por CAIO BUGIATO*
La OTAN presenta históricamente discursos falaces y palabras al viento, especialmente cuando se trata de democracia y libertad.
Antes de asumir la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump declaró que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) estaba obsoleta y en la polémica cumbre de la alianza militar en 2019 cuestionó si su país cumpliría con el principio de defensa mutua. El presidente francés Emmanuel Macron, en el mismo año, afirmó que la OTAN estaría en un estado de muerte cerebral. Fundada en 1949 para destruir la Unión Soviética e integrada por las potencias capitalistas de Norteamérica y Europa, la alianza ha presentado históricamente discursos falaces y palabras al viento, especialmente cuando se trata de democracia y libertad.
Independientemente de las declaraciones de los jefes de Estado y de gobierno del Norte y de los desacuerdos específicos entre ellos, la OTAN todavía cumple hoy lo que Ellen Wood llamó dominio de espectro completo en tu libro imperio del capital. Proporciona la fuerza militar de retaguardia para las clases dominantes locales y los procesos de acumulación de capital que impulsan el capitalismo global hegemonizado por Estados Unidos. Cuando una parte de este sistema no funciona como predice el folleto de Washington, se activa la alerta de la alianza militar. Actualmente las principales piezas que no funcionan son el Estado Ruso y el Estado Chino, el primero en un rumbo nacionalista y autónomo, el segundo en un rumbo alternativo al capitalismo.
La cumbre de la OTAN de este año 2022, celebrada en Madrid entre el 28 y el 30 de junio, tuvo como tema central la oposición a los rusos y chinos, así como la reunión del G-7 (grupo de los siete países más ricos del mundo) en Alemania hace unos dias antes Decisiones importantes como el inicio del acuerdo de entrada entre Finlandia y Suecia (tras resolver los obstáculos con Turquía) y el aumento del número de soldados en suelo europeo están relacionadas específicamente con el gobierno de Vladimir Putin, pero estratégicamente con las partes que “ no trabajes”.
La entrada de finlandeses y suecos dará como resultado la expansión de las fronteras de la OTAN con Rusia en más del doble por tierra y mar. De los 40 efectivos actuales en Europa, el salto será a 300 efectivos, el mayor aumento en número desde el final de la Guerra Fría. Además, se acordó una inversión conjunta de 1 millones de euros en un Fondo de Innovación. El Fondo prevé inversiones en inteligencia artificial, tecnologías cuánticas, procesamiento de big data, biotecnología y mejora humana, entre otros. Además, existe una previsión de inversión en tecnologías de doble uso, que son tanto para fines civiles como militares.
A pocos días de la cumbre, en una entrevista con la prensa, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, afirmó que fortalecer la alianza es una prioridad ante la creciente amenaza de Rusia y China. La declaración final de la reunión va en la misma línea: “La Federación Rusa representa la amenaza más significativa y directa para la seguridad de los Aliados. El terrorismo es una amenaza asimétrica para la seguridad de nuestros ciudadanos y para la paz y la prosperidad internacionales. Las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China desafían nuestros intereses, seguridad y valores. También enfrentamos amenazas y desafíos globales e interconectados, como el cambio climático, las tecnologías emergentes y disruptivas, y la erosión de la arquitectura del control de armas, el desarme y la no proliferación”.
Es importante señalar que, como ha señalado Atilio Boron (en su libro América Latina en la geopolítica del imperialismo, por ejemplo), la cuestión de la decadencia hegemónica de los Estados Unidos está abierta (¿otra vez?) Según Atilio Boron, EE.UU. tiene problemas estructurales en su economía, como déficits fiscales y comerciales y una deuda pública muy alta, lo que crearía obstáculos para mantener su superioridad económica, política y militar.
Este proceso irreversible hace que el poder hegemónico sea más agresivo, como lo muestran otros ejemplos históricos, en esta fase de degeneración, especialmente ante el surgimiento de otros centros de poder. Una redistribución del poder mundial, que nunca ocurrió pacíficamente. Expectante en la guerra de Ucrania, China sería el país más favorecido por tal redistribución. Y para desesperación de los occidentales, los chinos no comparten su tradición política y cultural. A ver.
* Caio Bugiato Profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UFRRJ y del Programa de Posgrado en Relaciones Internacionales de la UFAB.