por DENILSON BOTELHO
Consideraciones sobre la novela de Marcelo Rubens Paiva
Para quienes somos historiadores interesados en la literatura como yo, lo más común es leer y escuchar sobre cuánto contiene el texto literario representaciones de la realidad y su contexto de producción. De hecho, muchos estudios en esta área, quizás la mayoría, buscan precisamente identificar y analizar las representaciones contenidas en la literatura. Y vale la pena decir que identificar tales representaciones no es la tarea más difícil, solo es necesario saber leer y escribir y leer con fluidez para realizarla.
Al trabajar en el campo de la historia social, estoy especialmente interesado en enfoques que nos permitan ir más allá de tales representaciones del texto literario. Veo la literatura como un documento y testimonio de una época o sociedad en la que se produjo una determinada obra. Y aquí vale la pena considerar la literatura en sus más variados géneros, incluyendo no sólo la novela, sino también el cuento y la crónica, entre otros, publicados en las más diversas formas, en periódicos y revistas, o en libros.
Lo que es importante hacer es someter el texto literario –cualquiera que sea– al interrogatorio al que los historiadores suelen someter cualquiera de sus fuentes de investigación. ¿Quién produjo el texto? ¿Cuando? ¿Bajo qué condiciones? ¿Con qué objetivos? ¿Qué pretendías decir sobre tu tiempo con tu texto? ¿Con quién estás hablando? Estas son algunas preguntas que forman parte del interrogatorio al que me refiero. Y para quien no lo sepa, una parte importante del trabajo de un historiador consiste en dialogar con las fuentes, hablar con los documentos, aunque no siempre obtenga todas las respuestas que desea.
Y estos procedimientos deben estar siempre guiados por un compromiso de verosimilitud o de verdad, o al menos de realidad de los hechos. Si un cuento o una novela es un texto de ficción, el libro o su publicación en un periódico o revista, así como su contenido, son elementos concretos que no se pueden ignorar. Por tanto, la literatura encierra una cierta materialidad que no debe ignorarse.
De vez en cuando me encuentro con algunos cuestionamientos sobre la importancia de la literatura y la relevancia social de transformarla en un objeto de investigación y producción de conocimiento. Después de todo, a menudo en el sentido común, la literatura es sólo entretenimiento, distracción, una forma de pasar el tiempo sin compromiso con la dura vida diaria que experimenta la mayoría de las personas. O bien la lectura es vista como un hábito elitista, que sólo aquellos que pueden entrar en una librería y comprar un libro –caro, muy caro– podrían disfrutar.
Como profesor de una universidad pública federal, que enseña sobre historia del Brasil republicano y en ocasiones ofrece cursos de historia y literatura, y que se ha dedicado durante mucho tiempo a investigar la obra y trayectoria del escritor Lima Barreto (1881- 1922), siempre trato de fomentar entre mis alumnos –y también en los textos que publico– la importancia de percibir la literatura como un acto concreto.
Escribir y publicar un artículo, una crónica, un cuento, una novela, una memoria, o lo que sea, es también un acto concreto, una forma de participar en el movimiento de la historia en el momento en que el autor lo vive. Es una manera de estar en el mundo e interferir en el curso de los acontecimientos. Después de todo, quienes escriben y publican sus escritos quieren ser leídos. Y sabe que puede interferir no sólo en la forma en que piensan sus eventuales lectores, sino también en la forma en que una sociedad aborda la realidad y su propia historia.
Todavía estoy aquí, el libro de Marcelo Rubens Paiva, publicado en 2015, es un buen ejemplo de ello. Esta no es una novela –como la feliz año viejo (1982) reeditado innumerables veces, lo cual fue parte de mi formación como lector –pero es una obra literaria más producida por este autor. Es una literatura que tiene como objeto central a Eunice Paiva, su madre. Se trata de un texto que tiene cierto carácter autobiográfico y exaltado al ver a su propia madre padecer la enfermedad de Alzheimer, una enfermedad que impone una progresiva alienación y ausencia a sus víctimas, aunque sigan aquí, entre nosotros, vivas.
Tras ser adaptada al cine, la película de reciente estreno ha llevado a millones de personas a verla. Y ganó aún más notoriedad con el merecido premio a mejor actriz para Fernanda Torres en los Globos de Oro, en esta edición de 2025 y ahora con la nominación a competir por el Oscar a mejor película el año pasado. Quién sabe a cuántos nuevos lectores habrá atraído el libro el éxito cinematográfico.
En cualquier caso, vale la pena prestar atención a cuánto Todavía estoy aquí (la película, basada en el libro) ha aumentado el debate sobre la amnistía hoy y ayer. Amnistía hoy para todos los implicados en el intento de golpe de Estado perpetrado el 8 de enero de 2023, y también la amnistía promulgada en 1979, que impidió conocer las circunstancias en las que se encontraba el padre del autor del libro en cuestión, el diputado destituido Rubens Paiva. Fue asesinado por militares durante la dictadura iniciada en 1964.
Es innegable que, de alguna manera, con su libro, Marcelo Rubens Paiva interfiere en el curso de los acontecimientos del país, especialmente cuando se acerca el resultado de las investigaciones sobre el intento de golpe de Estado que impediría a Lula iniciar su tercer mandato como presidente electo. por votación popular. Si no pudimos investigar y sancionar legalmente a los responsables de los crímenes cometidos por los agentes represivos durante la dictadura iniciada con el golpe de Estado ocurrido hace 60 años, el clamor por justicia y castigo contra quienes intentaron un nuevo golpe hace dos años está creciendo. ¿Y quién puede negar que “Todavía estoy aquí” –el libro y la película– es una contribución importante para evitar que se repitan los mismos errores cometidos en el pasado reciente?
No debemos desconocer el poder que tienen el arte y la cultura para transformar la realidad. Aunque muchos devalúan la importancia de la producción cultural, es incuestionable que ésta puede hacer que muchas personas piensen diferente e interfieran en el rumbo de la historia. Además de contener representaciones de la realidad, la literatura es un acto concreto. Es también un acto político del que no sólo son conscientes los historiadores, sino también el lector común que lee este y muchos otros textos.
*Denilson Botelho es profesor del Departamento de Historia de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp).
referencia

Marcelo Rubens Paiva. Todavía estoy aquí. Río de Janeiro, Alfaguara, Companhia das Letras, 2015, 296 páginas. [https://amzn.to/4asx8JD]
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