por FLAVIO AGUIAR*
Alemania entró en un acelerado proceso de desindustrialización, arrastrando consigo a todo el continente
¿Es Alemania una amenaza para el resto de Europa? Tranquilo: no hablo de guerra, aunque gracias al conflicto en Ucrania muchos países del continente, incluida Alemania, están aumentando sus presupuestos militares. Me refiero a otro campo de batalla: la economía.
La semana pasada, una parte de uno de los principales puentes de la ciudad de Dresde, en la provincia de Sajonia, se rompió durante las primeras horas de la mañana y se desplomó sobre el río Elba. Los equipos de ingeniería pasaron el fin de semana trabajando febrilmente para retirar los escombros, ya que se teme que el río se inunde debido a las fuertes lluvias y las primeras nevadas en sus cabeceras y en algunos de sus afluentes.
Escuché a un economista comentar en la radio que ésta era una metáfora perfecta de la economía alemana. Esta se ha ido derrumbando y la caída ha provocado un efecto cascada en el continente, debido a que muchos otros países dependen de las importaciones y exportaciones hacia Alemania, cuya economía sigue siendo la más fuerte de Europa.
Tras un largo período de prosperidad a principios del siglo XXI, los problemas de la economía alemana comenzaron con la pandemia de COVID-19, que afectó gravemente al comercio, los servicios y el transporte. Al principio los pequeños y medianos establecimientos cerraron sus puertas y luego la crisis llegó a los grandes grandes almacenes. Para complicar aún más la situación, algunos consumidores se han acostumbrado a comprar online. Los efectos más dramáticos de la pandemia han pasado, pero el hábito de comprar a distancia, no. A día de hoy, las grandes superficies están cerrando sucursales en todo el país.
La situación empeoró con la guerra entre Rusia y Ucrania. Alemania se sumó al suministro de armas, apoyo financiero al gobierno de Kiev y sanciones económicas contra Rusia. Los gasoductos Nord Stream 1 y 2, este último en construcción, que llevaban gas ruso a Alemania fueron saboteados en septiembre de 2022, en un episodio que aún hoy no está claro.
Como resultado de todo este proceso, el suministro de gas ruso se interrumpió abruptamente, afectando gravemente a la industria alemana, que comenzó a contraerse. Los insumos agrícolas procedentes de Ucrania también resultaron dañados por la guerra. El costo de la energía ha aumentado considerablemente, al igual que el costo de los alimentos. La economía alemana se ha contraído y el país se encuentra ahora al borde de una recesión prolongada.
Según Franciska Palma, analista de Londres Capital Economics, la caída de la economía alemana comenzó en 2018 y empeoró a partir de 2020 y después de 2022, y no hay señales de una rápida recuperación.
En 2023 la economía del país cayó un 0,3%. La previsión para 2024 es un crecimiento cero. A pesar de los esfuerzos del gobierno, no se espera que la situación mejore en 2025. Para responder a la crisis, Berlín quiere promover la biotecnología, las tecnologías verdes, la inteligencia artificial y las industrias de defensa, es decir, militares. Pero está ligado al principio de que la deuda pública, o déficit presupuestario, no puede exceder el 0,35% del Producto Interno Bruto.
Hubo una lucha interna dentro de la coalición gubernamental, formada por el socialdemócrata SPD, los Verdes y el liberal FDP (Partido Demócrata Libre). Los Verdes y el SPD querían aumentar el porcentaje de deuda pública en relación al PIB, pero el FDP cerró la cuestión y prevaleció: sólo permanecería en el gobierno si se mantenía el 0,35%.
El resultado de todo es que Alemania entró en un acelerado proceso de desindustrialización, arrastrando consigo a todo el continente.
De julio de 2023 a julio de 2024, la producción industrial alemana cayó un 5,45%, tasa sólo superada por la caída del sector en Hungría (-6,4%) y Estonia (-5,8%). La caída global fue del 2,2% en la Zona Euro y del 1,7% en la Unión Europea.
Un signo agudo de la crisis apareció en Volkswagen, una empresa umbilical culturalmente ligada a la identidad alemana. Acosada también por la caída de las importaciones chinas y la competencia de este país dentro de Europa, por primera vez en sus casi 90 años de existencia la empresa anunció su voluntad de cerrar unidades de producción para equilibrar sus cuentas. También anunció la decisión de romper un acuerdo laboral de 30 años con el sindicato de trabajadores, que protege los salarios y los empleos.
Como el sindicato tiene una fuerte representación en la junta directiva de la empresa, la batalla promete ser dura.
La lucha por la recuperación y el equilibrio de la economía alemana y europea promete ser tenaz y larga.
* Flavio Aguiar, periodista y escritor, es profesor jubilado de literatura brasileña en la USP. Autor, entre otros libros, de Crónicas del mundo al revés (boitempo). Elhttps://amzn.to/48UDikx]
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