A los que vendrán después de nosotros

Vasili Vereschaguin, Burlarki, 1866.
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por MIGUEL ENRIQUE STEDILE*

Comentar el libro “Nadie dijo que sería fácil” de Valério Arcary

Los últimos seis años han sido de los más duros que ha enfrentado la izquierda brasileña. La combinación de derrotas políticas, el ascenso de un gobierno neofascista y el surgimiento de una pandemia mundial produjeron uno de los escenarios más complejos y delicados para la lucha política. El lema de Palmiro Togliatti, “quien se equivoca en el análisis, se equivoca en la acción”, constituía una advertencia constante que exigía a las organizaciones y dirigentes el mayor cuidado y precisión en la elaboración táctica.

Afortunadamente, las reflexiones de Valério Arcary, ahora recopiladas en el libro Nadie dijo que sería facíl, no puede confundirse ni perderse en el tsunami de textos y valoraciones, muchos producidos al calor del momento por las propias exigencias de la lucha, otros más por la exigencia de satisfacer los algoritmos de las redes sociales, que produjo la época.

Aunque no fue la motivación original del historiador, el esfuerzo de Valério Arcary resultó en el registro histórico de las tensiones, contradicciones y angustias de la militancia en este período. No el período de la pandemia o el bolsonarismo, sino lo que significa militar en un período contrarrevolucionario cuando el horizonte del proyecto socialista parece lejano. Fueron muchos los que sucumbieron al desánimo, a la depresión, a los proyectos individuales, al desánimo. A ellos, el dirigente experimentado responde, sin caer nunca en la cursilería, con la reafirmación de la esperanza y el compromiso con la emancipación de la clase obrera.

El conjunto de textos pequeños, pero densos y asertivos, revisa un conjunto de temas que la izquierda tradicionalmente ignora o relega peyorativamente al “subjetivismo”, como la amistad o las parejas amorosas; pero también mete los dedos en las heridas de los temas organizativos, como las finanzas, la burocracia, el profesionalismo; combatir desviaciones como la paranoia y las teorías conspirativas; y reafirma pilares de organización política, a veces ausentes en nuevas manifestaciones populares, como el trabajo de base y la acción colectiva.

Por tanto, su libro es también una invitación a reflexionar sobre la práctica de la actual generación de militantes, llamando la atención sobre dimensiones de la lucha política que nuestras tradiciones anteriores relegaban o trataban como tabú. Cuestiones como el sacrificio, el estilo de vida, el antiintelectualismo o el oportunismo electoral se tratan sin escrúpulos ni rodeos. Sin recurrir a tonos moralistas ni dejar de lado estas tensiones. Sin caer en la tierra arrasada, ni en el orgullo, Valério Arcary escribe en la justa medida de la autocrítica.

No espere un índice o una colección de entradas sobre dilemas contemporáneos; se podrían incluir muchos otros. Y, aunque cada texto es independiente, no se recomienda su lectura aleatoria, porque al final forman un conjunto cohesionado y unificado del significado de la profesión de fe para el socialismo de este siglo.

Sin adoptar un tono profesoral, el libro es también un legado para las nuevas y futuras generaciones de militantes para que no cometan los errores que nosotros hemos cometido, no se pierdan en la multiplicidad de identidades, sin negarlas, ni se desanimen en la cara de una políticamente desfavorable. Después de todo, como escribió al final el poeta Roque Dalton, “guardamos para ellos el tiempo que nos toca.

Pero para ellos, Valério Arcary recuerda que “la audacia de transformarnos en la lucha por el cambio político de la sociedad es lo opuesto a la acomodación. Requiere, en primer lugar, conexión con la realidad y mucha disposición a participar en las luchas, manteniendo así vínculos sanos con la militancia de izquierda de otras corrientes, porque afortunadamente no somos los únicos revolucionarios; segundo, requiere una mente abierta, una intensa curiosidad y un sincero deseo de aprender, por lo tanto, una apreciación de la teoría y la capacidad de admitir errores sin exagerar; finalmente, exige un internacionalismo vivo, de quien entiende que el destino de la causa socialista no tiene fronteras. Y exige el aprecio de la fraternidad entre nosotros”.

Para ellos y para nosotros, Valério Arcary advierte, sin embargo, que la renovación de los cuadros de izquierda depende esencialmente de “una nueva ola de grandes luchas de masas”. La nueva generación necesita ser entrenada “caliente” y no “fría”, en una situación reaccionaria y defensiva. Construir esta nueva ola de luchas de masas es el verdadero desafío que se encuentra entre líneas de su libro. A tu manera, Nadie dijo que sería facíl se hace eco de los versos de Fernando Brant: “Si lo ya hecho vale mucho\ Lo que se hará vale más”. Sí, vendrán otros octubres.

*Miguel Enrique Stedile es doctora en historia por la UFRGS y miembro de la coordinación del Instituto Tricontinental de Investigaciones Sociales.

referencia


Valerio Arcary. Nadie dijo que sería facíl. São Paulo, Boitempo, 2022, 160 páginas (https://amzn.to/3OWSRAc).

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