste es el segundo pilar de vuestra ofensiva. Lanzó una importante operación de amenaza para disuadir las marchas de la oposición, con un protocolo antipiquetes destinado a prohibir las protestas en violación de todos los derechos constitucionales. Esta campaña de criminalización incluyó multas millonarias para los organizadores de las movilizaciones (y para otros grupos que ni siquiera participaron en estos actos).
El nuevo presidente también utilizó un patético disfraz militar para anunciar en Bahía Blanca que el Estado no puede ayudar a las víctimas de la tormenta. Se olvidó de estas limitaciones cuando decidió ofrecer a Ucrania dos helicópteros que se utilizan en emergencias climáticas.
El malhablado presidente no oculta su prioridad represiva. Su decreto incluye severas restricciones al derecho de huelga en muchas actividades. Espera contar con la cobertura mediática y el apoyo de la justicia para esta agresión. Como opción complementaria, imaginemos la repetición del modelo fujimorista de autoritarismo presidencial, con la presencia de gendarmes en las calles. Pero los primeros intentos de esta provocación fracasaron. De hecho, el protocolo antipiquetes fue revocado, en protestas que ignoraron las directivas de Patricia Bullrich.
Como el dominio callejero definirá quién gana el partido, Javier Milei construye su tercer pilar en este último campo. A diferencia de sus pares de otras latitudes, no tiene una fuerza de derecha propia para enfrentar a los sindicatos, los movimientos sociales, el kirchnerismo y la izquierda. Por ello, intenta construir estas legiones con recursos públicos provenientes del timón del Estado.
Su primer ensayo fue la ceremonia de inauguración. La pequeña multitud cantó a favor del policía, con poco entusiasmo por el ajuste. Los votantes libertarios todavía imaginan que alguien más pagará el sacrificio. Otro intento de crear una marcha oficialista, en respuesta al inicio de las protestas, fue directamente neutralizado, ante signos de apatía. Muy pocas personas quieren, por ahora, aplaudir a un demoledor del nivel de vida.
Javier Milei tampoco puede hacer alianzas. Sus socios de derecha esperan resultados antes de comprometerse. El libertario formó un gobierno con personajes impresentables, que desconocen cómo funciona el Estado e improvisan directivas desde organismos insólitos, como el nuevo Ministerio de Capital Humano. El presidente acompaña este caos con declaraciones místicas y mensajes esotéricos de conversión al judaísmo medieval.
La arriesgada apuesta exterior
Javier Milei imagina una reedición de las “relaciones carnales” que mantuvo Carlos Menem con Estados Unidos. Supone que, si el país se une a la OCDE (cumpliendo los requisitos neoliberales de esta admisión) y ratifica su exclusión de los BRICS, obtendrá un apoyo sostenido de Washington.
Esta expectativa de retribución es la ilusión invariable de los gobernantes de derecha. Todo el mundo olvida que la primera potencia concede o deniega la ayuda en función de las grandes circunstancias internacionales. El Departamento de Estado siempre exige resultados antes de cualquier apoyo a un vasallo.
Esta conducta imperial fue corroborada por los préstamos fallidos que Caputo explotó en Nueva York. Después de consultar a Washington, los financieros exigieron primero que se verificara la viabilidad del ajuste contra el pueblo. De momento siguen de cerca los resultados del decreto, sin aportar un solo dólar. La Reserva Federal está satisfecha, pero se limita a observar lo que sucede.
Para ganarse el favor estadounidense, Javier Milei exagera su sumisión, mostrando un fanatismo por Israel que supera al de los propios sionistas. Ya cambió el voto de Argentina en la ONU para validar la masacre en Gaza y participa de festividades judías para acercarse a la DAIA [Delegación de Asociaciones Israelíes Argentinas].
Pero su afinidad con Benjamín Netanyahu no es circunstancial. Es parte de un cambio internacional en la extrema derecha, que ha pasado del discurso a la acción. El año 2023 completa este cambio. Los líderes reaccionarios no se limitan a acosar a los indefensos con amenazas verbales. Comenzaron a convertir sus declaraciones regresivas en prácticas atroces.
Lo que ocurrió en Gaza refleja este cambio. El sionismo está llevando a cabo un genocidio para derrotar a los palestinos y forzar una nueva Nakba. Esta masacre convulsiona Oriente Medio y tiene como objetivo apoyar la contraofensiva de Estados Unidos contra China. Washington busca disuadir a Arabia Saudita de su participación embrionaria en la Ruta de la Seda y presiona contra el coqueteo de la monarquía con la desdolarización de las transacciones internacionales.
Javier Milei aporta una base latinoamericana a la nueva dirección de la extrema derecha. Busca imponer un cambio radical en las relaciones de poder en el país que alberga el principal movimiento obrero, democrático y social de la región. También busca sacar a China de la región, para restaurar la decadente primacía de Estados Unidos.
La masacre fascista de Netanyahu y el ataque anarcocapitalista de Milei difieren de la gestión convencional que hasta ahora ha caracterizado a los líderes de extrema derecha. Bolsonaro, Trump, Meloni y Orban lideraron presidencias similares al conservadurismo tradicional. Estas administraciones preservaron los parámetros actuales.
Por el contrario, Benjamín Netanyahu y Javier Milei inauguran otro modelo de acción reaccionaria eficaz. Este cambio es muy significativo en un momento en el que se vislumbran en el horizonte posibilidades de éxito electoral para la extrema derecha en Francia y Estados Unidos. El cambio actual está en línea con estrategias de contraofensiva imperial más audaces contra China, en medio de la derrota de Washington en Ucrania.
Javier Milei muestra un gran entusiasmo por su papel de mero peón del imperio. Pero, hasta ahora, el maestro lo mira con desconfianza y desprecio. Joe Biden está irritado por sus vínculos con su rival Donald Trump y envió a un representante de quinta categoría a su toma de posesión. Esta ceremonia resultó patética por la ausencia total de delegaciones con algún peso diplomático. El protagonismo de Volodymyr Zelensky confirmó esta orfandad, porque el ucraniano se presentó como una gran figura, cuando fue rechazado por sus patrocinadores occidentales en un escenario de derrota militar.
La Casa Rosada intenta ocultar estas adversidades con mensajes de restablecimiento del idilio menemista con Estados Unidos. Pero omiten el cambio drástico en el contexto global. Martín Menem y Rodolfo Barra pretenden recrear un clima de fascinación por Occidente, ignorando que Estados Unidos ya no es el vencedor de la Guerra Fría, sino una potencia afectada por el ascenso de China.
Javier Milei actúa como un neoliberal inoportuno, que desconoce lo lejano que se ha vuelto el ambiente de los años 1990. La euforia con el globalismo de libre mercado ha sido sustituida por el intervencionismo regulatorio en las principales economías de Occidente. Los mensajes del libertario no se ajustan a este escenario.
Esta distracción ya está provocando graves consecuencias en la relación con China. Las provocativas palabras del libertario llevaron a Beijing a congelar la intercambio de yuanes, que alimenta las reservas efectivas del Banco Central. Esta es una advertencia muy seria. Si Milei da marcha atrás en los acuerdos ya firmados (represas, energía nuclear, Ruta de la Seda), el principal cliente de las exportaciones argentinas podría reducir drásticamente sus compras, creando serias tensiones entre libertarios y agronegocios.
Javier Milei no inventó la pólvora y se sabe que su política de sometimiento a Estados Unidos agrava el subdesarrollo y la dependencia. Como en el caso del Pacto Roca-Runciman, Argentina vuelve a atar su destino a una potencia en decadencia y las consecuencias de este rumbo serían dramáticas para el país.
La resistencia inclina la balanza
El principal obstáculo que enfrenta la agresión de Javier Milei es su potencial rechazo popular. Si esta oposición se generaliza en las calles, el ajuste libertario quedará neutralizado y será recordado como otro intento fallido de subyugar al pueblo argentino. Esta posibilidad atormenta a las clases dominantes.
La lucha comenzó con la importante manifestación organizada por varios grupos de piqueteros de izquierda. Este acto fue un éxito político. Logró contrarrestar la campaña oficial de intimidación, obtuvo una participación respetable y atrajo a un número importante de activistas. También despertó el interés mediático y frustró la aplicación del protocolo de Patricia Bullrich.
El plan de provocación montado por el ministro fue desmantelado por la determinación de los manifestantes y una crisis entre el comando represivo federal y sus pares en la ciudad de Buenos Aires. El gobierno de la ciudad de Buenos Aires, en manos del macrismo, se negó a asumir los costos de los atentados perpetrados por Javier Milei. Esta divergencia entre la gendarmería y la policía local ilustra la erosión causada por la lucha de los de abajo. Fue un primer retrato de la dinámica que podría socavar los planes de la extrema derecha.
La segunda señal de resistencia fueron las protestas espontáneas en los barrios. La CfastidiarSe escucharon protestas en muchas ciudades y su transformación en protestas callejeras reforzó el desconocimiento del protocolo antipiquetes.
El debut de estos repudios, en la emblemática noche del 20 de diciembre, planteó analogías con lo ocurrido en 2001, cuando los piquetes convergieron con las cazuelas en la lucha contra los mismos personajes que reaparecen en el actual gobierno (Bullrich, Sturzenegger). La expropiación de ahorros –que entonces sufría la clase media– se ha convertido ahora en una confiscación de ingresos.
En este clima, la CGT convocó a una movilización, alentada por las marchas de sindicatos de Rosario, empleados del Banco Nación, ferroviarios y servidores públicos de la ciudad de Buenos Aires. Este tercer hito de la lucha naciente reunió a una gran multitud, vinculando a todos los movimientos sociales y a numerosas delegaciones sindicales. Esta confluencia fue poco común e introduce información alentadora. La tradicional hostilidad de la jerarquía sindical hacia otros sectores populares y su alergia a la izquierda está perdiendo centralidad, facilitando una convergencia decisiva para derrotar el ajuste.
Los “gordos” de la CGT desactivaron una concentración de mayor alcance, mientras negocian corporativamente con el gobierno los contornos más repulsivos de la reforma laboral, junto con su continuo control de las obras sociales. Por ello, se limitaron a impugnar los artículos del decreto que les conciernen, con un acto limitado ante los Tribunales. También pospusieron la definición de un plan de lucha y evitaron convocar a un paro nacional.
Pero la movilización amplió el alcance de la lucha contra el decreto y neutralizó una vez más las intenciones represivas del gobierno. Patricia Bullrich tuvo que tolerar una vez más el desconocimiento de su protocolo.
La resistencia al ajuste ha comenzado y la batalla con Javier Milei requiere reforzar la movilización, con nuevos llamados a piqueteros, feministas y vecinos a ocupar las calles. Estos llamados contrarrestan las vacilaciones prevalecientes en el peronismo y la centroizquierda. La cautela de ambos sectores se justifica con argumentos que resaltan la incomodidad de enfrentar a un recién llegado a la Casa Rosada.
Pero esta prudencia choca con la motosierra acelerada que ha activado el nuevo presidente. Javier Milei lidera el ajuste a velocidad vertiginosa para desmantelar a la oposición. Si le dejan actuar reforzará esta tendencia en el futuro. Si, por el contrario, os frenan en la salida, vuestras iniciativas perderán cohesión.
El éxito de esta batalla también reside en forjar un amplio espacio de fuerzas, que despliegue poder en las calles y atraiga a votantes desilusionados con el libertario. Es fundamental dejar atrás las autoproclamaciones y las disputas por el protagonismo, reforzar la unidad y repetir la acción masiva que minó a Mauricio Macri en diciembre de 2017.
resultados abiertos
La derrota del ajuste depende, primero que nada, de la lucha social y, segundo, de las contradicciones que el plan oficialista genera en las clases dominantes. Sin una resistencia masiva, estas tensiones serán limitadas, porque los poderosos comparten el objetivo de demoler los sindicatos, las cooperativas y las redes democráticas.
Existe la posibilidad de una victoria popular, frente a un presidente dispuesto a consolidar un derrocamiento monumental. Javier Milei pretende llevar a cabo su agresión, sin el apoyo necesario para esta escalada. Dirige una oficina improvisada para implementar un proyecto muy ambicioso. No hay gobernadores, diputados y alcaldes necesarios para implementar un plan que irrita al grueso de la población.
Javier Milei no definió cómo implementar el paquete, que enfrenta la amenaza de un veto parlamentario. De concretarse tal rechazo, las 300 leyes propuestas por el libertario entrarán en el refrigerador de la justicia, afectando la impaciencia de los capitalistas. La eventual desactivación del abuso patronal depende de una protesta sostenida en las calles.
La comparación con Jair Bolsonaro es esclarecedora y va más allá del despropósito que comparten ambos personajes. Al igual que su homólogo argentino, el ex capitán asumió inesperadamente la presidencia, reemplazando al candidato preferido de los grupos dominantes. Jair Bolsonaro reemplazó a Alckmin en la misma secuencia en la que Javier Milei tomó el lugar de Rodríguez Larreta o Patricia Bullrich. En el primer caso, fue decisivo el desarrollo incontrolable del golpe contra Dilma Rousseff y, en el segundo, la crisis de la derecha convencional.
Pero Jair Bolsonaro asumió el poder en un escenario de derecha estabilizado, con la mayor parte del ajuste completado por su predecesor Michel Temer (reforma laboral, congelamiento del gasto social durante 20 años, regresión en la educación, privatizaciones en curso). Simplemente agregó cambios a la seguridad social a este paquete. Por otro lado, Milei tiene que afrontar una enorme crisis económica retomando la discontinuada receta neoliberal.
Jair Bolsonaro aprovechó el clima de movilización de la derecha, que esperaba venganza contra el PT y el rechazo a la corrupción (Lava Jato). Javier Milei no cuenta con ese apoyo y el informe de Mauricio Macri agota los episodios de sobornos a funcionarios públicos. El libertario tampoco cuenta con la poderosa red de evangélicos, militares y agrocapitalistas que apoyaron al ex capitán. En lugar de aprovechar el reflujo del movimiento sindical –que ocurrió en Brasil después de la huelga de 2018–, debe enfrentar una estructura sindical que conserve un gran poder de fuego.
Queda por ver si Javier Milei tendrá la plasticidad de su ídolo carioca para adaptar su gobierno a la adversidad. Por ahora, se limita a subir la apuesta con medidas más audaces para crear un liderazgo cohesivo para las clases dominantes. El resultado de tu aventura depende de la resistencia popular.
Este desenlace está abierto, porque Javier Milei no expresa la inflexión derechista estabilizada que algunos analistas diagnostican. Logró el éxito electoral sin la correspondiente correlación social. Por este carácter irresuelto de su gobierno, resultan prematuras valoraciones que lo identifiquen con la convertibilidad establecida por Carlos Menem. Tampoco ha demostrado hasta ahora el poder de un “macrismo recargado”, capaz de implementar el fallido programa 2015-2019. Estos peligros acechan, junto con la posibilidad opuesta de encarnar una pesadilla de corta duración para el futuro argentino. A pocas semanas de su toma de posesión, la única certeza es la centralidad de la lucha popular para derrotarlo.
*Claudio Katz. es profesor de economía en la Universidad de Buenos Aires. Autor, entre otros libros, de Neoliberalismo, neodesarrollismo, socialismo (expresión popular) [https://amzn.to/3E1QoOD].
Traducción: Fernando Lima das Neves.
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