Apuntes para pensar el tema de las ciudades

Imagen: Willian Santos
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por DANIEL COSTA*

Pensar el futuro de las grandes ciudades debe ser un esfuerzo que involucre a los más variados sectores de la sociedad civil

Casi simultáneamente con el proceso de discusión y revisión del Plan Director[i] realizado por el Ayuntamiento de São Paulo, tuvimos acceso a los datos del Censo Demográfico 2022 divulgado por el IBGE.[ii] Entre las informaciones divulgadas, llamó especialmente la atención, según el Instituto, la ciudad de São Paulo tenía aproximadamente 590 propiedades privadas vacías, una cantidad casi veinte veces mayor que la población sin hogar. Según el Censo de población sin hogar,[iii] realizado en 2021, por el Ayuntamiento se constató que aproximadamente treinta mil personas vivían en las calles de la ciudad. Cabe señalar que varios especialistas en el tema señalan el subregistro de esta población. También según la encuesta, el 40,31% de esa población vive en el perímetro del barrio Sé.

A pesar del impacto que causan estos datos, la administración municipal parece permanecer indiferente ante la situación, así como permanece indiferente ante la realidad que enfrentan las miles de familias que ocupan predios abandonados organizados en movimientos por la vivienda.[iv] La política de vivienda popular del Ayuntamiento de São Paulo hace la vista gorda ante las decenas de inmuebles baldíos en la región central que podrían contribuir a la solución de este problema crónico. Sin embargo, el enfoque de la administración municipal, al menos desde la administración de Dória, ha sido priorizar las demandas del mercado inmobiliario, que, casualmente o no, siempre figuran entre los mayores donantes de la campaña de las placas victoriosas.[V]

Con el mercado dictando las reglas, podemos ver el lanzamiento de nuevos desarrollos en la región central casi semanalmente, desde edificios nuevos hasta edificios antiguos que pasan por el proceso conocido como retrofit, atrayendo así a un público variado: desde familias de clase media, jóvenes hipsters hasta inversionistas que compran la propiedad con la intención de obtener ganancias futuras. Y en este juego de intereses, la metrópoli refuerza una vez más el proceso de exclusión de quienes no son bienvenidos en el centro cosmopolita, saneado y moderno. Un centro que, a juicio de los creadores de este tipo de proyectos, no puede ser una región para todos.

Como bien definió la profesora y urbanista Raquel Rolnik: Entrar en São Paulo es estar permanentemente expuesto a su imagen contradictoria de grandeza, opulencia y miseria, de vagones y carros blindados, de casona y hueco, de centro comercial y puesto ambulante, de camión de alimentos y caminando Ciudad fragmentada, que parece no ser fruto del orden, sino hija del caos, de la más salvaje y desgobernada competencia de proyectos individuales de ascensión o supervivencia, del sueño de sucesivas generaciones de migrantes e inmigrantes que llegaron en busca de oportunidades lejanas y del poder de la gran ciudad (ROLNIK, 2017, p.13).

Pensar en el futuro de metrópolis como São Paulo es una tarea urgente, y no solo para arquitectos y urbanistas. Pensar el futuro de las grandes ciudades debe ser un esfuerzo que involucre a los más variados sectores de la sociedad civil, buscando destinar de manera efectiva a esta población que tiene la calle como hogar y a los que permanecen en ocupaciones a veces precarias.

En un estudio sobre la arquitectura brasileña, Nestor Goulart Reis Filho afirma que, “en cada época, la arquitectura se produce y se utiliza de forma diferente, relacionándose de forma característica con la estructura en la que se instala” (FILHO, 2002, p. . 15), por lo que es urgente pensar en esta relación entre arquitectura y estructuras. Como aporte a este proceso, que no es tan fácil de pensar, intentaré presentar en las siguientes líneas el proceso de construcción de las ciudades coloniales.[VI] Sin caer en la trampa del anacronismo, podemos decir que parte de la exclusión que hoy presenciamos se ha construido desde el inicio de la colonización con la segregación socioespacial y la concepción de ciudad adoptada por los colonizadores.

Cuando pensamos en el proceso de urbanización y construcción de las ciudades en Hispanoamérica, la primera impresión que tenemos es que se trató de un proceso totalmente planificado, donde las ciudades debían representar un espejo de las ciudades españolas; un espejo que pretendía reflejar la ilustración y civilización europea en tierras americanas. Sin embargo, el deseo del colonizador de reproducir tales ciudades en el nuevo continente tuvo que adaptarse a la realidad de las nuevas tierras. Es precisamente este proceso el que buscamos reflexionar a lo largo del texto. En primer lugar, hay que destacar que cuando se pretende trasladar un modelo de urbanización europea al continente americano, hay que tener en cuenta que la Europa ibérica lleva una fuerte influencia morisca en su arquitectura y cultura, influencia que proviene de la ocupación árabe. de la península (GUTIÉRREZ , 2010; VINCENT, 2000).

Según Ramón Gutiérrez: Impulsada por la euforia de la “reconquista” de su territorio tras ocho siglos de dominación árabe, España llevó a cabo su propia “cruzada”, proyectada en América. Era necesario llegar hasta el último rincón de las "Indias" para evangelizar a los infieles. A su vez, la articulación político-comercial conduciría a transformaciones internas que favorecieron a los puertos (incluidos los de reciente creación, como el de Lima) frente a las antiguas rutas urbanas de las culturas indígenas (Cuzco) (GUTIERREZ, 2010, p: 39).

De acuerdo con la perspectiva que trae Gutiérrez, podemos proponer un diálogo con la interpretación de Paul Virilio sobre cómo se perfila el proceso de adaptación del colonizador, según Virilio: No hay que olvidar que detrás de la expresión una imagen perfecta, la esencia de la representación. , que es el hecho de que la técnica no nos da nada más, sino que nos interrumpe de otro modo. Hay que dejar de omitir el ocultamiento, la interrupción, en aras del solo beneficio de la demostración y del carácter espectacular de las diversas técnicas, incluidas las de la arquitectura y el urbanismo, por cierto (VIRILIO, 2005, p. 71).

Así, mezclando el interés comercial por explorar las regiones conquistadas con una supuesta misión civilizadora, seguimos la conquista de las ciudades existentes y la planificación y construcción de nuevas ciudades. Antes del inicio de la construcción de estas ciudades planificadas, podemos ver la política de superposición de los lugares sagrados de los pueblos conquistados como un primer paso en la misión civilizadora. Basta recordar que, en “América, se construyeron templos de adoctrinamiento sobre las antiguas huacas y lugares de culto de las culturas mesoamericana y andina” (GUTIERREZ, 2010, p: 37). Como nos muestra el propio Gutiérrez en su obra, esta superposición se había producido en el episodio de la conquista de Granada, donde las mezquitas se transformaban en templos católicos.

En Hispanoamérica encontramos un claro ejemplo de esta superposición cuando nos centramos en el caso de Tenochtitlán donde, tras la conquista de la ciudad por los españoles, la calpulli, una especie de barrios, comenzaron a recibir nombres de pila. Como nos muestra Eduardo Matos Moctezuma en su obra sobre Tenochtitlán: “Con la conquista, los calpulli recibieron nombres cristianos y se ubicaron de la siguiente manera: el ángulo noroeste San Sebastián Atzacoalco; en el noroeste Santa María Cuepopan y un poco más al norte en la ciudad de Tlatelolco; en el sureste de San Pablo Zoquiapan y suroeste de San Juan Moyotlán(MOCTEZUMA, 2006, p: 101).

Otro autor que también se dedica a analizar este período es el argentino José Luis Romero, en su obra “América Latina: Ciudades e Ideas” Romero ve en la actitud del colonizador al destruir las culturas que ocupaban los territorios conquistados, un paso adelante en el intento construir ciudades en Hispanoamérica que fueran a imagen y semejanza de Europa, destruyendo las culturas que allí ya existían; ya sea a través de la catequesis o dando nuevos nombres a símbolos de culturas que hasta entonces eran soberanas en la región, provincias y calpulli, a ríos y montañas.

Veamos el pasaje escrito por el propio Romero: “Si en muchas regiones los conquistadores sólo encontraron culturas primitivas -como en la costa brasileña o en el Río de la Plata-, en otras encontraron culturas de alto nivel que los sorprendieron. Sin embargo, en todos los casos, un prejuicio inquebrantable los llevó a operar como si la tierra conquistada estuviera vacía -culturalmente vacía- y poblada únicamente por individuos que podían y debían ser arrancados de su tejido cultural para ser incorporados al sistema cultural de los colonizadores. por medio de la catequesis religiosa, pero se mantuvieron al margen del sistema económico que implementaron. El aniquilamiento de las viejas culturas -primitivas o desarrolladas- y el deliberado desconocimiento de su significado constituyó el paso esencial hacia el fin fundamental de la conquista: instaurar una nueva Europa sobre una naturaleza vacía, a cuyas colinas, ríos y provincias dictó una boleta real que les dieron nuevos nombres como si nunca los hubieran tenido” (ROMERO, 2009, p:43).

Aquí podemos ver que en el caso de calpulli a partir de Tenochtitlan el cambio encaja con la práctica de superposición mostrada por Gutiérrez, ya que la zona en ese momento representaba una de las grandes ciudades conquistadas por los españoles en el nuevo continente. De esta forma, queda latente la repetición de hechos ocurridos en la conquista de Granada. Sin embargo, donde no se encontraron ciudades o pueblos con una cultura considerada alta, la práctica también se dio, y así de las ciudades conquistadas a las de nueva creación, seguimos la "cruzada" de los católicos españoles, quienes además de explorar las conquistadas zona, entró en los territorios con la misión de llevar "civilización" a los indígenas infieles.

Santo Domingo puede considerarse la primera ciudad fundada en los hitos del Nuevo Mundo español. Tras el fracaso de la familia Colón en la administración de las Indias españolas, Fray Nicolás de Ovando asumió efectivamente el cargo de gobernador en 1501 y su principal tarea fue estabilizar un territorio que en ese momento tenía amenazada su propia existencia, ya sea por disputas internas. entre colonos o por falta de alimentos y mano de obra. Durante su gobierno, Ovando logra estabilizar la isla y en palabras de John Elliot, “establece las bases de la supervivencia económica y el control centralizado eficiente” (ELLIOT, 1998, p. 150). También según Elliot, fray Nicolás Ovando:

Empezó reconstruyendo la propia ciudad de Santo Domingo, que había sido destruida por un ciclón poco antes de su llegada en la primavera de 1502. Reconstruida en un lugar ligeramente diferente, Santo Domingo se convirtió en la primera ciudad verdadera del Nuevo Mundo español, la única esa fue la primera en surgir a los ojos de toda una generación de recién llegados a las Indias y en servir de modelo a las ciudades que nacerían en la América continental. En su Sumário de la Historia Natural de las Indias (1526), ​​el orgulloso cronista de La Hispaniola, Gonzalo Fernández Óviedo, la calificó como superior incluso a Barcelona y a todas las demás ciudades que había visto en el Viejo Mundo, “por cómo era fundada en nuestro tiempo (...) fue trazada con regla y compás, y trazadas todas las calles en líneas regulares. El plan cuadriculado, que seguía modelos ya establecidos en Europa, había cruzado con seguridad el Atlántico” (ELLIOT, 1998, p: 151).

Y así, siguiendo principalmente la ruta de producción y extracción de la plata, fueron surgiendo ciudades que seguían o intentaban seguir este orden predeterminado. Entre las características comunes en las ciudades creadas independientemente de las adversidades geográficas está la concentración de la ciudad en torno a una plaza central que formaba un cuadrilátero y servía de base a cuatro calles principales, de las que surgirían dos más. De esta forma, la población partía siempre del centro, como recuerda Sérgio Buarque de Holanda en el capítulo seminal de Raíces de Brasil titulado "El sembrador y el alicatador", donde el historiador hace una comparación entre la urbanización en la América española y la portuguesa, destacando siempre la superioridad del planeamiento español que se presenta de forma meticulosamente planificada, mientras que en la América portuguesa prevalece la dejadez (cf SCHURMANN, 1999) .

Para ilustrar mejor esta diferencia, recurriremos a otro trabajo del autor, en caminos y fronteras Al leer sobre el entonces pueblo de São Paulo, podemos notar la enorme diferencia entre el poblamiento y la urbanización de la América española y portuguesa. Según Sérgio Buarque de Holanda: “Algunos mapas y textos del siglo XVII nos muestran la villa de São Paulo como el centro de un amplio sistema de caminos que se expande hacia el sertão y la costa. Los dibujos toscos y los nombres mutilados a menudo desorientan a cualquiera que pretenda utilizar estos documentos para dilucidar algún punto oscuro de nuestra geografía histórica. (...) En este caso, como en casi todo, los recién llegados tuvieron que acostumbrarse a las soluciones y muchas veces a los recursos materiales de los habitantes originales de la tierra. A los angostos caminos y atajos que habían abierto para su propio uso, nada añadirían los de considerable importancia, al menos en los primeros días” (HOLANDA, 1975, p: 15).

Aquí podemos percibir la enorme diferencia en la concepción de las ciudades de la América española y portuguesa. Mientras podemos notar en el pasaje anterior que generalmente en la América portuguesa había una serie de caminos tortuosos y caminos irregulares en las conexiones entre pueblos, en Hispanoamérica teníamos calles anchas y simétricas que partían de las plazas centrales, ciudades que el uruguayo Ángel Rama considerado un verdadero nacimiento de la inteligencia. Una inteligencia que en la construcción de estas nuevas ciudades compaginaba restos de la época medieval con ideas renacentistas (GUTIÉRREZ, 2010).

Así, con el paso del tiempo, los conquistadores se alejaron de esta herencia urbanística medieval, y con la incorporación de ideas renacentistas, aliadas a la noción adquirida, aunque paulatinamente, de que las nuevas ciudades que surgieran serían modelos 'híbridos' de las choque entre la nueva/vieja cultura europea con la realidad local. Para Ángel Rama: “A pesar de los adjetivos que acompañaban a los antiguos nombres originales con los que designaban las regiones dominadas (Nueva España, Nueva Galicia, Nueva Granada), los conquistadores no reprodujeron el modelo de las ciudades de la metrópoli de la que habían partido , incluso si vaciló inicialmente y parecía detenerse en soluciones pasadas. Poco a poco, y de manera inexperta, fueron descubriendo la pantalla reductora que filtraba las viejas experiencias ya conocidas, el proceso de despojo, el esfuerzo de esclarecimiento, racionalización y sistematización que la propia experiencia colonizadora iba imponiendo, dejando de responder a realidades reales. modelos, conocidos y experimentados, sino a modelos ideales concebidos por la inteligencia, que terminaron imponiéndose de manera regular y rutinaria” (RAMA, 2015, p: 22 y 23).

Este proceso de racionalización y sistematización se hace más evidente cuando comparamos la construcción de ciudades y las llamadas “Leyes de Indias”, que básicamente consistían en un conjunto de normas escritas para orientar la construcción y consolidación de nuevas ciudades en la colonia. En estas leyes podemos encontrar ecos del espíritu renacentista, ya que este conjunto de leyes en palabras de Gutiérrez no sería más que un modelo literario escrito por el rey. En la práctica, el monarca formuló un modelo literario, sin mucha aplicabilidad. Y eso podemos decirlo hoy con absoluta certeza, porque no hay ciudad en América que se haya llevado a cabo exactamente como se proponía el rey (GUTIÉRREZ, 2010, p: 40).

Seguimos así un proceso que da lugar a ciudades que, según Ángel Rama, “pasan a estar regidas por una razón ordenadora, (…) no es la sociedad, sino su forma organizada la que se transpone; y no a la ciudad, sino a su forma distributiva” (RAMA, 2015, p: 23). Y de esta forma, la ciudad, que sería el modelo ideal de urbanización, ahora se adapta a la realidad local. En palabras de José Luis Romero: “La ciudad formal del tiempo de las fundaciones –la del acta y el notario, la de la espada y la cruz– fue descubriendo que era una ciudad real, pequeña y casi siempre miserable, con pocos habitantes y muchos riesgos e incertidumbres. Empezó a descubrir que estaba en un lugar real, rodeada de una región real, conectada por caminos que conducían a otras ciudades reales a través de áreas rurales reales, todas con características únicas que escapaban a cualquier generalización cultural. Empezó, entonces, a descubrir que de todo ello adivinaban sus verdaderos problemas y dependían de sus posibilidades futuras. Así, las ciudades se hicieron reales, tomando conciencia de la región en la que estaban insertas. Sin embargo, la ciudad real también tomó conciencia de que constituía una sociedad real, no la de los primeros habitantes, sino la de los que, después de todo, permanecieron en ella (...). La ciudad real tomó conciencia de que era una sociedad urbana compuesta por sus miembros reales: los españoles y los criollos, los indios, los mestizos, los negros, los mulatos, los cafuzos, todos unidos inexorablemente a pesar de su organización jerárquica, todos unidos en una proceso que también condujo inexorablemente a su interpenetración ya la incierta aventura desencadenada por los imprevistos de la movilidad social” (ROMERO, 2009 p: 48).

Un factor de destacada importancia en la constitución de las ciudades es su división según una jerarquía social preestablecida, lo que se hace evidente con la propuesta de “dos repúblicas” (GUTIÉRREZ, 2010). Así seguimos la división de la ciudad entre la "ciudad de los españoles" y la "ciudad de los indios". En muchos casos el cuadrado fue el mayor símbolo de esta división. Tomando como ejemplo el pueblo de Yanque, en Perú, Ramón Gutiérrez nos muestra la fuerza simbólica de esta separación: “Más de cuatro siglos después de la ”reducción”, la gente todavía está dividida entre la gente de Hurin y Hanan (superior e inferior), que ocupan áreas específicas del pueblo. Ambos acceden a la plaza por sus propias calles, que estaban enmarcadas por arcos puntuales. La plaza está dividida por una línea invisible, que parte de la puerta lateral de la iglesia y define el espacio de las dos comunidades, cuyos miembros ni siquiera se casan entre sí. El templo en sí tiene dos torres, cada una con las campanas de una comunidad y tres santos patronos: los de cada pueblo y uno más, la cabecera de la iglesia, que abarca todo el pueblo” (GUTIÉRREZ, 2010, p: 47).

Elisa Fruhauf García nos muestra que aún con la separación entre españoles e indígenas existía una relación de intercambios, ya sea a través de la cultura o del comercio, por lo que la utopía de la ciudad pura que antes se pensaba se hacía cada vez más lejana. Según el historiador: “Algunas ciudades tenían barrios indígenas, establecidos de acuerdo con las disposiciones de las repúblicas de indios, esto es, para preservarlos en lo posible del contacto con los españoles. En Lima, por ejemplo, al barrio indígena también se le llamó cercado, debido a un cerco cuyo propósito era separarlos del mundo exterior” (GARCIA, 2011, p. 67).

Como bien observó Elisa Fruhauf, los indios que vivían en los recintos no permanecieron al margen de la vida citadina, su cotidianidad estaba intrínsecamente ligada a la realidad de las localidades, incluso cronistas de la época percibieron la "españolización" de estos indios que acabó asimilando la lengua y las costumbres de los españoles. Además, los indios se convierten en actores clave en el comercio y la cultura de las ciudades.

Otro ejemplo de esta coexistencia se puede encontrar cuando consideramos el caso de Potosí, específicamente en el período de auge de la producción de plata. Potosí es uno de los casos que huyen desde el principio de la idea de ciudad regular, ordenada y centralizada en torno a edificios administrativos y religiosos. Como nos muestra el historiador Jorge Grespan en un trabajo sobre la urbanización y la economía en Potosí, además de la condición geográfica atípica que requería trasladarse más allá de las plazas de mercado, la minería fue otro factor para el crecimiento, la opulencia y el aspecto cosmopolita que tuvo Potosí. haciendo la ciudad más lujosa que muchas ciudades españolas.

Podemos ver a Potosí como una especie de símbolo de la confluencia de la cultura indígena y colonizadora, por lo que era fácil observar no solo a los mineros y ricos comerciantes desplegando sus riquezas por las calles de Potosí. “Varios relatos muestran que todos procuraban presentar la mayor prosperidad posible en sus vestimentas y adornos, incluso los indios Mingados y Mitaios” (GRESPAN, 1996, p:311).

Finalmente, afirmamos que lo que se planteó fue una mera reconstitución de las ciudades europeas, concretamente en el caso de España, ciudades que en un principio serían a imagen y semejanza de las ciudades europeas, ciudades construidas sobre una ideología que pretendía ser la representante de la civilización ante un "pueblo bárbaro". Ciudades que debían basarse en una serie de modelos y reglas que “no eran más que variaciones de una misma concepción de la razón ordenadora: la que exigía que el plano se trazara a corda y regla, como solían decir las instrucciones reales a los conquistadores” ( RAMA, 2015, p: 25) convertida en amalgama. Volviendo a las palabras de Gutiérrez “la cultura de la conquista es una cultura de proyección, de síntesis, de selección” (GUTIÉRREZ, 2010, p: 39).

Y así tenemos: “Una nueva arquitectura, que toma elementos de todas estas fuentes y de alguna manera genera un producto diferente. Por tanto, pensar que se puede entender América o estos productos españoles en América haciendo una lectura estricta desde España es un error. Todo esto debemos entenderlo en una relación concreta con el lugar. (…) Para entender mejor este punto, podemos tomar prestada la definición de Chueca Goitia, quien decía que América es más España que cualquier región española, pues es una síntesis de elementos que no existen concentrados en ningún lugar concreto de España” ( GUTIÉRREZ, 2010, p.38).

Es decir, a partir del pensamiento de los autores citados a lo largo del texto (GUTIÉRREZ, 2010; RAMA, 2015; ROMERO, 2009) debemos afrontar la construcción de ciudades en Hispanoamérica como un intento de realizar la utopía de construir ciudades que fueran imagen y semejanza de las ciudades españolas, pero construidas para, por un lado, posibilitar el asentamiento de las colonias y garantizar la tributación sobre lo extraído en las regiones y, por otro lado, encarnadas en ese aura de civilizadores de las poblaciones indígenas, buscaba acercar a los "infieles" al cristianismo a través de las "cruzadas" proyectadas en el nuevo continente (GUTIÉRREZ, 2010).

Y así, a través de un vasto proceso de "intercambios culturales" entre españoles e indígenas y viceversa, vemos surgir ciudades que, a pesar de la fuerte influencia del colonizador, siguen influenciadas por la cultura indígena y, como afirma Gutiérrez, la experiencia de Hispanoamérica contribuye a la consolidación de una verdadera identidad española.

Terminamos esta reflexión con las palabras de Mario Pedrosa, crítico de arte y estudioso de la arquitectura: “La objeción más profunda que se le hace a la idea misma de crear una ciudad es que su desarrollo nunca puede ser “natural”. Es una objeción muy seria, pues parte de una concepción fundamental de la vida: que la actividad social y cultural no puede ser una construcción porque está indisolublemente ligada a lo biológico, a lo orgánico, a la naturaleza, en fin. Este es uno de los rasgos más típicos de la mentalidad conservadora, en su mejor y más profunda expresión. Para él, la ciudad no es algo que se pueda construir: la ciudad nace como un organismo vivo. Tampoco se interfiere con la sociedad, cuyo crecimiento y desarrollo tienen algo indisolublemente biológico u orgánico” (PEDROSA, 1981, p: 317).

*Daniel Costa Licenciada en Historia por la UNIFESP.

Referencias


ELLIOT, Juan. La conquista y colonización española de América. En: BETHELL, Leslie (org.). Historia de la América Latina Colonial. Vol. 1. Brasilia: Fundación Alexandre Gusmão; São Paulo: Edusp, 1998 (https://amzn.to/3YHSug1).

FILHO, Néstor Goulart Reis. Marco de la arquitectura en Brasil. São Paulo: Perspectiva, 2002. (https://amzn.to/45wfNMa)

GARCÍA, Elisa Fruhauf. Las reformas indianas y borbónicas: entre el "despotismo" y el consenso. En: AZEVEDO, Cecília; RAMINELLI, Ronald (eds.). Historia de las Américas. Río de Janeiro: FGV Editora, 2011 (https://amzn.to/3KNXmdQ).

GRESPAN, Jorge. Urbanización y economía minera en América: el caso de Potosí. En: AZEVEDO, Francisca L. Nogueira; MONTEIRO, John M. (eds.). raíces latinoamericanas. Río de Janeiro: Expresión y Cultura; São Paulo: EDUSP, 1996 (https://amzn.to/3E3YSVs).

GUTIÉRREZ, Ramón. Asentamientos y reducciones indígenas en la región del Cuzco. Persistencia e innovaciones. En: ABREU, Mauricio; FRIDMAN, Fania (eds.). ciudades latinoamericanas. Un debate sobre la formación de los centros urbanos. Río de Janeiro: FAPERJ/ Casa da Palavra, 2010 (https://amzn.to/3E473Bo).

PAÍSES BAJOS, Sérgio Buarque de. caminos y fronteras. Río de Janeiro: Editor José Olympio, 1975 (https://amzn.to/3P2t5dS).

PAÍSES BAJOS, Sérgio Buarque de. Raíces de Brasil. São Paulo: Companhia das Letras, 2002 (https://amzn.to/3spMn3S).

MOCTEZUMA, Eduardo Matos. Tenochtitlan. México: Fondo de Cultura Económica, 2006 (https://amzn.to/3YMYpkg).

PEDROSA, Mario. Utopía – Obra de arte. En: De los murales de Portinari a los espacios de Brasilia. São Paulo: Editora Perspectiva, 1981 (https://amzn.to/45BYZ6D).

RAMA, Ángel. la ciudad de las letras. São Paulo: Boitempo, 2015 (https://amzn.to/45r59qc).

ROLNIK, Raquel. Territorios en conflicto. São Paulo: espacio, historia y política. São Paulo: Tres Estrellas, 2017 (https://amzn.to/3sg1FbJ).

ROMERO, José Luis. América Latina: Ciudades e ideas. Río de Janeiro: Ed. UFRJ, 2009 (https://amzn.to/3KHjKG0).

SCHURMANN, Betina. Urbanización colonial en América Latina: ciudad planificada versus abandono y caos. En: Textos de Historia, vol. 7, núm. 1/2, 1999.

VICENTE. Bernardo. 1492: Descubrimiento o Invasión. Río de Janeiro: Jorge Zahar, 2000 (https://amzn.to/3QKVUNb).

VIRILIO, Pablo. Espacio crítico y perspectivas en tiempo real. São Paulo: Editora 34, 2005 (https://amzn.to/3P3H0AD).

Notas


[i] A lo largo del proceso de revisión del Plan Director de São Paulo, el Jornal da USP abrió espacio para la reflexión de varios arquitectos y urbanistas – Nabil Bonduki, Raquel Rolnik, Guilherme Wisnik – para debatir el tema. El contenido está disponible este enlace.

[ii] Consultar los datos referentes al Censo Demográfico. Accede aquí.

[iii] Consultar los datos completos del Censo de Población sin Hogar. accede aquí.

[iv] Sobre la lucha por la vivienda en la región central de São Paulo ver: Cartografías de territorios populares – LabCidade. accede aquí.

[V] La periodista Gabriela Moncau, en un artículo para el diario Brasil de Fato, buscó desentrañar estas relaciones que no siempre son republicanas. accede aquí.

[VI] Cabe aclarar que a pesar de citar casos ocurridos en la América portuguesa, adoptamos como eje principal del análisis el proceso de construcción de ciudades en la América española.


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