por LORENZO Vitral*
El expresidente hizo el mejor gobierno para el pueblo, y la clase dominante brasileña no lo perdona
Ahora es ampliamente difundido que Sérgio Moro y la pandilla Lava-Jato han fraguado una causa penal contra Lula, que comienza con la definición fraudulenta del foro correspondiente, en el caso del apartamento triplex en Santos, que terminará en la federal. corte de Curitiba! incluso la famosa frase de Moro perlada con el sintagma “actos oficiales indeterminados” que fue utilizada como prueba contra el expresidente.
La colaboración de otros tribunales en la farsa, de la que todos estaban convencidos, tendría que ser investigada más a fondo, ya que está en juego todo el sistema judicial brasileño. Las razones políticas de la farsa judicial, que también fueron claras desde el principio, nos legaron la tragedia humanitaria, en todos los sectores de la vida de los brasileños, en que nos encontramos. Esta será la narrativa que pasará a la historia, con la posibilidad de que aparezcan otros actos ilegítimos e ilegales de la banda de Curitiba que les reservan un papel aún peor en la historia política de nuestro país.
El hecho de que el STF se pronunciara a favor de la parcialidad de Sérgio Moro y la reciente decisión del Comité de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, que también apunta a la parcialidad del ex juez, funcionaron como tamiz de legitimidad de la decisión tomada, sobre todo, cuando ese Otro que impone la ley desde fuera es la ONU, insospechada de estar infestada de PT.
Sin embargo, Moro y parte de la prensa, como el periodista de Globo noticias Maria Beltrão, insisten en la idea de que el hallazgo de un proceso ilegal no prueba la inocencia del expresidente. El abogado Marco Aurélio de Carvalho, coordinador del grupo Prerogativas, desmonta la mencionada falacia al mencionar una perogrullada: en Brasil, todo el que no es culpable es inocente, o sea, existe una presunción de inocencia y de no culpabilidad.
Llegamos al punto que nos gustaría comentar: el supuesto detrás de la persecución mediática y judicial de Lula es que él es culpable. Después de todo, ¿cuál es la culpa de Lula? Ahora, a pesar del arrasamiento que hizo la política federal en la vida de Lula, en la vida de sus familiares (incluida la de Lulinha, la supuesta dueña de Friboi, y la de su nieto de 4 años, que tenía una portátil incautados por los federales), no fue posible encontrar los millones o miles de millones, granjas, etc. que Lula habría robado.
Una situación muy diferente a la de muchos de los otros políticos, cuyos asistentes fueron filmados con maletas de dinero; que tienen cuentas en Suiza, haciendas en el norte de Minas Gerais; cuya familia participa en cracks y tiene un imperio inmobiliario, etc. A estos, sin embargo, no parece atribuírseles culpa ni preocupación por realizar diligencias o investigaciones. Después de todo, ¿cuál es la culpa de Lula?
Es simple: es el hecho de que llegó del Nordeste en un palo de guacamayo, que era un trabajador y que se atrevió a realizar, a pesar de las insuficiencias y las críticas válidas, el mejor gobierno que Brasil haya tenido. Se trata de retomar los clásicos de alguien de la esclava sentado en el comedor de la casa grande. En Brasil, esto es imperdonable. Es como si el mundo estuviera al revés. Es un real que las clases privilegiadas no pueden simbolizar. Es un real que siempre será motivo de gran malestar. Él será así eternamente culpable.
*Vitral de Lorenzo Profesor de Lingüística de la Facultad de Letras de la UFMG.