por FERNANDO NOGUEIRA DE COSTA*
La generación yuppie adoptó el neoliberalismo y predicó el abandono de la formulación de políticas públicas en busca de equidad social pero elogió la meritocracia para justificarse.
La Asociación Brasileña de Economistas por la Democracia (ABED) organizó la colección de ensayos, Carlos Lessa, el pasado y el futuro de Brasil (ABED \ Fundación Perseu Abramo) – descargar aquí [ABDE – Carlos Lessa El pasado y el futuro de Brasil – FPA 2023] -, en su homenaje. Permite diferentes lecturas de su vasta obra temática.
Intentaré distinguir las sutiles diferencias teórico-metodológicas entre la generación del enfoque estructuralista del querido profesor y la mía y la de algunos practicantes de un enfoque sistémico-financiero. Muchos compañeros optan por “denunciar el capitalismo”, criticando su “financiarización” como reversible, es decir, reaccionan contra el avance de la historia y, en lugar de ser revolucionarios, se posicionan como reaccionarios…
La estructura es la forma en que algo se construye o dispone. Se trata de la organización, disposición y orden de los elementos esenciales, componentes de un cuerpo concreto o abstracto, en este caso, de una Ciencia Económica (Economía con mayúscula) -y no de la economía como actividad-. Considera, en términos relativos (%), todos los componentes necesarios para sustentarlo, ya que la ciencia requiere la medición de conceptos.
El enfoque estructuralista se centra en las estructuras económicas, sociales y políticas capaces de dar forma al desarrollo económico de un país o región. Analiza cómo las características y relaciones entre diferentes sectores de actividades económicas, así como las instituciones y políticas gubernamentales, juegan un papel fundamental en la determinación del crecimiento económico y la distribución del ingreso.
Entre otros, hay algunos principios clave del enfoque estructuralista, como el énfasis en la composición del sector productivo, la distribución de los recursos y la organización de los factores productivos. Los economistas estructuralistas reconocen que el desarrollo económico no es uniforme en todas partes, es decir, diferentes sectores y regiones de un país o un continente pueden desarrollarse de manera desigual y combinada.
El enfoque estructuralista considera el comercio internacional y la cuestión de la dependencia económica de los países subdesarrollados en relación con los países industrializados desarrollados. Afirma que el tipo de inserción de un país en la economía global afecta su capacidad para desarrollarse de forma independiente, aunque sin plena autonomía.
La estructura de las instituciones y políticas gubernamentales se considera fundamental para el desarrollo económico. Los economistas estructuralistas analizan cómo las políticas públicas, como las regulaciones, los subsidios y las inversiones en infraestructura, moldean la economía para “saltar etapas” en el proceso de desarrollo.
La equidad en la distribución del ingreso es una preocupación importante para el enfoque estructuralista no sólo desde el punto de vista de la justicia social sino también desde la dimensión del mercado interno. Evalúa cómo las estructuras económicas y políticas afectan la distribución del ingreso y el bienestar de la población.
La industrialización y la diversificación productiva de la economía son medios para promover el desarrollo económico. Los estructuralistas critican la excesiva dependencia de sectores primarios, como la agricultura o la minería, por limitar el crecimiento sostenible.
El enfoque estructuralista destaca el contexto histórico y las especificidades de cada país o región. Reconoce que no existe un enfoque único para el desarrollo económico. Las políticas y estrategias deben adaptarse a las circunstancias locales.
Fue muy influyente en las economías en desarrollo de América Latina, especialmente en Brasil, en la fase de industria naciente (1951-1980), cuando estaba vigente un Estado desarrollista con un proyecto nacional. Sin embargo, la Economía en defensa del “libre mercado” como valor por encima del desarrollo, compitió ideológicamente con este enfoque nacional-desarrollista.
La generación yuppie (corto para Joven Profesional Urbano), término anglófono acuñado a principios de la década de 1980, tipificaba a un profesional urbano joven y en ascenso. Estos jóvenes ejecutivos profesionalmente bien remunerados gastaron sus ingresos en artículos de lujo y actividades de ocio y pretendieron distanciarse de las preocupaciones sociales de las generaciones anteriores. Apreciaron la era de Ronald Reagan y Margaret Thatcher.
Esta generación adoptó el neoliberalismo, para comprender los procesos económicos en una economía de mercado, y predicó el abandono de la formulación de políticas públicas en busca de la equidad social. Al contrario, elogió la meritocracia para justificarse.
Os yuppies Se hicieron conocidos por su llamado "capitalismo rentista". Habría resultado de la creencia en prácticas económicas de controlar el acceso a cualquier tipo de propiedad (motora, inmobiliaria, financiera, intelectual, etc.) y obtener ganancias significativas sin contribuir a la sociedad. El materialismo no cree en este idealismo demiurgo.
Los críticos del rentismo generalizado piensan que actúan en defensa de la generación de ingresos mediante la producción de cosas útiles para la sociedad. Por ejemplo, Luiz Carlos Bresser-Pereira, notable y admirable nuevo desarrollista, denuncia: “a partir de los años 1980, los capitalistas rentistas, muchos de ellos herederos, sustituyeron a los empresarios en la propiedad de estas empresas. Para gestionar su patrimonio surgió una clase especial de profesionales, los financieros, jóvenes brillantes formados en las mejores universidades. También asumieron el papel de ideólogos o intelectuales orgánicos de los rentistas y adoptaron el neoliberalismo como ideología y la teoría económica neoclásica, o la Escuela Austriaca, como justificación supuestamente científica”.
La financiarización describe el proceso sistémico mediante el cual los intercambios son intermediados progresivamente por instrumentos financieros. En una economía de mercado, con división del trabajo, permiten intercambiar bienes, servicios y riesgos por moneda y facilitan la transformación de los flujos de ingresos en reservas de activos que mantienen la riqueza.
Este término se utiliza para describir el desarrollo irreversible del capitalismo financiero. El gran error de sus críticos es “tirar al bebé con el agua de la bañera”, es decir, no comprender el papel clave del apalancamiento financiero en la expansión de las economías de escala, la productividad, los beneficios operativos y el consiguiente empleo y los ingresos de los trabajadores.
El enfoque estructuralista de Carlos Lessa evolucionó hacia el enfoque sistémico-financiero contemporáneo. Su didactismo nos permite comprender las bases de ello.
El profesor Carlos Lessa, en una famosa conferencia a estudiantes en los años 1970, utilizó como ejemplo, para ilustrar una operación analítica, el desmembramiento de… ¡una vaca! De esta metáfora dedujo que todo análisis económico era una operación de partición de ideas. El conjunto de partes obtenidas por el analista está formado por conceptos. Pero el objeto idealizado, sometido a análisis, admite, al igual que la vaca Magdalena, innumerables modos de partición.
Detrás de cada conjunto de conceptos económicos hay criterios implícitos o explícitos. Dependiendo de los conceptos resaltados, manteniendo oculto el criterio de partición, se puede demostrar cualquier cosa. Sin embargo, no resucita la Magdalena, es decir el conjunto que ha sido desmantelado, ya sea por un carnicero o por un veterinario.
En el análisis del capitalismo real contemporáneo, no es posible distinguir entre “sector real” y “sector financiero”. Las actividades productivas y financieras se integran y/o interconectan como subsistemas que conforman un único sistema económico-financiero.
Esto debería enseñarse a todos los estudiantes de economía. No existe un “sector bancario” autónomo, como tampoco existe un “sector productivo” independiente de la circulación monetario-financiera. Los bancos y las llamadas empresas no financieras son componentes del mismo sistema capitalista financiero por definición.
En Economía, el concepto de estructura puede entenderse como “las proporciones y relaciones características de un conjunto económico ubicado en el tiempo y el espacio”. Distingue el orden y la integración de las partes de un cuerpo o sistema unificado.
Dada la heterogeneidad de las unidades que forman el conjunto, se presenta la idea de interdependencia interactiva de los elementos componentes. Así como los factores económicos y extraeconómicos forman parte del análisis de cualquier sistema socioeconómico, los factores económicos y financieros forman parte del sistema económico-financiero.
En 1967, el manual conocido como “Castro-e-Lessa” ya trataba los comportamientos estancados de los agentes económicos como una reminiscencia a superar. Sabía que había otro ciclo que cerrar: de la especialización extrema al retorno obligatorio a las interrelaciones entre todas las disciplinas sociales –y todas las Ciencias– con la superación de la división del trabajo basada en tramos de una realidad única, absolutamente indivisible.
Desde esta visión holística importaban precisamente las diferencias y particularidades del problema económico, consideradas en cada caso específico. En el marco más general, los factores económicos y financieros se ubicaron en relación con los problemas y circunstancias de los países subdesarrollados, especialmente los de América Latina.
*Fernando Nogueira da Costa Es profesor titular del Instituto de Economía de la Unicamp. Autor, entre otros libros, de Brasil de los bancos (EDUSP). Elhttps://amzn.to/3r9xVNh]
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