Notas sobre Florestan Fernandes

Foto: Priscila Ramos
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por PAULO FERNANDES SILVEIRA*

Conferencia-clase del Curso Nacional de Pedagogía del MST.

1.

Aunque soy profesora, investigadora y asesora de la Facultad de Educación de la Universidad de São Paulo (FEUSP), la educación no es el tema principal de mi investigación sobre la obra de Florestan Fernandes, mi abuelo materno. En los últimos años me he dedicado a estudiar los libros de Florestan Fernandes sobre el racismo y la cuestión negra.

Por otro lado, en 2023 publiqué el texto “El encarcelamiento social en las experiencias escolares de Florestan Fernandes”, en la colección: En defensa de las escuelas públicas, organizado por las profesoras Jacqueline Moll y Maria Carmem Barbosa.

Lo que pretendo hacer en esta comunicación, un poco como intenté hacer en el texto publicado en 2023, es resaltar la importancia de la formación y la vida de Florestan Fernandes en la construcción del intelectual militante en el que se convirtió.

Uno de los primeros trabajos importantes de Fernandes Florestan en la USP fue una investigación para la UNESCO sobre el racismo en São Paulo, realizada a principios de la década de 1950, con el profesor Roger Bastide.

Entre las estrategias utilizadas en la investigación, Florestan Fernandes y Roger Bastide invitaron a activistas del movimiento negro a hablar sobre sus experiencias. Se organizaron varias mesas redondas con estos activistas. Los encuentros tuvieron lugar en la Facultad de Filosofía de la USP, en la Biblioteca Municipal y en la Asociación José do Patrocínio. Los argumentos desarrollados por los activistas fueron incorporados y citados en los textos que Florestan y Bastide escribieron para la investigación.

Menciono esta referencia a las investigaciones de la UNESCO al inicio de mi discurso para resaltar, precisamente, la forma en que la formación de Florestan Fernandes marcó al intelectual militante en que se convirtió.

Antonio Candido hace el siguiente análisis del aporte de Florestan a las investigaciones de la UNESCO: “Ayudó a Roger Bastide a armar uno de los esquemas de análisis sociológico más bellos que he visto jamás, movilizaron a la comunidad negra. En lugar de ir allí para estudiar el objeto, jalaron a la comunidad negra para que fuera un sujeto al mismo tiempo. O sea, los negros, a partir de esta investigación de Florestan y Bastide, dejaron de ser objetos de estudio, para ser sujetos de estudio: participan, hablan, guían, junto a los investigadores”. (CÁNDIDO, 2004, 18m.52s-19m.24s).

Como contrapunto, quisiera citar una crítica a esta estrategia de investigación puesta en práctica por Florestan Fernandes y Roger Bastide.

En 2014, estudiantes de la Facultad de Filosofía de la USP organizaron un encuentro en homenaje a los 50 años de la publicación del libro. La integración de los negros en la sociedad de clases., de Florestán Fernández. Una de las mesas de la reunión, sin embargo, sólo se ocupaba de criticar el libro. En cierto momento de su comunicación, Sidney Chalhoub, profesor de la Unicamp y de la Universidad de Harvard, sostiene: “Soy muy diferente a Florestan, (…) aprendo cosas investigando. (…) Nada de esto (que presenté) lo aprendí en el activismo, lo aprendí estudiando”. (CHALHOUB, 2014, 24m.40s-26m.38s).

Según Sidney Chalhoub, la investigación académica debería basarse en documentos, archivos y libros de autores reconocidos, no en las experiencias de la militancia.

En el texto “Ideología y experiencia”, que escribí con el profesor y activista del movimiento negro Josadaque Silva, analizamos las posiciones de algunos autores que defienden la experiencia como una forma legítima y necesaria de comprender la realidad y producir conocimiento.

Una de las autoras que analizamos en el texto fue la fallecida Bell Hooks, la cito: “La política de identidad surge de la lucha de grupos oprimidos o explotados por asumir una posición desde la cual puedan criticar las estructuras dominantes, una posición que les dé propósito y significado. a la pelea. Las pedagogías críticas de la liberación atienden estas preocupaciones y necesariamente abrazan la experiencia, las confesiones y los testimonios como formas válidas de conocimiento, como dimensiones importantes y vitales de cualquier proceso de aprendizaje”. (ganchos, 2013, p. 120).

Lamentablemente, no tendré tiempo para discutir las cuestiones y posiciones que impregnan este debate. Leeré a Antonio Candido, quien señala la riqueza y originalidad de la investigación de Florestan Fernandes y Roger Bastide, mientras dan la palabra a los activistas del movimiento negro.

Mi hipótesis, que pretendo desarrollar en esta comunicación, es que la formación educativa y para la vida de Florestan Fernandes contribuyó a su investigación académica prestando atención y escucha a las personas que enfrentan todo tipo de injusticia social.

2.

A fines de los años 1970, al regresar del exilio que le impuso la última dictadura militar, Florestan Fernandes produjo una serie de textos sobre su trayectoria hasta el momento de su expulsión de la USP.

En algunos de estos textos, Florestan Fernandes logra superar su tristeza y angustia con la ayuda de referencias de la sociología y la literatura. Para ahorrar tiempo y hacer más bella e interesante esta comunicación, evitaré interrumpir los testimonios de Florestan Fernandes con mis reflexiones.

Infancia y trabajo en la calle

Hijo de madre soltera, mi bisabuela María Fernandes, una inmigrante portuguesa que trabajaba en São Paulo como empleada doméstica y lavandera, Florestan Fernandes tuvo que trabajar cuando aún era un niño, lo cito: “A los seis años comencé trabajando en la vida práctica. Mi primer trabajo fue limpiando la ropa de los clientes en una barbería situada en la calle Major Quedinho. (…) Luego pasé a varios otros tipos de trabajo, todo muy ocasionalmente. Trabajé en una carnicería, en una sastrería. Luego descubrí que lo que generaba más dinero, para un niño como yo, era lustrar zapatos”. (FERNANDÉS, 1980, p. 11).

“Hacer lo que me vi obligado a hacer me obligó también a una búsqueda constante para superar una condición en la que el lumpenproletariado (y no el trabajador) definía los límites o fronteras de lo que no era "pueblo". Antes de estudiar este proceso en la investigación sobre personas negras, lo experimenté en todos los matices y magnitudes”. (FERNANDÉS, 1977, p. 143).

“Los prejuicios contra 'este tipo de personas' alcanzaron tales proporciones que, ni siquiera con el apoyo de Clara Augusta Bresser, hermana de mi madrina, logré conseguir otro tipo de trabajo. ¡Lo menos que alguien pensaba sobre ese 'tipo de personas' era que éramos 'ladrones' o 'buenos para nada'! (FERNANDÉS, 1977, p. 148).

“Estaba un poco aislada, como trabajaba mucho y pasaba mucho tiempo fuera de casa, no podía tener una vida de niño. Mi vida era la de un adulto, muy prematuro, entonces lo que realmente me faltaba era la socialización infantil. (…) Mi experiencia adulta fue anticipada tanto a nivel práctico como intelectual”. (FERNANDÉS, 1980, p. 12).

“Cuando era niña, tuve pocas oportunidades de tener contactos emocionales. Si un niño estaba abierto a mi amistad, me entregaba muy profundamente a ella. (…) Hubo otra amistad profunda, un chico que también era lustrabotas, era un chico muy inteligente y sensible. Murió unos dos años después de que lo conocí, murió de tuberculosis y de hambre. Para nosotros no fue fácil sobrevivir. Fue una vida dura, que parece literatura televisiva armada. Esto sucedió a menudo, la gente se cayó en el camino”. (FERNANDÉS, 1980, p. 15).

“Conocí el lado trágico de la vida en São Paulo, así que cuando estudié a los negros, tuve mucha experiencia personal. No fue una experiencia narrada”. (FERNANDÉS, 1980, p. 11).

Grupo Escolar María José (Laberinto)

Entre sus pocas y cortas experiencias escolares, Florestan Fernandes estudió unos años en el Grupo Escolar María José (también conocido como Mazé), colegio que aún permanece abierto, en el barrio de Bixiga. En un texto sobre la escolarización de Florestan, la profesora María Helena de Souza Patto brinda datos sobre esta escuela: “Los profesores eran sumamente respetados, a pesar de ser exigentes y golpear a los alumnos con reglas y hasta con un taco de billar. Por cualquier indisciplina los encerraban en un cuarto oscuro, probablemente el salón de ciencias, donde había un esqueleto”. (Centenario del Colegio 'Maria José': 1895-1995). Los niños más necesitados recibían sopa y ropa, pero había alumnos que venían con zapatos con agujeros, otros que ni siquiera tenían zapatos y otros que alternativamente se vendaban un pie para salvar el único par que tenían”.

“En los años 1930, Florestan Fernandes está en la lista de muchachos matriculados. La experiencia escolar dejó en su memoria escenas de violencia, que acercan la escuela, como diría más tarde, a las instituciones punitivas y penitenciarias. (…) También dejó una conciencia de exclusión y autoritarismo presente en el corazón de la vida escolar”. (PATTO, 2000, págs. 121-122).

Respecto a sus experiencias escolares, Florestan Fernandes afirma: “Como muchos otros, fui un 'estudiante rebelde'. De hecho, la escuela no formaba parte de "nuestra cultura" y obstaculizaba nuestros pensamientos inmediatos. No sólo faltaba a clases de vez en cuando, sino que también aceptaba la violencia que socavaba nuestra potencial cultura machista. (…) La enseñanza en sí tampoco nos atraía”. (FERNANDES, 1977, p. 145-146).

“En el tercer año tuve que dejar la escuela para dedicarme tiempo completo al trabajo; y sólo mucho más tarde, con poco más de 17 años, cuando pudiera tomar la decisión por mí mismo, volvería a la escuela. Sin embargo, los profesores habían cumplido su papel conmigo, enseñándome muchos hábitos higiénicos e ideales de vida que nunca abandoné, un cierto amor por la lectura y el deseo de conectar mi curiosidad con los libros que estaban a mi alcance”. (FERNANDÉS, 1977, p. 146).

Inspirándose en su propia experiencia, el profesor Torquato Silva, que también tuvo que ganarse la vida cuando era niño, habla sobre el abandono escolar: “Muchos estudiantes de clases bajas abandonan la escuela en busca de conocimientos que puedan traer resultados más inmediatos a sus vidas. (…) Es de fundamental importancia que reflexionemos profundamente sobre cuán cruel se impone este orden a los niños de las favelas y a los residentes de las calles, ya que estas personas traen consigo valores y expectativas, surgidos de su socialización, que muchas veces contradicen sus propias creencias y prácticas curriculares escolares”. (SILVA, 2009, p. 94).

curso de madurez

A los diecisiete años, Florestan Fernandes logra retomar sus estudios, inscribiéndose en un gimnasio preparatorio para los exámenes de madurez, cito: “El toque final de esta preparación sui generis lo dio el curso de madurez. Mientras trabajaba en el Bar Bidu, en la Rua Lidero Badaró, se instaló el gimnasio Riachuelo en la casa vecina. Los profesores iban al bar a tomar un refrigerio después de clases”.

“Siempre busqué clientes de los que pudiera aprender algo. Cultivé relaciones con algunos de los profesores – los más comunicativos y asiduos – y obtuve una concesión, a través del profesor Jair de Azevedo Ribeiro, para estudiar con remuneración reducida”.

“Gracias a Manoel Lopes de Oliveira Neto, uno de los clientes con los que me había hecho amigo, encontré otro trabajo (entregando muestras del Laboratorio Novoterápica); y gracias al apoyo de Ivana y José de Castro Manso Preto, vinculados a mi difunta madrina, una pequeña ayuda marginal (que, luego, se convirtió en cama y comida permanente), el problema de estudio se redujo a la más simple expresión. Dejar el colegio de abogados y tener una nueva oportunidad, en aquella época (1937), fue algo destacable”. (…) “El círculo de hierro se había roto y, con el nuevo trabajo, podía mantener a mi madre y pagar mis estudios”. (FERNANDES, 1977, p. 147-148).

“Cuando decidí tomar el curso de madurez, enfrenté una rústica resistencia por parte de mi madre, quien pensaba que 'me avergonzaría de ella' si estudiaba; mucho peor fue la incomprensión y el ridículo por parte de mis compañeros, que ridiculizaban mi propensión a la lectura y mi apego a los libros, diciendo que terminaría 'con el cerebro blando' de tanto leer”. (FERNANDÉS, 1977, p. 147).

“Riachuelo pronto dio a conocer un mundo nuevo, en el que los profesores y las lecciones no serían el único eje. Los estudiantes compartieron conmigo ciertas dificultades, no todas. Ninguno tuvo unos orígenes tan crudos y un desarraigo tan profundo. Sin embargo, todos trabajaron y vieron una instrumentalidad en el curso de madurez que yo desconocía”. (FERNANDÉS, 1977, p. 149).

“En el Riachuelo no sólo aprendí las materias de los cursos de madurez y amplié mi horizonte cultural. Poco a poco me convertí en un intelectual. Empecé a pensar seriamente en realizar una carrera de educación superior y decidí que sería profesora”. (FERNANDES, 1977, p. 152-153).

experiencia universitaria

A principios de la década de 1940, Florestan Fernandes y otros compañeros que estudiaron con él en el gimnasio del Riachuelo lograron aprobar los exámenes de madurez (que corresponden a las actuales EJA y ENEM). Después de aprobar en la madurez, algunos tomaron el examen de ingreso.

Sobre esta etapa de su vida, Florestan Fernandes comentó: “Quise hacer ingeniería química, tal vez, por Julio Verne. Pero no podía, tendría que quedarme en la escuela todo el día y tenía que trabajar. Por lo tanto, no seguí ningún rumbo entre los que estaban en mi línea de preferencia. (…) Entonces elegí las ciencias sociales”. (FERNANDÉS, 1980, p. 15).

Respecto a la aprobación en la Facultad de Filosofía de la USP, Florestan Fernandes hizo el siguiente análisis sociológico: “Alguien podría escribir: el lumpenproletariado Llega a la Universidad de São Paulo. Sin embargo, no fue el lumpenproletariado eso llegó allí; Era yo, el hijo de una ex lavandera. (…) Llevaba conmigo intenciones puras, el ardor de aprender y, quién sabe, de ser profesor de secundaria”. (FERNANDÉS, 1977, p. 154).

En la década de 1980, en el libro Desafío educativo, Florestan Fernandes sostiene que: “Es el momento de abrir las puertas de la universidad a quienes fueron expulsados ​​y negados por ella. Los estudiantes que, como yo, llegaron a la universidad por casualidad, tienen que llegar sistemáticamente”. (FERNANDÉS, 1989, p. 110).

La experiencia como estudiante de la carrera de ciencias sociales de la USP no fue fácil para Florestan Fernandes, lo cito: “Yo era como un extraño y, en muchos aspectos, un intruso. El núcleo de ese pequeño grupo procedía de familias tradicionales de clase media o alta. (…) Si no se revelaron hostiles, tampoco abrieron las compuertas de su “círculo”. Me quedé fuera y sentí que no me correspondía cambiar las reglas tácitas del juego, lo que haría insoportable mi fuerte olor a gentuza”. (FERNANDÉS, 1977, p. 154).

Poco después de graduarse, Florestan Fernandes completó su maestría y se convirtió en profesor de la Facultad de Filosofía de la USP. El propio Florestán analiza la importancia de su formación educativa y su trayectoria vital en la construcción del intelectual militante que llegó a ser, lo cito: “Mi talante inconformista encontró su fundamento en la situación misma de la existencia. Todo sucedió como si me transformara, de un momento a otro, en portavoz de las frustraciones y revueltas de mis antiguos compañeros de infancia y juventud”.

“Mi estado de ánimo llevó al profesor universitario a hablar en nombre del hijo de la ex criada y lavandera portuguesa, que tuvo que ganarse la vida antes siquiera de cumplir siete años, lustrando zapatos o dedicándose a otras ocupaciones igualmente degradadas, en un. manera severa, en ese momento”. (FERNANDES, 1966, p. XIX).

Muchas gracias por la oportunidad de hablar de Florestan Fernandes, en este hermoso colegio que lleva su nombre y que guarda un poco de la historia de mi madre, la socióloga y ex docente de este Colegio Nacional, Heloisa Fernandes.

*Paulo Fernández Silveira Profesor de la Facultad de Educación de la USP e investigador del Grupo de Derechos Humanos del Instituto de Estudios Avanzados de la USP.

Referencias

CÁNDIDO, Antonio (2004). Testimonio. En. Florestán Fernández: el maestro. Brasilia: Cámara de Diputados. (Video). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=jB3TDIv4POk

CHALHOUB, Sidney (2014). Comunicación. En. DAVID, Antonio, Mesa 3. (Video). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=ZHuLcUgKO3k&t=6705s

FERNANDES, Florestán (1989). La universidad es dura. En: FERNANDES, Florestán. El desafío educativo. São Paulo: Cortez Editora; Editorial Autores Asociados, pág. 104-112.

FERNANDES, Florestán (1980). Florestan Fernandes: la persona y el político, Revista de ensayo, Año IV, n. 8, pág. 9-39. Disponible en: https://drive.google.com/file/d/1LTnoa-M44kWQ_12YiEQRGAjSyycnhPqa/view

FERNANDES, Florestán (1977). En busca de una sociología crítica y militante. En.FERNANDES, Florestán. Sociología en Brasil: contribución al estudio de su formación y desarrollo. Petrópolis: Voces, pág. 140-212.

FERNANDES, Florestán (1966). Educación y sociedad en Brasil. São Paulo: Dominus; EDUSP.

ganchos, campana (2013). Esencialismo y experiencia. En ganchos, campana. enseñando a transgredir: la educación como práctica de la libertad. São Paulo: WMF Martins Fontes, pág. 105-125.

PATTO, María (2000). Lecciones de activismo. En: PATTO, María Helena, Mutaciones del cautiverio: escritos sobre psicología y política.. São Paulo: EDUSP, pág. 119-156.

SILVA, Josadaque; SILVEIRA, Paulo (2023). Ideología y experiencia: Marilena Chaui, Bell Hooks y Grada Kilomba. Jornal GGN: Disponible en: https://jornalggn.com.br/artigos/ideologia-e-experiencia-chaui-bell-hooks-e-grada-kilomba/

SILVA, Torquato (2009). Escuela-favela, conocimiento, transgresión y poder: ¿están estos chicos sin esperanza? Revista de Educación PUC-Campinas, No. 27, pág. 87-96. Disponible: https://periodicos.puc-campinas.edu.br/reveducacao/article/view/73

SILVEIRA, Paulo (2023). El muro social en las experiencias escolares de Florestan Fernandes. En. MOLL, Jacqueline; BARBOSA, Márcia (org.). En defensa de las escuelas públicas. Las pedagogías de la educación pública en la disputa por la democracia. Porto Alegre: Editora Sulinas, pág. 174-189.


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