Las ciudades del desierto – VIII

Imagen: Ricardo Kobayaski
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Por GILBERTO LOPES*

Comentario sobre los acontecimientos recientes en la política internacional

Cuarenta millones de casos en todo el mundo, más de 1,1 millones de muertos, con el recrudecimiento de la pandemia en Estados Unidos, India y Brasil, tres países que suman alrededor de 22 millones de casos y medio millón de muertos por la Covid-19. También en Europa, una nueva ola de contagios genera preocupación. Madrid sigue en estado de alerta. En Barcelona, ​​la epidemia se intensifica. Y en toda Cataluña, los bares y restaurantes solo podrán tomar pedidos para llevar. El turismo, que ya estaba paralizado, es otro sector económico golpeado por la pandemia.

La noticia recuerda cada vez más a las medidas drásticas de la primera ola del coronavirus, en marzo y abril. Macron ha impuesto un toque de queda de 21:6 a XNUMX:XNUMX horas en las ciudades francesas más afectadas, incluida París. En Italia y Alemania, los contagios superan a los de marzo. En los Países Bajos, los restaurantes cierran. Portugal adopta nuevas restricciones (prohíbe las reuniones de más de diez personas e impone nuevos límites en el horario comercial, para evitar que los contagios vuelvan a aumentar tras las vacaciones de verano en Europa). Pero ya en octubre, los casos diarios están batiendo récords.

El indicio de que la pandemia avanza a una velocidad inusual en Europa es el aumento de la “tasa de positividad”, el porcentaje de casos positivos por test realizado. Si la primera alerta sonó en España, el pasado fin de semana República Checa y Holanda fueron los países en los que más rápidamente creció esta tasa. Luego vinieron Bélgica, Rumania y Francia. La buena noticia es que la tasa de mortalidad por la enfermedad está disminuyendo. Algunos también respiran aliviados al conocer las nuevas estimaciones sobre el desempeño de la economía en la zona euro, que caería “solo” un 8% este año, menos del 13% pronosticado en abril. Aun así, muy por encima del peor registro hasta el momento, una caída del 2,9% en 2009. En cualquier caso, son estimaciones que dependen de muchas variables.

una sociedad frustrada

En medio de la pandemia, Chile tuvo que postergar su plebiscito, que finalmente se realizará el domingo 25 de octubre. Consulta sobre la convocatoria a una Asamblea Constituyente que ponga fin a las reglas establecidas por la dictadura cívico-militar, encabezada por el general Augusto Pinochet, que gobernó el país entre septiembre de 1973 y marzo de 1990.

La primera pregunta que tendrán que responder es si aprueban o rechazan la convocatoria de una Asamblea Constituyente en reemplazo de la de 1980 que dejó Pinochet. La segunda se refiere a la composición de esta Asamblea Constituyente: ya sea con 155 diputados elegidos al efecto; o con 172, siendo la mitad elegidos directamente y la otra mitad integrada por parlamentarios en ejercicio, elegidos entre ellos.

Nadie duda de la victoria de “Aprobado”. Incluso sectores de la derecha de Pinochet se sumaron al movimiento, para luego jugar sus cartas en la elección de constituyentes. Entre las normas aceptadas está que cada artículo debe ser aprobado por dos tercios de los votos, lo que ha generado críticas de quienes esperan dificultades para llegar a acuerdos, especialmente en los temas más sensibles. No debe perderse de vista, sin embargo, que las cuestiones no aprobadas habrán de ser reguladas luego de otra manera, pero nada quedará en vigor de la antigua constitución, aquella bajo la cual la dictadura fundó su régimen según concepciones sumamente liberales. . “Chile tiene el nivel más alto de desigualdad entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)”, recordó Margarita Seminario, subdirectora del Programa de las Américas de la Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), con sede en Washington.

La economía chilena -agregó- es abierta y de mercado, con una intervención estatal muy limitada. Lo que buscan los partidarios de la reforma constitucional es ampliar el papel del Estado en la economía para permitir avanzar hacia la creación de un estado de bienestar. Una ampliación de la red de seguridad social tendría "un profundo impacto en la vida cotidiana de los chilenos". Para todas las personas de clase media y baja que “sufrieron los efectos de la desigualdad económica y la falta de seguridad financiera”. Seminario recuerda que las pensiones son bajas, los servicios de salud y educación son caros y, en general, el costo de vida es insostenible para la mayoría.

El plebiscito se realizará durante la conmemoración del primer aniversario del inicio de las protestas que, desde el año pasado, acorralaron al gobierno y desencadenaron una ola de represión que dejó ciegos y asesinados a decenas de chilenos agredidos y torturados por Carabineros. La promesa de desarrollo económico de la dictadura y los regímenes que la sucedieron no se materializó. “No todos los chilenos se beneficiaron de la expansión económica de estos años y las protestas revelaron una amplia y profunda frustración con la desigualdad”, dijeron María Borselli y Adrienne Arsht, de la Consejo Atlántico. Las perspectivas que pueden lograr este objetivo a través de una nueva constitución son analizadas en la entrevista al dirigente de la comuna La Reina, Pedro Davis, que acompaña esta nota.

Dirigente de la comuna La Reina, Pedro Davis: “No hay mucho que celebrar”

“No hay mucho que celebrar”, dijo Pedro Davis desde el otro lado de la pantalla. Más de 50 años de historia condensan este comentario, desde los años en que, con la Unidad Popular, participó en los esfuerzos que se realizaban en Chile para abrir caminos originales y renovar la política. Los procesos políticos en Chile ya estaban adelantados a los de sus vecinos; allí se manifestaron de la manera más completa: en 1970, con la elección de Salvador Allende. En 1973, con el golpe cívico-militar que llevó a cabo una reforma liberal, la más radical y conservadora de todas las intentadas en ese momento en Argentina, Uruguay o Brasil. Todo bajo regímenes militares particularmente cobardes y crueles. Han pasado cincuenta años y su voz resuena a más de cinco mil kilómetros –en Santiago, mientras yo estoy en San José–, en vísperas de un plebiscito que pretende revocar la constitución de Pinochet: “No hay mucho que celebrar”, afirma. Economista, líder comunal, fue concejal y candidato a alcalde de La Reina, enclavada al pie de la sierra, comuna rica, pero donde no faltan sectores mixtos empobrecidos. Lo que sigue es el resultado editado de nuestra conversación.

La campaña “Yo apruebo”

De la conversación surge el comentario sobre el plebiscito del próximo domingo 25 de octubre. La campaña del “yo apruebo”, dice, “fue básicamente de organizaciones sociales, con poca presencia de partidos, yendo de menos a más, en un ambiente un tanto extraño, sin algunas de las formas habituales de campañas políticas anteriores. También es muy diferente al plebiscito de 1988, cuando la campaña del “No” derrotó las aspiraciones de Pinochet de permanecer una década más en el poder y generó gran entusiasmo en el país”. Valora cosas positivas, “como las manifestaciones autoconvocadas, que muchas veces fueron mayores de lo que esperábamos. Anima a la gente a trabajar. Pero la campaña también tuvo sus puntos bajos, en ocasiones provocados por divisiones en la oposición, como la que ocurrió la semana pasada en el Congreso, cuando se derrotó un cargo constitucional contra el exministro de Salud Jaime Mañalich.

Mañalich fue acusado de poner en riesgo la vida y la salud de la población por sus decisiones en los primeros meses de la pandemia del Covid-19, que lo obligó a renunciar al cargo. El resultado de la acusación fue de 71 votos a favor y 73 en contra, con siete abstenciones. Pero varios diputados de la oposición se abstuvieron y esto genera malestar en la gente que trabaja en la campaña de la calle”. Parece que no todos reman en la misma dirección, asegura. En la comuna de La Reina, “Aprovo” conformó cuatro grupos: uno de concertacion, otro del Frente Ampla (FA) y otro de Chile Digno. El cuarto es el de la Unidad Social La Reina, coordinación de decenas de organizaciones sociales tradicionales y autoconvocadas, formada desde el 19 de octubre del año pasado, cuando estallaron protestas populares en todo el país y cuyo primer aniversario se celebró esta semana.

“El 18 marca el aniversario del inicio de las movilizaciones del año pasado”, recordó Davis. “Nos estamos preparando para hacerlo lo más grande posible. El gobierno tomará medidas enérgicas. Seguiremos trabajando en Articulação Cidadã, creemos que esa es la forma de empoderar verdaderamente a la gente común”. “La Unidad Social La Reina es un grupo mucho más activo que los demás, desarrollando movilizaciones por las opciones 'Yo apruebo' y 'Convención Constituyente' todos los días”. Cree que en La Reina sacarán un buen resultado. “De las comunas con más recursos, probablemente será la mejor, incluso mejor que en Ñuñoa (comuna vecina, escenario de recientes concentraciones políticas y culturales). Estábamos en la calle, entregando publicidad de casa en casa, con pocos recursos, con mucho trabajo voluntario”.

la gente enojada

Davis destaca las diferencias entre las dos campañas. Para él, la “Negativa” “es muy violenta. El otro es más amable, más cariñoso. La opción 'Rechazo' está más presente en el centro de Santiago, en las comunas más ricas, con Carabineros protegiendo sus manifestaciones, algunas de ellas con gente armada. Por el contrario, en las manifestaciones de 'Aprueba', la presencia policial es intimidante. Si bien no hubo violencia, hay una actitud provocadora por parte de Carabineros, con muchos efectivos y pidiendo a la gente su cédula”. De hecho, añade, “no hay mucho que celebrar. La gente está muy enfadada, es consciente de que la nueva constitución será muy minimalista”. El “yo apruebo” ganará con más de dos tercios de los votos, asegura.

Además de la consulta a favor o en contra de la Asamblea Constituyente, hay una segunda consulta en este plebiscito -sobre cómo redactar la nueva constitución- que es confusa y a esa confusión se suma la campaña “Rechazo”. Se trata de votar entre dos opciones: si la Asamblea Constituyente se compondrá únicamente de 155 diputados, elegidos al efecto por partes iguales (hombres y mujeres), o si lo que se ha llamado una “convención mixta” de 172 miembros se establecerá: la mitad elegidos por voto popular y la otra mitad formada por parlamentarios en ejercicio”.

En esta segunda consulta valora que la primera opción ganará por poco. “Pero la Asamblea Constituyente finalmente estará compuesta por militantes de los partidos (en los que la gente confía muy poco), ya que son los que tienen los recursos y la organización para hacer campaña. Será muy difícil que los independientes sean elegidos”. Pese a todo, garantiza que el cambio constitucional es importante, aunque gran parte de la población no está contenta con los acuerdos de noviembre del año pasado, cuando los partidos políticos acordaron convocar a este plebiscito.

Una constitución “minimalista”

Hay cuatro bloques que soportan el “Yo apruebo”: el concertacion (que llamamos Concertación 3.0, formado por Demócratas Cristianos, Socialistas, PPD [Partido por la Democracia], radicales y derechistas, miembros de la Ciudadanos), herederos del antiguo concertacion (que duró hasta el gobierno de Michelle Bachelet); los del Frente Ampla (FA); la izquierda que no estuvo en el acuerdo de noviembre pasado (humanistas, comunistas, el grupo del alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, los ecologistas, la izquierda libertaria y otros movimientos); y los de derecha, que apoyan el “yo apruebo” pero pretenden ganar muchos escaños en la Constituyente para defender sus intereses.

Respecto a la elección de la Asamblea Constituyente –si gana el “Aprobatorio”, como indican todas las encuestas–, los partidos políticos progresistas, que defienden una nueva constitución, sacarán listas separadas para cada distrito y, en el sistema electoral chileno, esto se traduce en pérdidas significativas de representación. “Esto permitirá que la derecha tenga más fuerza relativa. Es cierto que nunca pensamos que podríamos tener la fuerza suficiente para aprobar una constitución como queríamos. Consigamos menos que eso. Pero la derecha tampoco tendrá los dos tercios necesarios para aprobar los artículos. Tendrán que negociar”, explica. “Cada nuevo artículo requerirá un voto de dos tercios para ser aprobado. Esto quiere decir que el resultado será muy minimalista; no habrá acuerdos sobre temas conflictivos, como el cambio de la función subsidiaria del Estado, los derechos humanos, el reconocimiento de los pueblos indígenas o los derechos de agua, por ejemplo. “No es una situación muy fácil. La constitución será un híbrido. Hay un nivel de desencanto sobre lo que se puede esperar de una Asamblea Constituyente formada por representantes de los partidos, con los mismos trucos de siempre. Se supone que lo que no se apruebe en la Constituyente irá al parlamento, con su carácter “binominal”, que discutirá eternamente los temas. Es muy complejo”.

Y así, a su juicio, seguirá esta efervescencia. “Es una situación muy aterradora. Tengo la sensación de que a partir de abril habrá un estado de asamblea permanente. La legalidad se seguirá superando en la práctica, la gente ya no pide permiso para manifestarse, simplemente se manifiesta. Cuando las reglas no coinciden con lo que la gente está dispuesta a aceptar, lo hace y ya está. El Estado se ha vuelto a armar, Piñera ha traído parafernalia, están preparados para la guerra, con vehículos, armas y gasolina”.

articulación ciudadana

“Pensamos que la discusión de esta Asamblea Constituyente se prolongará. No se construyó ningún puente entre los movimientos sociales y los partidos políticos. Los movimientos no tienen un rumbo, ni un espacio de diálogo con lo político. Falta un puente. Ante esta realidad, nos propusimos promover el mayor número posible de asambleas en los diferentes territorios de la comuna para converger en una Asamblea Comunal Constituyente, un mecanismo para pedir cuentas a los diputados”. “Creamos un colectivo, Articulação Cidadã La Reina, formado por vecinos autoproclamados. Somos cien personas. Prácticamente no hay miembros del partido. Hay personas de todas las organizaciones de la comuna que trabajan con el propósito de tratar de influir en la política. Seguiremos trabajando en la Articulación Ciudadana”.

gilberto lopes es periodista, doctora en Estudios de la Sociedad y la Cultura de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Traducción: Fernando Lima das Neves.

 

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