por JOSÉ MANUEL DE SACADURA ROCHA*
Entre la semiótica y el hacer en las sociedades mercantiles
Las condiciones de trabajo productivo (material, inmediato, económico) contratadas por la industria presuponen extorsiones, tales como la separación del hacedor de las herramientas de trabajo, el hacedor del conocimiento total y genérico del trabajo, de su utilidad, de la libertad para hacerlo. y a como hacerlo.
John Holloway (2003) relacionó las expresiones power-to con el conocimiento especializado y técnico del hacedor, y power-over con el conocimiento generalista e intelectual de la gestión subsumido por el capital. Estas expresiones dan lugar a posibilidades de modulación que explicitan el lenguaje de la apropiación del capital en términos de poder o poder de voluntad, deber y saber hacer para la organización del sistema de producción mercantil y bajo el mando de su gestión, el poder sobre esas funciones.
Entre el poder de hacer y el poder de sobre hay una contradicción insoluble en cuanto al tratamiento que el capital da a la producción de mercancías: los productores no pueden poseer ni tomar posesión de los medios o formas de producción, sino en proporciones mínimas de la parte específica en el proceso de trabajo social. La producción industrial bajo la égida del sistema de producción capitalista se caracteriza típicamente por la división extrema del trabajo: cada productor es responsable de solo una pequeña parte de un proceso de trabajo más amplio; esto es válido incluso para actividades que no son directamente industriales (MARX, 2015: cap. 13).
La sociedad de mercado es especialmente resistente al conocimiento comprensivo, tácito y al trabajo a tiempo completo como atributo del hacedor directo y del trabajador asalariado. Su modus operandi es, a la inversa, la segmentación, el dígito y la partición. Por tanto, el control de los procesos de trabajo –de la organización social, por tanto, de la relación social y de la subjetividad en ella constituida– está, como extensión de la propiedad, en manos privadas de los poseedores del capital.
Los defensores de los bienes, los que se apropian de los bienes y los intercambian en el mercado, necesitan subordinados que gestionen sus intereses y organicen la vida social según la lógica liberal, y la renta con miras a la acumulación. De ahí que la alta dirección especializada sea cooptada para reproducir las funcionalidades necesarias para el régimen de acumulación.
Por todos lados, desde la producción material, hasta la producción de cultura y las formas de reproducción de la ideología dominante, es la partición, la segmentación y la especialización, comandada por la alta dirección de los capitalistas, lo que prevalece. Así, la contradicción que importa para el dominio y, en consecuencia, la explotación del trabajo para la generación de plusvalía,[i] es la oposición entre el poder-hacer (el saber, los medios y la libertad de hacer, por parte de los hacedores) y el poder-sobre (la propiedad de los medios y modos de hacer, que se impone a los hacedores ). Para John Holloway (2003, p. 36): “El poder-de-existir como un poder-sobre, pero el poder-hacer está sujeto a una revuelta contra el poder-sobre, y el poder-sobre no es más que la metamorfosis del poder-de-hacer y, por tanto, absolutamente dependiente de él”. Pero esto es, al mismo tiempo, una visión del mundo y un lenguaje.
Semiótica de la producción (semiótica de la acción)
De hecho, donde hay poder sobre el hacer, no hay poder sobre el hacer (aunque puede haber algún saber hacer) – la dominación es siempre dominación (dominio absoluto de los medios y formas de saber y hacer), y se ve que las modulaciones entre los términos que se “contradicen” por el camino , o al contrario, , revelan significativamente vínculos de dominación y trabajan sobre ciertas condiciones desiguales (no sólo “diferentes o contrarias”).
Todo poder de hacer (y saber hacer) implica un poder sobre la externalidad, un dominio de los materiales y condiciones para hacerlo, pero en el sistema capitalista este dominio no pertenece y no está disponible para que el hacedor haga. está separado de él – el saber (particionado), la técnica (a la que se somete y la que no se somete a él) y los insumos necesarios (materiales, herramientas, capital y mano de obra propia del trabajador, que son propiedad del capital) – así como le fue separado el intercambio o cambio de los productos de su trabajo.
Así, quien sabe poco de lo que hace, no lo hace con intenciones propias, no puede ejercitar su creatividad, el poder de crear desaparece en el proceso mismo de hacerlo, no ve la utilidad final de lo que hace. ellas hacen. Por tanto, tanto los hacedores como la totalidad de los agentes sociales sólo pueden restablecer sus vínculos a través de los valores de cambio o mercancías, puesto que son puestas a disposición, no por los productores, sino por sus propietarios. Y como éstos son los que gozan ventajosamente de la distribución de la riqueza social general, no les interesa descubrir detrás de estos intercambios de cosas lo que realmente son, relaciones sociales constituidas en (y para) una organización social desigual de la producción y el consumo. .disfrute de la riqueza general.
De esta manera, toda la debilidad de la conciencia de los agentes sociales necesaria para el régimen de acumulación, tiende a magnificar permanentemente la cosificación de las cosas sobre la voluntad y la acción humanas, y a sublimar todas estas interdicciones del poder-hacer por el poder-sobre. El primero, que fue expurgado del primero, comenzó a constituirse como una categoría especializada de la gestión del capital sobre los trabajadores y los procesos de trabajo, ya que así desconectado del hacer mismo, el poder sobre puede parecer ilusorio como separado del poder para hacer, y como tal, no parece dominarlo: el conocimiento generalista y de contenido se posiciona ahora como especial, superior, importante, etc., en detrimento de la acción, el hacer, la ejecución, la fabricación pura y simple.
En los bienes mismos, su percepción queda separada de lo que efectivamente son, trabajo humano, colectivamente organizado bajo condiciones jurídico-políticas de dominación y explotación, depurado de ontocreatividad, fenómeno que extiende, con la participación masiva de la ideología, la producción material económica inmediata. a las artes y otras actividades creativas, del centro a la periferia.
LA SEMIÓTICA DE LA PRODUCCIÓN/ACCIÓN
PODER-DO X PODER-OVER
Dominación
La dinámica de las sociedades mercantiles en términos de la acción humana, su hacer, es decir, desde el punto de vista de la producción, se refiere en última instancia a la lucha entre más poder para hacer y menos poder para hacer, desde el punto de vista del dominio de la productores, o la del dominio de la dirección y los propietarios.
Emancipación y regulación
El recorrido de la posible función semiótica es, para ello: (1) , que corresponde a Emancipación de los productores contra condiciones de dominación según los términos del capital para la producción de mercancías; y los que van en sentido contrario: (2) , en el sentido de más Regulación o dominio del trabajo y del hacer en general, según estos mismos términos, por tanto, mayor sentido común, más cosificación de los objetos y más fetichización de los valores de cambio o de los seres elevados a la mera condición de mercancías (SANTOS, 2000).
Por poder-hacer, es decir, por eje 1, de Emancipación, tenemos: (i) hacer las cosas a semejanza propia, semejantes a la propia voluntad, voluntad-de-Sí y voluntad-para-Sí; (ii) hacer cosas a su semejanza con Otro, como su propia voluntad para Otro, voluntad-de-sí-para-Otro y voluntad-de-sí-para-Otro.
Para el eje 2, de Regulación, por el contrario, para el dominio del poder sobre, que en el sistema del capital está bajo el dominio de otros no-hacedores, dueños y gestores de los medios y modos de hacer, tenemos: (i ) hacer las cosas a semejanza del Otro, semejante a la voluntad del Otro, voluntad-de-Otro y voluntad-para-Otro; (ii) hacer las cosas a semejanza de Otro para Otro, semejante a la voluntad del otro Otro, voluntad-en-Sí-para-otro-Otro.
En todos los casos, sin embargo, la “unión” de las modalidades del “hacer” según la dominación del capital, que se despliega entre el poder-hacer (conjunción) y el poder-sobre (disyunción), se realiza según la potencialidad creadora. y por las relaciones/lazos sociales, en el entorno de la experiencia cultural, en cierto grado de desarrollo científico y técnico ofrecido a los medios y modos de hacer.
Conclusión
Primero debe entenderse que las formulaciones y prácticas cognitivas del capital son, en todos los sentidos, disyuntivas, en la medida en que el statu quo vela por la partición, la segmentación y la especialización industrial (incluso en los ámbitos ideológico y cultural), tal como se manifiesta en las formas operativas dominantes de dominación. El capital en sus mecanismos de regulación (control) tiende siempre, por sus propias leyes, a ser sólo aparentemente “concesivo”, siendo de hecho altamente “implicativo”, incluso ante los casos en que se quiera denominar lingüísticamente ciertos “eventos” ( ZILBERBERG, 2015) de “crisis”: en las economías de mercado abierto, el sistema es en sí mismo una crisis, vive de las crisis, vive de su regulación, incluso si en la superficie esto necesariamente aparece para los individuos como una ruptura inesperada: ese es el poder semiótica del lenguaje circunscrita al capital.
Del mismo modo, por otra parte, cuando la actividad de un productor directo concentra la totalidad de las operaciones intelectuales, espirituales, creativas y las realiza frente a la oportunidad y disponibilidad de medios y conocimientos, en este caso, instaurando el imperio del poder-hacer (del en-sí-para-sí), el saber es conjuntivo y es lo que niega el poder-sobre: esta es una imposibilidad productiva real de las sociedades que operan en su forma-mercancía. En otras palabras, la cosificación de las mercancías, en su forma más capitalista, transforma inmediatamente el evento concesivo (uno-espectacular) en otro “hecho de multitud”, tal es el poder del poder sobre, un fenómeno que actúa primero disyuntivamente (eliminando -o propiedad del Yo, desmenuzándolo como a un ET), para luego devolverlo de acuerdo a los intereses y beneficios implicativos inherentes al régimen y dinámica de acumulación de capital.
Por un semioticismo de la producción, la lucha de los ejes en oposición al eje , involucra a todas las clases y fracciones sociales por la hegemonía dentro de la reproducción del capital. No poder hacer es también hacer bajo las condiciones del control del capital; y en la forma de producción de capital, toda acción es una acción bajo condiciones formales (contractuales desiguales) e ideológicas (PÊCHEUX, 2015). Toda concesividad se desvanece aquí, toda creencia es, al final, una disyunción real, igual y libre sólo en la formalidad.
Es claro que esta lucha también corresponde, tarde o temprano, a un proceso social intestinal por una forma-lenguaje, correspondientes signos y valores, ahora de regulación a emancipación (o a una ““segunda humanización”, esta vez consciente”, en las palabras de Anselm Jappe (2009, p. 39)), a veces desde la emancipación hasta la regulación esencial para la vida social, pero no necesariamente en moldes neoliberales.[ii]
*José Manuel de Sacadura Rocha Tiene un doctorado en Educación, Arte e Historia Cultural de la Universidad Mackenzie. Autor, entre otros libros, de Sociología jurídica: fundamentos y fronteras (GEN/Forense). [https://amzn.to/491S8Fh]
Referencias
GREIMAS, Algirdas Julien. Semántica estructural. búsqueda de método. São Paulo: Cultrix/EDUSP, 1976.
HOLOWAY, John. Cambiar el mundo sin tomar el poder. São Paulo: Viramundo, 2003.
JAPPE, Anselmo. El Absurdo Mercado De Los Hombres Sin Cualidades. Logroño (La Rioja, España): Pepitas de Calabaza, 2009.
MARX, Carlos. La capital. Libro I. São Paulo: Boitempo, 2015.
PECHEUX, Michel. Análisis del discurso. Textos elegidos por Eni Puccinelli Orlandi. Campinas (SP): Pontes Editores, 2015.
SANTOS, Boaventura de Sousa. La crítica de la razón indolente: contra el derroche de la experiencia. São Paulo: Cortez Editora, 2000.
ZILBERBERG, Claude. La estructura de tracción. Lima: Universidad de Lima; Antecedentes editoriales, 2015.
Notas
[i] “Plusvalía” o “Plusvalía” es el excedente de “fuerza de trabajo” contenida en las mercancías de una jornada de trabajo, que no se paga al trabajador; esta es la verdadera ganancia del capitalista.
[ii] Según Boaventura de Sousa Santos (2000, p. 227): “Defendí que la ciencia moderna, una vez transformada en una fuerza productiva del capitalismo, contribuyó decisivamente a la mala caracterización de esta tensión por la forma en que facilitó e incluso promovió la absorción de la emancipación por reglamento".
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