Argentina, 1985

Bill Woodrow, Sin título (94_04), 1995
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por JOSÉ COSTA JUNIOR*

Comentario a la película dirigida por Santiago Mitre.

En uno de los conflictos más simbólicos que podemos ver en la película Argentina, 1985, el joven fiscal auxiliar luis moreno Ocampo cuestiona a su propia madre sobre las prácticas del gobierno dictatorial argentino, vigente entre 1976 y 1983. La madre, que asistió a la misma misa que el general Rafael Videla, uno de los gobernantes más brutales de la época, reafirma constantemente la importancia de la estabilidad familiar y política para defender las acciones militares de la época, además de los vínculos que la propia familia mantenía con el régimen cívico-militar que gobernaba el país.

Luis Moreno Ocampo acusa a los presidentes del período dictatorial de crímenes de lesa humanidad junto al fiscal Julio Strassera, en el juicio más importante de la historia política argentina. Para ello, levantan evidencias y testimonios de tales crímenes, una actitud fundamental para que la sociedad argentina reviva su pasado reciente y haga justicia contra los perpetradores de las políticas de brutalidad.

Sin embargo, tras el testimonio de una joven, quien fue torturada junto a su hija recién nacida en un auto en marcha por militares, Ocampo recibe una llamada de su madre. Ella cuestiona si eso realmente sucedió y cómo fue posible que la gente común pudiera ofrecer tal violencia y sufrimiento en nombre de los ideales políticos y sociales. Llorando, termina coincidiendo en la necesidad de condenar a los líderes de la dictadura argentina, responsables de ese estado de cosas, y defiende el trabajo -casi imposible- de los fiscales en ese importantísimo juicio.

Este y otros diálogos de Argentina, 1985 hacer que el cine sea indispensable para nuestro tiempo. La actuación de Strassera y Ocampo en el juicio es una importante defensa de la vida democrática, tan atacada en ese país y en América Latina durante la segunda mitad del siglo XX y que aún hoy tiene efectos en la vida política de nuestros países. En su discurso final, el fiscal Strassera se refiere a los riesgos del olvido y retoma las palabras que “ya no eran suyas, sino de todo el pueblo argentino”: “Nunca más”, reafirmando el compromiso democrático de esa sociedad. Somos conscientes de las dificultades de la construcción política democrática en Argentina en las últimas décadas, sin embargo, el reconocimiento de los crímenes del régimen cívico-militar que aterrorizó al país fue fundamental para revivir hechos que la mayoría quisiera olvidar, por vergonzosos que fueran. puede haber sido

Revisitar las memorias del pasado violento reciente, discutir las justificaciones ofrecidas, culpabilizar a los perpetradores de prácticas inhumanas, entre otros movimientos traumáticos abordados en la película, fueron pasos necesarios para que esa sociedad buscara una reconstrucción de la vida en común, proyecto aún en construcción en argentino En este contexto, el olvido sería más peligroso, ya que traería la naturalización de la barbarie y la brutalidad política como soluciones aceptables a los desafíos de la construcción política, manteniendo caminos para la reanudación de posiciones políticas reaccionarias y violentas.

Las diferentes formas en que Argentina y Brasil enfrentaron su reciente pasado dictatorial son ejemplos de la importancia de la memoria y el intento de valorizar la vida democrática, que recibió menos atención en nuestro país, al punto que algunos ciudadanos brasileños exigieron algún tipo de “militarismo”. intervención". " de vez en cuando. Aquí, la ignorancia y el desprecio democrático parecen unirse en ausencia de comprensión de los riesgos de la vida bajo el dominio de la brutalidad política. La comprensión de la madre de Ocampo es simbólica en este aspecto, pues, aun en contra de su voluntad, reconoce que la salida política violenta conlleva riesgos para todos, incluidas amenazas constantes y excesos deshumanizantes.

El susto tras el testimonio de las víctimas del régimen da que pensar, creando la vergüenza necesaria para muchos que o no tenían conocimiento o “volvían la cara” a todo lo sucedido. Es importante reconocer que esta es una acción comprensible, ya que “seguir con la vida” puede ser una salida más sencilla y menos dolorosa en momentos de tensión. Sin embargo, de este tipo de actitudes surgirá el peligroso olvido que dejará la puerta abierta a la brutalidad política como solución en el futuro.

Aquí surge una pregunta: ¿cuál es la responsabilidad de quienes no saben o “dan la cara” a los excesos de la voluntad de quienes se proponen resolver los desafíos políticos? La complicidad y el vínculo entre esa sociedad y sus líderes, aunque poco activos en los brutales procesos de deshumanización entonces promovidos, plantean nuevamente dudas reflexivas y necesarias sobre responsabilidades y actitudes.

Argentina, 1985 ofrece una cuenta importante y necesaria de cuándo el olvido puede ser un riesgo. Cuando la deshumanización y la brutalidad son olvidadas, pueden reaparecer o ser exigidas como solución política a los desafíos de la convivencia, como podemos ver en diferentes partes del mundo en este mismo momento, especialmente en Brasil. Sin este cálculo, corremos el riesgo de acercarnos peligrosamente a la convivencia totalitaria y deshumanizadora que tanto ha acechado a nuestra querida América Latina.

*José Costa Junior Profesor de Filosofía y Ciencias Sociales en IFMG –Campus Ponte Nova.

referencia

Argentina, 1985

Argentina, 2022, 140 minutos

Dirigida por: Santiago Mitre

Guión: Mariano Llinás, Martín Mauregui, Santiago Mitre.

Reparto: Ricardo Darín, Peter Lanzani, Alejandra Flechner, Paula Ransenberg, Carlos Portaluppi.

 


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