Andes x Proifes: la disputa en el sindicalismo docente

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por VALTER LÚCIO DE OLIVEIRA*

El sindicato se debilita cuando su dirección asume que las únicas posiciones verdaderamente ilustradas y legítimas son aquellas que respaldan sus directrices.

Las decisiones que afectan a todo un colectivo sólo ven reconocida su legitimidad cuando se construyen desde la convicción de que se buscaron los mejores medios para informar y llegar al mayor número posible de personas interesadas. En un proceso de toma de decisiones de tales características, incluso aquellos descontentos con la decisión tomada terminan resignándose al hecho de que simplemente perdieron frente a la mayoría.

En este sentido, los procedimientos dicen mucho del resultado que se quiere conseguir. Como demostraré a continuación a través de los ejemplos de la Asociación de Profesores de la Universidad Federal Fluminense (Aduff) y la Asociación de Profesores de la Universidad Federal de Río de Janeiro (Adufrj), los procedimientos adoptados por cada una determinaron resultados muy diferentes.

En la Universidad Federal Fluminense (UFF), la Aduff, afiliada al Sindicato Nacional Andes, promueve, como ocurre en la mayoría de las universidades cuyas AD (Asociación de Profesores) están afiliadas a Andes, asambleas presenciales que reúnen , como máximo, entre el 10 y el 12 % del profesorado en activo. En el contexto del actual paro nacional, la asamblea que logró mayor participación (alrededor de 430 docentes) fue precisamente la que rechazó la propuesta, defendida por los dirigentes sindicales, de ir a la huelga.

Sin embargo, descontento y con el objetivo de revertir ese resultado, la junta directiva de Aduff convocó una nueva reunión para la semana siguiente. Y, de hecho, esta nueva asamblea revocó esa decisión (había más o menos 390 participantes). Después de esto, se realizaron otras dos asambleas, la última, que tuvo lugar el 23/5, reunió a un número mucho menor de docentes, aproximadamente 210. Vale señalar que la UFF tiene alrededor de 3600 docentes activos. También hay que considerar que una proporción importante de quienes asisten a las asambleas son docentes jubilados. Si añadiéramos jubilados y activos, la representatividad de las asambleas sería, proporcionalmente, aún menor.

En estas asambleas, uno de los puntos ineludibles de la agenda es el “análisis de coyuntura”. En este momento, aquellos activistas que se sienten como pez en el agua en ese espacio se turnan durante casi dos horas para exponer sus posturas individuales sobre diversos temas, que pueden ir desde la guerra en Ucrania hasta lecturas que ven similitudes entre la Argentina de Javier Milei y la de Lula. Brasil. Debido a esto modus operandi que ya todos saben, muchos profesores optan por llegar una o dos horas tarde, otros se registran al principio y se dedicarán a otras actividades hasta superar ese ritual que poco ayuda a cambiar de postura en los puntos más importantes.

Al final de una asamblea, que puede durar más de cuatro horas, tiene lugar la votación para la que se ha movilizado la mayoría de la gente (aunque algunos ya han dejado de esperar tanto tiempo). La votación se realiza invitando a los presentes a levantar los brazos a favor de una propuesta u otra. En una asamblea con una participación superior a la media, como fue el caso en el que se reunieron alrededor de 400 docentes, entre activos y jubilados –un número aún muy poco representativo–, contar esas decenas de brazos alzados ya era bastante difícil y tumultuoso; ¿Imagínense el caos que sería si un tercio de los docentes (considerando sólo los activos), unos 1200 docentes, decidieran asistir a las asambleas?

Una de las asociaciones, también afiliada a los Andes, que decidió subvertir ese formato asambleario fue la de profesores de la UFRJ. Allí, las asambleas se desarrollaron mientras se abría una urna para votar mediante una papeleta que contenía las opciones de voto para ir o no a la huelga. Incluso después del cierre de la asamblea, las urnas permanecieron abiertas unas horas más. Quienes llegaron ya convencidos de su voto no se vieron obligados a afrontar, como una especie de peaje, largas horas de discursos muy poco rentables. Los indecisos pudieron aprovechar los argumentos presentados en la asamblea y votar después.

En estas asambleas también podrían proponer otras actividades, como huelgas específicas y otras manifestaciones. El recuento de votos se llevó a cabo ese mismo día. Este formato se aplicó en dos ocasiones durante el actual paro nacional y en ambas ocasiones el deseo de la mayoría fue no sumarse a la huelga. Asociado a esta forma de urnas, Adufrj también “innovó” al adoptar la consulta virtual en relación a la propuesta de reajuste presentada por el gobierno federal, ocasión en la que sólo los afiliados pudieron votar. También en este caso, la mayoría de los docentes decidieron diferente a la dirección de Andes, señalando que aceptaron la propuesta del gobierno.

Me parece que estos ejemplos ilustran concepciones contrastantes de la democracia sindical. Y el conflicto actual entre Andes y Proifes, en el que el primero, junto con varios de sus AD, busca por todos los medios, incluidos los judiciales, deslegitimar al segundo, es también un reflejo de estas concepciones. ¿Pero dónde está la razón de este conflicto?

Proifes es acusado de ser un sindicato sumiso al actual gobierno federal o, en términos más comunes, de practicar un descarado sindicalismo de cuello blanco. Éste, a su vez, acusa a Andes de intransigencia y de poner el aparato sindical al servicio de los intereses de grupos políticos de extrema izquierda. Le acusan de trivializar el uso de las huelgas y de utilizar este instrumento de lucha más como una forma de obtener dividendos políticos que como una forma de satisfacer los deseos de la mayoría docente.

Entre Proifes y Andes hay otro movimiento más, Renova Andes. Este movimiento dirige algunos AD y también es crítico con Proifes, pero su objetivo ha sido presentarse como una alternativa a los grupos que se han turnado para dirigir Andes durante años. No es este el momento de reflexionar sobre esta miríada de agrupaciones políticas que se organizan en torno a estos sindicatos, pero, a partir de los ejemplos citados anteriormente, el de la UFF y la UFRJ, quisiera señalar algunos aspectos relacionados con la democracia sindical que Lo que existe en Proifes y Andes son modelos muy diferentes.

Como era de esperarse, Proifes firmó el acuerdo propuesto por el gobierno, ya que la mayoría de su base votó en ese sentido. Por su parte, la junta de Andes rechazó la propuesta y expresó su indignación por la actitud del gobierno federal de no continuar las negociaciones, prometiendo continuar con el paro. Algunos análisis de activistas andinos dicen que Proifes es pequeño y, por lo tanto, no tiene legitimidad para firmar un acuerdo en nombre de todo el sector.

Por un lado, la junta directiva de Andes tiene razón al señalar que el directorio de Proifes ha expresado posiciones que no tienen relación con el papel de un sindicato de trabajadores y son numéricamente poco representativas, pero, por otro lado, no hay duda de que Sí, Proifes, que estuvo presente y participó en las mesas de negociación, tiene la legitimidad para firmar el acuerdo con el gobierno. Si para Andes el tema cuantitativo de la representación es un punto importante en su ataque al Proifes, es necesario reconocer que cuenta con mecanismos de participación y consulta que alcanzan, proporcionalmente, a un número mucho mayor de docentes.

Cuando observamos lo ocurrido en la UFF y en la UFRJ, es fácil ver que los resultados son muy diferentes cuando se adoptan procedimientos más democráticos para medir las aspiraciones de la categoría. E, insisto, los ejemplos que aquí se utilizan son de Asociaciones de Docentes vinculadas a la misma Unión Nacional de los Andes. Mientras Aduff decidió rechazar la propuesta del gobierno por 170 votos en una asamblea con menos de 250 docentes, Adufrj decidió aceptar la propuesta por 670 votos en una votación que contó con casi 1300 electores. Este contraste también fue evidente en los votos para unirse o no a la huelga.

Desde la perspectiva del fortalecimiento del sindicato como estructura fundamental para los intereses de los trabajadores, no tengo dudas de que la experiencia de la UFRJ es mucho más coherente. Crear las condiciones para que toda la categoría sea efectivamente consultada es un principio que valora y fortalece al sindicato como organización legítima no sólo internamente, sino también en la sociedad. Además, la diversidad de posiciones de los profesores se respeta y se toma en serio, nunca se descarta de manera divisiva y a menudo ofensiva, como si toda oposición al movimiento huelguista significara flaqueza y conservadurismo.

En este sentido, considero que el sindicato queda profundamente debilitado cuando su dirección asume que las únicas posiciones verdaderamente ilustradas y, por tanto, legítimas son aquellas que sólo apoyan sus directrices, apoyo muchas veces medido en asambleas manipuladas, agotadoras y minúsculas. Este formato expone una lógica vanguardista que infantiliza al grupo de docentes que, por diversas razones, tienen posturas variadas que, en su mayoría, se construyen desde una perspectiva de izquierda.

Lo que resulta bastante evidente en estos casos es el principio de que un sindicato pequeño, con poca participación y que adopta estrategias para ahuyentar a los docentes, se adapta más al deseo de controlar su dirección en detrimento del deseo de la mayoría. Y esta no es una lógica perniciosa sólo en contextos como el actual, sino que repercute durante un largo período de tiempo y resulta en descrédito hacia el sindicato para la mayoría de los docentes. Al final, es un tiro en el pie de la propia lucha sindical.

Finalmente, me gustaría señalar que Andes yerra el blanco al querer deliberadamente aniquilar a Proifes. Además de las disputas que movilizan diferentes intereses y grupos políticos en torno a estas organizaciones, me parece que la existencia de ambos sindicatos es de interés y beneficio para todos los docentes. Los Proifes, a pesar de reunir proporcionalmente pocos docentes, claramente crean un punto de tensión en relación con los Andes, y viceversa.

En la disputa por la mejor representación, es razonable considerar que ambos tienden a mejorar sus acciones. Con el objetivo de ampliar sus bases, Proifes puede, por ejemplo, buscar ser más combativo en sus acciones y manifestaciones y Andes puede adoptar mecanismos que eliminen cualquier duda sobre su representatividad real. Si en este proceso uno de ellos llega al punto de ser debilitado y eliminado, debe hacerlo, al menos, mediante medios verdaderamente democráticos de consulta a sus bases, nunca mediante medidas judiciales o autoritarias.

*Valter Lucio de Oliveira es profesor del Departamento de Sociología y Metodología de las Ciencias Sociales de la Universidad Federal Fluminense (UFF).


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