por ALEJANDRO JULIETE ROSA*
Consideraciones sobre la novela-folleto de Pausilippo da Fonseca
El 01 de mayo de 1903, el periódico La huelga, bajo la dirección del escritor Elísio de Carvalho. Como epígrafe al nombre de la revista aparecía la célebre frase de Karl Marx, inscrita en el Mensaje Inaugural a la Asociación Internacional de Trabajadores: "La emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos". Fruto de la etapa anarquista de Elísio, que se sitúa en la redacción como “representantes natos de las aspiraciones proletarias”, La huelga, como la mayoría de los pequeños diarios vinculados a causas sociales, duró poco y no llegó a su segundo año. Elísio estuvo al frente hasta septiembre, cuando dejó la dirección para dedicarse a la creación de la revista Cultura, también de orientación libertaria, cuya primera edición circuló en marzo de 1904. La revista no pasó del quinto número, que salió en octubre.[i]
Ese mismo año, Elísio de Carvalho, junto con el historiador Rocha Pombo y el médico y anarquista Fabio Luz, coordinaron la fundación de la Universidad Popular de Educación Libre, que contó con la colaboración de nombres como Curvelo de Mendonça, Evaristo de Moraes, Joaquim Murtinho, José Veríssimo, Martins Fontes, además del apoyo que la iniciativa recibió de intelectuales como Sílvio Romero y Manuel Bonfim. La UPEL tuvo una vida efímera, no cumplió un año de vida, pero fue un hito importante para el movimiento libertario.[ii]
En la última edición de Cultura, Elísio publicó un largo ensayo titulado “Las ruinas de Icaria: Ensayo sobre la decadencia anarquista”, un texto un tanto delirante, inspirado en las ideas de Friedrich Nietzsche, Max Stirner y el francés Jean Marestan y que provocó una gran revuelta entre los anarquistas de la tiempo, sobre todo por el tono escandaloso de pasajes como éste: “…el anarquismo está a punto de desmembrarse hasta el naufragio, por una parte en el tolstoísmo, y por otra en el socialismo, dejando como vestigios a algunos filósofos y oradores sin alcance social eficaz los rudimentos de un arte que no llegó a ser, y un cierto número de personas sin conciencia, terribles aves rapaces sin escrúpulos que desertan, con la risa en los labios, de las manadas de los débiles y los restos irreductibles de la UP, fetos de grupos de acción social, impregnados de aguardiente revolucionario, de tabernas y que luego merecerán figurar en la extraña lista de las pequeñas religiones de París, entre los swendenborgianos y los discípulos de Kardec, el bendito”.[iii]
Elísio también publicó algunos artículos de carácter libertario en el diario Nuevo camino, que comenzó a circular en Río de Janeiro a principios de 1906. A partir de 1907 comenzó su primera gran transmutación: del anarquismo individualista a los departamentos policiales de criminología. Como señaló Lená Medeiros de Meneses, la etapa anarquista de Elísio llegó a un abrupto y sorprendente final y el escritor pronto comenzaría a utilizar sus conocimientos y energías “a favor de la institución policial, la misma que representaba el brazo del Estado sobre los anarquistas”. ”.
El investigador comenta que Elísio de Carvalho: “En 1909, en el libro Cinco en punto, finalmente, anunció explícitamente su renuncia a las ideas anarquistas. A partir de entonces, hizo carrera en el servicio público, incursionando en espacios de poder que representaban la antítesis de todo lo que sus antiguos compañeros de militancia, entre ellos, la policía de Río de Janeiro. Esta actitud le valió severas críticas del anarquismo internacional, demostrando el papel destacado que Elísio de Carvalho había jugado dentro del movimiento libertario. Para el escritor [Marcel Vereme] de Boletín de Internacional Anarquista (1908) sería ese “compañero” que hacía mucho ruido, pero que, en la práctica, mostraba toda su inconsecuencia, considerando que, tras un pasado anarquista, terminó convirtiéndose en el Subjefe de la Oficina Brasileña de Identificación, un actitud que, según él, era digna del repudio de los libertarios de todo el mundo”.[iv]
Elísio fue uno de esos intelectuales que Antonio Candido calificó de “radicales de la ocasión”: anarquista, “de un anarquismo pasajero y confuso, ligado en parte a su adhesión a la escuela poética francesa llamada naturismo, de espíritu muy participativo, fundada por Saint-Georges de Bouhélier bajo la influencia del naturalismo humanitario del difunto Zola. Pero como también estuvo influido por Stirner y Nietzsche, lo mezcló con un anarquismo aristocrático e individualista, que, asociado a su esteticismo reprimido, acabó desembocando en un esnobismo diletante y, más tarde, en un nacionalismo reaccionario refinado y racista. Ensalada grande, extraña evolución como podéis ver”.[V]
Aunque menos logrado como escritor, como intelectual Elísio de Carvalho se convirtió en una figura importante en su tiempo; bien conectado con la “élite alfabetizada”, con políticos y gente “rica”, fue una de las figuras cimeras de la disidencia conservadora de la década de 1920 y, como demostró Antonio Arnoni Prado, contribuyó decisivamente al florecimiento del nacionalismo fascista en la década de 1930. XNUMX[VI] Su obra más perdurable, sin embargo, y que todavía hoy está presente entre nosotros, es la que desarrolló en la Oficina de Identificación de la Policía de Río de Janeiro. A partir de 1907, “Elísio se lanzó en defensa de la policía y de las técnicas que la sustentaban con la misma intensidad con que las criticó años antes cuando escribió sobre el anarquismo”.[Vii]
Pausilippo da Fonseca
quien tomó el timón La huelga, con la salida de Elísio de Carvalho, fue el periodista y luego anarquista Pausilippo da Fonseca. A diferencia de su predecesor, casi no tenemos información sobre su vida. Periodista libertario, trabajó la mayor parte de su vida en el Correio da Manhã y fue muy buen amigo de Lima Barreto. Francisco de Assis Barbosa, quien coordinó la publicación del Obras Completas de Lima Barreto (Brasiliense) describe un retrato conciso pero importante de Pausilippo: “Curiosa figura de bohemio, Francisco Pausilippo da Fonseca nació en Goiana, Estado de Pernambuco, el 28 de febrero de 1879 y murió en Río de Janeiro, el 15 de julio de 1934. Todavía era un adolescente cuando emigró a Río, donde se alistó en un batallón, incorporándose luego a la Escuela Militar como agregado. Exaltado nacionalista, florianista rojo, fue, sin embargo, despedido de la escuela en 1897, en medio del cuatrienio de Prudente de Morais, siendo deportado a Mato Grosso, junto con setenta compañeros”.
De regreso a Río en 1899, publicó un pequeño volumen: mártir por la fe, al que llama “ensayo literario”, invocando la memoria de Floriano Peixoto, en una delirante dedicatoria. Integrado a la vida civil, Pausilippo se dedicó a la vida de la prensa, iniciando su carrera como grafista, en los talleres deel padreiz, ascendiendo sucesivamente a los puestos de compositor, corrector, reportero y editor. Cuando la aparición de Correio da Manhã, comenzó a trabajar simultáneamente en ambos diarios. En 1906, todavía estaba escribiendo la sección “el padre en los suburbios". Poco después, sin embargo, se fue el padre instalarse Correio da Manhã, periódico en el que trabajó hasta su muerte.
De espíritu inquieto, Pausilippo da Fonseca cambiaría muy pronto sus convicciones nacionalistas por ideas anarquistas, colocándose al frente de semanarios libertarios, como Nuevo camino e La huelga. Orador popular, dueño de una voz rotunda y de una gran simpatía personal, aparece hacia 1906 como el fundador y principal organizador de un Partido Obrero Independiente.
La vida, sin embargo, logró atenuar la combatividad del periodista panfletario. En el Correio da Manhã fue ascendido de editor de la sección “Vida Suburbana” a reportaje y crónica política. Era el representante del periódico en el Senado y, como tal, acompañó a Rui Barbosa en excursiones a São Paulo y Minas Gerais, con motivo de la campaña civilista [1909-10]. Como editor de debates senatoriales, completaría su metamorfosis burguesa con el matrimonio. pero continuó Correo, ahora responsable de un apartado más: “En el crisol de la soberanía nacional”. La revolución de 1930 ocupó su lugar como funcionario legislativo. Despedido a los cincuenta años, tuvo que reorganizar su vida, consiguiendo únicamente un trabajo como administrativo en la Escuela Profesional Quinze de Novembro. Pausilippo da Fonseca murió a la edad de cincuenta y cinco años, dejando a una esposa y dos hijos en la pobreza extrema”.[Viii]
La vinculación de Pausilippo con el anarquismo probablemente tuvo su origen en su experiencia como trabajador gráfico en los talleres del periódico. el padre. Fue al movimiento obrero al que el periodista canalizó la 'sangre caliente' del jacobinismo florianista. Esta porción más nerviosa de los republicanos entró en decadencia luego del atentado contra el presidente Prudente de Morais, ocurrido el 05 de noviembre de 1897 y que resultó en la muerte del mariscal Carlos Machado Bittencourt, entonces ministro de la Guerra, el día de la muerte. desembarco de las fuerzas victoriosas contra la insurrección de Canudos.[Ex]
Pausilippo fue uno de los exiliados a Mato Grosso, según informó Francisco de Assis Barbosa, tras la represión promovida por el gobierno de Prudente de Morais. Volviendo a Río, la agitación jacobina, aunque presente, ya no tenía el mismo vigor que en años anteriores. Como muchos republicanos descontentos con el rumbo que estaba tomando la República, cada vez más dominada por la casta política que sobrevivió a la caída de la monarquía, el ex florianista decidió cerrar filas con los trabajadores. Tal procedimiento no era anormal. Nombres como Domingos Ribeiro Filho, anarquista, también amigo de Lima Barreto y colega suyo en la Secretaría de Guerra, y el propio Fabio Luz, uno de los más grandes nombres del anarquismo en Río de Janeiro, migraron de la militancia republicana “jacobina” a los movimientos de izquierda ligados a la clase política.[X]
De la etapa anarquista de Pausilippo están los artículos que publicó en el diario La huelga y Nuevo camino, disponibles en el Archivo Edgar Leuenroth de la Unicamp.[Xi] Gracias a estos raros ejemplares y a las investigaciones de Pedro Faria Cazes, podemos acceder al período combativo de este periodista, antes de su adhesión al periodismo burocrático y 'sectorialista' de la Correio da Manhã. Aún según el investigador: “El diario La huelga ya tenía básicamente la misma organización interna que otros periódicos anarquistas que irían apareciendo a lo largo de los años 1900 y 1910. Publicaba artículos de opinión tanto sobre política nacional como sobre cuestiones de doctrina, noticias de los principales acontecimientos de la lucha social en otros países (principalmente de Europa y las Américas), extractos traducidos de obras conocidas de destacados intelectuales anarquistas y columnas sobre el movimiento obrero local y nacional. La columna dedicada a denunciar las pésimas condiciones de trabajo y las vejaciones y excesos sufridos por los trabajadores y trabajadoras en los ambientes insalubres de las fábricas y talleres de la capital se tituló “Pelourinho”. Pausilippo da Fonseca firma artículos con su propio nombre desde la primera edición y poco a poco, con la salida de Elísio de Carvalho de la dirección del periódico, se convierte en su editor principal, siendo el principal colaborador de los textos publicados”.[Xii]
un fragmento
En la 1ª edición. de noviembre de 1903, de La huelga, un texto en particular llamó mi atención. Con el título “Dum novela inédita” aparece el Capítulo XV de un cuento, o cuento, que no pude aprehender en su sentido más amplio, por no haber tenido acceso a los capítulos anteriores. De los números de periódicos disponibles para consulta En línea sólo se incluyen las ediciones número 1 (1/5/1903), 2 (15/5/1903), 8 (15/08/1903), 10 (10/10/1903) y 11 (1/11/1903). , además de una edición extraordinaria, estrenada el 24 de agosto de 1903, con motivo de la huelga general que se produjo ese año. En ninguna de estas ediciones aparece otra parte de la novela.[Xiii]
El fragmento en cuestión trata de una visita a una fábrica, que sirvió de tema para muchos días de conversación en el seno de una familia burguesa, especialmente para Madame Isabel, una “sectaria entusiasta del colectivismo, que creía en la solución definitiva al problema social”. El texto presenta una acalorada conversación entre tres personajes; Doña Isabel hace un largo discurso sobre la inevitabilidad de un futuro lleno de libertad, conquistado por las manos revolucionarias del proletariado, “en la medida en que los trabajadores lleguen a comprender su importancia capital, se conviertan en una fuerza reguladora de la vida social, en la que estén los actores principales… Para enfrentar la injusticia del capital acumulado, tendremos el sistema cooperativo, el abastecimiento de la escasez de recursos individuales por medio de fondos mutuos… El triunfo del proletariado es una consecuencia lógica del industrialismo que regirá el mundo futuro en obediencia a la fatalidad de la evolución histórica”.
El texto parece más una editorial de periódico que el discurso de un personaje y la cosa sigue en esa línea, con apartes del artista (músico) Álvaro Alberto y de la joven Judith, que también “había sido arrastrada a lo social por la persistente impresión y absorbente experiencia que recibió en su visita a la fábrica” y que “la hizo sumergirse en serias reflexiones sobre las desigualdades de la vida, sintiendo la necesidad de conocer el destino de los humildes, como si se les hubiera impuesto una gran misión redentora”. en ella por el destino.” Hasta entonces, Judith se había criado en Europa, “soñando con una existencia perfectamente artística. Este era el propósito que se había marcado durante su peregrinaje por Europa, con la esperanza de crear un entorno de Arte a su alrededor, en el que el tiempo transcurriera envuelto en una cascada de emociones estéticas”.
Conmocionada por la visita a esa fábrica, “testimonio de aquella espantosa escena de la vida real”, Judith comienza a repensar su vida: “bajo la reflexiva depresión de la piedad dominante, le parecía una iniquidad que tantas personas sufrirían para que una ínfima porción disfruta de todos los beneficios de la civilización - ¿Cómo aceptar la justicia de tal desigualdad? ¿No somos todos derivados de un principio común? ¿Puede una buena razón aceptar el progreso construido en la sangre de la mayoría de los hombres? Su conciencia le dijo que no. La buena causa está con Tolstoi; Es el gran defensor de la dignidad humana”.
Álvaro Alberto, el músico, al advertir este punto de inquietud en el alma de Judith, trató de ejercer su fuerte influencia positivista. Admitiendo su admiración por el gran 'filósofo eslavo' Tolstói, ponderó que sus teorías eran “fruto del platonismo y, por tanto, impracticables: Sin duda, hay que hacer algo a favor de los trabajadores; pero esta reparación debe ser limitada y nunca extenderse a la renuncia a las conquistas acumuladas con el esfuerzo de tantas generaciones. Ciertamente, no faltarían formas de armonizar a la humanidad con el progreso”. Judith, una vez más ratificó que se debe hacer algo, porque “Ese espectáculo tenía un acento más vibrante cuyo eco trágico transmite confuso a través de las palpitaciones de mi corazón…”.
El fragmento toma otro rumbo luego de los diálogos entre Judith y Álvaro Alberto, ya que el Dr. André, el padre de Judith, llega con la noticia de que había conseguido arrebatarle la cartera de un ministerio, por lo que tendrían que trasladarse a Botafogo, “donde sería más adecuado con su altísimo cargo docente”. El resto del texto retoma hilos narrativos a los que no tuve acceso; aparece otra familia, “del sr. comendador”, con quien se acercó la familia de Judith en Botafogo, las preocupaciones de doña Isabel por el futuro de Judith, “ya en el momento del matrimonio”, otros personajes, D. Hortência, Irene etc. El texto no está firmado y termina con el tradicional “Continuará”.
Revelación del fragmento por el serial-novela
Incluso sin la firma del llamado “Capítulo XV” fue posible encontrar su probable autoría de Pausilippo da Fonseca. Cómo sucedió: Ya nos habían informado, por Francisco de Assis Barbosa, que Pausilippo había escrito algunas obras: “Mártir por la fe, ensayo literario, 1899; fiestas infantiles, literatura infantil, 1913. Correo en la mañana, publicado en seriales La victoria del hambre, en ediciones del 17-10 al 8-12-1911.”[Xiv] La misma información aparece en la colección “Contos Anarquistas”, organizada por Antonio Arnoni Prado y Francisco Foot Hardman. Los autores publicaron parte del capítulo XI de la novela, junto con otros cinco textos agrupados en la sección del jornalero.[Xv]
En vista de esta información e investigando los archivos de la Correo en la mañana fue posible encontrar la totalidad de la novela que, hasta donde pude investigar, no estaba publicada en un libro.[Xvi] Lo que posibilita el vínculo entre los seriales de 1911 y el fragmento de 1903 es precisamente el personaje de Judith, pero no solo, como veremos más adelante. Es posible conjeturar, entonces, que allá por 1903 ya existía una novela que tocaba el tema de la situación de la clase obrera en Río de Janeiro a principios del siglo XX, si no terminada, sí en una etapa muy avanzada. escenario. Quizás esa primera versión se perdió irremediablemente. Pero, afortunadamente, tenemos la versión de 1911 en su totalidad.
La primera consideración más general a realizar, entre el fragmento de 1903 y la versión de 1911, se refiere al lenguaje que aparece en esta última. El texto es más esbelto, tanto desde el punto de vista léxico como en la elaboración de frases y puntos. La novela, en la versión de 1911, escapa casi por completo al 'espíritu estético de la época', marcado por el tono elevado, grandilocuente y Art Nouveau de la prosa 'oficial' practicada por los epígonos – Coelho Neto, Afrânio Peixoto, Ruy Barbosa, Medeiros e Albuquerque, João do Rio, el mismo Elísio de Carvalho, etc.[Xvii] Pausilippo parece haberse “secado” en el idioma. Por supuesto, para esta comparación solo tenemos el fragmento de 1903, pero todo indica que la novela sufrió una revisión técnica y de contenido o incluso una reelaboración casi completa.
Otro elemento importante en la comparación entre las dos versiones del texto es la desaparición de ese núcleo burgués presente en el capítulo publicado en La huelga. Solo reaparece de él el personaje de Judith, en el capítulo VI de la nueva versión. Y aquí viene otra diferencia importante en relación con el fragmento de 1903, que se refiere al desarrollo del propio personaje. Es importante destacar que, desde el punto de vista narrativo, la victoria del hambre es una novela escrita en tercera persona; el acceso a la interioridad de Judith, así como a la de los demás personajes, está mediado por el libre discurso indirecto de este narrador omnisciente. Aunque a veces los personajes se sitúan en discurso directo, la autonomía es siempre relativa y subordinada a la instancia definitoria del sentido, que no es otra que el propio narrador. Veremos más adelante que no hay implicaciones desdeñables entre el autor [Pausílippo da Fonseca] y la persona que narra la historia.
Recordemos que en el fragmento de 1903, el “malestar solidario” presente en ese entorno familiar burgués había sido despertado por esa visita a la fábrica, del contacto directo con la situación de la clase obrera. El padre de Judith vivía en el mundo de la alta política y, hasta donde podemos conjeturar, no tenía relaciones con el medio fuera de ese ámbito. La reaparición de Judith, en la versión de 1911, así como su preocupación por los trabajadores, gana un lastre más orgánico en relación al conjunto de material narrado.
Ahora, aparece como participante en una de las reuniones del Círculo Libertario Internacional, una organización nacida “de una pequeña reunión, celebrada un domingo, sin quejas, ni alboroto previo”, con la resolución de “emprender todos enérgicamente”. propaganda de las ideas libertarias” además de la creación de un periódico “de carácter doctrinal, para dar mayor difusión a las nuevas teorías, al mismo tiempo que se iniciaría una serie de conferencias sobre temas pertinentes a la vida del trabajador en el seno de los trabajadores”. centros.”[Xviii]
Fue en una de estas conferencias – “siempre desarrollada en un lenguaje subversivo de las instituciones sociales”[Xix] – que el personaje Judith entra en la novela. En ese momento, tanto el Círculo Libertario Internacional como su órgano de propaganda –“exponiendo las teorías más audaces, preconizando un nuevo orden social basado en una concepción libre de la vida libre de todo prejuicio y convencionalismo secular”– ya habían comenzado a conmover los corazones. de los ciudadanos trabajadores. Estos estaban representados principalmente por los tejedores, quienes a lo largo de las reuniones y asambleas “fueron tomando valor y reflexionando, con el ánimo advertido por las insinuaciones de los agitadores, sobre su propia situación”. Hubo un grito ahogado entre los tejedores: "una irritación sorda e interna que crea el estado de rebelión latente".
Según este extracto de la novela: “La primera gran explosión estuvo motivada por el despido de una trabajadora casada, por mera venganza contra el maestro del taller donde trabajaba, quien había intentado sin éxito seducirla. Indignados por el proceder de la patronal, manteniendo el acto inicuo de su asistente, los trabajadores, se congregaron en un mitin para decidir la declaratoria del muro. Se lanzó la primera carta de desafío: – o el compañero era readmitido al día siguiente, o nadie se presentaba a trabajar. La pregunta la planteó en estos términos un obrero, después de un largo discurso en el que analizó cruda y sinceramente la situación del proletariado frente a la burguesía. Un numeroso público apoyó con aplausos la declaratoria de huelga, y varios oradores se hicieron oír condenando la conducta de los patrones, a quienes llamaron parásitos insaciables. Parecía una reunión loca. Cada uno tuvo la idea más loca. Se veían ancianos gritando como niños y jóvenes palideciendo de miedo. Nadie se entendía. Así transcurrió media hora de verdadero tumulto. Durante ese tiempo, sólo una persona presenció el espectáculo de tal desorientación, con la tranquilidad necesaria para criticar los sentimientos que agitaban a aquella multitud. Era Judit.
En la genealogía de la composición figurativa de esta 'nueva' Judith se mantiene la extracción burguesa, pero no la de la alta burguesía hereditaria, sino fruto de los emprendimientos de su padre, “un ingeniero que logró hacer fortuna a base de trabajo y pertinacia y en riesgosas empresas profesionales”. Gracias a las actividades de su padre, dice el narrador, Judith "había pasado su infancia en constante contacto con los trabajadores, teniendo frecuentes ocasiones de observar la vida de privaciones que llevaban". Conmovida desde niña por la miserable situación del proletariado, aunque nacida “en el seno de la burguesía y poseedora de una educación fuera de lo común”, comenzó a interesarse por el mundo exterior a su clase y “por cuestiones que se debatían fuera de las intrigas de tocador y coquetería de salón”.
Esta afición que la liberaba un poco del tedioso “manejo de periódicos de moda y lectura de novelas de Bourget” hizo que Judith desarrollara una gran camaradería con “un chico que tenía el cerebro lleno de quimeras y el corazón rebosante de aspiraciones”. Era el periodista Carlos Augusto. No tardaron en comenzar las insinuaciones por parte de conocidos, quienes ya suponían que los dos eran “novios en vísperas de comprometerse”. Con ironía comentaron las ventajas de aquel matrimonio, “juzgado por todos como un excelente partido para el muchacho”. “Ella era joven, rica, bien arreglada y hermosa, mientras que él no tenía riqueza ni una posición destacada. No era más que un simple escritorzuelo de periódicos, que vivía de un salario exiguo, predicando teorías absurdas, difundiendo paradojas. Los propios colegas se rieron de sus ideas, lo que llevó a la cuenta de una manía por la originalidad. Y el gran argumento en contra de sus opiniones era que no podía dejar de ser una tontería pensar en el socialismo, en una tierra como Brasil, donde nadie se muere de hambre”.
Carlos Augusto acercó a Judith al movimiento obrero, él mismo un entusiasta de las ideas socialistas y revolucionarias, un tanto difusas es cierto, pero en todo caso un cierto sensible cambio de perspectiva en relación a la “cuestión social” que empezaba a cobrar importancia en el debate intelectual de la época. Judith mantiene una actitud de independencia hacia Carlos Augusto y los demás hombres con los que tiene relaciones. Por sus propios medios intelectuales, llegó a la conclusión de las razones que llevaron a la degradación humana, “comprobando, no sin profundo pesar, que la escasez de recursos pecuniarios influye poderosamente en la depravación de las costumbres, por quebrantamiento del pudor”. , resultante de la existencia de la promiscuidad”.
Aunque verdaderamente conmovida por la situación indigna en la que vive la mayoría de la población, Judith permanece atrapada en las circunstancias ideológicas de su clase. Las teorías socialistas “influyeron decisivamente en su espíritu” y le hicieron ver en esta situación de miseria “la violenta desigualdad de fortunas y el injusto reparto de los bienes terrenales”. Sin embargo, ella "no podía aceptar en toda su plenitud la canon del dogmatismo revolucionario” y su espíritu, “repeliendo la idea odiosa de la lucha de clases, no podía concebir el pensamiento maquiavélico de la división infernal de la humanidad en dos bandos enemigos para combatirse sin tregua hasta la derrota completa de uno de los fiestas".
Aun así, había que hacer algo. Si la acción revolucionaria y la lucha de clases no eran consecuentes con sus sentimientos, en la elección del camino político “sólo vio un medio de acción capaz de producir ventajas relativas”. Era, sin duda, la mejor de las alternativas, pero a la larga. Demostrando fuerza en las contiendas electorales, “eligiendo a sus representantes para defender sus derechos dentro de las asambleas”, los trabajadores podrían, pensó Judith, “imponerse al respeto universal, pasando así de la categoría de máquinas humanas a la de seres conscientes”, un reclamo para ser consumado en el futuro. En un nivel más inmediato, sin dejarse influenciar por acciones extremas, Judith cree que puede movilizar a los ricos en favor de los pobres. Movidos por sus “más nobles sentimientos altruistas”, los ricos saldrían “al encuentro de los pobres, reconociendo la injusticia de sus aspiraciones a una vida mejor, fortaleciendo así el edificio social sobre la base indestructible de la solidaridad humana”.
En su conjunto y teniendo en cuenta el sentido histórico al que apunta la novela, veremos que Judith representa uno de los núcleos conservadores dentro de la narración, presente en el mismo campo que el proletariado; y que Carlos Augusto imita al típico radical ocasional. A pesar de todas las preocupaciones y esfuerzos realizados principalmente por él, que incluyen las mejores intenciones, incluso una razonable inteligibilidad de la situación concreta percibida a la luz de la teoría socialista, este núcleo conservador es la contradicción misma por la que pasó “la cuestión social”. en este período y que se transpuso a la forma de la novela.
Del conjunto de ideas que pudimos observar en el fragmento de 1903, el positivismo encarnado en el personaje de Álvaro Alberto se conservó más allá de la charla paralizante y se trasladó a Judith, con cierta mezcla de socialismo reformista y caritativo. Y decide actuar para evitar lo peor, pues la huelga se había declarado y el “clima de guerra” en la ciudad ya estaba demasiado cargado. En el posible horizonte intelectual de entonces, para evitar un conflicto social abierto, los ideales socialistas, con un sesgo reformista y suavizados por el positivismo, especialmente a través del concepto de altruismo, proporcionaron elementos “convincentes” para quienes tenían una cierta inclinación por el cuestión social, de ahí una cierta confluencia, en la época, entre las tendencias rudimentarias del marxismo con el positivismo y otras doctrinas no revolucionarias.[Xx]
Desde la década de 1880, y principalmente después de la Proclamación de la República (1889), los positivistas brasileños agrupados en el Apostolado Positividade do Brasil, con sede en Río de Janeiro [el movimiento también fue muy importante en Rio Grande do Sul], se esforzaron por difundir las enseñanzas de Augusto Comte. En un artículo publicado en 1917, bajo el impacto de las huelgas generales ocurridas ese año, principalmente en São Paulo, Raimundo Teixeira Mendes advertía que “desde hace unos treinta y siete años la propaganda positivista se esfuerza por vulgarizar, en Brasil, las enseñanzas de Augusto Comte sobre la incorporación del proletariado en la sociedad moderna.[xxi] José Murilo de Carvalho comenta que Raimundo Teixeira Mendes, en 1889, había sostenido reuniones con cerca de 400 trabajadores estatales, de diferentes categorías, a partir de las cuales preparó un documento que fue entregado al mismo Benjamín Constant (otro gran positivista), entonces Ministro de Guerra en el gobierno de Deodoro da Fonseca. Según el historiador, tal documento, “como era de esperar, se basó en la noción positivista de la necesidad de incorporar al proletariado a la sociedad”. La propuesta no salió adelante por ser demasiado avanzada para la época: “jornada de siete horas, descanso semanal, vacaciones de 15 días, licencia retribuida por asistencia sanitaria, jubilación, pensión de viudedad, permanencia tras siete años de servicio, etc. .” .[xxii]
Mirándolo desde otro ángulo, el de la construcción de ciudadanía, José Murilo de Carvalho considera algo deletérea la acción de los positivistas. Primero, porque “todos los dirigentes republicanos que se preocuparon por el proletariado lo hicieron por influencia comteana”. Y, dentro de la filosofía positivista, los derechos políticos no fueron contemplados como una prerrogativa de la población en general y menos de los trabajadores. Siempre según el historiador, la doctrina de Augusto Comte admitía “sólo los derechos civiles y sociales. Entre estos últimos, pidió la educación primaria y la protección de la familia y del trabajador, ambas obligaciones del Estado. Al vetar la acción política, tanto revolucionaria como parlamentaria, resultó que los derechos sociales no podían ser conquistados por la presión de los interesados, sino que debían ser otorgados paternalistamente por los gobernantes”.[xxiii]
La influencia del pensamiento positivista, contrariamente a lo que mucha gente piensa, no se redujo sólo al lema “Ordem e Progresso” inscrito en la bandera nacional. El caso de Euclides da Cunha es casi paradigmático en este sentido. Bastante instigado por el pensamiento de Marx, el autor de los sertones publicó algunos artículos en las efemérides del 1 de mayo, bajo el seudónimo de Proudhon. en el periodico O estado de Sao Paulo, el 1 de mayo de 1904, escribió “Un viejo problema”, en el que evoca la figura de Marx, “ese inflexible adversario de Proudhon”, que dio al socialismo científico “un lenguaje firme, comprensible y positivo”. Veamos algunos extractos: “La única fuente de producción y su corolario inmediato, el valor, es el trabajo. Ni la tierra, ni las máquinas, ni el capital, todavía conectados, los producen sin el brazo del trabajador. De ahí una conclusión irreductible: – la riqueza producida debe pertenecer enteramente a quienes trabajan. Es un concepto deductivo: el capital es saqueo. No se puede negar la seguridad del razonamiento […] Se pone de manifiesto el rasgo injusto de la organización económica de nuestro tiempo. La explotación capitalista es asombrosamente clara, colocando al trabajador en un nivel más bajo que la máquina. […] Este enfrentamiento expone la injusticia pecaminosa que agrava el egoísmo capitalista, al no permitir, gracias al salario insuficiente, preservar así como sus aparatos metálicos, sus aparatos de músculos y nervios; y esta es en gran medida la justificación de los socialistas para llegar al doble principio fundamental: (i) socialización de los medios de producción y circulación; (ii) la propiedad individual de los objetos de uso solamente. Este principio, aceptado unánimemente, domina toda la heterodoxia socialista, de modo que las divisiones, y son muchas, las que existen entre ellos, consisten sólo en los medios para alcanzar ese fin. Para algunos [João Ligg y Ed. Vaillant], los privilegios económicos y políticos deben caer bajo el impacto de una revolución violenta. Es socialismo destructivo. Otros, como Emilio Vendervelde, tienen una actitud expectante: las reformas serán violentas o no, según el grado de resistencia de la burguesía. Finalmente, otros todavía -los más tranquilos y peligrosos- como Ferri y Colajanni, justamente evolucionistas, reconociendo la falta de un plan de organización social ya hecho, capaz de reponer, en bloque, en un día, el actual orden de cosas, relegan a secundar medidas violentas, siempre infructuosas y solo aceptables temporalmente, de paso, en un momento u otro, para allanar el camino a la evolución misma. […] Porque la revolución no es un medio, es un fin; aunque, a veces, necesita un medio, rebeldía. Pero es sin la forma dramática y ruidosa de antaño. Las festividades del Primero de Mayo son, en cuanto a este último punto, muy expresivas. Para hacer temblar la tierra entera, basta que la gran legión en marcha practique un acto muy simple: cruzar los brazos... Porque su triunfo es inevitable. Esto lo garantizan las leyes positivas de la sociedad que crearán el reinado pacífico de las ciencias y las artes, fuentes de un capital mayor, indestructible y creciente, formado por las mejores realizaciones del espíritu y del corazón…”.[xxiv]
En la misma línea que Euclides, varios otros socialistas y líderes de sectores del movimiento obrero insistieron en el camino de la conciliación, buscando mediar en los conflictos entre trabajadores, patrones y gobierno; ya sea fundando partidos con el fin de participar en la arena política, oa través de ligas, centros y asociaciones obreras de diversos oficios. Otro caso emblemático es el de Vicente Ferreira de Souza, profesor de latín, filosofía y lógica en el Colégio Pedro II, quien ya había participado en la redacción del Manifiesto Socialista al Pueblo Brasileño, fechado el 17 de diciembre de 1889, junto a los fundadores de el Círculo Socialista de Santos.
Entre 1902 y 1904, Vicente de Souza estuvo al frente del Centro de las Clases Obreras de Río de Janeiro que, aunque no era un partido, tuvo una gran acción política y reivindicativa, tanto en la huelga general de 1903 como en los hechos de la Revuelta de las Vacunas, en noviembre de 1904. Expuso su doctrina en el periódico Una Questão Social, que no era otra que la defensa de un socialismo no revolucionario, bajo el pretexto de que “las condiciones actuales no permiten ver el socialismo como una medida que se impone desde la agitación revolucionaria”. Bajo la bandera del colectivismo reformista, “Una Questão Social, sin pasiones, que considera antagónicas a la idea de progreso, propone luchar tenazmente para que los efectos del movimiento científico evolucionista sean más rápidos, lo que debe redundar en la nueva organización de la sociedad”.[xxv] Este fue el meollo de la cuestión que opuso y separó a los anarquistas, entusiastas de la acción directa, contra el Estado y la burguesía por un lado, y el socialismo reformista y la ideología socialdemócrata no revolucionaria por el otro.
Viendo en los propósitos del personaje Judith un motivo a la vez pacifista y conservador, la narradora de la victoria del hambre considera que la “solución del problema”, para ella, principalmente porque se apoyaba en la solidaridad de los ricos, “parecía ser encantadoramente simple”. Si el personaje Judith es el elemento que permite la conexión entre los seriales de la victoria del hambre con el fragmento de 1903, el desarrollo de la nueva versión parece haber incorporado otro momento histórico de aquella temprana República, en el que se inicia la formación de una clase obrera organizada, en la línea del gran proceso de industrialización y bajo la dinámica de la lucha de clases. mismo de ese período. Los elementos figurativos que conforman el trasfondo ideológico en la trama general de la novela se comprenderán mejor después de una presentación completa de la historia, que será objeto de los siguientes artículos.
*Alejandro Juliete Rosa Magíster en Literatura del Instituto de Estudios Brasileños de la USP.
Notas
[i] copias de la revista Cultura están disponibles en el Archivo Edgard Leuenroth, con los cinco números reunidos en un único PDF, al que se puede acceder desde el enlace: https://www.ael.ifch.unicamp.br/system/files/ael-digital/Peri%C3%B3dicos/kultur.o.pdf
[ii] Sobre la Universidad Popular de Enseñanza Libre, se encuentra el estudio realizado por Milton Lopes: “La Universidad Popular: Experiencia Educativa Anarquista en Río de Janeiro”. En: Historia del Anarquismo en Brasil – Vol. 1. Rafael Deminicis y Daniel Aarão Reis (Orgs). Río de Janeiro: Mauad, 2006, págs. 203 – 230.
Sobre Elísio de Carvalho, su aventura al frente de Cultura, la creación de la UPEL y los debates intelectuales de ese momento, señalo la investigación de Pedro Fazia Cazes: Los libertarios de Río: visiones de Brasil y dilemas de autoorganización en la prensa anarquista de la Primera República. Rio de Janeiro. Tesis de doctorado. UERJ. 2020, especialmente las páginas 117 a 143.
El texto que ratifica la creación de la UPEL ya aparece en la primera edición de Cultura. “La Universidad Popular de Educación Libre”. Kultur: Revista Internacional de Filosofía, Sociología, Literatura, etc. AÑO 1. N. 1. Marzo 1904, p. 03.
[iii] Elísio de Carvalho. “Las ruinas de Icaria: Ensayo sobre la DECADENCIA ANARQUISTA”. Kultur: Revista Internacional de Filosofía, Sociología, Literatura, etc. AÑO 1. N. 5. Octubre 1904, pp. 1 – 4.
[iv] Lená Medeiros de Menezes. “Elísio de Carvalho: un intelectual polémico y controvertido”. Revista intelecto. Año 03, vol. II – 2004, pág. 3–4. Disponible: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5860311
[V] Antonio Cándido. “Radicales ocasionales”. En: Teresina etc. Río de Janeiro: Paz e Terra, 1980, p. 87.
[VI] Antonio Arnoni Prado. “Elísio de Carvalho y el diario atemporal”. En: Itinerario de una falsa vanguardia. São Paulo: Editora 34, 2010, págs. 92 – 106.
[Vii] Véase el excepcional estudio de Rodrigo Maia Monteiro: “Elísio de Carvalho y la escritura policial”. En: Policía, prisión y circulación de ideas criminológicas: el boletín policial y la consolidación de la escritura policial en Río de Janeiro (1907-1918). Tesis de maestria. São Gonçalo: Universidad Estatal de Río de Janeiro, 2019, pp. 111 – 140. Disponible en: http://www.ppghsuerj.pro.br/wp-content/uploads/2021/04/Rodrigo_Maia_Monteiro.pdf
[Viii] Francisco de Asís Barbosa. Lima Barreto: Correspondencia Activa y Pasiva, Tomo 1. São Paulo: Brasiliense, 1956, pág. 153–4.
[Ex] Un resumen del período se puede encontrar en Edgard Carone: “Governo Prudente de Morais”. En: The Old Republic II – evolución política. Río de Janeiro: DIFEL, 1977, págs. 151 – 189.
[X] Un cuadro muy bien reconstruido de esta compleja coyuntura fue escrito por Pedro Fazia Cazes, en el capítulo “El anarquismo entre los radicalismos de la época”, de su tesis de Doctorado – Los Libertarios de Río: visiones de Brasil y dilemas de autoorganización en el prensa anarquista de la Primera República. Rio de Janeiro. UERJ, 2020, págs. 67 – 148. Pedro usó el periódico como una de sus fuentes primarias. La huelga y debemos a esta investigación mucha información importante.
[Xi] En este estudio dedicaremos especial atención al periódico La huelga. Es importante destacar que Pausilippo tuvo un papel protagónico en la otra revista para la que trabajaba, también anarquista, Nuevo camino. Aquí, sin embargo, son raros los textos en los que encontramos su firma. Una de las excepciones aparece en la edición inaugural del periódico, en enero de 1906, en la que firma el cuento “O Traidor”. Por el estilo de los textos, es bastante plausible conjeturar que los editoriales de la primera plana fueron escritos por Pausilippo, quien era el director del periódico; aparecen algunos editoriales firmados por “Grupo Nuevo camino”. las copias de Nuevo camino están disponibles para consulta En línea en el Archivo Edgar Leuenroth, reunidas en un solo PDF, y presentan las ediciones de los años 1906 y 1910, año en que regresa el periódico, sin la presencia de Pausilippo. Para ediciones de 1906 y algunas de 1910 acceda al enlace: https://www.ael.ifch.unicamp.br/system/files/ael-digital/Peri%C3%B3dicos/novo_rumo.o.pdf.pdf
Para las ediciones de 1910: https://www.ael.ifch.unicamp.br/system/files/ael-digital/Peri%C3%B3dicos/novo_rumo.o.pdf.pdf
[Xii] Pedro Fazia Cazes. Op.cit., pág. 88.
[Xiii] “De una novela inédita – Capítulo XV”. La huelga. Año 1, nº 11, Río de Janeiro, 1 de noviembre de 1903, p. 4. Copias disponibles para consulta En línea del Archivo Edgar Leuenroth están reunidos en un único PDF y se puede acceder a ellos a través del enlace: https://www.ael.ifch.unicamp.br/system/files/ael-digital/Peri%C3%B3dicos/a_greve.o.pdf
[Xiv] Francisco de Asís Barbosa. Op.cit., pág. 155.
[Xv] Antonio Arnoni Prado y Francisco Foot Hardman (Eds.). Cuentos anarquistas. São Paulo: Brasiliense, 1985, págs. 111–115.
[Xvi] Pausilippo da Fonseca. “La victoria del hambre – Novela socialista”. Correo en la mañana. Ediciones de 17, 18, 20, 21, 24, 25, 27, 28 y 30 de octubre; 1, 3, 8, 9, 10, 11, 15, 20, 21, 28 de noviembre y 8 de diciembre.
[Xvii] Como señaló José Paulo Paes: “Art nouveau en la literatura brasileña”. En: griegos y bahianos. São Paulo: Brasiliense, 1985 y Alfredo Bosi: “Cartas en la Primera República”. En: Historia General de la Civilización Brasileña – Vol. III Sociedad e Instituciones (1889 – 1930). Río de Janeiro: Bertrand Brasil, 1990. Otra caracterización para el período fue propuesta por Flora Süssekind en Cinematógrafo de letras: literatura, técnica y modernización en Brasil. São Paulo: Companhia das Letras, 1987.
[Xviii] Las citas entre comillas están en: Pausilippo da Fonseca. “La Victoria del Hambre – Novela Socialista (Capítulo V)”. Correo en la mañana, 25 de octubre de 1911, pág. 6. Enlace: https://memoria.bn.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=089842_02&Pesq=%22Vit%c3%b3ria%20da%20fome%22&pagfis=6829
[Xix] Todas las citas, de ahora en adelante, están en Pausilippo da Fonseca: “La Victoria del Hambre – Romance Socialista (Capítulo VI)”. Correo en la mañana, 27 de octubre de 1911, pág. 6. Enlace: https://memoria.bn.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=089842_02&pagfis=6853
[Xx] Claudio HM Batalha. “La difusión del marxismo y los socialistas brasileños a principios del siglo XIX”. En: João Quartim de Moraes (Org.). Historia del marxismo en Brasil – vol. 2. Campinas: Editora UNICAMP, 1995, pp. 11 - 45.
[xxi] Raimundo Teixeira Mendes. “La incorporación del proletariado en la sociedad moderna y las enseñanzas de Auguste Comte. Iglesia y Apostolado Positivista en Brasil. Río de Janeiro, 1917, pág. 2. El texto completo se puede consultar desde el enlace: https://www.docvirt.com/docreader.net/docreader.aspx?bib=Igreja_Pos&pasta=IP3f&pagfis=13
[xxii] José Murilo de Carvalho. El bestializado. São Paulo: Companhia das Letras, 2012, p. 52-3.
[xxiii] Ídem, pág. 54.
[xxiv] Euclides da Cunha. "Un viejo problema". En: Contrastes y Confrontaciones. Rio de Janeiro: Registro, 1975. Edición de la Biblioteca Virtual del Estudiante, pp. 51 – 54.
[xxv] Citado en Evaristo de Moraes Filho. “La protohistoria del marxismo en Brasil” En: João Quartim de Moraes y Daniel Aarão Reis Filho (Eds.). Historia del marxismo en Brasil – vol. 1. Campinas: Editora UNICAMP, 2003, p. 39.