¡Alfredo, maestro!

Imagen: autor desconocido. Foto de dominio público.
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por LUIZ ROBERTO ALVÉS*

Creo que no aprendí de otros grandes maestros y maestras, que en realidad tuve, cuanto aprendí de Alfredo Bosi

Seguí a Bosi desde el inicio de mi formación en la FFLCH, USP. No lo hice como sigue un famoso en las redes sociales y en los marcos tecnológicos actuales. Seguí uno a uno sus textos, entrevistas, conversaciones personales, participación en sus clases y crítica de mis textos. Acompañó a mucha gente. Estuve con toda esta gente que necesitaba tu sabio discurso.

Esperaba, como hicieron estudiantes de pregrado, profesores y estudiantes de posgrado, tenerlo en el área de Literatura Brasileña, viniendo del italiano. Sin embargo, para nuestro bien quedaron como referencias en sus discursos Maquiavelo, Croce y Vico, fuerzas para el razonamiento dialéctico.

Esto fue hace mucho tiempo. Todo sucedió en las Colmeias de la ciudad universitaria y alrededores, en un ambiente de miedo, de dedo, de exilio, pero también de mucha dedicación a la investigación y preparación para una época digna y democrática. Aprendí a pensar teleológicamente porque imaginábamos que “siempre llega lo nuevo”.

Alfredo Bosi compuso, para mí, estas lecturas de lo que viene. Hace varias décadas, en las páginas amarillas de Mirar, una de sus entrevistas introdujo temores ecológicos y ambientales aún ajenos a casi toda la población. Un pensamiento sutil era recurrente en sus textos, algo delicado en la formulación y que progresó a ser cortante en el conjunto del enunciado, especialmente cuando se revisaba y releía. Los textos que creaste en Filosofía de la Educación Brasileña, junto a Durmeval Mendes, requieren lecturas recurrentes, ya que no son “novedad”, sino que efectivamente proyectan nuevas relaciones y conexiones dentro de la historia brasileña. Estos sustratos de significado se realizan en el Una historia concisa de la literatura brasileña, un panel integral, y aún más fuerte en los focos de Tradición/Contradicción y especialmente en Dialéctica de la Colonización.

Allí, en un pequeño capítulo titulado Retrospección Alfredo hace un movimiento brillante (¡entre muchos otros!) disfrazado de transferencias simbólicas la forma en que Brasil fue colonizado y la capacidad de colonización para abarcar el tiempo y el espacio. Inmediatamente aparece la cita (p. 383):

“Finalmente, a medida que nuestra mirada se desplaza hacia la vida mental contemporánea, una red de signos técnicamente nuevos marca su presencia imperiosa: son los medios de comunicación en masa. Desde mediados del siglo XX en adelante, el alma de todas las clases sociales comenzó a ser colonizada a escala planetaria. Colonizar ahora significa masificar a partir de ciertas poderosas matrices de imágenes, opiniones y estereotipos”.

La cita queda para los críticos contemporáneos, pues debe haber una multitud que simplemente no cree en este pensamiento, porque si desconfiaran de su pertinencia, saltarían por conformismo, sumisión, docilidad ante el mal que aqueja a la masa. coloniza Por supuesto, es poco probable que tal debate surja dentro de los medios, que prefieren una actitud medio tutissimus ibis, medio que es el evangélico tibio para ser expulsado por la boca de Dios.

Acompañé a Alfredo en los esfuerzos del grupo Paideia, de la IEA, en los que se plantearon temas que luego formaron las conferencias de educación en el gobierno de Lula e incluso en el Plan Nacional de Educación. Siguiendo el texto constitucional de 1988, la educación tendría que escapar del infierno autoritario de la dictadura y esto requeriría una gran valorización de la profesión docente, una re-discusión profunda de los proyectos pedagógicos heredados, cambios importantes en la política de libros de texto y una búsqueda entusiasta de la calidad. /equidad, valores que no alcanzamos, ya que las políticas educativas fracasaron después de 2015; de hecho sus símbolos fueron asesinados y la actual mala gestión asesina se vanagloria de sus cadáveres y de la gran obra muerta, el MEC.

Muchos de los temas tratados en Paideia fueron llevados por Bosi a sus textos posteriores, y no podía ser de otra manera, pues ya trasladaban sus ideas desde antes. La educación y el aprendizaje siempre han sido leitmotif de su debate público y de sus clases, menos por el camino banal de la enseñanza formal y escolar que por los significados que impactan en los modos de saber y posibilitan movimientos de superación de la vieja y persistente colonización de la conciencia. Las citas de Paulo Freire estuvieron siempre presentes en estas reflexiones. Para él, esta superación era un derecho y un deber, lo que implicaba que las nuevas generaciones fueran sujetos de su aprendizaje y personas capaces de promover encuentros con el otro, las otras partes de sí mismas.

Aprendí mucho de Alfredo. Fui honrado con su disposición a tomar el trabajo de mi maestro para publicarlo en Attica, lo cual no pedí. Esta propina me hizo mucho bien. Nuevamente, en uno de los homenajes a Eclea, que tuvo lugar en la ya cerrada y encadenada Cinemateca Brasileira, se mostró feliz con mi postulación al Consejo Nacional de Educación.

Creo que no aprendí de otros grandes maestros y maestras, que en realidad tuve, tanto como aprendí de Alfredo Bosi. Al recibir la noticia de su muerte por Covid 19, no pude hacer nada más que escribir. Recordar. Pensando en llegar a ser de una forma radical y educada, como él. Sintiendo sus últimos tiempos, más recogidos, pero intensos, la naturaleza de su genialidad. Eternamente agradecido, Maestro Alfredo.

*Luis Roberto Alves es profesor titular de la Facultad de Comunicación y Artes de la USP.

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