por JOSÉ MIGUEL WISNICK*
Nota de arrepentimiento
Alfredo Bosi es el amado maestro de muchas generaciones de estudiantes que pasaron por la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo. Enseñando inicialmente literatura italiana y, desde la década de 1970, literatura brasileña, cumplió como pocos, y tal vez como ninguno, la finalidad integradora de las humanidades prometida por esa institución. Su relación con la literatura, profunda y amplia, estuvo sólidamente modulada por aportes de la historia, la sociología, la antropología, la psicología y la filosofía. Mucho más que el resultado de una acumulación erudita de diferentes áreas del saber, estas vertientes confluían en él hacia una comprensión compleja del mundo, generosamente compartida, siempre con lúcida claridad.
Convencido de que la Universidad se convierte en una isla de ilusión cuando se encierra en sí misma, se dedicó a la práctica de la educación popular ya la reflexión sobre los caminos y desvíos de la educación brasileña. Luchó en defensa de los derechos humanos y del medio ambiente, contra el olvido impuesto por la dictadura cívico-militar, contra la voracidad capitalista y la reducción de los horizontes de la vida, por la transformación histórica de la condición humana.
Su atención estaba siempre dirigida, tanto en la forma de leer la literatura como en la de relacionarse con los demás, a la dimensión singular de la persona. La compasión discreta, la solidaridad firme y la amistad inconmensurable son las señas de identidad de su paso. Humanista democrático con un bagaje totalizador, como los tiempos que ya no dan, puso el corazón en todo lo que hizo, y deja un legado inmenso para todos los que vivimos a contracorriente en estos tiempos difíciles.
En mi nombre y el de todos los colegas del área de Literatura Brasileña,
José Miguel Wisnik