Aristócratas y plebeyos

Imagen: Paulo Durandetto
Whatsapp
Facebook
Twitter
@Instagram
Telegram

por MARIO MAESTRI*

Dúplica al artículo de Carlos Ominani

Estimado señor Ominani,[i]

Vacilé en la dirección de protocolo del presente. Sin embargo, su respuesta reafirmó la triste certeza de que mi querido compañero Chino, de los años 1973, se había convertido en el político tradicional Carlos Ominami, de los años 1980, que era todo lo contrario a lo que éramos nosotros cuando formábamos parte de la Unidad Popular. La razón que das para tu metamorfosis explica, no justifica. Con la “caída del régimen soviético”, simplemente habría procedido “como tantos otros en todo el mundo”. Cual es correcta. En Brasil fue lo mismo.

En 1989-91, aquel tsunami histórico y el anuncio del “fin de la historia”, la muerte del “socialismo”, la “obsolescencia del marxismo”, la eternidad del capitalismo dieron lugar a un desenfrenado “salvar todos”. Multitudes de activistas, sindicalistas, intelectuales, etc. la izquierda reconvertida a la socialdemocracia y al socialliberalismo. Es dulce sentarse a la mesa de los vencedores, mientras los vencidos son arrojados a los leones. Al cambiar de trinchera, algunos se quitaron la camisa vieja, otros siguieron llamándose “hombres de izquierda”, para prestar mejor sus servicios.

La caracterización de concertacion como la continuidad suave del neoliberalismo de Pinochet no fue el mío, sino el de nuestro ex compañero, el magnífico historiador Gabriel Salazar. Repito lo que propuso. “Entonces tuvieron que buscar políticos dispuestos a manejar el modelo neoliberal sin cambiarlo demasiado. (…) el Partido Demócrata Cristiano, el Partido Socialista, el Partido Radical… todos los que habían sido de centroizquierda ahora aceptaron administrar el modelo neoliberal”. Su respuesta debería haber desafiado el carácter neoliberal propuesto de la concertacion y tu desempeño como ministro de Patricio Aylwin, partidario del golpe de 1973. Pero quizás, “en estos últimos 48 años”, olvidaste o no leíste “absolutamente nada” de Gabriel Salazar.

 

¿Me excedí?

Pero llegamos a la formulación, ahora mía, que le produjo “sorpresa y perplejidad”. Afirmé. “Pues que tiene que ver mi ex querido camarada y amigo Carlos Ominami con esta historia. Mucho mucho mas. Era nada menos que el Ministro de Economía, Desarrollo y Reconstrucción, de 1990-92, de Patricio Aylwin. Mutatis mutandis, y exagerando un poco, era el Guedes chileno! Fue uno de los grandes articuladores de la continuación de la política neoliberal de tierra arrasada en Chile. (…) Entre otras cositas, implementó activamente la privatización de las nuevas minas de cobre chilenas. Y, como buen político burgués, buscó financiación electoral donde no debía”.

Como estos son momentos históricos diferentes y dos naciones distintas, Brasil y Chile, con sus similitudes esenciales y particularidades nacionales, temporales y de otro tipo, rodeé mi comparación con advertencias de precaución: “mutatis mutandis,” y “exagerando un poco”. Honestamente, no sé si se deben en su totalidad. En todo caso, debiste dejar de lado la comparación explicativa, destinada al lector brasileño, y haber contestado con firmeza las afirmaciones del párrafo sobre tu trayectoria política, como ministra, como candidata, como ciudadana, registrando mi error. Pero guardaste silencio sobre ellos, ensayando mera indignación retórica. Y no pudiste leer lo que realmente dije.

La maravillosa victoria electoral chilena reciente, como todas las demás a las que me he referido, no se debió en lo esencial al candidato, quien, como también recordé, en el pasado, al ser electo, los traicionó miserablemente, con las excusas de siempre, con énfasis sobre la gobernabilidad. Todos ellos se debieron al esfuerzo titánico e incansable del pueblo y los trabajadores chilenos, de quienes tanto aprendí, y me esforcé por contribuir aunque sea microscópicamente a sus luchas.

 

El aristócrata y el plebeyo

Sí, señor Ominami, estoy “vivo”. Todavía. Si la situación cambia, te lo haré saber. Y nunca me sentí “valiente”. Sólo que, como innumerables compañeros, no abandonamos la lucha, aun cuando sentimos miedo, que es humano. Y, sobre todo, tratamos de permanecer en nuestra trinchera, incluso cuando fue arrasada. En cuanto a la “petulancia” en criticar a los enemigos de clase, estos son los huesos del oficio de quienes intentan mantenerse fieles al mundo del trabajo y al socialismo. La búsqueda de la coherencia se paga con un sinfín de problemas de todo tipo. En mi caso particular, mi profesión, como historiador, también me exige analizar y pronunciarme. No hacerlo sería como un tenor que mantiene la boca cerrada.

Al principio me sorprendió que no tuvieran noticias mías desde 1973. Como escapaba de la represión, mi primera preocupación, en las semanas, meses y años siguientes, fue saber la suerte de nuestros compañeros, si estaban vivos o muertos. . Entre ellos, saber lo que había pasado con el camarada Chino, con Pelado, con Lucho, con Flacos... Pero lo pensé mejor: un político burgués de botas altas quiere olvidarse de sus compañeros de izquierda, ahora opositores, aunque liliputienses, de colaboracionismo neoliberal. Pero luego, con su permiso, comencé a dudar de su formulación.

¿No sabías, en Francia, lo que hacíamos en Bélgica, un grupo más allá nutrido por tus antiguos camaradas miristas, muchos militantes del Pedagógico? Nunca encontró a Marco Aurélio García, también de Rio Grande do Sul, nuestro ex compañero en el MIR, bien informado sobre lo que hacíamos. Y podría ir de esa manera. Pero "no le quitemos la suerte a los gitanos” – como decíamos en Santiago. El significado del mensaje es claro, aunque superficial.

Usted, de un cuadro estudiantil de la izquierda revolucionaria, se reconstruyó en un destacado “aristócrata” de la política burguesa chilena. ¡Conocido por todos! Y seguí siendo lo que éramos cuando éramos jóvenes en la Universidad de Chile a principios de los años setenta: meros militantes revolucionarios de base. Militante plebeyo, perdido entre tantos, de los que, gracias, ¡nunca buscaron un bocado en los gobiernos que contribuyeron a la destrucción neoliberal de América Latina! ¡Entonces éramos así, cada mono feliz en su rama! Cada uno con su tribu. Sin mezclar.

* Mario Maestro es historiador. Autor, entre otros libros, de Revolución y contrarrevolución en Brasil: 1500-2019 (Editor FCM).

 

Nota


[i] Respuesta al artículo publicado en la web la tierra es redonda, el 31 de enero de 2021.

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES