Armando de Freitas Hijo (1940-2024)

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por MARCOS SISCAR*

En honor al poeta fallecido ayer, republicamos la reseña de su libro “Lar”.

Hay quienes piensan en la tradición poética como una carrera en la que los retoños van siempre rezagados; otros prefieren buscar en ella modelos de una austera demanda de valor creativo, supuestamente en desuso. En una época en la que se siente que el futuro está bloqueando, es comprensible que la poesía siempre se mida con datos que ya se han emitido.

Es difícil leer la poesía de Armando Freitas Filho sin hacerse esta pregunta. Después de todo, el libro Hogar, exige tradición y la califica –no sin ironía– de mármol perfecto, contra el que se debate la imperfección o la estéril disonancia del presente. El libro decepciona la carrera de caballos y la comparación cualitativa. Esto se debe a que la decepción es su materia, su formulación, su arte.

Obsesión con el pasado Manqué, por el verso Manqué, el drama de la dificultad de dar forma, es lo que desacredita la forma y al mismo tiempo la constituye, instruyendo al lector en la experiencia de sus reglas. Hogar, pide ser leído bajo el signo de la desarmonía, la soledad sin hogar.

Si el libro es, explícitamente, un libro de memoria, un libro de experiencia que se expone como autobiográfico, lo autobiográfico en sí mismo es una pregunta falsa. Aunque los poemas, más directamente los de la primera parte, no dejan de organizar un recorrido cronológico, desde el universo familiar al escolar, la miseria misma de los “hechos” sugiere que lo que está en juego no es la mera narración biográfica, sino la experiencia que al mismo tiempo está situada y desplazada de un sujeto.

La relación con los padres, la religión, el sexo, pero también el metalenguaje y la negociación con la idea de finitud, son ocasiones en las que el ruido de la memoria y la suciedad de la intimidad quedan al descubierto. Lo interesante de los hechos biográficos no es tanto el contenido del pasado como el “gemido de la madera” que contiene papeles viejos. Si hay aquí una confesión, es ante todo una confesión del cuerpo.

La falta de interioridad posible, que sugiere la coma ligada a la palabra “hogar” en el título, apunta a un tema ya conocido en la poética de Armando Freitas Filho: la dramatización de la superficie del cuerpo (de sentidos como el olfato, el gusto, tacto, explorado hasta el cansancio), o mejor aún, el “frotamiento” de los cuerpos, que los saca de la inmanencia y los pone en relación, o en fricción. Es necesario tener esto en cuenta, en relación con la proximidad que Armando Freitas Filho tiene con Carlos Drummond o João Cabral, pero también con las críticas que les dirige: al primero, por su simbolismo, su asunción de interioridad, aunque disonante; al segundo, por la “limpieza” de la situación poética.

No hay oposición al tipo de solución que llevaron a cabo los tótems modernistas, sino a la requisito de la solución misma; “Matar al padre en secreto / del cuerpo”, la poesía reafirma su singularidad, pero no la relanza como estaba previsto. El “secreto del cuerpo” no es precisamente el espacio (alusivo, irónico o posmoderno) donde se produce un sacrificio higiénico, sino que tiene una función casi adverbial, de un “por-medio-de-que”que contiene su propia vergüenza, su daño, su siniestro.

Una paráfrasis honesta de Hogar, Nos llevaría a algo así como una poética del engaño, no sólo porque el cuerpo nunca está más allá de su secreto, sino porque el roce de los cuerpos tampoco es gozoso. El cuerpo cruje, más que tiembla. El cuerpo nos enseña a leer la decepción en función del verso, que tropieza, que desborda, que se desborda junto a la inminencia dramática de la prosa; que negocia con la aleatoriedad del corte, prescribiendo un discurso sobre el verso como interrupción.

Interrumpir es ampliar el significado de una palabra, de una frase, perdida en el fluir de la prosa del mundo. Si bien a algunos lectores esta ampliación les puede parecer desprovista de razón y efecto, y precisamente por eso, no deja de ser un retrato fiable de la decepción histórica que caracteriza su época.

El arte de la desolación, practicado por Armando Freitas Filho, tiene coherencia y perspectiva. Nos enseña cómo debe leerse, pero necesita tiempo para mostrar sus requisitos. Hasta el punto de terminar involucrándose en un cierto didactismo, que nunca se separa del acto de enseñar, y que en la poesía de Armando Freitas Filho hierve en la insistencia en la debilidad de la repetición, la compulsión de escribir que no termina, la reiteración del fracaso de la “repetición”, del enfrentamiento con sus fantasmas.

Aprender a leer es aprender a afrontar la decepción repetida, la reescritura, la corrección, el aplazamiento de uno mismo contenidos en la grabación de voz: esto es lo que el libro parece decirnos en cada página. Hogar, (“Reescribo, corrijo, haciendo / presión con el lápiz sin punta / para marcar mi disidencia”).

A lo largo de los textos, la pérdida, el óxido, el desajuste, lo inacabado, lo corroído, lo amontonado, toda la lógica del daño contenida en la izquierda (“siniestra”) que roza la izquierda drummondiano, son índices de una poética que se comenta, que expande su metalenguaje. El drama se expande, asumiendo el riesgo de referirse “sin parar”, compulsivamente, a su propio estado inacabado, a su “castigo” situado. El poema enseña tan abundantemente lo siniestro que lo convierte en su propio flagelo.

Pero lo que parece ser excesivo en la poesía de Armando sigue siendo la respuesta a lo que se exige de ella, de la poesía en general: una coherencia, una actitud, una función, siempre contradichos o defraudados por la voracidad de la misma demanda que los demanda. La epopeya de nuestro tiempo es tan a menudo de decepción, de desajuste entre lo que se busca en la poesía y lo que ofrece, aunque no sepamos exactamente qué. La “culpa” expresada por el poema no deja de tener paralelo con esta otra, que es prolongar tal vergüenza, porque no sabemos o no queremos reconocerla.

Lo que la poética de la decepción en Hogar, termina sugiriendo es una responsabilidad compartida frente a lo siniestro: la de exigir el derecho de la forma y otorgárselo, por ejemplo, a la poesía.

* Marcos Síscar Es profesor del Departamento de Teoría de la Literatura de la Unicamp. Autor, entre otros libros, de Poesía y crisis (Editorial Unicamp).

Publicado originalmente en Revista de reseñas no. 6 de octubre de 2009.

referencia


Armando Freitas Filho. Hogar,. São Paulo, Companhia das Letras, 2009, 136 páginas. [https://amzn.to/3MZTQOi]


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