Apuntes sobre la “teoría del autoritarismo”

Imagen: Kazimir Malévich
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por RENATA COUTO MOREIRA y por HELOISA RODRIGUES FERNANDES*

Presentación y Prefacio del libro de Florestan Fernandes

Presentación [Renata Couto Moreira]

La inmensa responsabilidad de contribuir a la presentación de un libro del querido profesor, político y científico social Florestan Fernandes nos remite a los dilemas, desafíos y tareas que se plantean hoy a los movimientos socialistas, así como a la necesidad de fortalecer la construcción de un colectivo sujeto, y de masa, capaz de hacerles frente. Es con y a través de la construcción de una conciencia colectiva, no sólo de los hombres, sino también de la afirmación humana de las mujeres, que nos ponemos en marcha en la sistematización y elaboración necesaria para la reflexión permanente sobre nuestra táctica y estrategia. . En ese sentido, esta presentación se estructura en torno a dos temas que generan diálogo entre 1978 y hoy, más de 40 años después.

Partimos de la perspectiva de que la realidad se aprende en su historicidad, lo que nos lleva a contextualizar brevemente la época en que se escribió el libro y qué sucedió con las experiencias concretas del capitalismo y el socialismo desde entonces, las similitudes y diferencias entre ellos, así como elementos estructurales e históricos específicos. Es importante señalar que el libro fue escrito a partir de los apuntes de clase del curso de pregrado sobre “Teoría del Autoritarismo” del Departamento de Política de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP), a fines de 1977. traer debates y categorías presentadas en el texto, que buscamos poner en diálogo con reflexiones sobre la situación actual de la lucha de clases y la expansión, en 2018, de golpes de Estado y gobiernos autoritarios, como elementos fascistas y ultraliberales en el continente latino. continente americano y sobre el capitalismo global, en su crisis estructural, configurando la contrarrevolución a escala mundial.

Contextos históricos de 1978 y 2018, revolución y contrarrevolución cuarenta años después

Nuestro autor escribe en un momento en que las experiencias socialistas del siglo XX, como las de Yugoslavia, China, Cuba, la URSS, estaban vigentes y disputaban la hegemonía mundial con la superpotencia capitalista, en una polarización entre revolución y contrarrevolución. La Guerra Fría será una de las principales expresiones de esta disputa y sacará a la luz importantes contradicciones tanto para el bloque socialista como para el imperialismo. Al respecto, cabe destacar, por un lado, la derrota estadounidense en la Guerra de Vietnam; por otro lado, la exitosa política de fomento de golpes cívico-militares en América Latina, que Florestan ve como una contrarrevolución preventiva destinada a impedir el surgimiento de “nuevas Cubas”. En cuanto a los países socialistas, la URSS se consolida como un gran pivote generando dependencia y conflictos entre las distintas naciones en este campo; recordemos, por ejemplo, el conflicto chino-soviético, la invasión de Yugoslavia por las fuerzas militares soviéticas, etc. El debate sobre las relaciones autoritarias que se viven tanto en los países capitalistas como en los socialistas gana espacio en el debate político y en la sociedad.

En Brasil, en 1964, se inició una dictadura cívico-militar promovida y apoyada por los EE.UU., aplastando la posibilidad de llevar a cabo las reformas de base propuestas por el gobierno de João Goulart con el apoyo de fuerzas de izquierda. En ese proceso, según Florestan Fernandes, se consolida el desarrollo capitalista brasileño y su carácter autocrático. Nuestro autor, comprometido con los de abajo, asume una clara postura de oposición a la dictadura en su actividad como profesor de Sociología en la Universidad de São Paulo (USP). En abril de 1969, con el recrudecimiento de la represión marcado por el Acto Institucional 5 (AI-5) de diciembre de 1968, Florestan fue retirado obligatoriamente de sus funciones docentes por sus cargos políticos; Ante esta situación, buscó el exilio a regañadientes, ya que no quería dejar su país, Canadá, donde impartirá clases en la Universidad de Toronto. Según Heloisa Fernandes (2009), fue en esta época que Florestan se dedicó al estudio de las revoluciones.

Regresa a Brasil en 1972, aún bajo la dictadura en sus momentos más oscuros, pasando por una existencia preso en su casa, a la que llamó la “jaula de oro”, hasta 1977, cuando vuelve a las actividades públicas. Durante estos años profundizó en el estudio de la obra del revolucionario ruso VI Lenin, que se convirtió en uno de los ejes de su producción teórica. Aún según Heloisa Fernandes (2009, p. 40), “ahora, socialista y sociólogo se fusionan definitivamente en un mismo texto y su proyecto es 'vincular la Sociología, como ciencia, al socialismo, como movimiento político revolucionario' [. ..]”.

Este trabajo se enmarca en la construcción de las ideas del autor sobre los cambios de Estado bajo el capitalismo monopolista de la época, tanto en los países centrales de Occidente como en los periféricos. Articula, en ese sentido, la expansión del movimiento y la pujanza de la contrarrevolución a nivel mundial, y el autoritarismo que se manifiesta en las soluciones de los gobiernos capitalistas, y se confunden en las experiencias socialistas, especialmente en el período de la crisis mundial del petróleo, vivida por la sociedad industrial moderna en la década de 1970.

La confusión establecida, muchas veces deliberadamente, en la Guerra Fría entre los regímenes autoritarios de la transición socialista, con gran influencia del régimen soviético, y la intolerancia de los regímenes fascistas y totalitarios de las dictaduras latinoamericanas produjo el caos terminológico propicio para avanzar en la “caza del comunismo” y conducen a una ausencia de teoría y de perspectivas, como ya advertía Florestan Fernandes.

El cerco capitalista, que se materializaba a nivel nacional y mundial, vincula intrínsecamente la realidad interna y externa de la Guerra Fría. La situación impregnará la vida y obra de Fernandes, quien teje su crítica radical a los instrumentos escondidos en las entrañas de la defensa de la “democracia burguesa” en el centro y en la periferia del sistema. Entre ellos, destacamos la capacidad de cooptación y coacción directa e indirecta de la clase obrera por parte de la ideología de la clase dominante. Como destaca el autor, el esfuerzo de orden en el capitalismo despojó al conflicto social de su significado político, lo que sigue socavando la defensa de la revolución socialista hasta el día de hoy. La masificación de la cultura, la fragmentación y fragmentación de las condiciones objetivas de existencia de una clase revolucionaria planteada por el autor continúan su acelerada trayectoria de desarrollo en el imperialismo, potenciada al extremo con las nuevas revoluciones tecnológicas.

A inicios del siglo XXI vivimos un avance de la contrarrevolución a escala mundial expresado en el retorno de las ideas fascistas, en la abierta defensa del totalitarismo de clase y de la democracia restringida a los “más iguales”, imponiéndose en el polo de la revolución. la necesidad de resistir y reorganizarse para la defensa y construcción de un proyecto de emancipación de la clase obrera. Este último pasa por la valoración y crítica de las experiencias del socialismo real, para dejar de lado la tergiversación de estas ampliamente difundida por los defensores del orden.

Las fuerzas económicas y sociales que llevan a cabo esta ofensiva son parte del mismo proyecto que, al momento de escribir este libro, sustentó las dictaduras cívico-militares en América Latina y que implantó el neoliberalismo. La presencia de grandes corporaciones multinacionales y trusts y la hegemonía económica, social y política sobre las naciones ya eran elementos destacados en el texto de 1979, y siguen llamando la atención de los estudiosos del capitalismo contemporáneo. Además de la generalización ya constituida de la internacionalización de los procesos productivos capitalistas, se consolida efectivamente el control ideológico, sustentado en una mayor flexibilidad para el incremento del despotismo burgués y su margen de autodefensa y privilegio.

Todavía es en el contexto de las crisis del capital, las Guerras Mundiales que culminan en una Guerra Fría o la “paz armada” que el autor analizará el surgimiento de Estado de bienestar como una necesidad histórica para deprimir el poder de presión del movimiento obrero, por un lado, y, por el otro, las agendas rebajadas del socialismo reformista en Europa y Japón: no se trataba de “generosidad burguesa”. El monopolio institucionalizado de la violencia en el capitalismo, que Florestan Fernandes asocia con el autoritarismo y el despotismo burgués, nos da elementos para entender cómo la movilización y participación de las masas en defensa de la “democracia” y del propio “capitalismo” se reforzó en la historia, y nuevamente en el presente, el imperialismo de los Estados Unidos de América como modelo ideal.

Gran parte de la realidad de la época estuvo ligada al avance del imperialismo de las naciones desarrolladas y hegemónicas sobre las colonias, semicolonias y naciones dependientes de la periferia, con el movimiento de las multinacionales, cada vez más internacionalizadas sobre nuestros territorios, que ya figuraba en la obra del autor. reflexiones Es en estas condiciones nacionales y globales que Notas… puntuará el método de lectura de la realidad, así como identificará elementos y categorías de análisis fundamentales para comprender la teoría del autoritarismo y la dinámica del capitalismo dependiente que tenemos como clase. El texto también contribuyó a nuestra comprensión y superación de las relaciones autoritarias y del estado democrático/autocrático burgués, que se transmuta y adapta a la actual era reaccionaria conservadora y fundamentalista.

Comprender cómo, cuándo y por qué se dan las transferencias de valores y riquezas desde las periferias hacia el centro, y las funciones y rostros que asume el Estado capitalista, fueron y siguen siendo temas cruciales para la elaboración de estrategias frente a los riesgos de un la regresión colonial, o el control del propio proceso revolucionario dentro del orden de una burguesía subordinada y “en solidaridad” con los intereses imperialistas.

Debates y categorías en un diálogo de 40 años

El concepto de autoritarismo es presentado por Fernandes como ambiguo. Desde la simple exorbitancia de la autoridad, la idea general del autoritarismo encaja hasta en su versión más tiránica que conduce al fascismo. Además, el autor destaca la consolidación del poder burgués y la autodefensa de sus privilegios de clase, en la que se fortalecen aspectos sociopáticos de la autoridad constituida, con distintas repercusiones en las naciones centrales y periféricas del ya globalizado capitalismo.

El análisis desarrollado por Florestan busca establecer la relación entre estructura e historia, es decir, entre la lógica y dinámica de desarrollo del fenómeno y sus manifestaciones históricas; en este sentido, como se expone en la primera parte del libro, la comprensión del autoritarismo sólo como su propia cara política de la ciencia política liberal resulta viciada, ya que no lo relaciona con el propio movimiento y necesidades de expansión del capital y capitalismo Así, busca demostrar cómo en el comportamiento humano, en el liberalismo y en los regímenes fascistas e intolerantes del despotismo burgués, el elemento autoritario es entendido como un componente estructural y dinámico de la preservación, fortalecimiento y expansión del “sistema democrático capitalista”. En el proceso histórico, analiza cómo la burguesía pasa de la clase revolucionaria a la clase dominante y con ello reproduce y acelera la cosificación y la mistificación.

Sin embargo, el estado burgués autocrático de la periferia dependiente del capitalismo tendrá sus especificidades en el funcionamiento del sistema en cada patrón de acumulación. Florestan trabaja exhaustiva y profundamente sobre este tema en la que es su obra maestra: La revolución burguesa en Brasil, 1975. Para él, el Estado burgués autocrático en generis de economías dependientes surge de la combinación específica de la forma de dominación externa impuesta por los estados capitalistas de desarrollo autónomo y orden socialdemócrata y el despotismo burgués reaccionario de una burguesía periférica que vive en contrarrevolución y en autodefensa permanente. Estas burguesías locales, en estas condiciones, se convierten en un “eslabón interno de la dominación imperialista externa”, interpuesto entre la limitada realización de la democracia burguesa por un lado y, por el otro, los riesgos del trastorno del orden.

Para Florestan, el Estado emerge como el locus exclusivo, o principal, de las relaciones autoritarias, lo que trae al centro del debate la concepción y funciones que asume el Estado en su forma capitalista. Así, profundiza en la comprensión de la relación entre el Estado y los patrones de reproducción del capitalismo en general y los cambios en la máquina estatal en el capitalismo monopolista industrial de la época. Nos presenta la necesaria coexistencia de la dominación burguesa en el poder económico y político como forma adecuada de producción y reproducción del orden. Las relaciones autoritarias, sugeridas por el autor, se desarrollan de manera generalizada, de lo micro a lo macro en la sociedad capitalista, desplegándose en sus instituciones, estructuras, ideologías y procesos sociales. Las violencias institucionalizadas que reproduce esta red de relaciones autoritarias constituyen formas de autodefensa de los intereses económicos, sociales y políticos de las clases dominantes, que Florestan destaca en el momento de crisis del capital.

El autor, por tanto, separa el autoritarismo que surge y se hace parte de la “normalidad de la vida burguesa”, en las “condiciones normales de orden”, del Estado de excepción que brota del Estado democrático en toda América Latina de la época, que ¿No es difícil de reconocer en el ahora, incluso con nuevas formas. Con la crisis crecieron las relaciones autoritarias, la democracia solo para una minoría, de los “más iguales” como subraya Fernandes, pero también las condiciones para una revolución socialista.

Desde el conflicto de clases como línea de análisis y sus múltiples polarizaciones, aún presentes en las críticas y persecuciones del actual cerco capitalista, nuestro autor encara el debate sobre la dictadura del proletariado. Como democracia mayoritaria, o elemento proletario de la democracia, la diferencia completamente del autoritarismo y del despotismo burgués. Debate necesario y aún más difícil de afrontar hoy por la desintegración de la Unión Soviética y la crisis de las experiencias de transición al socialismo culminando con la caída del muro de Berlín en 1989, que apartó del horizonte cercano la utopía de las revoluciones que todavía encendía el debate en las décadas de 1960 y 1970. Con el Consenso de Washington, no por casualidad también en 1989, se inaugura la era neoliberal con la hegemonía del capitalismo en el mundo y en el imaginario de las clases, sean opresoras u oprimidas.

La relación entre Estado capitalista y dominación de clase en Marx es rescatada por el autor, quien mostrará un Estado liberal no como un Estado débil, al contrario. La transformación global del Estado se basará en factores históricos considerados vitales, a saber: desde el polo proletario, la Revolución Rusa; desde el polo del capital, las revoluciones tecnológicas que alcanzan dimensiones inimaginables y la articulación cada vez más acelerada, y sumamos abierta, de los intereses de las clases dominantes y del Estado (dentro de la “nación” y en las estructuras internacionales de poder). Con la crisis de los 1970, la década perdida de los 1980 y la convulsión neoliberal de los 1990, llegamos a una nueva crisis internacional centrada en el estallido de la burbuja estadounidense. de alto riesgo, derrumbando el sistema financiero global en 2008. Mientras el capitalismo se debate y se reinventa en su flexibilidad de producción y articulación de la riqueza, cada vez más acumulada, la rigidez del Estado burgués aumenta en la misma dimensión en su contrarrevolución mundial.

El estado autocrático burgués de la periferia coexiste, en el análisis dialéctico propuesto, con el estado democrático burgués del centro imperialista. Se analiza la dictadura de clase abierta en el contexto de la contrarrevolución política, la modernización y la industrialización de la década de 1970 en su alianza entre tecnócratas, civiles y militares en funciones contrarrevolucionarias. Para Fernandes (2015), la clase dominante en economías dependientes basa su autoprivilegio y la autodefensa de su poder en determinaciones de carácter fascista, entrelazadas con formas de violencia organizada e institucionalizada en las estructuras de poder y maquinaria estatal. Así, el fascismo en América Latina actúa en dos frentes simultáneos: debilitando el orden político ꟷ bloqueando los avances progresistas y la democratización como proceso de cambio estructural, interrumpiendo cualquier posibilidad de una revolución democrática burguesa o nacionalista con reformas de base en el sentido de revolución” dentro del orden”, y por el uso estratégico del espacio político para ajustar el Estado y el gobierno a una concepción del poder claramente totalitaria frente a todos los movimientos socialistas que pretendan frenar cualquier movimiento de la revolución “contra el orden”. Impregna todas las estructuras de poder de la sociedad con un alto grado de militarización y tecnocracia para que cualquier cambio vaya en la dirección de mantener la statu quo. No importa quién ocupe el gobierno, mientras mantenga a las masas bajo control.

En otros textos que componen su obra, Fernandes destaca este movimiento histórico de polarización conservadora de la conciencia burguesa en Brasil que esconde, como la otra cara del nacionalismo, sus intereses de dominación de clase y de solidaridad de clase con los capitalistas extranjeros. Con ello, para él, la revolución nacional asume límites compatibles con la reproducción de la dependencia y el subdesarrollo, manteniéndola en un “circuito cerrado”, en el que crea una superestructura de opresión y bloqueo de cualquier cambio social relevante. Se naturaliza la dominación burguesa como única fuente de poder legítimo y se establecen opresiones sistemáticas y mecanismos de represión que parecen reconciliarse con los ideales de la democracia. Sin embargo, en esencia, ocultan la dominación organizada e institucionalizada del despotismo burgués, con una profunda escisión entre “sociedad civil” y “Nación”. Los primeros compuestos por una minoría “activa” e “ilustrada”, y los segundos por una ficción en torno a la concepción burguesa de lo que debe ser un “orden democrático”. Mantiene así la renovación y fortalecimiento del poder burgués como un fin en sí mismo, articulando con la extrema concentración social de la riqueza, el drenaje de gran parte del excedente económico nacional y la sobreexplotación de la fuerza de trabajo latinoamericana.

La inestabilidad interna del sistema reside en fisuras en la propia clase dominante, así como en presiones desde abajo que se expanden constantemente desde las clases populares y el proletariado, en un contexto asimilable a una guerra civil latente. Existe, por tanto, una necesidad constante de garantizar el orden y el desarrollo con “seguridad”. Para alcanzarlos establece una paz armada en un proceso de contrarrevolución prolongada. También en este libro, Florestan no sólo abre las entrañas de las leyes generales y sus determinaciones en la periferia del sistema capitalista, sino que sistematiza tres caras en las que puede aparecer el Estado burgués autocrático.

Su apariencia puede ser democrática, autoritaria y/o fascista, dependiendo de los conflictos de clase y de la efectividad de los aparatos de poder burgueses y estatales (militar, policial y judicial). Las formas que asumirá el Estado burgués acompañan el movimiento de la burguesía como clase revolucionaria, consolidada y asociada a las corporaciones extranjeras, en la que se torna conservadora, hasta su crisis y crecientes necesidades ultrarrepresivas y la “institucionalización de la opresión sistemática” contra el movimiento sindical y las protestas populares. Cómo las reflexiones del texto dialogan con nuestro contexto actual. La constitución de un Estado fuerte, sintetizada en el debate sobre la democracia burguesa y la democracia de amplia participación, vuelve materializada en gobiernos autoritarios, conservadores y hasta ultraliberales que se generalizan nuevamente en el continente latinoamericano.

Finalmente, pero no menos importante, el libro presenta elementos fundantes de la estructura y dinámica de cuestiones fundamentales de los dilemas que vivimos como clase oprimida en constitución en sí misma y para sí misma. En el contexto del capitalismo contemporáneo, de dominio y crisis de la esfera financiera y del capital ficticio sobre la producción real de bienes, volvemos a interrogarnos como: ¿cuál es la resistencia y la flexibilidad del capitalismo? ¿Dónde residen los elementos estructurales del despotismo burgués? ¿La exacerbación del elemento autoritario salvará al capitalismo? Son temas que el autor se propone tratar sistemáticamente en su tiempo, pero tan actuales y necesarios en el nuestro. Suman valiosos aportes al elaborar sobre nuestros dilemas y desafíos bajo los límites de la barbarie ya establecidos por la profunda alienación en el capitalismo, así como sobre la capacidad del movimiento socialista, como negación del capitalismo, de resurgir de las cenizas.

Prefacio a la edición de 1979 [Heloísa Rodrigues Fernandes]

¿Cómo escribir el prefacio del libro de tu propio padre? Imposible plasmar en el papel el verdadero pánico que se apodera de alguien sometido a un desafío tan íntimo y directo. Padre e hija se someten a un cara a cara más abierto, más declarado, más sin subterfugios: quién soy yo, quién eres tú, en la raíz. Un enfrentamiento, un ajuste, un choque de dos personas que, al final, no son otros dos, sino productos el uno del otro.

Quién eres ya lo indica el hecho de que no me pediste, sino que exigiste que escribiera este prefacio. Quién soy yo también se sugiere en esta interacción: la hija que está asustada por la confrontación, pero que, de todos modos, la acepta, aunque sea como un desafío. ¿Un desafío personal?

Por lo tanto, acepté la confrontación. Leo y releo tu trabajo con atención, paciencia, críticamente. Leí, releí, rehice la lectura. Y les puedo asegurar que este libro es insondable. Un prefacio garantiza el diccionario, significa lo que se dice al principio. Es por tanto una advertencia, un prólogo. Por lo tanto, quien escribe el prefacio demuestra dominar, en algún nivel, el libro mismo o su autor.

En cuanto al autor, no hace falta repetir aquí lo que todo el mundo admite, incluidos sus detractores: es un intelectual insumiso, inquieto e indómito. Una inteligencia que no se domestica, no se somete al adversario: los que dominan, oprimen, reprimen. Sin embargo, se somete a la férrea y extenuante disciplina del trabajo intelectual. Horas y horas de una vida consumida casi en su totalidad en bibliotecas, investigación, producción de libros, aulas, conferencias y práctica política. En fin, una inteligencia que no se somete a la dominación porque se ha comprometido con el socialismo y con la tarea histórica de la Revolución.

En cuanto al libro, lo traduce quien lo produce. La historia de la dominación burguesa se nos presenta tal como es: salvaje, dura, estructural, pero, por eso mismo, histórica, preñada de contradicciones que se afirman como potencialidades, lagunas; rupturas que su obra no sólo alude, sino que señala y denuncia. Una realidad histórica imposible de ser dominada por una sola persona, sino sólo por la práctica revolucionaria de una clase. Es de ella, sobre ella y para ella que está escrito este libro. Sin embargo, esta clase no escribe prefacios. Actúa, elabora, recrea en la historia de su propia lucha. En este proceso incorpora una obra intelectual como la suya de una manera que le es propia: se apropia de la teoría como arma de y para la práctica. No escribe prefacios, pero hace historia. Es en esta Historia que, en el cómputo, se escribirá como realización el “prefacio” de su libro.

Sin embargo, si tanto el productor como su producto son indómitos y no se prestan al artificio de un prefacio que los contiene en líneas de resumen, es porque tienen “líneas de fuerza”, en el sentido más vital e histórico. del término Si la inteligencia no se somete es porque lucha y se afirma en su propio campo. Esta lucha se traduce en líneas de fuerza de la propia obra.

primer incumplimiento. Esto se puede destacar en el proceso más formal que dio lugar a la producción de este libro: se trata de notas de clase para un curso de pregrado para estudiantes del Departamento de Política de la Pontificia Universidad Católica (PUC) en São Paulo. Por lo tanto, es el resultado de un trabajo pedagógico específico: son clases cuyo propósito es educar a un determinado público universitario. Sin embargo, esto no significa que los temas sean tratados superficialmente. Por el contrario, esta limitación se convierte en la principal fuerza vital del trabajo: los temas son delimitados y examinados en profundidad y sin complacencias ni seudopaternalismos, siendo imposible siquiera realizar un relevamiento bibliográfico completo de los autores utilizados a lo largo de este curso. Desde el punto de vista de la calidad, no se hacen concesiones al público: se le somete a un trabajo pedagógico serio, profundo, extenso y, por tanto, fatigoso. Sin embargo, a partir de ahí, una nueva línea de fuerza, el respeto por el público, se traduce en la forma de la exposición: la claridad constituye el principio pedagógico a partir del cual se enlazan dialécticamente ideas y conceptos en la delimitación de la problemática del curso. Principio que traduce su concepción del trabajo pedagógico: educar es elevar, constructivamente y críticamente. La claridad es un instrumento de este trabajo.

segundo incumplimiento. Esto ocurre cuando se subvierte el tema del curso mismo. Esta subversión ocurre en dos momentos. En un principio, con la justificación de no ser politólogo, cuando en realidad lo que subyace a esta afirmación es una cuestión de método: aceptar “formaciones académicas específicas” significaba, en el fondo, validar una postura que conduce a la fragmentación del proceso. de lo real en “niveles” compartimentados, estancos y, por eso mismo, estériles a la práctica política. Subyace a la justificación, de hecho, una actitud a través de la cual se preserva la esencia de este proceso: su unicidad, aprehendida, sin embargo, en las formas múltiples y mutuamente contradictorias de su manifestación. En resumen, una aparente limitación personal vuelve a transformarse en una nueva línea de fuerza: la realidad es aprehendida en su historicidad misma. Se afirma, por tanto, como una obra que reivindica y afirma su lugar en el campo del materialismo histórico.

En el segundo momento, cuando subvierte la problemática del propio curso. Aquí, de hecho, la crítica no es subrepticia, sino directa y radical. La obra comienza con una crítica mordaz y definitiva no sólo a la propia teoría que presta realidad y concepto al tema, sino que también denuncia las fuerzas sociales que subyacen a esta teoría; fuerzas a través de las cuales “la 'defensa del orden' se instaura en el horizonte intelectual del analista político. […] Por lo tanto, la ciencia política se encierra en el universo burgués e introduce el elemento autoritario en la sustancia misma del 'razonamiento científico'. ¿O tal defensa del orden no se basa en la idea de que la autoridad de la 'ciencia' confiere un carácter racional, definitivo y eterno al modelo de democracia resultante del capitalismo?

Es decir, denuncia la problemática del adversario que elabora y justifica el concepto mismo de “autoritarismo”, concepto que sigue comprometido con la crítica liberal burguesa y cuyo verdadero oponente no es, en realidad, la dictadura fascista, sino la revolución proletaria. y la democracia popular. Nuevamente, por tanto, lo que indicaba una limitación del trabajo ꟷ sometido a las exigencias impuestas por un tema producido por la problemática del adversario se convierte en una línea de fuerza.

A través de la crítica del concepto, se rechaza la problemática del contrario y, en el mismo proceso, se afirma la esencia y los límites de la misma: “Partiendo del elemento burgués de la democracia, se ha hecho la defensa militante del liberalismo o democracia parlamentaria. Es igualmente legítimo hacer lo contrario: partir del elemento proletario de la democracia, defender el socialismo y la revolución social. […] La ecuación que se destacaba: estructura e historia. Esto le permite al sociólogo combinar investigación rigurosa y responsabilidad intelectual […]. ¿Qué tiene que ver esto con este curso? ¡Todo! Primero, no vemos el poder como una realidad trascendental y en términos formal-deductivos. Pero como una realidad histórica. Segundo, porque no nos separamos del proceso histórico-social descrito. […] Es esta perspectiva la que permite ver el capitalismo reciente en términos de fuerzas sociales que 'enfrentan el colapso', con miras a consolidar la defensa del orden existente y su reproducción; y las fuerzas alternativas, que 'profundizan el colapso', buscando crear dentro de las condiciones existentes no sólo un 'cambio de orden', sino también, la transición social a un orden social diferente”.

Así, se delimita el tema central de este trabajo: las formas de realización y reproducción de la dominación burguesa y las formas de lucha y transformación del proletariado. Estructura e historia aprehendidas por y a través de fuerzas sociales en pugna. Estructura e historia de la dominación burguesa ꟷ aprehendida en el proceso mismo de realización intensiva y extensiva del modo de producción capitalista. Historia de las luchas de las clases dominadas y estructura de una nueva historia: del movimiento socialista y de la revolución proletaria (en Rusia, China, Yugoslavia, Cuba, Vietnam…). Un problema cuyo análisis se guía por la perspectiva que centra la perspectiva del curso: la lucha de clases, el cerco capitalista y los problemas inherentes a la realización del “socialismo de acumulación”. Historia de nuestro tiempo, de nuestra civilización, de nuestra coyuntura. Historia que no admite “prefacios”, sino que exige respuestas teóricas y decisiones prácticas. Aquí está el núcleo de este trabajo.

Sin embargo, las no sumisiones se afirman dentro de límites claramente demarcados por la responsabilidad intelectual. El análisis que reconstruye el proceso de lo real apunta a la práctica, pero a la práctica sin idealismos ni dogmatismos. Incumplimiento responsable y científico porque no subestima la escala de la tarea a realizar en ambos campos.

Por un lado, porque bajo el campo de la dominación burguesa “hay que plantear el tema del 'tigre de papel'. Quienes subestiman la flexibilidad del capitalismo en la era del imperialismo y la capacidad de decisión de una burguesía amenazada deben revisar el diagnóstico […] para interpretar mejor el presente y no 'simplificar la historia'. El cerco capitalista es una realidad externa e interna al funcionamiento del capitalismo a nivel nacional y mundial. Tenemos que entender esto para entender mejor el fluir de la historia y las alternativas de contrarrevolución y revolución”.

Y, por otra parte, porque, bajo el campo socialista, la “principal consecuencia económica del 'socialismo en un solo país' aparece en la prioridad que se da al desarrollo económico sobre la propia revolución socialista” (ver más abajo en la pág. 156). Sin embargo, más “que un socialismo democrático, lo que se espera de Rusia en este último cuarto del siglo XX es una demostración de la viabilidad del propio comunismo”.

Saber y audacia, estructura e historia, teoría y práctica, ideales con realismo, este es el campo de fuerza desde el cual irradia la problemática de esta obra.

A propósito pospuse una última insumisión. Insumisión que constituye su fuerza personal: obstinada, inflexible, inquebrantable. Insubordinación del que se niega a callar y afirma su presencia a toda costa: por todos los poros y por todos los resquicios.

Este trabajo, como ya se mencionó, es el resultado de un curso realizado en la PUC. Y no en la Universidad de São Paulo. No en la USP a la que dedicó la mitad de su vida. Con el que Myriam, Noêmia, Beatriz, Sílvia y yo, y, un poco menos, Júnior y Lúcia, compartimos 25 años de su existencia. ¡Y qué rival! ¡Cuánto amor y dedicación le diste! ¡Cuántos miles de horas de estudio, investigación, clases, trabajo duro!

Hasta que, en 1969, fuiste recompensado por tu dedicación: la jubilación forzosa. Sé lo difícil que fue eso. Pero superaste todo eso. Tú, que habías crecido en la universidad, creciste aún más. Su obra posterior creció, los lazos de la academia se fueron rompiendo. El espacio del socialista de presentación y del científico del texto se ha densificado. Hoy socialista y científico se fusionan en un mismo texto. Las grietas que lo aquejaban se estaban llenando. Te has superado a ti mismo. No solo estás vivo para la universidad, sino para la sociedad, para la revolución social.

Y por eso dije que su libro es ilegible. Porque él es un desafío. No solo a mí que tuve esta tarea, sino a toda mi “generación”. Es a ella a quien transfiero este desafío: un trabajo científicamente coherente, social y políticamente consistente. Que no es sólo un problema de integridad, sino de valentía intelectual. Es muy fácil nadar con las olas a tu favor, pero se necesita mucha tenacidad y resistencia para nadar contra ellas. Y tu lo hiciste.

*Renata Couto Moreira Profesor del Departamento de Economía de la Universidad Federal de Espírito Santo (UFES).

*Heloisa Rodrigues Fernandes es profesor jubilado del Departamento de Sociología de la USP. Autor, entre otros libros, de política y seguridad (Alpha Omega).

referencia


Florestán Fernández. Apuntes sobre la “teoría del autoritarismo”. São Paulo, Expresión Popular, 2019, 165 páginas.

 

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