por JOSÉ LEÓN CROCHIK*
Parece haber juicios consolidados y enloquecidos por todas partes; su negación: la superación del conflicto, con la pacificación de las relaciones, que es lo negativo del conflicto, aún no ha aparecido
El terror atormentó a Israel el 7 de octubre: asesinatos generalizados, cuerpos mutilados y quemados; informes de violación; humillación de las mujeres; personas secuestradas. Como era de esperar, la respuesta fue rápida y contundente. El horror inesperado genera el horror esperado.
En frases y acciones de Hamás y sus partidarios: exilio de los judíos; en los ataques masivos del ejército israelí: miles de civiles –mujeres, niños, ancianos– masacrados.
Es difícil dudar de que hay israelíes, también en el gobierno, que tienen intenciones genocidas. ¿Todos los israelíes quieren esto? Sólo una percepción alterada de la realidad puede confirmarlo. Afirmar que todos los palestinos desean que los judíos mueran también sólo puede ser una forma de distorsionar la realidad.
En estos casos se pierde la diferenciación que todas las personas tienen internamente, lo que quita la posibilidad de comprender lo que está sucediendo. A esto se suma el interés de los líderes involucrados de ambos lados de permanecer en el poder. No parece que Hamás represente a todos los palestinos en la Franja de Gaza; Este es también el caso de Israel.
Como si no fueran suficientes los directamente involucrados en el conflicto, hay quienes tienen intereses en el dominio regional y otros en el dominio global, en la nueva composición de bloques que se está formando; hay interés por parte de la industria armamentística; está el interés de los buitres que esperan a que termine el conflicto para volar y comerse la carroña que queda.
Quienes están alejados del conflicto y no están involucrados directa o indirectamente, en lugar de intentar soluciones para resolverlo, actúan como fanáticos fanáticos de los equipos de fútbol, con la diferencia de que su odio punitivo ahora puede cumplirse satisfaciendo su deseo de muerte ajeno. , considerado como no humano; En este sentido, el crecimiento del antisemitismo y la islamofobia tiene no poca importancia.
¿Qué pasa con la solución de dos Estados, cuyas poblaciones puedan vivir con seguridad, con el debido reconocimiento del derecho a la existencia de ambos? Recibe represalias de todos lados por razones milenarias o seculares.
Hay que afrontar el nacionalismo exacerbado. Hay que hacer realidad la idea de la tierra como posesión universal, pero si en este momento hay límites para ello, se pueden hacer esfuerzos por la convivencia entre dos culturas milenarias que han aportado mucho y seguirán aportando a todos.
Max Horkheimer y Theodor Adorno escribieron: “La verdadera locura (das Verrückte) consiste en la imposibilidad de moverse (Unverrübarkeit), en la incapacidad del pensamiento para alcanzar esa negatividad en la que consiste, a diferencia del juicio consolidado, el verdadero pensamiento”.[ 1 ]
Parece haber juicios consolidados y enloquecidos por todas partes; su negación: la superación del conflicto, con la pacificación de las relaciones, que es lo negativo del conflicto, aún no se ha producido. ¿Dónde está el “pensamiento verdadero”, aquel que busca la pacificación, en el que no hay perdedores? No debemos volver al punto de partida de este conflicto, sino más bien regresar a las negociaciones entre los dos Estados.
*José León Crochik Es profesor jubilado del Instituto de Psicología de la USP y profesor visitante de la Unifesp. Autor, entre otros libros, de Teoría crítica de la sociedad y la psicología. Algunos ensayos (Junqueira y Marin). [https://amzn.to/47xsPud]
Nota
[1] Horkheimer, M. y Adorno, TW, Dialéctica de la Ilustración. Río de Janeiro: Jorge Zahar ed,. 1985, pág. 181.
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