por JOSÉ GERALDO COUTO*
Comentario a la película de Christian Petzold
Aunque al final esboza un gesto de esperanza, Fuego, del alemán Christian Petzold, es una obra sobre el desastre. Desastre del individuo, desastre del planeta. Ganadora del gran premio del jurado en Berlín y estrella del reciente Festival Internacional de Cine de São Paulo, la película ya se exhibió en las salas brasileñas.
La película comienza con un revés. Dos jóvenes amigos, el escritor León (Thomas Schubert) y el estudiante de arte Félix (Langston Uibel), conducen por una carretera desierta en medio de un bosque cuando su coche se avería y se ven obligados a caminar los kilómetros que les quedan hasta su casa de playa. donde pretenden instalarse unos días para trabajar, León en su nuevo libro y Félix en un portafolio fotográfico.
Al llegar a la casa, otra desagradable sorpresa: el lugar ya está ocupado por otra persona, la joven Nadja (Paula Beer), amiga de la madre de Félix, la dueña de la casa, lo que obliga a los amigos a compartir una habitación más pequeña.
equilibrio inestable
A partir de entonces, se suceden acontecimientos imprevistos, con la llegada de otros dos personajes –un socorrista y un editor–, provocando cada vez una nueva perturbación en el ya inestable equilibrio entre los invitados.
No es necesario aquí anticipar la cadena de acontecimientos y situaciones, sino sólo llamar la atención sobre lo esencial: la forma en que cada uno de los amigos reacciona ante lo inesperado. Mientras el sociable Félix mantiene una actitud abierta, activa y afectuosa, el hosco León se encierra en su capullo, haciendo de su trabajo un escudo contra las asperezas del mundo.
El telón de fondo de este estudio de personajes es el siniestro avance de un incendio forestal. (Fuego, título internacional celebrado en Brasil, significa “En Llamas”; el título original alemán, Röter Himmel, es “Red Sky”.) Uno de los méritos de la película es la interacción entre las fuerzas de la naturaleza y el pequeño mundo de los personajes. El contraste entre la luminiscencia azul del mar y el rojo del cielo nocturno queda en la memoria, en definitiva, como su huella visual más fuerte.
Christian Petzold va anunciando poco a poco la proximidad de la catástrofe: primero helicópteros sobrevolando la región, luego sirenas, más tarde camiones de bomberos, animales que huyen por el bosque y, finalmente, las propias llamas. Todo esto se extendió a lo largo de la narración y se entrelazó con el drama humano.
espía de la vida
Pero lo más interesante del planteamiento del cineasta es el hecho de que el personaje que seguimos de cerca, casi como en una narración en primera persona, es precisamente el menos simpático, León. Es a través de su mirada resentida y desconfiada que vemos cómo se desarrolla la acción a su alrededor, especialmente la ligereza y gracia con la que los demás personajes se mueven y se relacionan entre sí.
Al obligarnos a asumir el punto de vista de este tipo narcisista e inseguro, espía de la vida, al mismo tiempo que ésta le pilla con el pie izquierdo, “en momentos de descuido”, revelando su vulnerabilidad y sus contradicciones, la película Nos incomoda la autoobservación, en lugar de la catarsis tranquilizadora que proponen tantas películas que inducen a la identificación con “personajes positivos”.
Este doloroso viaje de autoconocimiento y apertura a un mundo en conflicto es lo que Christian Petzold nos lleva a compartir. Nada menos.
*José Geraldo Couto. es crítico de cine. Autor, entre otros libros, de Andrés Bretón (Brasileño).
Publicado originalmente en el sitio web del Instituto Moreira Salles [https://ims.com.br/blog-do-cinema/afire-por-jose-geraldo-couto/].
referencia
Fuego (Roter Himmel)
Alemania, 2022, 102 minutos
Dirección y guión: Christian Petzold
Reparto: Thomas Schubert, Paula Beer, Langston Uibel, Enno Trebs, Matthias Brandt.
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