por CARLOS DE NICOLA*
Comentar sobre el libro. Un mundo feliz por Bernardo Esteves
Un mundo feliz, de Bernardo Esteves, publicado en 2023 por Companhia das Letras, es un libro que analiza el pasado, pero propone preguntas actuales sobre el futuro al que aspiramos como civilización.
A partir de un recorrido general de los estudios arqueológicos que hacen referencia a la ocupación humana en el continente americano, desde Alaska hasta Tierra del Fuego, Esteves invita al lector a reflexionar sobre cómo se entrelazan ciencia, historia y sociología. El autor lo hace a través de una prosa fluida, que es la gran diferencia de su texto, ya que se aleja del tono profesoral, y permite al lector construir un relato sobre esta historia de la arqueología y sus encrucijadas. La etapa en cuestión es el fin de la dispersión de la Homo sapiens en todo el mundo, hace decenas de miles de años, precisamente en América del Norte, Central y del Sur.
Hay dos controversias que recorren la narrativa. El primero de ellos está vinculado al llamado “Pueblo Clovis”, es decir, a hallazgos arqueológicos que atañen a una civilización que habitó, hace unos 13 mil años, América del Norte, en Estados Unidos y Canadá –con una especie de artefacto de punta de lanza muy particular. Este parámetro sirvió como paradigma de la ocupación humana en América durante varias décadas, incluidos hallazgos arqueológicos que resultaron ser más antiguos en Centro y Sudamérica.
El paradigma era sólido hasta el punto de que, a medida que se excavaban nuevos sitios arqueológicos y se alcanzaba la edad de 13 mil años, los arqueólogos detenían las excavaciones, como si no pudiera haber nada más. Según Esteves, este prejuicio científico se refiere a la concepción del “eslabón perdido”, es decir, que supone un proceso lineal de evolución, como si civilizaciones más antiguas que el Pueblo de Clodoveo fueran imposibles. La idea de “Prehistoria” tal como la conciben historiadores y arqueólogos sólo afectaría a Europa.
Esta resistencia también está ligada a la adhesión a la principal teoría migratoria, que defiende el tránsito humano ancestral entre Asia y América del Norte a través del ahora sumergido estrecho de Bering, entre territorio ruso y Alaska. Por lo tanto, además de registrar una ocupación humana más antigua en Centro y Sudamérica en comparación con América del Norte, estas civilizaciones habrían llegado al continente americano por medios distintos a los consagrados por la arqueología.
El Parque Nacional Serra da Capivara, en Piauí, alberga importantes restos de los nuevos descubrimientos que ayudaron a “desmantelar” el paradigma Clovis. Uno de estos fósiles, el cráneo de la llamada “Luzia” –de la Gruta da Lapa Vermelha, en Minas Gerias–, una mujer de decenas de miles de años, fue quemado durante el incendio del Museo Nacional, en Río de Janeiro, en 2018.
La segunda controversia se refiere a la base de datos genética que mantienen científicos e instituciones de todo el mundo, y que incluye muestras de sangre extraídas de pueblos indígenas, de Brasil y de otros lugares. A través de recopilaciones realizadas con fines cuestionables y poco transparentes, se mantiene una colección de información –y, en definitiva, de la propia vida celular activa, sin el conocimiento de estas comunidades. Un momento destacado de la prosa de Esteves es cuando nos cuenta que, a través de técnicas de replicabilidad celular, el material genético de los pueblos originarios que hoy habitan Brasil se replica en el laboratorio de manera indefinida -incluso el de los muertos-, lo que, frente a barreras éticas y religiosas, Los criterios de estas personas son completamente inaceptables. Como, por ejemplo, los yanomami y los paiter suruí en el norte del país.
En el contexto de la emergencia climática y su consiguiente crisis de civilización, el libro es interesante porque, a través de reflexiones sobre el pasado (e investigaciones sobre el pasado), pone en cuestión paradigmas, en este caso el nuestro. Estas civilizaciones se identifican por sus restos mortales, pero también por los elementos culturales que se conservan en los sitios históricos: la concepción formal del instrumento, según Esteves. Por ejemplo, cerámicas, restos de fogatas, materiales de caza y recolección, entre otros.
Ante la extinción masiva que se presenta como único horizonte posible debido al calentamiento terrestre a niveles extremos, ¿cómo seremos identificados los seres humanos del Capitaloceno del siglo XXI? Según Bernardo Esteves, la Homo sapiens Es la única especie animal que es capaz de “producir extinciones”, es decir, el aniquilamiento de otras especies. ¿Esto ocurre por un supuesto carácter destructivo intrínseco o por un sistema económico brutal centrado en la acumulación de riqueza? En una sociedad científica global que secuestra el material genético de los pueblos originarios, pero no los considera en la construcción de soluciones colectivas a la destrucción de la Tierra, ¿será posible construir conocimientos liberadores?
Estas, entre otras, son las preguntas que nos plantea la obra de Bernardo Esteves. Invito al lector a chupar la carne, los huesos y la médula de este “Mundo Feliz”.
*Carlos De Nicola es miembro del movimiento socioambiental.
referencia
Bernardo Esteves. Un mundo feliz: una historia de la ocupación humana en las Américas. Cia das Letras, 2023, 582 páginas. [https://amzn.to/3AJCu5j]
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