por LENA LAVINA & JACQUELINE PITANGUY
En nuestro país existe una prohibición moral del debate democrático y republicano sobre el derecho al aborto que permea a todos los poderes, llegando incluso a provocar retrocesos incluso en los casos previstos por la ley.
El presidente francés, Emmanuel Macron, tiene una agenda en Brasil a finales de este mes. Entre los temas urgentes de la agenda como el acuerdo comercial Mercosur-Unión Europea, la emergencia climática, las cuestiones de defensa, la guerra en Ucrania –y probablemente la barbarie cometida contra el pueblo palestino, ya que Francia y Brasil tienen valoraciones similares–, se espera que habrá tiempo para una conversación Frente a Frente con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva sobre cómo las feministas francesas lograron avanzar en sus luchas durante cinco décadas para consagrar la libertad garantizada al aborto en la Constitución revolucionaria de 1789.
Es importante entender lo que significa “libertad garantizada”. Al ser un derecho constitucional, cualquier adjetivo es innecesario. Sin embargo, la palabra “garantizada” se refiere a una libertad fundamental que no puede ejercerse sola, pues exige que las mujeres que deseen interrumpir su embarazo cuenten con el apoyo del Estado, el cual está obligado a garantizar este derecho.
Esta “libertad garantizada” es fundamental para acercar los marcos legales a la vida real, evitando que los centros de “interrupción voluntaria del embarazo” (IVG) tengan déficits en la financiación de las políticas sociales, lo que complicaría el acceso y la efectividad de un derecho existente y pondría en cuestión sobre el cumplimiento del plazo legal para interrumpir el embarazo. Con la constitucionalización del derecho al aborto, ya no será posible prohibir o restringir dicho acceso, con impactos en el presupuesto. Esto nos recuerda que las feministas se enfrentan no sólo al patriarcado a diario, sino también a políticas de austeridad que recortan repetidamente recursos en áreas esenciales para la esfera de la reproducción social, haciendo aún más difícil para las mujeres conciliar la vida familiar y el trabajo.
Emmanuel Macron recoge los laureles de este logro histórico de la sociedad francesa, posible gracias a otro avance no menos estratégico: la igualdad obligatoria de candidaturas para hombres y mujeres en las listas electorales, adoptada en 2000 y mejorada desde entonces. Las feministas nunca han aceptado cuotas por debajo de la paridad absoluta, lo que ha permitido una feminización acelerada de la representación política en el parlamento, los concejos municipales y las alcaldías en este siglo.
Al ser más numerosas, las mujeres también podían ser más activas. Entre los parlamentarios, el número de feministas aumentó significativamente. Comenzaron a presentar propuestas de ley con miras a convertir la interrupción voluntaria del embarazo en un derecho fundamental. Este carácter inédito comienza en 2017 y continúa con propuestas presentadas por distintos partidos de izquierda hasta 2022, cuando se alcanza una primera mayoría en la Asamblea Legislativa, culminando en 2023, cuando una propuesta ingresa al Senado.
El 8 de marzo de 2023, el presidente Emmanuel Macron toma la bandera y se compromete a constitucionalizar el derecho al aborto, movilizando a su mayoría a favor de un proyecto de ley que establecería un compromiso entre las propuestas que se debaten en la Asamblea y en el Senado. Como sucedió en Brasil durante el proceso constituyente con la bancada femenina, los diputados y senadores franceses comenzaron a unir fuerzas, hasta que el proyecto de ley fue finalmente ratificado en el Senado (28/02/2024), sin ninguna modificación al texto inicialmente aprobado en el Senado. Asamblea (30/01/2024).
Cuando el himno feminista se apodere de Versalles el 4 de marzo de 2024, donde el Congreso aprueba por 780 votos contra 72 (y 50 abstenciones), la constitucionalización del aborto, con el apoyo de partidos de izquierda, centro, derecha e incluso parte del extrema derecha, las mujeres “sin historia” hacen historia y rompen cadenas. Es imposible no emocionarse.
La presencia de más mujeres en el parlamento es un indicador fundamental del compromiso del gobierno con la igualdad de género y aumenta la posibilidad de impulsar propuestas que afecten directamente a la población femenina, como la educación sexual en las escuelas, programas eficientes e integrales de planificación familiar, la interrupción voluntaria del embarazo .
Lamentablemente, Brasil ocupa la última posición en América del Sur en proporción de mujeres en el Congreso Nacional y los propios partidos políticos se amnistian, en flagrante delito de incumplimiento de cuotas para mujeres y negros, mostrándose más interesados en recaudar dinero para sus asociaciones que buscan democratizar la política.
En nuestro país existe una prohibición moral del debate democrático y republicano sobre el derecho al aborto que impregna todos los poderes, provocando incluso retrocesos incluso en los casos previstos por la ley, cuyo acceso se ha visto obstaculizado en nombre de una agenda religiosa. El voto de la ministra Rosa Weber a favor del ADPF 442, que propone la despenalización del aborto durante las primeras 12 semanas de embarazo, no puede ser enterrado.
Esta votación presenta bases jurídicas fundamentales para el avance de esta agenda en el STF, así como para el compromiso del ejecutivo con este derecho, negado a las mujeres y niñas brasileñas durante décadas por los poderes de la república, bajo el argumento de que es Es electoralmente inconveniente o prematuro debatir un tema así en una sociedad conservadora. Recordemos que es en los enfrentamientos donde se forjan comprensiones más precisas y menos prejuiciosas sobre las demandas de la sociedad. No olvidemos cómo la política de cuotas en las universidades dividió a la sociedad antes de silenciar a sus oponentes.
Que el ejemplo de Francia refuerce el valor del Estado laico y del pluralismo democrático en Brasil, recordando que lo que está en juego es un derecho de elección que respete tanto las posiciones contrarias al aborto como las que defienden el derecho a interrumpir el embarazo de forma segura.
*Lena Lavinas Es profesora titular del Instituto de Economía de la UFRJ. Autor, entre otros libros, de La toma de control de la política social por la financiarización: la paradoja brasileña (Palgrave Macmillan).
*Jacqueline Pitanguy, socióloga, coordinadora ejecutiva de la ONG CEPIA, ex presidenta del Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer.
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