Anotaciones a la “Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel” – II

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por TADEU VALADARES*

Comentarios, párrafo por párrafo, sobre la “Introducción” al libro de Karl Marx

Comentario sobre el párrafo 26

Desde allí hasta la conclusión del artículo, Marx busca demostrar que se acerca el momento de la verdad, y por qué ese momento es del tipo x, no y.

En la primera aproximación teórica a la revolución radical como única salida para Alemania, destaca: (a) las revoluciones, para darse, requieren de la conjunción de dos elementos: un pasivo, la base material; otro pensamiento teórico-activo, crítico, que 'busca realizarse'; (b) para eso, la teoría tiene que hacerse efectiva en un pueblo. Es decir, ser la realización de las necesidades populares; (c) la revolución radical-democrática dejará atrás la monstruosa discrepancia entre las exigencias del pensamiento y las banales respuestas que les da la mediocre realidad alemana; y (d) en el centro de este problema se encuentra la 'discrepancia de la sociedad civil con el Estado y consigo misma'. A pesar de la llegada anunciada de una época revolucionaria de nuevo tipo, Marx continúa preguntándose cuáles son las condiciones para unir las necesidades teóricas con los requisitos prácticos. En sus palabras: 'No es suficiente que el pensamiento busque realizarse a sí mismo; la realidad debe impulsarse hacia el pensamiento». Esta convergencia en el tiempo, este encuentro de dos necesidades que se entrecruzan en la coyuntura prerrevolucionaria, es lo que autoriza la expectativa del estallido del acontecimiento radical en un corto espacio de tiempo.

Habiendo establecido los términos principales de su primera teoría de la revolución, Marx procede a analizar las dificultades que deben enfrentar los demócratas radicales.

 

Comentario sobre el párrafo 27

Se lee casi como si fuera una lista de los obstáculos que enfrentan los intelectuales revolucionarios en alianza con el pueblo alemán. Entre ellos, destacan los siguientes: (a) el desajuste entre la situación alemana y la de las 'naciones modernas'. Mientras que estos últimos ya han pasado por los 'escalones intermedios de la emancipación política', Alemania sólo ha escalado, y aun así sólo teóricamente, los construidos por la filosofía especulativa de Hegel; (b) esta visión de la historia de las revoluciones modernas como una escalera cuyo ascenso, una vez completado, libera a las personas de las fantasmagorías de los cielos teológicos en el mismo movimiento por el cual produce la nueva realidad hombre-mundo-sociedad-estado-historia es sintomático. , que se caracterice por la transparencia y la armonía en permanente conjunción. Este es el gran 'salto mortale', el desafío planteado tanto a Alemania como al mundo moderno en su conjunto. ¿Es Alemania capaz de dar el salto? Sí, pero sólo si, en el transcurso del salto mismo, el pueblo alemán traspasa no sólo sus propias barreras, sino también las que marcan la vida de las sociedades históricamente modernas, contemporáneas entre sí.

Para que los alemanes puedan dar lo que en última instancia es un doble salto, tendrán que sentir no solo sus propias limitaciones, sino también las modernas europeas como propias. Tendrán que percibir los obstáculos modernos, en términos de sentimiento y otros, como si fueran alemanes, sobre todo porque en realidad también son obstáculos reales para superar la miseria interna. Por aparentemente externos que parezcan, limitan el futuro del pueblo alemán. Es imperativo, por lo tanto, en la conciencia revolucionaria no separar el 'mundo más allá del Rin' del 'mundo del Rin'. Como resultado, el círculo que circunscribe a los que viven en las naciones avanzadas es el objeto de la teoría y la práctica revolucionarias de la Alemania atrasada. ¿Como hacer eso? En este punto todavía no lo sabemos. Pero en cuanto a Alemania, lo sabemos bien: 'Una revolución radical sólo puede ser la revolución de las necesidades reales, para las cuales precisamente faltan los presupuestos y el punto de partida'. Es necesario, pues, enfrentarse a lo que a primera vista es un límite infranqueable, un sistema de carencias dotado de un peso gigantesco.

Entonces, Marx responde al desafío lanzado por él mismo y lanza una alerta estratégica sobre el futuro previsible de Alemania, en caso de que la revolución no sea radical.

 

Comentario sobre el párrafo 28

Si no revoluciona, Alemania estará condenada a sufrir los dolores de los estados modernos y de las sociedades avanzadas, que le serán impuestos desde el exterior, junto con su sufrimiento particular, generado por su propia miseria. Los alemanes vivirán en el peor de los mundos posibles: sometidos al lado negativo de lo moderno, con todas sus carencias, y aún más dominados, internamente, por el sistema moderno-medieval, el régimen monárquico-constitucional absolutista. En este escenario desesperado, no disfrutarán ni siquiera de las satisfacciones parciales que el Estado y la sociedad modernos ofrecen a sus poblaciones. Crucial es esta referencia a las 'satisfacciones parciales' que vienen mezcladas con los dolores generados por el desarrollo mismo del mundo moderno. Las satisfacciones parciales, sean las del mundo moderno o las que caen ilusoriamente del cielo político-religioso alemán, son las que rechaza Marx. El revolucionario radical quiere abolir los dolores de todas las sociedades, para que, en su lugar, las revoluciones victoriosas establezcan las satisfacciones plenas del ser genérico, las únicas consecuentes con el advenimiento histórico del hombre verdaderamente humano, del hombre que es un dios para el hombre. .

La idea de que, en ausencia de una revolución radical, la persistencia del subdesarrollo de Alemania mezclará sus propios males con los que le infligirán los estados y sociedades desarrollados, haciendo aún más miserable la miseria alemana, reaparecerá en los textos de Marx a lo largo de de la trayectoria que lleva al joven filósofo a convertirse en crítico de la economía política. Esta conservación, que es innovación, asume otras formas y otros contenidos. El tema será, debidamente modificado, de vez en cuando objeto de las reflexiones de Marx a lo largo de las décadas. La idea sufrirá transformaciones notables, se reordenará, se reformulará, se insertará en otra matriz teórica y práctica. Aun así, la cuestión de la mezcla teratológica de las deficiencias modernas con las del atraso, después de todas las transformaciones que caracterizan al Marx de la madurez, no dejará de rondar sus textos. Basta leer el Capítulo 8 del Libro I de 'El Capital', en especial la parte titulada “El hambre de plustrabajo. Fabricante y boyardo', para que nos demos cuenta de esto: persiste cierto aire de parentesco entre el artículo de combate escrito en 1843 y la obra capital, parcialmente publicada en 1867.

 

Comentario sobre el párrafo 29

Al profundizar en los temas tratados, Marx se dirige principalmente a los gobiernos alemanes, estos gobiernos y sus acciones debidamente insertos en una estructura que combina varios elementos determinantes: las condiciones (no el espíritu…) de la época; la insoportable situación de Alemania; la visión estrecha de la formación alemana; y el 'instinto afortunado', abominable rasgo natural de todos estos gobiernos. ¿El resultado? Un sistema caracterizado por determinaciones perversas, un arte combinatorio singular que distingue a las potencias alemanas, el entrelazamiento de las heridas civilizadas del mundo moderno con las necesidades bárbaras del mundo alemán enmarcado por su 'antiguo régimen' maquillado con tintes constitucionales. Para Marx, el resultado de esta alquimia, si no se deshace radicalmente, es del todo predecible: Alemania se verá ahogada por las fallas modernas sin haber superado las del atraso.

En este contexto, el párrafo también registra una crítica de Marx a las ilusiones del constitucionalismo, ya sean las del mundo europeo civilizado o las del mundo alemán incivilizado, que, en su rostro liberal, comparte las ilusiones de los modernos, por muy alienada que sea la Alemania. puede ser a la realidad de los países avanzados. El texto reafirma que Alemania es su carencia política vivida como un mundo propio, y que el intento de desmantelar revolucionariamente este 'status quo', si se materializa como una mera mutación política, es decir, parcial, impedirá el establecimiento del realmente nuevo Si eso sucede, el pueblo alemán, al dejarse engañar por el movimiento que propone la emancipación parcial, ni siquiera podrá derribar sus barreras específicas. Evitando la contención, necesariamente tendrá que ir mucho más allá, también tendrá que derribar 'las barreras generales de la política actual', tanto la alemana como la vigente en los estados y sociedades avanzadas.

Habiendo esbozado este panorama, Marx procede a considerar lo que, en el contexto alemán, es o no utópico. Opone lo utópico a lo necesario porque se trata ante todo de pensar y actuar con miras a una ruptura radicalmente revolucionaria.

 

Comentario sobre el párrafo 30

El texto anticipa la crítica más fácil, que resulta de la valoración inmediata e irreflexiva según la cual la revolución democrática radical es un sueño utópico, una fantasía vana. Por el contrario, señala: sería una utopía pensar que una revolución parcial, meramente política, pudiera tener éxito, aunque estallara. El párrafo en realidad señala un debate interno dentro del campo revolucionario. ¿Debe la revolución alemana, dado el filtro de la realidad, ser cerrada, meramente política o ambiciosa en extremo? Si se lleva a cabo como una revolución medida, ¿dejaría al mundo alemán del atraso enterrado en el pasado e inscribiría a Alemania en el mundo moderno que comienza 'más allá del Rin'? ¿Cual es el punto de eso?

Marx, al contradecir este proyecto de revolución parcial, vuelve a la raíz de la cosa. ¿Cuál es la base de la idea de una revolución a la medida para deshacer la miseria alemana? La respuesta ocupa la segunda parte del párrafo. Para Marx, el fundamento último de quienes piensan en una revolución moderada -un acontecimiento tan superficial como la superficialidad misma de la propuesta- no llega al meollo de la cuestión. Sus defensores se niegan a ver lo obvio, la imposibilidad histórica de este tipo de transformación política y social en la Alemania de 1843. en todo el mundo'. Esta fracción, basada en su 'situación particular', sólo aparentemente logra la emancipación universal de la sociedad porque, en última instancia, no rompe con su particularidad de clase. Al luchar por su propia emancipación, la clase, la fracción o el estamento que se emancipa realmente afirma estar realizando "la emancipación universal de la sociedad". En la superficie de la apariencia, una parte se transubstancia en el todo impulsando una dinámica que tiene algo de místico. Con eso, el proyecto de emancipación universal fracasa.

Pero ahí es cuando aparecen la 'advertencia' y el perro: tal clase libera políticamente a toda la sociedad, pero sólo bajo el supuesto de que toda la sociedad se encuentra en la misma situación que la clase que se libera a sí misma. Es decir, que toda la sociedad tiene o puede adquirir fácilmente dinero y cultura. Este tipo de revolución parte, por tanto, de un supuesto igualitario fantasioso, de una situación homogénea inexistente. Cree en lo imposible: que el privilegio económico y cultural de unos se extienda a todos.

En el párrafo 31, Marx pasa a exponer su visión de la revolución parcial como una ilusión.

 

Comentario sobre el párrafo 31

En un principio, parece estar analizando las revoluciones parciales en general. Pero al final del párrafo es claro que él tiene en mente la revolución francesa, al menos como una ilustración concreta del 'modelo' expuesto en líneas fuertes en el párrafo anterior.

Los puntos principales de este párrafo, tan rico en ideas como problemático en su articulación, serían: (a) la clase que cumple las dos primeras condiciones o presupuestos, el dinero y la cultura como su propiedad prácticamente exclusiva, sí puede jugar, por habiendo asegurado históricamente el doble privilegio, su papel revolucionario, básicamente limitado a su propia liberación; (b) esta clase debe ser capaz de despertar en sí misma y en la masa del pueblo un momento de entusiasmo; (c) durante este momento de movilización total, por definición transitoria, la clase-estado fraterniza y se mezcla con la sociedad en general; (d) durante este momento especial, en el que una parte se presenta como la totalidad de la sociedad civil, lo que esta fracción propone como reivindicación es sentimentalmente reconocido por el resto de la sociedad como de su interés general, es decir, las otras partes delegan en una fracción el papel de representante universal; (e) en este período, que tiene mucho encanto colectivo recíproco, un delirio en el que participan todas las clases en rebeldía, tanto la que representa al conjunto como el resto del pueblo con ellas momentáneamente solidario, el 'representante del universal' logra transmitir sus demandas y derechos como demandas y derechos de todos. Lo que de hecho es particular se convierte en un conjunto ilusorio de exigencias universales. Momento feliz, éste, para la clase que actúa en nombre del conjunto, debidamente mandatado por él. En nombre de lo momentáneo que bordea lo místico, una clase se eleva al efectivo, aunque ilusorio, 'dominio universal'. Ilusorio porque es el dominio de una clase, no del todo. Ilusoria y eficaz porque el dominio se ejerce en nombre de los intereses de todos los miembros de la sociedad rebelde. Eficaz porque inscribe la revolución en el fluir de la historia.

A lo largo del proceso, la clase que representa lo universal cristaliza su 'posición emancipadora'. Asegurada, ejerce el privilegio de explorar políticamente todas las demás esferas de la sociedad con miras a realizar su interés concreto y particular. Esta operación está asegurada por el juego de ida y vuelta entre lo universal y lo particular a lo largo del proceso revolucionario concreto.

Para lograr esta hazaña histórica, la clase que es particular en la realidad pero universal en el registro simbólico necesita mucho más. La energía revolucionaria y el sentimiento de clase que confirma su papel transformador invocado no son suficientes para llevar adelante el proceso. En el transcurso del tiempo en que uno se convierte en representante de todos, es indispensable que una parte de la sociedad -otros estratos o clases- sea percibida y comprendida por la masa, es decir, por el conjunto de los que reconocen en el otro su representante universal, como el polo opuesto, el enemigo, el objeto predilecto de la total exclusión política y social. Así, en la práctica, la ilusoria convergencia entre lo real, la revolución del pueblo, actor un tanto indefinido en el texto, pero dotado de deseos y aspiraciones revolucionarias, y la emancipación más real que lo real -porque envuelta en lo ilusorio- de una clase en particular. En palabras de Marx: '(...) de modo que un estatus (Estand de exhibición) se afirma como un estrato de toda la sociedad, es necesario que, inversamente, todos los defectos de la sociedad sean transferidos a otra clase”. En otras palabras: para que las revoluciones parciales se den como un proceso necesariamente cargado de ilusiones y entusiasmo, es imperativo que se construya en el sentimiento y el pensamiento del pueblo una figura particular y universal, el polo opuesto del 'estado de toda la sociedad'. '. Algo así como un chivo expiatorio debe llevarse todo el rencor acumulado. Que el chivo expiatorio sea real o ficticio importa menos que el papel que se le asignará, el de universal negativo. La frase final del párrafo aclara los dos sentidos opuestos, el de universal positivo y el de universal negativo, Marx para ello recurriendo a la revolución francesa, durante la cual lo negativo-universal se objetiva en la nobleza y el clero, mientras que el positivo-universal fue encarnado por la clase burguesa.

El párrafo 32 contrasta los requisitos y supuestos de este esquema de revolución parcial con la situación prevaleciente en Alemania.

 

Comentario sobre el párrafo 32

La tesis fundamental: el modelo o esquema de las revoluciones incompletas está divorciado de la realidad alemana.

En esta oposición entre lo vivido emblemáticamente por los franceses y la miseria alemana que en 1843 exigía una superación revolucionaria que iba mucho más allá de lo logrado 'más allá del Rin' en 1789, Marx declara utópico el pensamiento que sostiene como ideal a ser persiguio una revolucion en algo similar a la francesa. Para él, la idea de una revolución burguesa, cuyo referente principal es Francia, si se traslada a Alemania, resulta ser una imposibilidad práctica. Todo lo real en Alemania conspira contra este proyecto burgués de revolución controlado por un 'estado universal', categoría que en sí misma adolece de una flagrante contradicción lógica. ¿Porque imposible? Porque lo que le falta a Alemania en 1843 es exactamente lo que tiene Francia en la segunda mitad del siglo 18. Marx elabora entonces su lista de las carencias alemanas, contrastándolas con la abundancia francesa.

Lo que les falta a los alemanes: (a) consistencia, penetración, coraje, intransigencia; (b) 'grandeza de alma', aunque sea momentánea; (c) ese genio que arma la fuerza material que sabemos estuvo pasivo en Alemania en 1843; (d) esa audacia revolucionaria que dice con Sieyès: 'No soy nada y debo serlo todo'. Por otro lado, los alemanes se quedan con la incapacidad, por parte de cualquier clase o estatus, de identificarse con el 'alma popular'. Además, en el plano moral, un complejo marcado por un modesto egoísmo se revela sujeto al freno de la estrechez. ¿Tus elementos? La moralidad y la honestidad alemanas dominaban tanto a las clases como a los individuos. De ahí que en Alemania todas las clases manifiesten en su comportamiento la imposibilidad de ir más allá de sí mismas. En lugar de eso, prevalece la pasividad que desencadena compensatoriamente, en cada estatus, clase o fracción, la compulsión de oprimir a los que están jerárquicamente por debajo. Finalmente, es indispensable tener en cuenta el hecho de que el sentimiento de la clase media sobre sí misma la convierte en "el representante universal de la mediocridad filistea de todas las demás clases". Nada que ver con la universalidad positiva de la clase burguesa francesa al comienzo de la revolución de 1789.

A pesar de esta pereza estructural, las luchas se libran incesantemente dentro de la sociedad civil. Día a día, multiplicidad de conflictos. Debajo de este barniz, sin embargo, un ojo no engañado percibe el horizonte mezquino que los atraviesa a todos. El efecto final o vector de estas disputas estériles es insignificante en términos de revolución burguesa. Sólo una excepción, un registro que transcurre casi en silencio: '(...) el proletariado ya empieza a luchar contra la burguesía'.

El siguiente párrafo continúa la profundización del cuadro de diferencias entre la Francia revolucionaria de 1789 y la Alemania de 1843, una sociedad claramente pasivo-burguesa.

 

Comentario sobre el párrafo 33

En Francia, un movimiento histórico de primera magnitud en el que: '(…) el papel de emancipador es asumido sucesivamente, en un momento dramático, por las diferentes clases del pueblo francés, hasta llegar finalmente a la clase que realiza la libertad social'. Sin mencionarse directamente, se reconoce al proletariado francés como parte esencial del drama. Su papel, el de superar lo establecido por la vía revolucionaria burguesa. Paralelamente, pensamos que el mismo esquema de agotamiento sucesivo de momentos dramáticos se utiliza en el análisis de El 18 Brumario de Luis Bonaparte.

En Alemania, cuya miseria constituye una situación políticamente inversa a la de Francia, la dinámica de 1789 está exiliada de la realidad. En Alemania, '(…) la emancipación universal es la 'conditio sine qua non' de toda emancipación parcial'. Entonces surge la pregunta decisiva: ¿quién puede conducir a Alemania a la emancipación universal?

En Alemania, '(…) ninguna clase de sociedad civil tiene la necesidad y la capacidad de realizar la emancipación universal'. La consecuencia lógica de esta evaluación sería condenar a Alemania ya los alemanes a una miseria material y espiritual perpetua. Claramente no es así, dice Marx. Pero, advierte, el potencial revolucionario alemán no se realizará plenamente '(...) hasta que (una clase de la sociedad civil) se vea obligada a hacerlo (es decir, obligada a realizar la emancipación universal) por su situación inmediata, por la necesidad material y por sus propios grilletes'. Queda pues claro: la clase que puede llevar a cabo la revolución democrática radical es la que está siendo movida por al menos tres factores estructurales: su situación inmediata, sus necesidades materiales y el peso de sus propias cadenas. Por otra parte, ninguna clase podría realizar, en la Alemania de 1843, la revolución burguesa limitada, parcial, meramente política.

Por eso, el pequeño párrafo 34 se limita a formular la gran pregunta: “'¿Dónde, entonces, se encuentra la posibilidad positiva de la emancipación alemana?' La determinación de esta posibilidad positiva de emancipación ocupará los cuatro párrafos siguientes.

 

Comentario sobre el párrafo 35

La respuesta es inequívoca: en el caso alemán, la posibilidad positiva de emancipación tiene un lado material, el proletariado. La clase vive lo que se hace explícito tanto en términos de su situación inmediata como de las necesidades materiales que la oprimen y de los grilletes evidentes que la aprisionan. El proletariado lleva grilletes radicales; es y no es una clase de sociedad civil porque es propiamente la disolución de todos los estamentos. Su sufrimiento no es particular, sino universal. Por lo tanto, no reclama ningún derecho en particular. Por lo tanto, su oposición al sistema político alemán no es unilateral sino integral. Por eso mismo, el proletariado es una esfera de la sociedad que no puede emanciparse a sí misma sin emancipar a todas las demás esferas. El proletariado alemán, todo lo contrario de la burguesía que pretendía representar al conjunto con miras a derrocar al absolutismo francés. Designado actor principal, aunque pasivo, del drama revolucionario total, Marx procede, en el párrafo 36, al análisis de la formación en curso del proletariado alemán.

 

Comentario sobre el párrafo 36

Cabe señalar que el texto de la “Introducción” a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel tiene el tono de un manifiesto que lo acerca, en términos de potencia retórica, a lo que será el Manifiesto del Partido Comunista, cinco años después. En el lenguaje y el estilo en que convergen lo crítico, lo histórico, lo profético, lo apasionado, lo dialéctico y lo analítico, la Introducción no sólo describe y condena la situación alemana, sino que igualmente rechaza el proceso más amplio que está teniendo lugar en Europa. resultado de la creciente fuerza de lo que Marx de 1843 llamó el 'momento industrial emergente', una dinámica en la que percibió sus propias tensiones y conflictos característicos. Teniendo en cuenta este escenario, enfatiza algunos puntos: (a) el proletariado es creado por la pobreza producida artificialmente; (b) hay otra pobreza, sí, pero la otra, campesina, es de carácter 'natural'; (c) el proletariado se distingue de 'la masa humana mecánicamente oprimida por el peso de la sociedad'. Es decir, la pobreza artificialmente producida, la pobreza natural y la opresión mecánica de la masa humana constituyen el conjunto de personas oprimidas por un agente un tanto misterioso, el peso de la sociedad; (d) el proletariado es 'la masa que surge de la disolución brusca de la sociedad'. En este proceso, Marx concede importancia a otra disolución igualmente importante. en fieri, la de sectores de la clase media que pasan a la condición proletaria, e incluso se refiere explícitamente al campesinado, masa de 'pobreza natural y servidumbre cristiano-alemana' que engrosa también las filas del proletariado.

El párrafo siguiente, justo al comienzo, marca un salto en el pensamiento de Marx, que pasa del análisis del orden mundial alemán al del orden mundial moderno, viéndose el proletariado destinado a superar ambos.

 

Comentario sobre el párrafo 37

El lector seguía la exposición según la cual el proletariado alemán era el resultado del movimiento industrial que de hecho definió las características de las sociedades y estados tanto modernos como atrasados ​​en toda Europa. En este marco, el proletariado alemán sería un caso particular de una dinámica general que permeó el continente.

Al principio, una proclama: el proletariado –probablemente el proletariado europeo, no el alemán, este último acababa de empezar a tomar forma, Listo a través– es el presagio de la disolución del orden mundial. En este proceso, en este abrogación en curso en el siglo XIX, le corresponde revolucionar el orden establecido incluso porque él mismo es de ese orden la disolución fáctica. Por lo demás, el texto parece reflejar las demandas del proletariado europeo en general, entre ellas la reivindicación de la negación de la propiedad privada de la que la clase es la encarnación. Estamos cerca de Proudhon, pero lejos de la noción de capital como relación social, como proceso de producción de bienes, como proceso de autovalorización infinita y como esquema de explotación de la fuerza de trabajo con el que el Marx de los próximos años trabajará.

Las dos últimas frases, un contraste un tanto misterioso entre el rey alemán y el proletariado en torno a la noción de propiedad. El primero, una especie de afirmación del derecho de propiedad del proletariado, opuesto al del rey alemán. Esta sorprendente formulación quizás se refiera a algo aceptado, en un nivel abstracto, por la economía política de la época, especialmente por los partidarios de la teoría del valor trabajo. Como corresponde al proletariado ser el principal agente material en la construcción del nuevo mundo, a ser engendrado por la revolución democrática radical, el 'trabajo revolucionario', tarea de la clase que es la disolución de todas las demás, da es un cierto derecho de 'propiedad'. Como trabajador en este sentido muy especial, el proletariado tiene el derecho de propiedad sobre lo que resultará de su actividad en la transformación radical del mundo moderno visto como su materia prima. Por lo tanto, en estos términos, la clase revolucionaria puede ser entendida como dueña del nuevo mundo por establecer.

En cuanto al rey alemán, en el mismo momento en que declara al pueblo como propiedad suya, en realidad no se afirma como propietario, sino que declara como tal al propietario privado, al burgués, a la clase que tiene un acceso privilegiado a la riqueza y a la cultura. , si pensamos en la revolución francesa. En esta lectura casi se superponen dos figuras, la del propietario efectivo, el burgués, y la del propietario imaginario, el monarca absolutista moderno. Uno actúa en el campo de la sociedad civil mientras que el otro actúa en las alturas del risible Estado anacrónico.

El párrafo inmediatamente siguiente, a su vez, reúne los hilos principales que, entrelazados, combinan las dos fuerzas: una, 'intelectual'; el otro, 'material'-, que moverá la historia alemana, europea y, por extensión, mundial, al poner en funcionamiento conjuntamente el proyecto de emancipación humana estructurado en tres planos desde el siglo anterior. Ellos son: la crítica de la religión, de Feuerbach; el político y material, por la Revolución Francesa y por el 'movimiento industrial'; y, en el plano intelectual-revolucionario, el propuesto por la filosofía de la praxis radical-democrática. La década de 1840, por tanto, se está elaborando a plena vista la alianza fundamental entre el proletariado y la praxis filosófica que va más allá de sí misma.

Pasemos al párrafo 38, un texto tan corto y profundamente problemático.

 

Comentario sobre el párrafo 38

En él, la celebración del encuentro decisivo sobre el que se asientan las esperanzas de los intelectuales revolucionarios, el nexo entre la filosofía de la praxis y la fuerza del proletariado. Esta imbricación, acontecimiento capital de la historia de la Europa moderna y del atraso alemán, se traducirá en un cambio estructural revolucionario tanto en la Alemania de la mediocridad como en la Europa situada "más allá del Rin", cuyo orden, europeo o mundial, ya no asuntos, también serán cancelados en el mismo movimiento.

Para el lector de hoy, la visión explícita muy posiblemente le parecerá excesivamente intelectualizada y voluntarista a la hora de determinar cuál sería la combinación revolucionaria que subyace al movimiento de destrucción que apunta simultáneamente al surgimiento del mundo futuro de la emancipación humana. En el límite, la visión de Marx de 1843, si se interpreta desde la perspectiva actual, tendría algo de elitista al atribuir roles revolucionarios claramente diferentes a los dos elementos principales de la ecuación transformadora, la que encarnan los de la filosofía de la praxis que es la praxis de la filosofía. , y, en el otro extremo, la atribuida a los proletarios. Los primeros aparecen como el 'relámpago del pensamiento'. Los otros, como 'el suelo ingenuo del pueblo'. Como conclusión, Marx afirma: '(…) y tan pronto como el rayo haya penetrado profundamente en este suelo ingenuo del pueblo, la emancipación de los alemanes en los hombres será completada”.

El párrafo 39 cierra el artículo, siendo una especie de resumen de los resultados alcanzados.

 

(En conclusión

¿De qué sirve analizar meticulosamente, en Brasil en 2021, el texto de un joven que, sabemos, estaba abandonando, sin abandonarla nunca del todo, la filosofía especulativa que se estaba agotando, estando Marx a punto de entrar en el campo de la historia? social, la crítica de la economía política y, decisivamente, en el mundo proletario de la segunda mitad del siglo XIX?

Para cada lector, una lectura y una respuesta. Por mi parte, ni siquiera una respuesta. Sólo, al final de la lectura, una sugerencia: los posibles lectores que llegan por primera vez a la 'Introducción', traten de percibir en cada párrafo y en la totalidad del artículo, y para ello, escapando a los mecanismos fáciles, qué puede trasladarse del análisis de Marx sobre la miseria alemana y la otra, la del mundo efectivamente moderno, en un eventual ejercicio de evaluación de la miseria brasileña en la que vivimos por tanto tiempo, y también como una ayuda para comprender más profundamente la rumbos del mundo neoliberal globalizado que a todos nos asfixia el progreso que es una tormenta.

Ciertamente, con el uso de esta frágil clave de lectura, lo 'viejo' se vuelve 'actual'. En el fondo, más allá de nuestras eventuales apropiaciones, el artículo, una estación importante en el camino de Marx, permanece como una instigación radical y como un esfuerzo por una interpretación histórico-analítica de primer orden del mundo alemán entrelazado con el mundo moderno de mediados del siglo XIX. ambos en rápida crisis.

*Tadeu Valadares es un embajador jubilado.

Para leer la primera parte del artículo haga clic en https://dpp.cce.myftpupload.com/anotacoes-a-critica-da-filosofia-do-direito-de-hegel/?doing_wp_cron=1640525206.1640629768371582031250

 

referencia


Karl Marx Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel. Sao Paulo, Boitempo, 2005.

 

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