Diferencias en común: Deleuze, Marx y el ahora

Maria Bonomi, Malvinas coaguladas, Litografía, 53,50 cm x 44,00 cm, l 1982.
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por MARILENA CHAUI y por BENITO EDUARDO MASEO*

“Prefacio” y “Prefacio” del libro recién publicado.

Prólogo [Marilena Chaui]

Si la diferencia precede a la contradicción y si ésta, como pensamiento que opera con las identidades, se opone a la primera, podemos preguntarnos: ¿es posible conciliar una filosofía de la diferencia y un pensamiento dialéctico? En otras palabras, ¿es posible reunir a Deleuze y Marx? Este es el reto que se propone y afronta Benito Maeso.

En la primera, realiza un exhaustivo recorrido temático y cronológico de las referencias de Deleuze a Marx en el contexto de la tradición de izquierda francesa y en el debate constante con los comunistas althusserianos.

En el segundo, se llega a la construcción deleuziana de la figura de Marx, a partir de la crítica que dirige a Hegel, es decir, se da el énfasis al materialismo y la interpretación del concepto de totalización en Marx, colocándolo a distancia. del hegelianismo para acercarlo, del concepto deleuziano de rizoma (horizontalidad que excluye trascendencias y jerarquías).

Tal aproximación nunca rechaza las distinciones entre ambos, pero enfatiza la proximidad entre la idea de “nodos de determinaciones” (en el rizoma deleuziano) como significado explícito del tema de las “determinaciones múltiples” (en la dialéctica marxista) , tema con el que Marx define lo concreto, de tal manera que la dialéctica no sería síntesis, sino, según Deleuze, “tensión relacional” o “síntesis no identitaria”.

En el tercer camino, Maeso presenta el motivo que sustenta la búsqueda del encuentro de los dos pensadores. Este motivo tiene en su centro dos nociones deleuzianas: agencia y minoría.

O agencia (en lugar de ideas como estructura y sistema) se entiende como una relación de elementos heterogéneos que producen efectos en la realidad como praxis, es decir, actividad social, histórica y personal (de ahí el lugar central de la idea de deseo). Por un lado, se hace posible, con la agencia, mapear las condiciones de nuestro presente, la disposición actual de fuerzas y, por otro lado, proponer un nuevo mapa a partir de la desintegración de estas fuerzas, abriendo otra praxis.

Si el materialismo de Marx piensa en la unidad del sujeto y el objeto y no en su identidad, entonces nos abre un materialismo que se pregunta qué política es capaz de enfrentar al neoliberalismo (como economía y como ideología), el paso de la sociedad de disciplina, vigilancia y trabajo por la sociedad de control (el surgimiento de una nueva institucionalidad jurídica en torno a los derechos y la política) y de consumo, en la que se produce la aparición de la subjetividad digital (que, permanentemente expuesta y controlada, cree en la igualdad entendida como un derecho igual a acceso).

Es en este contexto que Maeso examina la posibilidad político-social de lo nuevo, trayendo a escena al nuevo sujeto de esta nueva praxis a partir de lo que Deleuze, analizando la obra de Kafka, designa con el término minoría: lo que se desvía del estándar (considerado como “mayor” o mayoritario), y se vuelve contra él. Como se ha señalado, la noción de minoría no se refiere a minorías y es más amplia que la de clase: se refiere al momento en que hay contestación y oposición colectiva a lo que se postula como norma y desviación estándar. Social y políticamente, minoría son todos aquellos que están fuera del poder constituido por la imbricación ley-dinero-control-marketing-autoexposición, propia de la sociedad neoliberal y digital.

Es esencial que el término utilizado sea lucha, porque no se trata de la toma de este poder, sino de su desintegración –o, en términos deleuzianos, el derrocamiento de lo molar por la acción de lo molecular. El sujeto minoritario emerge como institución continua de una nueva forma de vida en la que la agencia viene dada por lo común, no como propiedad común sino como bien. común y la felicidad de todos.

No se trata de encontrar una receta para la acción en Marx y Deleuze, sino de, a partir de ellos, preguntar: “cómo operar una especie de síntesis disyuntiva entre el potencial creativo y la positividad de la diferencia con el poder crítico de la negatividad y la dialéctica”. ? Esta tensa relación podría, al menos desde un punto de vista teórico, ayudar en la construcción de una alternativa práctica al nudo gordiano en el que pensamiento crítico y acción parecen encontrarse. En definitiva, se trata de pensar lo social y lo político tal como se gestionan ante nosotros y en nosotros y, desde esa comprensión, buscar cómo podemos superar lo dado, gracias a lo que está por hacer. Este libro es una invitación a un nuevo pensamiento político”.

Presentación [Benito Eduardo Maseo]

¿Por qué promover hoy el diálogo entre autores que, aunque importantes, pertenecen al pasado? El autor de esta obra no cree en el “poder mágico o premonitorio” del pensamiento de Marx o Deleuze. Pero asume la premisa de que el ser humano influye y es influido por su relación con el medio en el que vive. Por tanto, todo pensamiento es histórico y social, situado en el tiempo, pero dotado de un cierto grado de “universalidad” porque lo que ocurre hoy es efecto de prácticas pasadas y es causa de acontecimientos futuros.

Esta dialéctica hace imperativa la relación Deleuze-Marx. Si hoy el mundo es diferente, sigue siendo su motor un sistema que simultáneamente se autodestruye y crea las condiciones para su supervivencia. Si las formas de trabajo, empleo, subjetividades y explotación de la naturaleza, entre otras, han cambiado hasta el punto de que ya no parece posible pensar el capitalismo con las mismas categorías, ha quedado un axioma o núcleo central: la búsqueda de generar más capital del propio capital. Las máscaras cambian, pero el contenido es el mismo, tanto en la vergonzosa esclavitud de los pueblos de África como en la ilusión del emprendimiento neopentecostal: transformar la existencia humana en una fuente de lucro, basada en la explotación de los seres humanos por otros humanos. seres y por sí mismos.

Marx y Deleuze (y Engels y Guattari), en su momento, buscaron comprender tal máquina social desde sus fundamentos económicos hasta sus implicaciones políticas, culturales y subjetivas. Dicho esto, sorprende que esta relación solo haya sido estudiada en profundidad en los últimos años, tanto en Brasil como en el exterior.

Esto sale a relucir en la entrevista de Deleuze a Negri, en 1990, cuando el francés declara “seguir siendo marxista”. Teniendo en cuenta el clima intelectual en Francia, de alguna manera "permanecer" era todo lo que no se quería, y mucho menos una asociación con Marx, incluso el objetivo de "entierros simbólicos" con el aplauso de los pensadores posmodernos. Pero, ¿qué significaría para Deleuze “ser marxista”? ¿Y por qué hay una importante apelación al "nombre de Marx" ya en diferencia y repetición?

Una vez definida la cuestión, se estableció la insólita estrategia de dividir la obra en dos campos: el histórico y el coyuntural. En el primero, se mapeó la presencia marxista en la filosofía de Deleuze, abarcando también los antecedentes involucrados en la propagación del pensamiento de Marx entre los franceses y, por extensión, las relaciones con Hegel, Nietzsche y la formación de partidos y movimientos sociales en la política francesa. .

La lectura de la producción deleuziana revela el doble papel (aliado y antagonista) que desempeñó el pensador alemán, emergiendo un Marx vibrante presente en el seno de la Filosofía de la Diferencia. También fue necesario establecer la relación entre la Diferencia, las variaciones de la dialéctica marxista ya partir de ella, y la diferencia de significado del concepto de negativo entre las escuelas francesa y alemana. Si el nombre de Marx protege a la Diferencia de ser considerada un “alma bella”, ¿habría en ella elementos “dialécticos” o elementos diferenciales en la dialéctica? Surge una nueva comprensión de la experiencia negativa: tanto la negación/pensamiento como la plena afirmación/materialidad.

El desarrollo coyuntural del libro parte del deseo como motor del capitalismo y cómo sus cambios alteran el tejido social. ¿Puede la esquizofrenia del capitalismo ser el “espectro que acecha a Europa”? Es cierto que las sociedades actuales, marcadas por el control y la vigilancia, son diferentes a las de Marx; sin embargo, la máquina capitalista siempre ha producido bienes, subjetividades y, en particular, información. Lo que Deleuze llama “las alegrías de marketing podrían ser los cambios en las formas de difusión, producción y circulación de la información y la formación de una nueva racionalidad del mundo, en la que el capitalismo extrae plusvalía de la psique individual y colectiva. Se forma un tira y afloja entre la demanda desenfrenada de satisfacer deseos y el miedo constante a lo contingente. Para escapar del miedo, se abren las puertas al autoritarismo.

En las sociedades de control, el caos es el motor del capital: si el individuo se convierte en su propio empresario, los demás se convierten en competidores y el mercado se convierte en el propio tejido social. El autoempresario es el dueño de la producción de la automercancía, o del sujeto-mercancía: nosotros mismos. La sociedad está organizada de manera antisocial y su administración tiende al totalitarismo en el que cada individuo mira y es mirado a la vez.

¿Es posible, entonces, tensionar una sociedad en la que la tensión es la norma? El autor cree en ello a partir del encuentro entre las filosofías políticas de Deleuze y Marx, a partir del rescate de conceptos como “Común”, “minoría” y “lucha de clases”. ¿Es posible leer a Marx a la luz de Menor deleuziano? ¿O leer la Diferencia como una variante de la lucha de clases? Las filosofías de Deleuze y Marx -filósofos de la crisis en tiempos de crisis- pueden apuntar al rescate de la dimensión común de la vida social sin perder de vista la individualidad y la diferencia. Este trabajo busca, dentro del recorrido anterior, aportar su aporte a un debate que es tan actual y que, a la vez, nos moviliza desde hace tiempo.

*Marilena Chaui Profesor Emérito de la FFLCH-USP. Autor, entre otros libros, de contra la servidumbre voluntaria (Auténtico).

*Benito Eduardo Maseo Profesor de Filosofía en el Instituto Federal de Paraná (IFPR).

referencia


Benito Eduardo Araujo Maseo. Diferencias en común: Deleuze, Marx y el ahora. Curitiba, Appris, 2020, 244 páginas.

 

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